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Amber es la portadora del Miraculous de LadyBug, hermosa, algo loca y con bastante responsabilidad por sus padres, pues están en ruina. Tiene que casarse con Eduardo, un príncipe que salvará a su familia económicamente, pero lo que los demás no saben es que...¡Amber está enamorada de su sirviente Ume! ¿Cómo podía ser eso posible? ¿Eduardo o Ume? ¿Amor o tragedia? ¿Familia o riqueza? ¿Romeo y Julieta? No lo creo.

Preludio. Siglo XVI

Entonces lo vi, estaba en su ventana espiando a aquel misterioso chico con traje y guantes.
Yo sonreía gratamente, pegué mis dedos con emoción al vidrio junto con mi nariz, no me podía ver por las cortinas que me dejaban un hueco para observarlo.

Tenía el cabello negro azulado junto con unos grandes ojos del mismísimo color del cielo que podrían alumbrar algo en la oscuridad, bueno, sólo uno pues tiene Heterocromía... su otro ojo es del color de la luna...amarillo, resplandeciente, atento como la de un lobo cazando. 

Sus hombros eran anchos...¿Pero qué podía esperar de él? Siendo alto y delgado sus músculos se marcaban cuando usaba alguna licra para trabajar, como un Dios griego, aseguro que él no tiene sólo un magnifico cuerpo es por completo Adonis el Dios de la Belleza y el deseo (o vegetación)

Altos pómulos que formaban unos hoyuelos cada vez que sonreía o reía, sus pestañas eran espesas azabaches, sus dientes tan brillantes como perlas de mar, sus labios pequeños y delgados con tonalidad salmón, para mí él era... Perfecto.

Solté un suspiro, sólo yo sabía de su Heterocramía...pues con un parche ocultaba según él su desdicha. Se llamaba Ume, que es una preciosa flor en idioma japonés. 

Se fue quitando su corbata azul marino, era hora de retirarme...pues de aquí se desabrocharía la camisa y lo vería...¡Desnudo! mi cara se sonrojó por completo tratando de expulsar esos pensamientos. Me tiré de la ventana de un salto a el otro balcón y se terminó mi transformación, volví al vestido pomposo, gracioso y enorme que mi madre había elegido sólo para mí. Hecho a mi medida.

                                          Siglo XVI

  —  ¡Señorita Amber! ¡Ya deje de hacer tonterías y por favor venga!

Exclamó el sastre contratado por mi madre para hacerme un nuevo vestido, pero no me interesaba en lo más mínimo.  Yo me encontraba en la tina llena de burbujas rosadas y con un aroma a rosas, nadie me iba a quitar ese divertido momento. 

Puse un burbuja en mi dedo mientras otra caía en mi nariz, la balanceo como si fuera un oso de circo con su pelota. Estalla segundos después, solté varias carcajadas, tenía mi cabello agarrado en un chongo (S: Peinado, generalmente de mujer, que consiste en recoger el cabello a la altura de la nuca una vez que se ha enrollado ), mis pies salían de la tina y movía los dedos de ellos viendo mi pintura de flores en los mismos

Hace media hora corrí descalza entre flores salvajes, Ume tuvo que ir a sacarme de ahí.
Por lo que corrí con más de prisa, pero él se veía algo enojado por no poder alcanzarme, así que dejé de hacerlo, me regañó y luego me dio un pequeño golpe en la frente de forma amigable para repetir: Una princesa como tú no debería hacer esto.

Sólo por eso tomé un baño.

 — ¡Oh, Ume, Gracias a Dios que estás aquí! ¡Está niña se niega rotundamente a salir de la ducha y lleva ahí más de quince minutos! — La voz del sastre sonó en tono de diva y algo afeminada. ¡Aseguro que él siendo hombre era más delicado que yo!

  — Yo la saco de ahí  — Escuché que decía, pero por suerte yo había cerrado la puerta con seguro. ¡Já! Punto para mí, volví a mover mis piernas felizmente — Por favor, retírese y cuando ella esté aquí le hablaré. 

  — ¡Joven Ume, siempre resolviendo problemas! — Exclamó a propósito, con problemas se refería a: mí. 

''Maldita niña no te dejas medir bien'' ''Deja de comer'' ''Mete el estómago'' ''Ponte derecha'' ''¡Te pincharé con un aguja!'' ''No llegarás a el baile de esa forma'' ''¡¿Qué haces llena de frijoles?!'' Y yo con muchas ganas le arremedé diciendo: ¡¿Qui hicis llini di frijilis?! poniendo mis manos en mi cintura. Siempre había peleado con él, se veía que quería a Ume para su hija... ¡Pero, mío, mío! 

La chica era bella, de cabellos cortos y dorados como una princesa de cuentos, siempre vestía de verde ya que combinaba con sus ojos color bosque. ¡Cómo la odiaba! ¡Venía a fingir traer telas sólo para ver a Ume! ¡Ughhh!
Pero Tikki siempre decía: Tú no debes de tener odio bobita, ya la haz salvado varias veces de lobos en donde vive. Niña traviesa. 

¿Ya se los dije? Tikki es un Kwami, alguien que me otorga poderes, mi nombre de heroína es LadyBug. ¡Curioso porque mi cabello es rojizo y naranja! Yo...

  — Princesa, le pido por favor salga de ahí o tendré que sacarla.

Mis pensamientos se quedaron en blanco en cuanto escuché su voz melodiosa, tranquila, masculina y lenta, llena de confianza para conquistar el mundo entero. ¿De qué les estaba hablando? No contesté, sólo me fui más adentro de la tina color hueso.

  — Basta de juegos  — Entró y no se inmutó de verme así. 

