⏳24.ɦʊɨɖǟ, ʍɛռtɨʀǟֆ ʏ ċʊʟքǟ.⏳
Pasaron exactamente cinco días desde que salio de aquella celda y se instalo en su "lujosa habitación", recuperándose de sus autolesiones mediante las cuales quiso escapar.
Estaba acompañado y vigilado por cinco personas dispersadas en las cuatro esquinas de aquel alegre jardín, el sobrante estaba justo a su lado, observándolo con atención. No podía sentirse libre, de hecho no lo era, sus muñecas poseían esposas, estaba débil, la extrema palidez de su piel deja muy claro que aún no se ha recuperado del todo.
Justo cuando se disponía a tomar algunas flores de aquel jardín para aspirar su dulce aroma hubo una presencia peculiar atravesando el jardín, una personalidad con notorio maltrato, cojeaba del lado derecho y su semblante se muestra decaído.
Sintió pena por el, aun así se manteniendo al margen de aquel sentimiento porque cree que él se merece aquel trato por haber participado en su secuestro y suplicio. Pero sentir aquella emoción negativa y sumarla a aquella otra que envenena su corazón con relación a su ser "amado".
—Veo que aun sigues completo, me alegra saberlo...—opinó lánguido mientras procedía a tomar asiento a lado suyo.
No respondió y siguió aspirando el dulce aroma de un clavel rojo, se sentía por un instante libre, recordando las situaciones en las que estuvo rodeado por la naturaleza, aquella vez que celebro su cumpleaños en un lugar memorable, aquellas flores que recibió en su hogar un día, todos aquellos acontecimientos yacen innominados en su memoria debido a las constantes situaciones traumáticas a las cuales se vio expuesto.
—Veo que luces muy pulcro pero a su vez vacío, extrañado y posiblemente confundido con respecto a lo que te depara más adelante...—siguió opinando para intentar dar con un tema mediante el cual conversar con él.
Siguió ignorándolo, quitando los delicados pétalos de aquella flor recordando aquellos episodios trágicos y momentos difíciles de su vida. El hombre que tanto quiso por milenios lo había manipulado o al menos eso creía...
Le dio a escoger entre su actual pareja, aquella con quien planeaba rehacer su vida, y su familia. No quería que sus hijos viviesen en un hogar fracturado y ahora lo hacían, ignorando posiblemente su existencia y reconociendo a Libia como el ser que les dio la vida, no puede culparlo por haber rehecho su vida pero si por haberle impedido rehacer la suya.
—¿Acaso vez la pulcritud en mi inmundicia? No seas ciego, estoy sucio y corrompido, asustado, iracundo y con muchas ganas de acabar con este cruel castigo.—una mirada seria que aterra se plasma en su conmocionado rostro frustrado.
Aquel de orbes verdes lo observa en silencio, no tenia respuesta ante su cuestión ni mucho menos palabras de aliento para alentarlo a seguir manteniéndose firme. Su resignación es preocupante al igual que su inclinación ante la rendición y el abandono de cualquier pizca de esperanza que aun le quede, podía observar en sus ojos aquellas grandes ganas que poseía por matar a quienes tanto daño le habían hecho que eran retenidas por su fuerza de voluntad, quizá culpa de aquellas muertes inocentes en las guerras en las que el participo y ante las cuales respondió con severa agresividad y sin compasión.
Visto como el monstruo más sanguinario que haya pisado la tierra bajo el semblante de una víctima, quizá un lobo bajo la piel de un cordero, alguien cínico que simplemente muestra aquello que todos quieren ver a comparación de su verdadero yo. Hasta ese entonces pocas eran las personalidades que han conocido aquel lado "agresivo" que posee, una personalidad considerada oscura por el mismo que la oculta; enojarse nunca fue algo con lo que haya lidiado, molestarse tal vez en más de una ocasión y sumirse en la ira solo en el interior mostrando pasividad en el exterior.
—A que te refieres con...—se detuvo un pequeño instante observando algo que llamo bastante su atención.
Un leve instante de silencio, él desviaba su mirada demacrada hacia aquella flor maltratada y la suya se clavo en aquellas curiosas vendas que envuelven a sus muñecas, machas de color rojo zafiro y su descolorido tono de piel.
—Has intentado quitarte la vida ¿verdad?.—hay tensión en el ambiente, su preocupación tenso a su acompañante quien quito rápidamente el ultimo pétalo de aquella flor que alguna vez fue clavel.
Silencio total, el israelí tomo una postura erguida dispuesto a marcharse del lugar, la respuesta era obvia ante él pero quería que el contrario tuviera el valor de darle la razón. Justo en ese preciso instante en que dio tres pasos hacia adelante lo sostuvo de la muñeca provocando una mueca de molestia en aquel rostro bicolor.
—Intentaste y fallaste, eso es lo que más te molesta ¡verdad!.—lo confronto, sentía que aquella acción era el resultado de su complicidad con el Ente, su culpa.
