⚜ 28 ⚜
[ Minnie ]
A finales de septiembre nos fuimos a Florida.
Debo admitir que mi idea de unas estupendas vacaciones no tenía nada que ver con estar rodeado de niños gritones, familias exhaustas y cuerpos sudorosos.
Exceptuando, por supuesto, el sudoroso cuerpo de Yoongi.
El hotel donde nos alojamos era muy bonito.
De lejos parecía una enorme mansión victoriana y, si uno conseguía ignorar el continuo trasiego del vestíbulo, enseguida se daba cuenta de que también estaba muy bien decorado.
Yoongi había reservado una suite y en los pisos superiores se estaba relativamente tranquilo.
Cuando llegamos el viernes por la noche, yo ya llevaba puesto el collar.
Al principio pensé que sería como cuando estuvimos en Tampa para la Super Bowl, pero Yoongi no tardó en corregirme.
— Este fin de semana quiero que duermas en mi cama, Jimin —dijo.
No pensaba discutirle eso.
Su participación en la conferencia no comenzaba hasta el domingo por la noche, así que durante la primera parte del viaje, el tiempo nos pertenecía sólo a nosotros.
Bueno, a nosotros y a las doscientas mil personas que habían decidido visitar Florida al mismo tiempo que nosotros.
El domingo intentamos hacer un poco de turismo.
Yo estuve observando a Yoongi y disfruté de su juguetón lado infantil; de inmediato me percaté de que la muerte de sus padres le había robado una parte muy significativa de su infancia.
Pero sólo pudimos escaparnos de las multitudes durante un día.
Supongo que ambos somos personas relativamente tranquilas, que disfrutamos de un poco de privacidad.
Y eso es lo que hicimos el domingo por la mañana.
Por algún motivo, no me había dado cuenta de que él llevaba una maleta llena de barras separadoras, látigos y paletas.
El lunes me pasé la mañana en el spa del hotel.
Fue la recompensa de Yoongi por el día anterior.
Luego estuve un rato en la piscina, viendo cómo los niños pequeños jugaban en la parte menos honda.
Y aunque estaba intentando leer, enseguida fui consciente del momento en que Yoongi entró en el recinto de la piscina.
Para empezar, porque seguía llevando traje y corbata.
A pesar de estar en Florida para una conferencia, no había visto a nadie más vestido de aquella forma.
Y en segundo lugar, porque se trataba de Yoongi, y era una imagen digna de contemplar.
Tal como quedó patente por el número de mujeres que se lo quedaron mirando o empezaron a hablar más animadamente cuando apareció.
Yo subí un poco la revista para esconderme mientras lo observaba.
Miró por todo el recinto intentando encontrarme.
Cuando empezó a buscar junto a la piscina, yo clavé los ojos en el texto.
Supe que había dado conmigo cuando las mujeres que tenía al lado bajaron la voz.
Me esforcé por escuchar lo que decían cuando resultó evidente que Yoongi se dirigía hacia mí.
— Estás aquí —dijo, sentándose en el asiento vacío que había a mi izquierda.
Yo doblé la revista sobre mi pecho y le sonreí contento.
— ¿Qué tal ha ido?
— Bueno —respondió— tan bien como cabía esperar. Hablar, hablar y más hablar. En realidad ha sido terriblemente aburrido.
— ¿No hay ninguna recepción o alguna fiesta esta noche?
— No —contestó— Sólo tú y yo.
— Qué bien —exclamé.
La noche anterior asistimos a una recepción y acabé hasta la coronilla de tanto sonreír y de que me presentaran gente.
— Pronto me habré quitado este traje.
Pensé en lo que le dije a SeokJin sobre lo de quitarle la ropa.
Y nuestra suite tenía un jacuzzi privado.
— ¿Qué te parece si te ayudo con eso? —le pregunté— Podemos pedir un poco de vino al servicio de habitaciones.
Yoongi se levantó.
— Cuenta conmigo.
Recogí mis cosas y me puse un pareo.
Cuando me marché con el protector brazo de Yoongi alrededor de la cintura, no me pasaron por alto las miradas de envidia de las mujeres que tenía a mi derecha.
[⚜]
El martes por la tarde, me sorprendió después de la conferencia del día.
Yo rebuscaba en mi maleta un libro para leer, cuando Yoongi dijo:
— Prepárate una bolsa con lo que necesites para pasar la noche fuera. Tengo una sorpresa para ti.
