25| Forever and ever

Twenty-five;
forever and ever













































Caricias.

Era tan increíble ver cuanto le podía gustar el contacto de sus pieles. Era tan suave, tan mágico y tan significativo para él.

Aún teniéndolo en sus brazos durmiendo no quería pensar en el momento en que se fuera a levantar y sus pieles dejaran de tocarse. O el probable momento en que pudieran ya no estar más juntos, aunque por su parte nunca sería así.

Amaba sentirlo.

Era increíble, nunca se había sentido así. Nunca se había sentido tan enamorado. Quería tenerlo junto a él todo el tiempo, que fuera para él las veinticuatro horas del día. Acurrucarse junto al escabeche en la cama y que lo mimara como un bebé que necesita atención.

Sus pecosos dedos acariciaban con lentitud y cariño los brazos del chico que descansaba desnudo encima de él. Las yemas de sus dedos iban de peca en peca trazando un camino. Cuando terminaba con sus brazos iba a su espalda, desde la parte baja hasta su cuello. Todas las mañanas y noches hacia el mismo recorrido por su cuerpo, y podría afirmar sin temor de que nunca se cansaría de hacerlo.

Suspiró mirando el despejado cielo por la ventana de su habitación. Cambió su vista de la ventana al tranquilo rostro de su novio y acarició su mejilla antes de dejar un beso en su frente.

Con lentitud comenzó a hacerse para un costado intentando salir de abajo de él sin que se despertara o molestara. Cuando lo logró, no pudo evitar observalo durante unos segundos. Las comisuras de sus labios se alzaron ligeramente.

Dejó salir una larga respiración por su nariz y se dirigió al baño de su cuarto. Abrió la canilla del agua caliente y se metió luego de esperar a que el agua se calentase.

A penas las altas temperaturas tocaron su cuerpo y humedecieron su pelo dejó salir un suspiro relajado. Su frente se apoyó contra la pared y subió sus brazos para cruzarlos por encima de su cabeza, sintiendo el agua pegar directamente en su espalda.

Luego de un par minutos en la misma posición, sintió unos brazos rodeándolo con lentitud por detrás para reposar sus manos en su pecho.

El pelirrojo se separó de la pared y abrazó los brazos de su chico que lo hacían sentir protegido. Ambos debajo del agua de la ducha sin nada que decir al respeto, pero disfrutando de la compañía mañanera del otro.

Podía sentir el rostro de Steve apoyado contra su espalda. Su calmada respiración acariciaba su piel otorgándole una pequeña sensación de cosquilleo en su columna.

Dejó de abrazar los brazos del chico y se dio la vuelta para tomarlo de la cintura y quedar frente a frente. Steve aún mantenía su rostro cansado de recién levantado.

— ¿Dormiste bien? — Preguntó Andi y Steve asintió antes de apoyar su frente de el pecho del otro.

Andi alzó su mano y la llevó al cabello del más bajito, donde dejó un par de caricias.

— ¿Amor? — Llamó con cariño.

— ¿Mhm? — Respondió el otro sin moverse de su lugar.

— ¿Pudiste descansar algo?

Steve se despegó de él y lo miró a los ojos.

— Claro. Solo estoy algo cansado — Admitió y luego le sonrió a su novio sobre sus labios — Aunque como no estarlo — Susurró divertido.

Andi sonrió divertido y le robó un fugaz beso.

— Te amo — Dijo repentinamente haciendo sonreír embobado a Steve.

— Te amo — Respondió este antes de volver a besarlo.

Era verdad. Lo amaba.

No creyó decir eso nunca, pero era lo que sentía, y era increíble saber que fue él en realidad quien lo dijo por primera vez. Andi siempre pensó que sería él, sin embargo se le adelantaron a sus sentimientos.

— No iré a trabajar hoy — Avisó Andi al separarse del beso.

— ¿Por qué? — Preguntó Steve, quien tenía sus brazos pasando por los hombros del pelirrojo y acariciaba los pelos de la nuca de este.

— Pedí el día libre. Tengo que llevar a Vick a la casa de Will y yo quiero hacer una visita — Explicó.

Steve asintió — ¿Así que no te veré en todo el día?

— Nop — Negó y su novio hizo un ligero puchero con el labio inferior.