—¡Y eso que!, ni para eso sirvo, tome los cristales rotos del espejo que reflejaba mi decadente ser y los incruste en mis venas, hice presión y tire en linea horizontal con lentitud sintiendo el punzante dolor del desgarre de mi maltratada piel, mi respiración se acelero y...—hizo una breve pausa, sus ojos se ven llorosos, su voz tiembla conforme su confesión sigue ni que decir de los puños que ha formado con sus manos ni la forma en que su cuerpo se tenso.—y mi cuerpo poco a poco perdía calor mientras un extenso mar rojo lo cubría en la bañera, mis ojos se cerraban con lentitud, sentía fluir con total libertad la sangre de mi cuerpo, faltaba poco para que diera mi último suspiro y que el fuego de mi vida se extinguiera por completo...no puede.
—¡¿Acaso no pensaste siquiera en tu familia?!, ¡¿no te importan lo suficiente como para tonar tan drástica decisión?!. —siguio confrontándolo con preguntas que poco a poco dejaban mal parada a su acompañante.
Si mirada refleja culpa y vergüenza, dolor y humillación, busca redención con desesperación pero su corrompida alma no es capaz de encontrarla, ha empezado a renegar de su Dios, ha empezado a perder las esperanzas de ser libre y lo peor, ha perdido total gana de seguir con vida a pesar de que el tormento apenas comienza.
—Ellos estarán mejor sin mi, Egipto con seguridad rehizo su vida con Libia y yo viví marginado y privado de conseguir mi felicidad en compañía de alguien especial como Turquía...—lamentaba profundamente todas aquellas decisiones que había tomado a lo largo de su vida, decisiones que en parte le brindaron felicidad y otras que simplemente lo hicieron sufrir.
—¿Turquía?, ¿crees que ese hombre te seguiría amando y te pondría por encima de sus convicciones? En los últimos años se ha convertido un segundo Irán en medio oriente, ha mostrado aquella fría y conflictiva personalidad del persa, te aseguro que su amor hubiese sido como tomarse una copa de arsénico.—opinó con sinceridad, hay cierta verdad en sus palabras, verdad que el contrario no quiere creer.
—No se porque sigo escuchando y respondiendo a tus desatinados comentarios, tú, un vil mentiroso y criminal que ha probado un poco de mi diario tormento.—Refutó con enfado, mostrando extrema frialdad en su rostro, un semblante asemejado al serio con un poco de furia y frustración.
Se quedo en silencio una vez más mientras la brisa rozaba con delicadeza la piel de sus rostros, algunas hebras de sus cabellos se movían al compás del movimiento del leve viento, un último cruce de miradas antes de que procediera a tomar una arriesgada decisión.
—Mirame fijamente a los ojos y sigueme, me redimire de mi más grande error.—seguro de las consecuencias que traería consigo su acción procedió a tomar su mano y jalo de la misma pese a su resistencia.
Tiro de él y propinó una golpiza con la culata de una pistola a aquella entidad que los había estado acompañando a lo largo de su conversación, los cuatro restantes que se disponían a disparar no tuvieron oportunidad. Empujo al israelí al suelo y con rapidez logro acabar con la existencia de dos de ellos, a uno lo hirió de gravedad y uno logro atinarle un tiro en el lado dorsal izquierdo de su cuerpo. Un certero disparo en su hombro imposibilitó a aquella entidad a seguir disparándole, ayudo al israelí a levantarse del suelo y con su apoyo poco a poco se acercaban a la libertad, estaban tan cercanos de serlo pero solo uno de ellos lo lograría y sabemos quien fue.
—No creo poder seguir, tu huye y haré tiempo para que logres ser libre pero antes...—sintio sus delgados dedos sobre sus manos y la presencia de una esfera de papel arrugada.—promete que le darás esto a Egipto y que buscaras la forma de ayudarme a librarme de ellos ¡prometelo!
—Te lo prometo, este mensaje llegara a Egipto y la ayuda llegara lo más pronto posible...—quiso agregar más pero el sonido de las ordenes y de ciertos disparos se lo imposibilitaron.
—¡Vete y que la suerte te acompañe!. —fue lo ultimo que escucho de él antes de que retrocediera y corriera en dirección opuesta con decenas de hombres tras suyo, su sacrificio le costaría muy caro, su osadía seria su fin.
Herido huyo con la esperanza de cumplir con su palabra y de hallar un recinto medico que pueda atender su herida. Con la esperanza de encontrar un alma caritativa que pudiera ayudarlo a regresar a la civilización.
Un fuerte golpe oscurece todo lo existente a su alrededor, una cínica sonrisa es lo único que recordaría antes de desmayarse y perder la oportunidad de salvarlo.
La oportunidad de salvar a Israel.
Su sacrificio fue envano y sufriría las consecuencias de haberlo ayudado a escapar.
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