— ¿Pasar la noche fuera? ¿No lo estamos haciendo ya?
Hice un gesto en dirección a una maleta vacía guardada en el armario.
Se lo veía ilusionado.
— Considéralo como unas vacaciones de las vacaciones.
— Está bien —accedí, dejándome llevar por su lado juguetón y olvidándome de mi libro— Y ¿qué clase de cosas mete uno en la maleta de las vacaciones de las vacaciones?
—Primero —se empezó a quitar la corbata mientras hablaba y yo me acerqué para ayudarlo— ponte el traje que te regaló SeokJin y...
— ¿Ése? —pregunté sujetándole la cara entre las manos para obligarlo a mirarme a los ojos— ¿Adónde me llevas?
Esbozó una sonrisa ladeada.
— Si te lo digo ya no será una sorpresa.
Lo miré con el ceño fruncido, pero él siguió sonriendo.
— Está bien —cedí— Me pondré el traje de fiesta. A nadie de este planeta se le ocurriría llamarlo sólo «traje» Pero, ¿qué más?
— Lleva algo más informal para mañana.
El miércoles era su día libre.
Lo miré entrecerrando los ojos como si pudiera hacerme con la información que contenía su cerebro utilizando el poder de mi mente.
«¿Cuál será el plan?»
— Un bañador.
Hizo un gesto con la cabeza en dirección al baño.
— Y supongo que necesitarás llevar también tus doscientos frascos de crema facial.
Me reí.
— No todos son de crema facial y no tengo doscientos. Sólo tengo una crema limpiadora, un tónico y...
— Sí, sí —me interrumpió con evidente diversión— Todos. Llévalos todos.
— Eres imposible.
Volvió a sonreír.
— No para ti —replicó— Para ti nunca soy imposible.
Yo resoplé y me crucé de brazos con fingido enfado.
— ¿Cuánto tiempo tengo?
Me dio un rápido beso en la mejilla.
— ¿Dos horas?
[⚜]
Dos horas después, ya estaba vestido y tenía la maleta hecha.
Debo admitir que me sentía un poco estúpido con el traje que SeokJin me regaló para mi cumpleaños puesto.
En realidad, seguía sin comprender por qué había sentido la necesidad de regalarme un traje de fiesta.
Supongo que sabía que necesitaría ropa formal, porque Yoongi asistía a muchas fiestas de etiqueta.
El traje era precioso:
Un elegante diseño con cuello alto, y un cinturón alrededor del talle, confeccionado con una gasa esponjosa.
El color pizarra podría haber sido una mala elección, pero, por algún motivo, SeokJin ya debía saber lo bien que me quedaría.
Y, sin embargo...
Tendría que pasearme por un hotel familiar con un traje de fiesta y arrastrando una maleta.
Estaba seguro de que todo el mundo me miraría como a un tonto.
Me contemplé en el espejo del salón para comprobar que no tenía pintalabios en los dientes.
No quedaría bien que saliera tan bien vestido para ir a algún sitio, «algún sitio secreto», me recordé, con pintalabios en los dientes.
Asentí a mi reflejo.
No estaba mal.
Ni siquiera para ir arrastrando una maleta.
Y entonces Yoongi salió del cuarto de baño.
Ya lo había visto antes con esmoquin y siempre me había dejado boquiabierto, pero de algún modo aquella noche estaba más...
Más.
Lo miré de arriba abajo.
— Hola, guapo.
— Hola, precioso —contestó, dándome un beso en la frente— Estás tan guapo que da miedo tocarte.
«¿Y eso lo dice el hombre que se ha traído látigos y una paleta de madera?»
— No seas tonto —le dije, golpeándole el pecho.
Él dio un salto hacia atrás con una expresión de horror, como si le hubiera pegado, pero antes de que me pudiera dar cuenta de lo que había pasado, su rostro recuperó la normalidad.
Parpadeé.
— ¿Estás bien? —le pregunté.
— Oh, sí —respondió— Sólo pensaba que me había olvidado de recoger una cosita.
Ladeé la cabeza.
— Y, ¿lo has hecho?
— ¿Hacer el qué?
— Olvidarte de recoger esa cosita.
— No. La cosita está perfectamente controlada.
Tomé el asa de mi maleta.
— ¿Ya estamos?
Yoongi se miró el reloj.
— Casi —levantó un dedo— Sólo necesito...
Alguien llamó a la puerta.
— Eso —concluyó.
«¿Eso?»