Sólo mis hombros pecosos y rosados se veían junto con mis rodillas, encogí los mismos mirándolo sentía como mis ojos se abrían más e más al verlo. Como siempre no supe como hacía para llegar a mí, se suponía tenía seguro.

 — Ume... — Murmuré después de estar petrificada. 

Un calmado soplido del viento entró por la ventana moviendo las cortinas color crema, mis mejillas se sonrojaron.
Él... ¿No sentía nada al verme así? ¿No se iba a disculpar? ¿¡A cuántas había visto así?! Sentí una punzada en mi corazón al pensar en Ume con otra mujer, me dolía demasiado, unas pequeñas lágrimas se acumulaban en mis ojos. No, no, no quería llorar, pero ese pensamientos me hacía sentir nefasta, horrible. 

 "Quiero a Ume para mí" un pensamiento se entrelazó con esa tristeza.

Pero entonces de nuevo ese muchacho me hizo olvidar todo en el momento que acercó un banco y se instalaba en en frente de la tina, donde se encontraban mis pies hace rato. 
Se quitó sus guantes con la boca y los puso en sus rodillas para así mismo zambullir sus manos en el agua de la bañera agarrando uno de mis piernas exponiéndola al aire.

Vio que aún estaba manchadas de pintura, por lo que con una mirada me regañó. 
Su rostro se relajó y agarrando la esponja, la sumergió en el agua para sacarla.

  — ¿No sabes bañarte sola?  — Me dijo mientras pasaba la esponja por mi rodilla.

  — ¡S-sí sé hacerlo!  — Exclamé en defensa— S-sólo que...

  —  ¿Querías verme?  — Repitió el pensamiento que pasaba por mi mente antes de ser interrumpida.

''Querías verme''

 — Sí...— Admití agachando mi cabeza, vendría otra regañada que diría: Sabes que en meses debes casarte con ''él'', salvará a tu familia de la pobreza que están pasando.

  — Yo también quería ver a la princesa más difícil de este mundo.  —Y besó mi pierna después de echarle agua.

Un escalofrío recorrió toda mi columna, ver como mantenía un poco el beso...sentía corazón saltarse del pecho, queriendo correr un maratón, queriendo morir de la emoción, de la sorpresa. Olvidando todo, hasta lo que pensé de ''él''... ¡Sencillamente, por inercia tuve que mojar mi rostro para ocultar las lágrimas que contuve! 

Él soltó una carcajada algo fuerte, pero no de burla o señalando mi reacción...fue más bien como algo que este chico sabía que pasaría. Después de que él riera, yo empecé a hacerlo...era tan contagiosa, animaba mi pobre corazón que tenía que lidiar con todo lo que me ocurría.

El peso en mi pecho se desvaneció, pude sentir como una aurora rosa con flores de distintos colores nos rodeaba por algunos momentos. Se dirigió a lavar mi otra pierna para chocar sus labios con ella.

En el proceso me di cuenta que nunca había visto sus manos blancas, uñas rosadas, dedos huesudos pero con fuerza.

  — Te esperaré en tu habitación, traje fresas para ti, sé que son tus favoritas  — Se puso de pie, volteó a verme con sus guantes en el hombro y me sonrió de dientes, todos derechos.

Tomé mi toalla y bata lo más rápido posible, creo que adivinaran de que color era...¡Sí, rosa! casi todo de mí era rosa, a excepción de mi traje e vestidos. 

  —  Adelante  — Me pareció escuchar.

Me puse mis pantuflas para correr directo a la puerta, abriéndola estaba la odiosa de Danna. 
En mi el bolsillo de mi bata se encontraba Tikki, le dejé una galleta hace rato...pero se movió de repente, advirtiendo que no hiciera ninguna barbaridad seguramente, que me comportara.

Me puse derecha para caminar como siempre lo hacía cuando estaba mi padre, elegante, audaz y con cuidado, me encaminé hasta la cama para sentarme.

  —  ¿Qué te trae por acá Danna?  — Ella se quedó muda para ver las telas que se quedaron fuera, estaba agarrada del brazo de Ume ¡Ughh!— Si vienes a dejar cosas para mi vestido, están afuera no adentro o arriba de la mesa — Chasqué los dedos para que el pelinegro viniera a darme mi ropa.

Odiaba ser tan presumida, no me crean una cretina, pero en serio lo odiaba. ¿A caso de todos los días hoy tienen que entrar gente a mi habitación como si fuera un consejo?, no es por alarmar...pero yo veía malas intenciones en la chica ¡No, no es por celos! simplemente digo lo que creo.
Tenía que comportarme así para que vieran que mi familia era estricta. (Aunque con ella estaba bien)

Prontamente mi mayordomo buscó en el cajón las medias que debía llevar. Al lado de mí se encontraba otro cajón donde yo elegía mi ropa interior. Prontamente, de un gran armario de madera y tapizado de piel de leopardo, sacó dos vestidos hermosos. Por momentos me emocioné al verlos, amaba la ropa, no lo iba a negar, aplaudí como una niña pequeña.

  — ¿Cuál desea princesa?  — Me preguntó guiñando su ojo.

Habíamos dejado atrás a Danna, por lo que no le quedó de otra que dejar las telas en silencio para en seguida marcharse. Me di cuenta, pero si se iba mejor.

  — ¿Cuál crees que se me verá mejor? ¿El azul o el verde?  —Me levanté para ir a cerrar la puerta.

Mi sirviente solamente sonrió ladinamente, me acorraló a la pared, subiendo mis manos a la altura de mi cabeza y juntandolas, para acercar nuestras frentes, él tenía que agacharse un poco.

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Maldita sea el momento en el que le pregunté. 
Me había hecho una broma, mi cara se había puesto roja y yo le susurré un: Te quiero. A lo que ese muchacho se soltó riendo a carcajadas por mi reacción. Luego me dijo: Tu castigo. 