— ¿Así que tendré que atravesar un horrible día de trabajo con Robin y sin ti? — Se quejó como niño pequeño.

Andi lo miraba con una sonrisa divertida.

— No puede ser tan malo. Trabajas en una heladería. No soportarías un día con Chloe como jefa.

— Pero al menos ella es atractiva — Dijo despreocupado pero al instante miró a su novio dándose cuenta de lo que había dicho. Andi lo miraba con una ceja levantada — Lo siento, se me escapó. La costumbre. Prometo que eso no volverá a pasar. Creo que aún queda una parte de ese Steve en mi — Se excuso rápidamente.

— Bueno, el chico del cine no está nada mal — Dijo como venganza mientras salía de la ducha y se ponía una toalla en su cintura.

— ¿Qué chico? — Preguntó celoso mientras se asomaba por detrás de la cortina — ¿El rubio oxigenado aquel? ¿El de la recepción? Por favor, hay mejores. Ejemplo; yo.

— ¿¡Estás seguro!? — Cuestionó mientras volvía a entrar a la habitación.

No tuvo tiempo de reaccionar cuando sintió un peso tirarse encima suyo y dejarlo boca abajo en la cama.

Se dio rápidamente la vuelta como pudo y los giró, dejándo a Steve abajo. Sin embargo, este los volvió a dar la vuelta y sostuvo con fuerza sus pecosos brazos por encima de su cabeza, mientras sus piernas se afirmaron a los costados de su torso. Ambos se encontraban con toallas tapando sus partes bajas y sus cabellos goteando.

— Sí. Muy seguro — Afirmó Steve quien al estar encima suyo dejaba que las gotas de agua de su pelo cayeran en el cuello y las mejillas de Andi.

Andi se le quedó observando con rostro serio sin decir nada al respecto. Su pecho subía y bajaba a un ritmo un poco más acelerado al normal por la pequeña pelea que acababan de tener, y su respiración salía lentamente por su boca.

Antes de que poder decir algo, Andi se reincorporó rápidamente, liberando sus brazos, y besó los labios de su novio con desespero.

Steve le siguió el beso y se acomodó mejor arriba de su pelvis, haciendo que Andi lo agarrara con fuerza de sus caderas. El mayor daba ligeros movimientos encima de su novio haciendo que sus intimidades rozaran, lo único que los separaba eran sus toallas de las cuales Andi ya comenzaba a querer deshacerse.

El calor comenzó a subir con rapidez por sus cuerpos al igual que el deseo. Steve bajó sus besos al cuello del otro y Andi apretó su trasero en respuesta, dejándose llevar.

Sin embargo, el repentino sonido de la puerta abriéndose los sorprendió y, en un rápido movimiento, Steve terminó en el suelo mientras Andi se acomodaba en la cama.

El pelirrojo miró hacia la puerta y pudo ver a su hermano observándolo extrañado.

— ¿Qué haces? — Preguntó al verlo en esa posición.

Andi se encontraba de costado con su cabeza apoyada en su mano como si estuviera posando, aunque en realidad estaba intentando disimular.

Se miró confundido a sí mismo por la pregunta de su hermano y negó mentalmente para él mientras se incorporaba y sentaba en la cama.

— Descansaba — Respondió sin mucha importancia.

— ¿Y Steve? Pensé que se había quedado a dormir — Habló sin dejar su extrañado tono.

— Sí, pero se tuvo que ir temprano. Tenía trabajo — Mintió y Vicktor asintió.

— Como sea. Necesito que te apures, por favor. Quiero llegar temprano a la casa de Will — Dijo antes de salir del cuarto y cerrar la puerta — ¡Y ponte ropa! — Gritó bajando las escaleras.

Andi rio y se arrastró por el colchón hasta el borde de la cama para poder ver a Steve acostado en el suelo.

— Lo siento — Se disculpó soltando una pequeña risita — Me asuste.

Steve negó con la cabeza y una sonrisa se asomó por su rostro traicionando su seriedad.

¿Alguna vez se podría enojar con él? Eso era imposible. Era tan bueno que nunca podría si quiera sentir algo malo por él.

Le encantaba ver como lo miraba. Justo como en aquel momento. Con esa sonrisa que tanto le gustaba.

Nunca se cansaría de Andi.

























[....]



