— Que el botones venga a recoger nuestro equipaje —explicó.
Claro.
¿Cómo se me había ocurrido pensar que Yoongi permitiría que yo cargara con mi propia maleta vestido de punta en blanco?
Abrió la puerta, le dio las maletas al chico que esperaba al otro lado y me tendió el brazo.
— ¿Nos vamos?
Recorrimos infinitas salas y pasillos de camino a la salida.
Me percaté de las cabezas que se volvían a nuestro paso.
Con el rabillo del ojo incluso vi cómo una mujer nos hacía una fotografía con el móvil.
Yo me reí antes de recordar que mi nombre había aparecido en la revista People.
A decir verdad, mi fotografía también había salido por haber sido el padrino de honor de Tae Hyung.
Pese a todo, eso no bastaba para justificar una foto robada.
Recordé que había buscado el nombre de Yoongi en Google después de reunirme con él en su despacho por primera vez y que encontré una fotografía en la que aparecía junto a Chae Rin.
Me preguntaba si esa imagen seguiría siendo la primera en aparecer o si la habrían sustituido por otra en la que saliera conmigo.
Tomé nota mental de comprobarlo en mi portátil cuando regresara a la habitación.
Mientras bajábamos al vestíbulo, ocurrió algo interesante.
Yo caminaba muy recto, con los hombros echados hacia atrás y con la cabeza bien alta.
Y, mientras lo hacía, me di cuenta de que no sólo era la cita de Yoongi, su sumiso o incluso su novio que vivía con él.
Era su igual.
En todo.
En el dormitorio y fuera del mismo.
En el cuarto de juegos y fuera de él.
En el mundo de los negocios y en la vida cotidiana.
Él no era ni mejor ni peor que yo y yo no era ni mejor ni peor que él.
[⚜]
Me quedé tan sorprendido al descubrirlo, que cuando fui consciente de dónde estábamos ya habíamos llegado al final de un muelle.
Miré a Yoongi.
— ¿Me vas a llevar en barco? —pregunté.
Él se inclinó hacia mí y me susurró:
— Técnicamente es un yate, pero sí, eso voy a hacer.
La embarcación era larga y elegante y parecía más propia de la portada de una revista de navegación que de un muelle de Florida.
Aunque tampoco iba a quejarme de que estuviera allí.
— Yo nunca he subido a un barco —confesé y me apresuré a añadir:
— O a un yate.
— ¿Nunca?
— No. Nunca me ha interesado mucho la pesca.
— ¿No quieres navegar?
— Oh, no. Siempre he querido ir en barco, pero no en uno de pesca.
— Yate —repitió, haciendo una seña con la cabeza en dirección al hombre uniformado que se acercaba a nosotros— Se podría ofender si sigues llamando barco a su preciosidad.
— Yate —dije— Siempre he querido subir a uno de éstos.
El capitán nos dio la bienvenida a bordo y nos dejó solos para que pudiéramos explorar con libertad.
Había un dormitorio, un salón y un cuarto de baño perfectamente equipado.
Me di cuenta de que ya habían dejado nuestras maletas en el armario de la habitación.
Cuando volvimos a salir a cubierta, estaba empezando a anochecer.
Miré a mi alrededor.
El yate se había alejado del muelle y del hotel y se estaba dirigiendo hacia el centro del lago.
Me quedé observando el agua durante unos minutos, mientras disfrutaba del suave zumbido del motor de la embarcación.
Cuando estuvimos lo bastante lejos del resto del tráfico del hotel, nos detuvimos.
— La cena está lista —me susurró Yoongi, apareciendo detrás de mí y tomándome de la mano.
Yo asentí y me di media vuelta.
Alguien había estado muy ocupado.
Habían puesto una mesa con velas, servilletas recién planchadas y porcelana fina.
— Qué bonito —exclamé.
Yoongi sonrió.
— Supongo que eso es relativo. Ven conmigo —me indicó— He pedido tus platos favoritos.
Me retiró una silla y cuando él se sentó, sirvió un poco de vino tinto para los dos.
Tomé la copa que me ofrecía y levanté la mirada mientras bebía.
En el cielo se distinguían miles de estrellas muy brillantes, que acentuaban la belleza de la escena.
Entonces apareció un camarero y colocó un cuenco de sopa delante de cada uno.
— ¿Sabes? —le dije, después de tomar la primera cucharada de aquella excelente sopa— algún día te voy a sorprender.