¡¡Qué clase de castigo era ilusionarme!! ¿Él sabía que yo lo quería no? ¿O Jamás fui demasiado clara?

  — Deja de quejarte  — Escuché a mi madre desde la puerta— Hoy tenemos un baile importante, verás al joven Eduardo por primera vez y tienes que estar hermosa, digna.

  — Mamá, ya te dije que no quiero casarme con E-e...— Mi boca no podía recitar el nombre de otro que no fuera Ume... ¿Por qué?

  — ¡Eduardo! No seas ridícula  — Exclamó mi padre que ahora se colocaba al lado de mi madre— No seas egoísta, es el bien para tu familia, siempre te damos lo que queremos, ahora es tu turno...¿No ves que ya estamos viejos? ¿Con qué te alimentarás después? ¿Crees que esta familia terminará en ruinas por tu culpa? Tu hermana se fue con un vago y se llevó nuestro dinero. 

Era verdad, yo tenía que ser la salvadora...Las palabras de mi padre eran hirientes, sin cuidado, diciéndome la verdad. Como un balde se agua fría en mi cuerpo. Mi hermana se había ido con el cocinero del castillo, yo lo sabía, veía de vez en cuando un beso en la cocina cuando ella iba a visitarlo. 

Pero ese amor no salió bien para nadie, cuando huían con todo el dinero...En el puente que es la entrada y salida de la casa, los guardias los perseguían... su caballo se ladeó junto con la carroza, dando así el trágico accidente. Cayeron con todo y caballo al río, ese día llovía, relampagueaba, todo era oscuro...Pensé que no decirle a mamá estaría bien, pensaba que su amor podría ser bueno. 

Ambos murieron. Su vida fue un soplo. 
Esa noche me la pasé llorando contra el pecho de Ume.

  ¿En serio soy una niña caprichosa? 

Entonces un flashblack vino a mi mente:

 —  Oh Amber, Yo caí en tus manos por algo... No creo que seas lo que tu papá diga. — Dijo Tikki alegremente mientras se abrazaba a mi mejilla.

Era en el jardín de la entrada del castillo, yo estaba recostada en un árbol con una túnica blanca que se movía por el viento. Tomé un diente de león y lo soplé.

  — Deseo poder ser libre y que Ume se enamore de mí — Estiré mi mano al tiempo que dejaba caer el tallo de la planta.

Cerré mis ojos para suspirar.

  —  Tus mejillas llenas de pecas parecen chispas de chocolates. —Dijo minutos después cuando vio que dejé caer mi mano, solté una sonora carcajada para asentir.

 — Tikki, gracias por venir a mí. Seguiría siendo una solitaria prisionera, me alegro que me escuches. Recuerdo la primera vez que llegaste, me asusté tanto que llegó Ume corriendo. ¡Tuviste que esconderte en mi ropa interior! —Solté sonoras carcajadas mientras ella volaba arriba mío, tratando de coger una manzana del árbol.

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De nuevo en la realidad, tomé aire para asentir.

Cuando se marcharon, me tiré a la cama pero primeramente me desnudé aunque me piqué con algunas agujas del vestido que recién diseñaban.
Hundí mi cara en la almohada para comenzar a sollozar, me sentía bastante mal, agotada mentalmente, hundida y sin emoción alguna por seguir prometiendo cosas que no me harían feliz. 

¡¿Pueden entenderlo?! 

Sola, he estado enamorada desde niña de ese chico misterioso, no soy correspondida, si lo fuera me casaré con alguien que veré por primera vez hoy, mi hermana ha muerto, me dicen egoísta, por favor que alguien venga pronto a salvarme. 

Me siento miserable. 
Mi estómago se pegaba en cada respiración agitada a las sábanas, mis manos tapaban mi rostro durante el período que las lágrimas salían de mis ojos, trataba de contener los sonidos que hacía mi boca: Que nadie te escuche, que nadie te escuche.

Cariñosamente Tikki fue a "abrazarme" a su manera, con sus manitas pequeñas en mi cabello como un panda acostado en un bambú. 

  — No llores Amber, verás que todo saldrá bien...Eres fuerte ¿Qué te parece si vamos a arreglarte para que quedes hermosa? ¡Aunque ya lo eres!  — Soltó una risita y después fue volando a mi armario, se escuchaban ruidos desde acá—  

Mi pequeña mejor amiga se introdujo en una zapatilla color guinda y comenzó a dar brincos para ir hacía mí, como si fuera una carrera de costales, de esas divertidas... que mi padre solía hacer conmigo. ¡¿Por qué eres tan depresiva Amber?!

Me resbalé de la cama a propósito para caer al piso, rodé como una niña pequeña y extendí la mano.

  — ¡Gracias Tikki!  — Grité a todo lo que daba, en ese momento no me importaba nada...— ¡EREEEEEEEES LA MEJOOOOOOOOOOOOOR! —Reí aún con lágrimas.

Ella salió de la zapatilla e se colocó en mi palma. 

  — ¡Túuuuuu ereeeeeeeeees grandiosaaaaaaaaaaa!  — Exclamó con su voz chillona, que no debería de escucharse.

 —  ¡¡Ereeeeeeeeees loo mejoooooooooor que pudoooooooooooo haberme pasadooooooooooo!! — Me reí a carcajadas, las lágrimas comenzaban a botar de mis mejillas, no sabía si era de felicidad o tristeza, estaba confusa—

 —  ¡¡Séeeeeeeeeeeeee valienteeeeeeeeeeee!! — Se acostó en mi palma y nos volteamos a ver.