— ¡Lo-pro-me-tis-te! — Le gritó Max mientras le pegaba almohadaso tras almohadaso. Andi se encontraba boca abajo en la cama de la niña mientras intentaba cubrirse de sus golpes.

Esa era la visita especial que tenía que hacer, la que le había dicho a Steve.

La verdad era que en las vacaciones Ian y Max habían logrado crear una linda relación de hermanos. Y lo cierto era que Maxine no podía estar más contenta con eso.

Finalmente tenía el hermano que siempre había querido.

— ¡Nunca prometí nada! — Su respuesta incrementó los golpes de la niña.

— ¡Quiero mis dulces, Andi! ¡Perdiste! — Exclamó antes de bajarse de él y agarrar la libreta que estaba en el suelo.

El pelirrojo se asomó un poco entre sus brazos sin dejar de estar en alerta aún.

La chica le mostró una hoja de la libreta la cuál mostraba un puntaje.
Andi|7|Max| 22.

— Hiciste trampa — Incriminó y cuando la chica lo miró amenazante con la almohada en alto se volvió a cubrir esperando un impacto que nunca llegó.

— Dijiste que el perdedor le compraría dulces al otro. Y perdiste. Fue tu condición, no la mía — Recordó.

— No tengo dinero.

La chica se dio la vuelta lentamente y volvió a levantar la almohada para seguir golpeándolo.

Ian intentó cubrirse de todos sus golpes que parecían venir desde todas las direcciones posibles.

— Max, para ¡Maxin... — No terminó la frase cuando sintió que un chorro de agua le caía en la cara seguido de más almohadasos.

El pelirrojo tosió, aún cubriéndose, ya que le había entrado algo de agua en la boca, y al asomarse un poco entre sus brazos pudo ver la botella de agua que estaba en la mesita al lado de la cama.

De ahí había sacado el agua.

— ¡Maxine!

— Sigue diciendo mi nombre y verás lo que sucede — Amenazó y lo golpeó nuevamente en la cara.

— ¡Está bien! ¡Está bien! — Exclamó alzando los brazos — ¡Me rin.... - Auch!

— Lo siento. Se me escapó — Se disculpó cuando le había pegado sin querer.

Ian se la sacó de encima y se levantó de la cama algo mareado para acomodarse la ropa.

— No puedo creer que te tendré que comprar dulces luego de esa agresión — Dijo incrédulo y Max sonrió inocente.

— ¿Agresión? Yo nunca te maltrataría — Dijo haciéndose la buena.

— Por supuesto que no — Respondió sarcástico y sacudió el pelo de la pelirroja para después empujar su cabeza — Vamos.

El pelirrojo tomó las llaves de su automóvil de la cama y abrió la puerta de la habitación de la más chica para comenzar a caminar hacia la entrada de la casa.

En el camino, cruzó por el frente del cuarto de Billy, en donde se encontraba él, y ambos se miraron sin expresión alguna por microsegundos hasta que Ian dobló al final del pasillo logrando perderse de su vista.

Por lo que le había contado Maxine, Billy ya no se metía con ella desde su amenaza del año pasado, o al menos ya no le gritaba y maltrataba.

Estaba agradecida con Andi por eso, siempre lo estaría. La verdad es que pensó que su vida sería una mierda al mudarse a Hawkins, que en cierto principio lo fue, pero conocer a los chicos y a Ian la había salvado completamente.

A veces envidiaba a Vicktor en ese aspecto.

Siempre veía como Andi cuidaba de él, le daba todo lo que podía para que tuviera una sonrisa en el rostro, incluso cuando no tenía nada, como revuelve su pelo con cariño, lo abraza o deja un beso en su cabeza siempre que se tiene que ir. Como se queja de los problemas en los que se mete, pero siempre sonríe cuando él no lo ve, pues le había dicho que amaba verlo crecer.

Incluso había escuchado a Ian llamar "hermanita" a Once, y la trataba como una. También la envidiaba por eso.

Quería eso para ella. ¿Estaba pidiendo mucho?

— Oh. Hola, Ian. No sabía que estabas en casa — Saludó desde la sala y con una pequeña sonrisa Susan cuando él llegó a la puerta — ¿Quieres quedarte a cenar?

Andi iba a responder pero sintió como alguien se colgaba a su espalda cual koala, haciendo que se tambaleara un poco.