— ¿Ah, sí? —me preguntó.
— Sí —contesté— Primero te vendaré los ojos.
— Me gusta cómo suena.
Tomé otra cucharada de sopa.
Era de calabaza.
El sabor dulce tenía ciertas notas selváticas.
— Luego te obligaré a subir al coche y conduciré.
— Y, ¿adónde me llevarás?
— A un lugar completamente inesperado.
Su expresión casi me suplicaba que prosiguiera, así que lo hice:
— Al supermercado.
Él dejó la cuchara.
— ¿Al supermercado?
— Sí —respondí— Y te arrastraré por los pasillos para enseñarte a elegir bien la leche y el pan.
— ¿Me vas a sorprender llevándome al supermercado?
Asentí.
— Sí. Porque a mí nunca se me ocurriría nada tan maravilloso como esto —hice un gesto con la mano— Es precioso. Gracias.
— Ya me estás dando las gracias y aún no hemos llegado ni al primer plato.
— No necesito llegar al primer plato —respondí— Con estar aquí contigo me basta. Lo mucho que has pensado en esto y cómo lo has planeado todo. Es perfecto. Gracias.
— Minnie —dijo— he pasado solo la mayor parte de mi vida adulta. He disfrutado mucho planeando esto.
En sus ojos seguía presente el brillo de excitación que tenían hacía algunas horas.
— Además, tú a la luz de la luna, con el brillo de las velas iluminándote la cara y con ese traje... —negó con la cabeza — Es todo el agradecimiento que necesito.
Era verdad que había pedido mis platos favoritos.
Después de la sopa, nos sirvieron cordero asado con espárragos y luego trajeron un plato de quesos.
— La cena ha sido maravillosa —comenté al terminar, dejando la servilleta junto al plato vacío— No creo que pueda comer ni un bocado más.
Yoongi le sonrió al camarero que vino a retirarnos los platos.
— De momento no tomaremos nada más.
Me pregunté qué más habría planeado.
— Gracias, señor —dijo el hombre y se marchó con las manos llenas de platos vacíos.
Mientras cenábamos, estuvo sonando una música muy suave por toda la cubierta.
Poco después de que se marchara el camarero, la música cambió y se oyeron las familiares notas de un piano.
Yoongi se levantó, se puso a mi lado y me tendió la mano.
— ¿Quieres bailar conmigo?
Yo le tomé la mano y me puse de pie.
— Siempre.
Me estrechó entre sus brazos mientras bailábamos y yo sentí la calidez de su mano en mi espalda.
Tuve un ataque de nostalgia y suspiré al recordar tantas cosas.
— ¿Es un suspiro de felicidad? —preguntó.
— Sí —contesté— Estaba recordando.
— Recordando, ¿qué?
— Nuestro primer baile —me aparté un poco y lo miré a los ojos— ¿Te acuerdas?
— Claro —respondió— Tú hiciste que quisiera bailar. ¿Cómo podría olvidarlo?
— Creo... —añadí, mordiéndome el labio inferior— creo que ésa fue la noche en que me percaté por primera vez de que me podía enamorar de ti.
— ¿Ah, sí?
— Mhm —murmuré, mientras él nos hacía girar por la cubierta con suavidad.
No había ni rastro del camarero y me sentía como si fuéramos las únicas personas de la Tierra.
Y quizá lo fuéramos.
Proseguí:
— Cuando me di cuenta, me asusté. Aún no estaba seguro de quién eras, pero no me importaba. Yo sabía que corría el peligro de enamorarme de ti —lo miré con los ojos entrecerrados— ¿En qué pensabas tú aquella noche?
Yoongi tenía una expresión distante en los ojos.
— La noche de nuestro primer baile, durante la fiesta benéfica de Suran, yo seguía víctima de una terrible negación. Era incapaz de admitir lo mucho que sentía por ti.
Pensándolo bien no resultaba tan sorprendente.
— Pero, —añadió, deslizando la mano hasta mi cintura— la noche de nuestro segundo baile...
— ¿En la fiesta de compromiso de JungKook y Tae Hyung?
Asintió.
— Esa noche sabía exactamente lo mucho que me importabas. Lo mucho que te quería. Y entonces era yo el que estaba asustado. Me aterrorizaba pensar que no quisieras volver a tener nada que ver conmigo.
La velada era demasiado perfecta para pasarla anclados en el pasado.
Ya habíamos hablado sobre el tema demasiadas veces.