Las dos reímos demasiado, tanta risa me dio que comencé a toser pero no dejaba de intentar reírme, me encantaba estar con ella... Quizás por lo que me contó las otras LadyBugs ya se acostumbraban a tener un Miraculous, pero yo le decía a Tikki cada día que era una dicha tenerla conmigo, escuchar su risita, hacer travesuras juntas ¡Incluso en ocasiones jugabamos a que ella era un reina! Yo le ponía un vestido de muñecas que le quedaba algo grande, pero aún así la Kwami reía cuando yo fingía bailar con alguien.

Siempre me subía el ánimo.

  — ¡Tikki! Hoy me la pasaré genial, botaré todas las preocupaciones, no habrá nadie que me quite mi último día... quizás el único donde esté feliz. ¿Sabes? Todo desde aquí cambiará, así que ... gozaré completamente estas horas. ¡Es más, hasta le confesaré mis sentimientos a Ume!

Mi mejor amiga abrió los ojos con sorpresa, con brillo, para luego sonreír.

  — ¡Guerreros al poder! — Exclamó volando en círculos encima mío.

  —  ¡Tikki, es Guerreros a la guerra! — Protesté.

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Salí corriendo del castillo para toparme con flores de distintos colores, como claveles, rosas rojas, tulipanes (Mis favoritos) margaritas, amapolas, gladiolo, orquídeas, las nomeolvides, prímulas, fresillas, violes ¡Y Flores de pascua! 

El castillo estaba rodeado del Jardín, con árboles de todo tipo...Pinos, Banyan, De manzano, Naranja Y otras frutas que trajeron para mi hermana y para mí. 

Ume las había encargado, un árbol majestuoso llamado Tule... era enorme y podía tapar a todos los sirvientes, traían muchos tipos de plantas aquí para alegrar el ambiente, de niña junto a Ume me columpiaba en un columpio que hizo el padre de él, hasta que murió de un infarto al corazón, era herrero... sus obras siempre parecían estar hecha por un duende, rápido y con detalles, pero a la vez quejándose de todo.

El mismo castillo estaba centrado en un circulo, como si fuera una isla... Había agua rodeando nuestro hogar, para pasar usábamos el puente que mencioné antes....

  — ¡Amber, no piensas hacer eso! ¡¿O sí?!  —Gritó como pudo Tikki, pero yo ya había dicho.

  — ¡Tikki motas!  — Exclamé mientras corría hacía el lago.

Un vestido largo con cola por atrás pero corto por delante y con escote de corazón apareció, todo con puntos negros y en mi cintura una raya negra, que hacía que desde mi cadera para arriba estuviera apegado a mi cuerpo, mientras que abajo era esponjado e suelto. ¡Libre!

Un antifaz se unió a mí, con dos plumas negras en la orilla derecha de la misma, unos guantes simples hasta mi muñeca, con botas negras hasta las rodillas, pues de adelante quedaba algo corto, unos 5 cm para que las botas y el vestido se toparan. 

¿Sabían que profundidad tenía ese río? 

Me lancé inevitablemente al vacío como un don de adrenalina, mi cuerpo tomó la forma de un águila al ir flotando en la caída, abrí mis brazos como si pudiera volar... mis pies rectos y en punta, nadie podría ver esto, era hora de alistarse para el baile. 

¡El baile! 

Me desconcentre en seguida, perdí el equilibrio, la concentración se había ido y la adrenalina buena estaba remplazada por un temor. ¡Mi hermana había muerto ahí y yo me iba a matar pensando que nadaría! ¡Olvidé que había piedras puntiagudas! ¡Qué estaba apunto de llover!

¡Estúpida! ¡Estúpida! 

Mientras caía el viento me abrazaba, me envolvía y yo ni siquiera podía temblar, mis ojos se abrieron como platos, mis manos trataban de aferrarse a lo que fuera...¡Incluso si eso era el aire! Busqué mi yo-yo en todos lados, pero ... no podría aferrarse a nada, yo ya estaba a punto de caer... escuchaba el sonido de las olas golpearse así mismas, arañaba el vacío desesperada 

  — ¡No quiero morir! ¡No, no ahora! ¡Necesito decírselo a Ume!  

Nadie encontraría mi cuerpo ahí, nadie sabría como murió...Ume se olvidaría de mí, no sería nada gracioso la maldición de mis padres: Todas sus hijas mueren ahogadas en ese río. Mi cuerpo se contrajo di vueltas sobre mi misma mientras daba patadas. Grité con lágrimas en los ojos. 

  — ¡No me abandonen! 

Mis mejillas se movían con el viento, no quería morir, no quería morir, era lo único que había en mi mente, pero debía reaccionar: Iba a morir. El viento silbó justo a mi oído, el agua se veía azul, verde y gris con blanco... cerré los ojos y estiré una mano ya cansada... Moriré.

Debí hacerle caso a Tikki, debí salir a divertirme en las flores y no... dejarme llevar, mi pelo suelto me tapaba la cara señalando para arriba. Podía sentir el terror, si lo único que alcanzaré a ver hoy...Quiero que sea Ume.

Sus hermosos ojos multicolor, sus labios color salmón tan lindos y refinados, sus frías manos que para mí parecían el fuego...

 — ¡Lo siento mucho! ¡Siento que tengas que buscar mi cuerpo aquí! — Mis pulmones se sentían calientes, gemí y volví a hablar como pude— ...¡Perdóname Dios! ¡Tikki lamento que vayas a quedar enterrada en mis huesos destruidos! ¡Perdona que tu Miraculous se pierda por mi culpa! 

