ᴇᴘɪʟᴏɢᴜᴇ
Hay personas que deciden escoger el destino de la vida de otros. Creyéndose sus dueños solo por poseer el amor o afecto de alguien.
Pero esas mismas personas son las que no pueden escoger el rumbo de su propia vida. Lo que provoca que vivan en frustración y enemistad con el mundo.
Por lo tanto, las segundas oportunidades a veces existen, y se dan, sobre todo cuando en el pasado, aquellas almas sometidas tuvieron un final trágico, a causa de ese ser egoísta.
En ocasiones, el destino, la vida, Dios o el universo, como quieran llamarle. Le daba una última oportunidad a aquellos que cometieron pecado... Una sola para reivindicar los errores cometidos.
Una última oportunidad para arreglar lo que hayan destruido en el pasado...
Cuando SeokJin soñó con un hombre que lo golpeaba, no pudo distinguir su rostro.
En otras noches de pesadilla; soñó que aquella misma persona lo acariciaba y le decía que lo amaba.
SeokJin se preguntó qué clase de locura era aquella, pues, a pesar de sentirse abrumado, sentía un pesar en su corazón que no lo dejaba tranquilo.
Tenía veinte años y estudiaba actuación en la universidad, tenía una vida estable, pues sus padres eran buenos con él. Además de tener mente abierta y aceptarlo desde que había confesado su homosexualidad.
SeokJin se sentía en paz consigo mismo. Sentía libertad, cada día que despertaba le agradecía a la vida por darle una nueva oportunidad... Una oportunidad en la que deseaba ser feliz.
Por eso, su corazón estaba a la espera de aquella pieza faltante, por más que buscaba no lograba dar con aquello. ¿Será una persona, trabajo, viaje? No lo sabía, pero esperaba pronto dar con ello.
—Hola, Jinnie. -Saludó su compañero de facultad, JungKook.
—Oh, hola Kook. -Saludó sin mucho ánimo.
—Wow, yo también estoy feliz de verte. -Dijo sarcástico.
SeokJin lo miró por unos segundos y decidió seguir con su camino, no estaba de humor.
Pero por supuesto, JungKook era persistente, por lo que ya se encontraba a su lado, caminando en silencio.
SeokJin había conocido a JungKook desde el primer día de clase, el chico se había pegado a él como sanguijuela, aunque agradecía que al menos le daba su espacio, pues cuando Jin no estaba de humor para nada, Kook lo acompañaba, siempre en silencio y a Jin le bastaba.
Más de una vez se preguntó por qué su cuerpo reaccionaba a la defensiva cada vez que JungKook se le acercaba. Era un poco tonto, pues nunca lo había visto, pero desde que se conocieron, no pudo evitar tener un ojo sobre el menor por cinco años. Era como si las alertas se activaran, a pesar que el castaño no había intentado nada en su contra el tiempo que llevaban de conocerse, que ya equivalía a un año.
— ¿SeokJin-hyung? -Lo llamó suavemente.
El mencionado estaba acostado a los pies de un árbol, simplemente disfrutando de la hora de descanso. Kook se encontraba sentado a su costado.
—Mmh. -Emitió sin abrir sus ojos avellanas.
—Este fin de semana será mi cumpleaños, me gustaría que vinieras a casa, invité a unos amigos. -Dijo sonriendo.
SeokJin sabía que ese próximo sábado era su cumpleaños, ya hasta tenía el regalo listo, pero no esperaba que el niño hiciera una fiesta.
—Me gustaría celebrar una última vez, pues tú estás a punto de graduarte y con las oportunidades que tienes, sé que serán poco o nada nuestras reuniones.
—Vamos, no seas tan pesimista. Somos amigos, ¿no? Podemos quedar para vernos en algún restaurante un día cualquiera. -El mayor se encogió de hombros sin darle mucha importancia al asunto.
Pero el pelinegro no sabía la profundidad de aquella declaración que había hecho el menor.
—Solo ven, me gustaría que estés ahí, por favor. -Dijo JungKook en súplica.
—Por supuesto que iré, Kookie. No me perdería tu fiesta. -Aseguró el mayor sonriendo con simpatía.
JungKook lo observó fascinado, no importaba cuántas vidas pasaran, SeokJin siempre conservaba su radiante sonrisa.
Y se torturaba recordando ese mismo rostro desfigurado por el llanto y el miedo que él mismo le infringió.
«Pero ya no más, Jinnie.»
JungKook estaba dispuesto a hacer las cosas bien por última vez.
El sábado llegó más rápido de lo que a JungKook le hubiera gustado, pero sabía que no podía retroceder.
Estaba listo, así que cuando sus amigos llegaron, él sonrió. Sonrió, pero era una sonrisa tan dolorosa que sintió sus ojos arder por un momento.
Sobre todo cuando aquel hermoso joven entró por la puerta, tan divino como siempre.
JungKook estaba emocionado, aunque sus crueles pecados no lo dejaban vivir en paz, agradecía tener la última oportunidad de volver a ver a quien en el pasado, había sido su todo.
— ¡Feliz cumpleaños, JungKookie! -Celebró el mayor quien lo abrazó con cariño.
JungKook se permitió absorber el aroma agradable que siempre portaba SeokJin, se permitió disfrutar aquel efímero momento donde lo sostenía en sus brazos sin que el pelinegro le temiera.
Se permitió amarlo por aquellos escasos segundos.
Cuando se separaron, JungKook quería llorar, pero sonrió con más fuerza y le permitió entrar a su casa como si fuese el dueño... Pero Kook sabía que Jin siempre sería el dueño de su corazón.
—Pasa a la cocina, ya todos están aquí. -Le dijo con amabilidad.