Yo quería hablar de nuestro presente, del futuro.
— Pero nuestro tercer baile —dije— El día que se casaron...
— Ese baile —me interrumpió, esbozando una sonrisa— fue casi perfecto.
— Sí, pero no tan perfecto como éste.
Dejamos de bailar y, aunque la música siguió sonando, nos quedamos allí de pie, rodeándonos con los brazos.
Lo miré a la cara.
Mi Yoonie.
Me dolía el corazón de pensar lo mucho que lo quería.
Si hubiera existido alguna forma de embotellar aquella noche para poder respirarla cuando las cosas se complicaran...
Los dos tragamos saliva varias veces.
— Minnie —empezó a decir, pero luego se detuvo.
«Joder, ¿algo va mal?»
— ¿Estás bien? —pregunté.
Él asintió casi distraídamente antes de proseguir.
— He pensado en esto muchas veces y he ensayado una frase tras otra. Pero por algún motivo ahora creo que lo mejor es hacerlo de la forma más sencilla.
«¿Qué...?»
Yoongi dio un paso atrás, se sacó algo del bolsillo interior de la chaqueta e hincó una rodilla en el suelo.
Yo me llevé la mano a la boca.
— Park Jimin —dijo, con los ojos rebosantes de amor y adoración— Te quiero, te amo y aún así queda corto, no hay palabras que describan lo que realmente siento por tí. ¿Quieres casarte conmigo? —abrió la caja, que contenía un impresionante solitario— ¿Quieres ser mi uno porciento?
— ¿Minnie?
Hasta que Yoongi volvió a decir mi nombre, no me di cuenta de que me había quedado mudo, tapándome la boca con las manos.
«¿No he contestado ya?»
— Sí —contesté por si acaso y en su rostro apareció una expresión de alegría, alivio y placer.
— ¿Sí? —me preguntó, todavía desde el suelo.
— Sí, sí, sí —respondí, mientras el anillo empezaba a ponerse borroso ante mis ojos.
Yoongi se levantó.
— Estás llorando.
— Lo siento —me sequé las lágrimas— Es que eres tú. Ahí. Aquí —señalé el anillo— Y entonces...
Lo sacó de la caja muy despacio y pude verlo con más claridad:
Era un sencillo aro de diamantes, con una piedra central de por lo menos tres quilates.
Yoongi me tomó la mano izquierda sin dejar de mirarme a los ojos ni un instante y me dio un beso en el dedo anular, justo donde éste se unía con la palma de la mano.
Luego me puso el solitario.
— Es de la medida perfecta —afirmé, bajando la vista para mirarme la mano.
La luz de la luna se reflejaba sobre aquella piedra perfecta y me sentía la mano pesada y ligera al mismo tiempo.
—He hecho trampa —reconoció— Tae Hyung me ayudó con la medida.
Me reí al comprender el tiempo que llevaría planeando aquella noche.
— ¿Y SeokJin?
— En realidad —respondió— lo del traje fue idea suya.
— Pero, ¿lo sabía? —pregunté— ¿Sabía lo de ésta noche?
— Ajá —asintió y me volvió a tomar la mano izquierda— Estoy impaciente.
— Yo también —contesté, moviendo los dedos y entendiendo a la perfección a qué se refería.
Estaríamos casados antes de fin de año.
Me estrechó entre sus brazos y empezó a darme besos en la mejilla.
Yo le hundí los dedos en el pelo y levanté la barbilla para rozarle los labios con los míos.
El contacto me resultaba familiar y, sin embargo, por algún motivo, también parecía nuevo.
Separé los labios y lo saboreé, al tiempo que le tomaba las manos y lo atraía hacia mí, deleitándome en el convencimiento de que aquello, aquel hombre, aquella caricia, sería mío para siempre.
Y yo sería suyo.
Al rato se separó un poco y me besó la palma de la mano, rozando el anillo con los labios una vez más.
— Min Jimin... —pronunció mi nuevo nombre— Me gusta como suena.
— Min Jimin —dije yo, habituándome al sonido de ese nombre.
— Oh, sí —contestó, esbozando una encantada sonrisa— Eso también.
[⚜]
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Hemos llegado al final de está trilogía, tan especial para mí al ser la primera que hago¡!
Capítulo dedicado a:
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Lili_V-10
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J
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Victoria762
A
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⚘ Atte. ⚜☦ Ðҽʋιℓ Ɱιɳ ☽⋆
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