Entonces me desvanecí en el agua...me sumergí, el agua me estaba chupando hasta el fondo, la fuerza de esta situación era abrumadora, estaba helada...mi cuerpo parecía una muñeca de trapo empujada por la corriente, abrí la boca desesperada, tragué agua obviamente...mis fosas nasales comenzaban a fallar, mis pulmones estaban llenos de agua, ardían...luchaban por seguir respirando, mi cabello se movía como el de una sirena...era lo único hermoso que podía ver ahí. Parecía que estaba peleando contra alguien ahí.En un movimiento mi espalda se impactó contra una roca picuda...Sentía el dolor algo anestesiado por la fría agua, luego otra contra mi estomago, el traje me protegió un poco...pero aún así... mi pierna izquierda comenzó a sangrar de repente. Grité de nuevo del dolor, mis ojos ardían quería arrancarlos si fuera posible. ¿Por qué aún vivo? ¿Cuál es el motivo?

Ansío verte. Por favor.

Y de repente, manchas de color negro fueron tapando mi vista, hasta quedar completamente en nada.

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— Conejita, despierta. 

Escuché una voz a lo lejos, empecé a abrir los ojos ...me dolía todo el cuerpo, sentía que mis huesos estaban rotos, gemí para escupir agua...pero no fue tanta como pensé, pues sólo salió un chorrito, seguro alguien me había dado primeros auxilios.

  —  ¡¿Ume?!  — Me levanté de golpe, vi doble por unos segundos y suspiré al ver quien era— ¡¿Chat noir?! ¡¿Qué haces tú aquí?!

 —  ¿Así me lo agradeces conejita? — Frunció el ceño con una sonrisa ladina.

Era este gato, no es que no lo quisiera o no me alegrara de conocerle, simplemente... pensé que Ume me había extrañado, me salvaría aunque estaba convencida hace rato que moriría, dejé caer mi cuerpo al césped de nuevo. Auch.

  — ¿Conejita? Oh vamos, pensé que tenías un apodo mejor  —Reí.

  — Te queda el apodo de conejita, no por estar vestida de catarina debes creértela siempre, así me reconocerás. — Me palmeó la cabeza—  ¿Qué hacías ahí? ¿Tratabas de acabar con tu vida por qué yo no te hago caso?

  — Tritibis di icibir cin ti vidi pir qui yi ni ti higi cisi  — Arremedé al rubio mientras movía mi mano de forma femenina, volteé los ojos y resoplé.

  — No te enojes mi vida, era una pregunta en serio, sabes que soy tu mosquetero. Estaré aquí cuando me necesites.

Afiló una espada que traía, justamente su aspecto era como el de un mosquetero... tenía en su capa principal la seña de una garra de un gato, de su sombrero ancho salían dos orejas,  tenía los ojos azules o grises, como el lago donde acabo de caer, su cabello era color oro...parecía brillar un poco en estos momentos.

  — Yo... voy a ir un baile y conoceré a mi prometido, creo que algo me incitó a matarme...¿No?   — Reí a carcajadas aún con dolor en mi pecho— Así que lo siento, pero gracias por rescatarme. ¿Cómo lo hiciste?

Se acercó a mi rostro, acostándose casi encima mío, rozando nuestros estómagos. No, lo lamento lobo, si no eres Ume no me importas. Le puse la mano en todo el rostro y lo alejé volteando a otro lado.

 —  Para atrás, por favor, te dije que me respetaras. ¿Estás jugando conmigo? —Pregunté en tono cruel, no lo pensé.

Su expresión de diversión, se transformó en una de decepción, enojo y frustración, se quitó encima mío para pararse yéndose del lugar lentamente, cuando desaparecía por los árboles volteó y gritó:

  —  ¡¿Por quién me tomas?! ¡Ya te dije que estoy enamorado de ti, no juego contigo! ¡¿Cómo puedes creer que mis sentimientos son un juego?!

 — ¡Lo lamento! ¡Perdón! Lo lamento, en serio, ven acá...

Traté de ponerme de píe temerosamente, mis pies temblaban como gelatina... así que mejor decidí enganchar el yo-yo en el árbol donde él estaba parado. Fui a él de un brinco para darle un abrazo por el cuello, besé su frente y él volteó los ojos para reír tontamente.

—  Te perdono. — Murmuró a mi oído.

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Crucé el puente ya sin ser LadyBug, mi pierna aún sangraba y yo trataba de no cojear. Las campanas del castillo sonaban por donde fuera: ¡¿Quién a visto a la princesa?! ¡Princesa perdida! ¡Revisen cada uno de los rincones del castillo!

Si les cuento la verdad, yo aún no era princesa pero todos me llamaban así por ser de una familia ''rica''... me iba a casar con un príncipe, entonces si sería una princesa... entretanto Ume me llamaba princesa de cariño, no por la familia.

 En el jardín todos buscaban con pánico, desde aquí podía ver como encendían y apagaban las luces de las habitaciones, todo era un desastre. 

En aquel momento... vi a Ume gritándoles a todos que buscaran bien, presté atención a un sirviente que gritó: 

  — ¡¿Y si cayó al vacío?!

Los ojos de Ume dieron advertencia.

— ¡Traigan la cuerda!  — Exclamó con la preocupación de un cachorro por su amo.

Como pude corrí para con ellos, me caí en unos tulipanes, todos me vieron, mi cabello naranja se fue esparciendo sobre las mismas vi como mi corriendo se acercó mi ángel, me cargó como la princesa que él decía que era.

  —  ¡¿Dónde te habías metido?!  —Me gritó mientras sus ojos aliviados se mezclaban con lágrimas. Acaricié su rostro para sonreír. Él negó con la cabeza, no me había dado cuenta que se retiró su parche.

  — No tienes tu parche... Te dije que eras hermoso así...  —Acaricié su barbilla mientras me apegaba a sus clavículas.

  — Sólo lo hice porque con dos ojos puedo ver completamente a la chica más linda que he visto. — Su voz se quebró diciendo la última frase.