SeokJin asintió y dejó el regalo en la mesa de centro donde se encontraban los demás para después dirigirse a la cocina y encontrarse con un pequeño grupo de cinco personas.
SeokJin los saludó a todos pero sintió un escalofrío al posar su mirada en un chico en particular.
Los ojos castaños del chico rubio también lo miraron con desconcierto y asombro, su corazón palpitando con emoción.
—Ellos son mis amigos. -Se escuchó la voz de JungKook al costado de Jin (quien seguía mirando al jovencito) —TaeHyung, JiMin, NamJoon, YoonGi y... -El menor tragó con fuerza. —Mi hermano, HoSeok.
Cuando SeokJin escuchó ese nombre, algo se removió dentro de él, no supo identificarlo con exactitud, pero fue algo parecido al alivio, anhelo y a la esperanza.
Por alguna razón, SeokJin quiso correr y abrazar al chico, era absurdo pues era la primera vez que lo veía a pesar de ser hermano de JungKook.
Y fue aún más desconcertante, cuando miró a los demás y sintió algo terriblemente familiar en todos esos rostros.
Jin se sintió mareado de repente pero se limitó a sonreír y presentarse. —Hola a todos, soy Jin.
El resto de la tarde fue extraño, SeokJin no podía evitar mirar de vez en cuando a HoSeok, y algunas veces también lo pescaba observándolo.
Era como si se encontrara con viejos amigos, pero a los que nunca había visto.
Algo bizarro pero fascinante.
Se la habían pasado jugando vídeo juegos y viendo películas, JungKook había disfrutado con creces aquella cercanía con todos esos chicos a los que, de manera directa o indirecta, había lastimado.
Pero el tiempo se agotaba, y su estadía en aquel agradable lugar con aquellas agradables personas estaba por terminar.
—Jin-hyung, me gustaría hablar contigo un momento, por favor.
Jin que se encontraba hablando con JiMin y YoonGi, asintió al castaño y lo siguió.
Otra vez sintió desconfianza al estar en un lugar solo con el menor pero se dijo que debía dejar la paranoia, JungKook era inofensivo.
—Gracias por haber venido, he notado que te llevas muy bien con los chicos. -JungKook murmuró mirando al piso. —Y eso me hace sentir contento.
—Son muy amables y divertidos. -Opinó el mayor sin entender la actitud de JungKook.
—Yo... -El castaño respiró profundo. —Me iré pronto y quería, aunque no tengo el derecho, quería encargarte el cuidado de mis amigos y mi hermano.
— ¿Irte? -Jin lo miró sin comprender.
—Sí. -El menor sonrió con tristeza. —Solo estuve aquí para arreglar ciertas cosas y... He terminado. -Se acercó a Jin y con suavidad lo tomó de las manos. —Perdóname, Jin. Fui malvado y te lastimé, fui un monstruo y arruiné tu vida. No tengo el derecho de si quiera mirarte a los ojos, pero me dieron una última oportunidad de acercarme a ti y pedirte perdón como mereces.
SeokJin estaba estupefacto, ¿qué demonios? Por alguna razón él sentía que entendía las disculpas del menor, pero ¿por qué?
—HoSeok... Espero que puedas estar con él como tanto deseaste en el pasado... Es un buen chico y... También está buscando a aquella persona que le hace falta a su vida... -Los ojos de JungKook se llenaron de lágrimas. —Se feliz, Jinnie. Prometo que nunca más me volverás a ver y que también me olvidarás al momento de desaparecer.
— ¿Pero qué dices? -SeokJin estaba confundido por aquel monólogo. — ¿Qué ocurre, JungKook? ¿Estás enfermo?
—No... Es solo que... -JungKook se atrevió a mirarlo a los ojos y no pudo evitar llorar.
SeokJin siempre sería la persona más hermosa en su mundo retorcido.
Hubieran sido felices si no hubiese escogido a sus demonios por sobre la persona que más quería.
Pero ya todo se había culminado.
—Ve por él, SeokJin. Ha estado esperándote por muchos años.
Jin parpadeó, como si recién se diera cuenta que estaba ahí, lo miró por breves segundos y después salió de la habitación, dejando a un JungKook ahogarse en sus lágrimas mientras su cuerpo lentamente se desvanecía.
Era momento de volver a su realidad y seguir pagando por sus pecados. Lejos de la persona que amaba.
Cuando Jin entró a la sala, los chicos ahí reían, de alguna manera, Jin había olvidado cómo es que se habían reunido pero agradecía que sus amigos estuvieran allí.
— ¿Qué les parece si vamos al parque de diversiones? -Ofreció con entusiasmo.
Todos celebraron, tomaron sus cosas y casi corrieron hacia la puerta.
Jin se rió y después miró a HoSeok, reconociéndolo al instante. Sus manos se unieron y pronto se estaban abrazando con fuerza y necesidad.
—Te extrañé tanto. -Se dijeron al unísono.
SeokJin por fin sentía aquel vacío en su corazón ser llenado con calidez y amor, todo por parte de la persona que tenía entre sus brazos.
HoSeok lo observó con lágrimas de alegría, SeokJin limpió sus mejillas y agradeció por aquella nueva oportunidad.
Su Hobi estaba de regreso con él, por fin, después de tanto sufrimiento, ellos estaban juntos.
—Te amo tanto. -Le dijo al momento de besar su boca sabor cereza.
Sí, cuánto había extrañado sus besos, su aroma, su calidez... Todo.
— ¡Hey! Después follan, ¡vámonos! -Había gritado TaeHyung. Logrando que se separaran y rieran por su ocurrencia.
No entendían cómo, pero sí sabían que a partir de ese momento, nadie más podría separarlos.
Porque sus almas se habían buscado desde aquella vez...
Esperando pacientemente volver a encontrarse.
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