— ¡Sí! — Respondió una sonriente Max desde su espalda — ¿Puede quedarse a dormir?

La mujer asintió — Eres siempre bienvenido, Ian.

La niña lo apretujó feliz y Andi sonrió mientras abría la puerta y salía de la casa con cierta pequeña colgada a él.

Susan no era tonta, podía darse cuenta de cómo el chico lograba sacarle la mejor de las sonrisas a Max. No sabía si eran amigos o si su hija tenía sentimientos hacia él, pero ella estaba feliz de verla sonreír. Hacía mucho no la veía hacerlo tan seguido.

A Neil no le gustaba la idea, para nada de hecho. No le gustaba ver a Max juntarse con un chico e incluso aún más sabiendo que era más grande que ella. Siempre que estaba en casa los obligaba a mantener la puerta abierta y nunca lo dejaría quedarse a dormir, que aunque el no lo supiera, ya se había quedado varias veces.

Susan siempre los cubría para que Neil no se enterara de que Ian se quedaba a dormir en el cuarto de Max. Ella confiaba en su hija y sabe que es una inteligente niña que no haría nada que no debiera. A parte de que en lo que había conocido a Andi se había mostrado un respetuoso muchacho.

— ¿Puedo manejar? — Preguntó Max bajándose de su espalda para subirse al auto.

— Tendrás que seguir preguntando — Respondió Ian divertido, dejando en claro que la respuesta era un no.

Andi encendió el vehículo y emprendió camino a Starcourt. Esperaba que todavía no hubiera cerrado, pues estaban cerca de ser las ocho de la noche.

Finde de semana y él se encontraba yendo a comprar dulces para una niña. ¿En qué momento había dejado las fiestas y peleas para hacer de niñera? ¿O en qué momento dejó de tener amigos de su edad?

Este último verano ya no se juntaba tanto con Jonn y Nance como supo hacer toda su vida, seguían siendo amigos, pero ya no era lo mismo, menos ahora que ambos estaban juntos.

Tal vez cada uno comenzaba a hacer su vida. A caminar por diferentes caminos.

Andi pasaba mucho tiempo con Steve desde que eran pareja, al igual que Jonathan y Nancy. Sigue teniendo tiempo compartido con Vick y Will, y ahora también pasa más tiempo con Max y Ce, a quienes consideraba hermanitas.

Los tres tenían trabajos de verano, y seguiría siendo así hasta que empiecen la universidad, bueno, hasta que Nance y Jonn empiecen la universidad.

Andi, si bien su sueño era ser boxeador, siempre había querido estudiar, pues siempre hay que tener un segundo plan, pero lamentablemente se dio cuenta de que eso no sería posible.

Tenía un hermano, uno al que no podía dejar e irse. No podía y tampoco quería. No quería abandonarlo. Vicktor es un niño muy sentimental y por más que él siempre se muestre sonriente sabía que se sentiría devastado si se iba.

Había hablado de eso con Joyce, ella le dijo que Vicktor podía quedarse a vivir en su casa, que no tenía por qué perder tal oportunidad, pero es que simplemente no podía dejarlo.

Sus padres lo había dejado, no podía hacerle lo mismo de nuevo. Por más que Vicktor le dijera que no le importaba y que quería que fuera a la universidad, estudiara, hiciera su vida y fuera feliz, en el fondo le dolía, y aunque no lo demostraba Ian lo conocía lo suficiente para saber como se sentía.

Era triste porque tenía notas excelentes en la escuela, era un alumno ejemplar, por lo cuál tenía una beca. Era una oportunidad increíble, la oportunidad que Joyce no quiere que él desperdicie. Nadie lo quiere en realidad.

Steve le había dicho exactamente lo mismo, le había demostrado todo su apoyo y le había dicho que si él decidía estudiar que Vicktor podría vivir en su casa, pues a pesar de las tontas peleas quería mucho al pequeño.

Pero no podía.

Le gustaría echarle la culpa a sus padres. Decir: "es su culpa por ser tan imprudentes", pero no podía. Quería echarle la culpa a alguien por no poder estudiar, pero la culpa era de él, solo de él, por no poder permitirse algo que siempre había querido.

Por permitirse dejar ir a su hermano y admitir que ya había crecido. Tal vez era él quien lo necesitaba más que Vicktor a él.

Era su hermanito.
Lo sería por siempre.

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