Sé que estaba mal lo que hice, sé que quizás piensen que soy una idiota, pero por vivir ese momento de nuevo... me volvería a tirar si fuera posible, ver a Ume en ese estado no era algo que se viera ni en cinco años. Rezaba en murmuro, me apegaba mucho más a él protegiéndome de quizás algo que sólo mi amado podía ver.

Llegando a la habitación, vio mi ropa mojada.

  — Iré a cambiarme Y...después te tendré que decir algo. Por favor no te vayas, ni dejes que nadie entre.

Me metí al baño, a la velocidad de la luz me desvestí, busqué mi pijama de olanes, una mano entreabrió la puerta para enseñar la misma pijama, junto con mi ropa interior. No, si se lo preguntan, no era nada raro, era mi sirviente. Él me había visto de todas las maneras posibles, llorando, llena de lodo, riendo, escupiendo leche, sonriendo. 

Tomé aire, era la hora decisiva, era... tiempo de ir a la guerra, Tikki que me veía con sus grandes ojos desde una casita de muñecas que mandé a hacer especialmente para ella en el baño (en el cuarto tenía otra) me miró y levantó su manita. Pensé que iba a estar enojada por lo que antes, pero al parecer me tenía paciencia, hablaría con ella más al rato. 

Ahí estaba mi amor quizás no correspondido, ...de pie junto a mi cama, ya había arreglado la cama, ¿Cómo sería nuestra boda? ¿Vivir juntos? ¿Él seguiría acomodando mi cama? ¿Lo haría yo? ¿Yo cocinaría? Pero no sé hacerlo, de todos modos... Caminé a mi amor platónico. 

  — Yo...tengo que decirte algo antes de ir al baile...

Me puse en frente de ese chico alto, con una sonrisa amable...me tomó de las manos para entrelazarlas con las suyas, ponerlas en su propio pecho y asentir. 

 — En mi caso te lo diré aquí mismo, me alegra que por fin encontraras tu camino, que te transformes en una princesa... Hoy será el día donde todo cambie, yo ya no estaré a tu mando, te llevarán a su castillo donde gobernaras, luego serás reina y ya no seré sólo yo, si no todo el pueblo. Aquí se ha acabado nuestro viaje. Me enorgullece cuidar a la preciosa ohime-sama. —Rió para ir resbalando mis manos sudorosas de las suyas, me estaba congelando—...Dejaré que descanses, ¿A qué horas quieres verme?

Yo miraba sus labios con cada palabra que había dicho, ¿Ya tendría a otra? ¿Por eso me decía eso? No... él estaba casi siempre a mi lado o organizando mis cosas, no podía ser eso, pero mi hermana Esmeralda...también tenía cosas que hacer y aún así se veía con el cocinero, no, no eso no, quizás ...quizás, las rodillas volvieron a temblarme, sin quererlo, lágrimas se resbalaron de mí, no importaba... si eran para este chico que me cuidó toda mi vida, estaba excelente... era más que suficiente, mi mano paró a dar en mi estómago, donde apreté la tela.

  —  Este...me duele el estómago, pero...quiero verte a las 7:30, en el cuarto de herramientas...ya sabes que es atrás del castillo... Ume, por favor...no faltes y llévame a mi cama, pon la alarma...

Ordené de alguna forma, los dientes me temblaban...¿No era suficiente lo que me había pasado? Quizás yo podría ser la mismísima llorona, pero dolía, físicamente, emocionalmente...Me volvió a cargar para ponerme en la cama al tiempo que se sentaba a mi lado. ¿Por qué no podías ser mío?

  — Ume...Si te admito, no quiero casarme con él... ni siquiera lo conozco, no digas palabras tan crueles como que quieres que este con otro hombre.  — Le dije viendo la ventana con las cortinas recogidas, apenas estaba metiéndose el sol— Me duele cuando piensas así, donde...donde...está el Ume que me celaba hasta la muerte, ¿No podemos volver atrás? Ya no serás mío... ni yo tuya, no digas nada, sólo cállate.— Le reprendí en cuanto vi que iba a abrir el pico—  Por favor, me hieres, mi corazón está dolido... Ahora, cántame hasta que me duerma.

Él miró al techo, las figuras de Romeo y Julieta peleando ilustrados en mi cuarto, de niña me relajaba verlas, imaginaba que Ume era mi Romeo, pero en esta historia...Romeo jamás busco a Julieta.

Comenzó a cantar mientras yo ponía mi cabeza en sus piernas. [ -

Por si no lo mencioné su padre era de aquí, pero su madre era una japonesa, por eso sabe ambos idiomas...me relajaba escucharlo. Aunque yo no entendía la letra, él después me la traduciría. 

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Me había dejado la pijama, tenía que ser rápido mi rechazo... antes Tikki me había dicho: ¿Y Qué tal si acepta?, entonces yo le respondí: No lo hará.
Me agaché donde había ventanas en el primer piso con luz, llegando a donde quedamos...estaba él, pero no con su traje de mayordomo, ese que tanto le lucía... ahora estaba... con ropa normal. 

Sus pantalones de tweed color caqui le quedaban excesivamente bien, se ajustaban a su cintura como si sólo estuvieran hechos para este Dios del que me había enamorado, mi respiración se agitaba cada segundo que estaba ahí para al verlo, una camiseta de tirantes blanca por donde pasaban tirantes despintados...como color gris, a la mejor fueron negros alguna vez, le dejaban los hombros anchos y fuertes algo rozados, se encontraba con una boina color café sobre su cabeza.

  — Ya sé lo que vas a decir, pero déjame hablar primero. ¿Qué haz visto en mí? ¿Crees que yo te daré algún futuro? Quizás sólo el de la pobreza y desdicha, como ves soy pobre, el único trabajo que tenía era por ti...ahora te irás, ¿Qué haré después? ya no puedo ser un mayordomo, quedaría peor, sin verte y tú sola en la casa. Planeaba irme de aquí en cuanto te casaras, regresar a japón si es posible.

¡No quiero escuchar eso! Grité para mi misma, corrí con los brazos abiertos sobre él, lo abracé por la cintura, pues era demasiado alto para mí.

Vi unos fuegos artificiales en mi mente, montón de colores y figuras se formaron, decía eso porque también estaba enamorado de mí, yo le gustaba y no sólo jugaba conmigo, me quería de verdad. Empecé a llenarle toda la cara de besos, absolutamente sin ningún hueco.

  —  ¡No me importa el dinero tontito! Yo te quiero a ti, me gustas, me gustas, me gustas. Desde el día que ese niño me ofreció una rosa por el color de mi cabello.

Volteó los ojos y con una boba sonrisa comenzó a acariciar mi cabello, con la otra mano libre tomo mi cintura para cargarme, si que era tan fuerte como un león.

¡Tan guapo y fuerte como un león! Reí para agarrar sus mejillas. 

  —  Huyamos, huyamos de aquí Ume, podemos empezar una vida nueva juntos. Yo te protegeré. — Solté de repente.

Él negó varias veces pero tomó valor, nunca lo había visto de otra manera que no fuera ser un robot sensual... Se me quedó mirando para asentir.

  — Hay Amber, mi hermosa Amber... Te prometo que conseguiré un buen trabajo, me inscribiré en las mejores instituciones para caer en la suerte, ser un hombre rico... después venir a pedir tu mano si es posible, nos casaremos, daremos el buen visto a la sociedad...Porque quiero que sepas que no sólo haz enamorado a esta persona por tu belleza física, si no por tu personalidad, tu alma tan bondadosa, haz llevado a este hombre a la locura. No importa cuando debamos pasar para estar juntos. Siempre te esperaré.

¿Estaba soñando? ¿Yo estaba soñando? Ojalá y alguien me despertara, ojalá alguien me dijera que esto es real, mi corazón podía reventarse de la emoción... Pasé mi dedo indice por su labio, un ruido nos interrumpió ¡No! ¡Ahora no! Me estremecí para retroceder, si mi padre viera este escenario mandaría a ahorcar a Ume aunque le doliera en toda su alma, era como su hijo.

Siendo astuto, me tomó de la muñeca para estrellarme contra un librero con unas telas polvorosas llenas de aceite que lo cubrían levemente, con viejos libros de caballos junto con otros cuantos de como gobernar correctamente, unos cuantos libros se cayeron...pero él me cubrió con su cuerpo. Nos fuimos deslizando, puso su brazo a un lado de mi cuello, aún agachado se inclinó ante mí, para presionar sus labios contra los míos con fuerza, ansías...

  — U-ume...—Mis ojos brillaron, incluso creo que se hicieron más grandes.

 — Shhh...—Me calló poniendo su dedo indice en mis labios, para después quitarlo y continuar.

Los volvió a presionar, era blandos...un poco rasgados, daban algo de cosquillas.
Su lengua acarició la mía como una pluma de almohada, mi boca trataba de beber de la suya como si fuera alguna agua sagrada, nuestros labios se apegaban más como si estuvieran en un baile, parecía que marcaban todo lo que era mi boca. Delicado, con firmeza y sin malicia alguna. Me di cuenta que jamás podría vivir sin la calidez de su cuerpo, si antes lo pensaba...ahora lo aseguraba. Mis dedos se hundieron en su cabello atraiéndolo mucho más, quedaba como un hueco de alguna cueva en nuestros pechos. Él se encorvó para separarse, vi sus largas pestañas negras moverse varias veces. 

  — Oh... Lo lamento, en serio lo lamento. Quiero que sepas que mis intenciones son puras, llevar esta aventura de dos clases diferentes a algo pudiente. Te amo Amber.

 — ¡Yo siempre te he amado! No te imaginas cual coraje me daba cuando la señorita Danna venía a verte — Confesé con la sangre en las mejillas.

  — ... "La única princesa que en este mundo amaré, con mi corazón sé bien que yo la protegeré" — Frunció el ceño para recitar lo que me había dicho de niños. 

 Con una risa nerviosa, le volví a acercar, ahora era todo mío, siempre fue mío pero jamás me atreví a decirlo, estaba decidido, vamos a huir juntos.

Lo siento papá y mamá, hay más formas de conseguir dinero, quizás trabajando, perdiendo el orgullo.

Yo quería ser feliz, realmente feliz. Tikki se movió, pero yo no entendí, hasta que iba a unir de nuevo nuestros labios...Danna apareció, dejó caer unas herraduras de caballo, mi cara se transformó en la de horror... ¡Nos había escuchado! ¡Le diría a todos como estabamos!

Ume se levantó para recoger las herraduras, Danna había salido corriendo, ¡Estoy perdida! ¡Teníamos que irnos lo antes posible! me levanté para abrazar a mi prometido, a la mejor me adelantaba... pero él dijo que nos casaríamos.

  — No tengas miedo, estoy aquí... Ve a ese baile, conoce a Eduardo... yo hablaré con Danna. Iré por ti a media noche, mientras alista tus cosas. Escaparemos, ¿No te haz arrepentido?—Me dijo con su voz ronca.

  — Jamás lo haría... 

Me depositó un beso en la frente para irse corriendo tras de ella. ¿Esta bien lo qué estoy haciendo?

...

...

...

Veamos el lado bueno, sigo respirando después de saltar de un acantilado.  

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Entré al palacio que estaba tapizado con ángeles y arpas, el piso parecía demasiado resbaloso para mi, Ume estaba atrás mío con una espada en su cinturón. Se veía más elegante de lo normal, en una alfombra roja por donde yo tenía que pasar para conocer a Eduardo había montones de pétalos rojos y blancos regados.

La multitud se quedó en silencio mientras realizaban una reverencia, los caballeros se quitaron el sombrero colocándoselo en el pecho, las damas agarran las orillas de su vestimenta para inclinarse ligeramente. Experimentaba las miradas de cada uno de ellos, muchos con desanimo como las chicas...¿Qué tan guapo era? ¿O era desanimo con lástima? ¿Golpeaba mujeres? ¿Y Sí me humillaba o me exhibía como un trofeo? Mis padres eran maravillosos por arreglar todo esto con el rey, pero... ¿Cómo fue qué lo hicieron? ¿Eduardo lo aceptó o yo?

 — Recuerda hija —Murmuró mi padre enredando mi brazo con el suyo mientras caminábamos directo al trono— Debes ser impecable, perfecta... quizás te pedimos mucho con esto, pero te prometo que el príncipe Eduardo te agradará. 

— "Príncipe... Padre, lo lamento pero estoy enamorada de otro varón, quizás lo único que te deje aquí sea vergüenza..."  —Quise decirle, pero sólo le volteé a ver con una sonrisa.

Todos llevábamos mascaras, era la temática
La próxima princesa revelaría su belleza al príncipe quien la tomaría como esposa, le entregarían bienes y regalos de alto valor para demostrar su fidelidad al reino. 

Giré un poco la cabeza, Danna acompañaba a Ume... Seguro sería el trato para que callara, seguramente le convenció que todo era una mentira. Mi vestido dorado con la mascara negra traía la última joyería que conservaba mi madre. No quería levantar la mirada, sentía que mis rizos se arruinarían además que me encontraría con esta criatura llamada ''Prometido'' ...Me habían recogido el cabello de adelante para formar unos rizos...además me colocaron flores en la nuca. 

Esto sería lo último que les daría a mis padres, no quería decepcionarlos... Madre, sé que no debería hacerlo, yo estaba camino presurosamente a la muerte segura. ¿No? ...anhelaba que no.

Un chico de cabellos dorados despeinados y ondulados me esperaba de pie ante el trono, sus ojos eran penetrantes...azules mezclados con gris, parecían iluminar en toda la habitación, la corona estaba puesta sobre él, pero la quitó en cuanto me vio, dejándola en un cojín rojo. 
Sentía un sollozo de mi madre como si estuviera en la boda, Ume la tranquilizaba con una mirada...mi verdadero amor no se veía alterado. 

¿Se hubiera visto igual si yo no le confesaría mis sentimientos...? Como odiaba amarlo.

  — Amber Mcrackin es presentada ante el príncipe Eduardo Brooke para ser coronada como la futura princesa y esposa legitima del joven — Anunció el anciano desde un balcón alto, seguramente sería su padre—  Lo acompaña su padre Tomas Mcrackin, su esposa Michaela Rockefeller, con su invitado de honor el encargado de la señorita Amber desde la niñez Ume K-konoe, perdón  — Tartamudeó. ¿Se disculpó por no poder pronunciarlo bien o por qué se sorprendió del apellido de Ume?, no había japoneses aquí—

Me incliné con la reverencia, mientras que mi padre tomaba mi mano para dársela al muchacho que estiraba su brazo. Me sonreía como si tratara de calmarme, pero yo estaba calmada... una sensación extraña me vino al tocarnos... Debo de omitir esos sentimientos. No era de amor, estoy segura, no creo en el amor a primera vista. 
Nuestras miradas se quedaron fijas uno del otro, le sonreí devuelta para subir el primer escalón, mis acompañantes se habían retirado a los lados con la multitud. 

  — ¿No nos hemos visto antes?  —Frunció el ceño mientras caminábamos a los tronos.

  —  No... es la primera vez que nos conocemos majestad  —Me sorprendí un poco por eso. Me senté para mirar como todos esperaban que él hiciera lo mismo.

 —  Tengo muchos sentimientos hacía ti  —Comentó sentándose, su voz era fluida...a lo contrario de Ume— ¡Hora de festejar, su princesa a llegado! —Cuando iba a responder a eso, levantó la voz.

Era imposible conocerlo antes.
La multitud se dispersó para algunos ir a la comida, otros a las mesas que estaban en los bordes, otros sólo bailaban con la música clásica que sonaba, se formaban filas para Ume que estaba apoyado en un pilar del palacio viéndonos, ahora se tapaba el ojo con el cabello... Parecía que mi padre le decía algo, ignoraba por completo a las chicas hasta que mi papá le dijo algo. ¡No, no papá! Sacó a bailar a una chica de cabellos castaños, por lo menos no era Danna...¡¿Y Danna?!

Empezaba a sacar teorías hasta que alguien entrelazó nuestros dedos.

— Preciosa... ¿Me estabas escuchando? —Me apretó más.

— Yo... Lo siento, no ... estoy acostumbrada a tanta gente. Perdón, ¿Qué decías? —Le miré para sonreír.

"Disculpame por arruinarte lo que parece a ti no te molesta"

 —  Sólo te pregunté si te gustaba estar conmigo —Rió...sonaban como campanillas reconfortantes, me perdí en sus ojos en segundos— ¿Te gusta estar conmigo? 

—  Es que...No puedo ver el final de esto ¿Sabes? No es como si no me gustara, simplemente... nadie me preguntó si quería casarme, lo arreglaron, digo, no eres un mal chico. Eres apuesto y muy educado, en estos minutos amables. Pero es extraño ¿Lo puedes creer? —Le palmeé la rodilla.

 —  ¿Quieres casarte conmigo princesa Amber?—Me tomó la mano de su rodilla mientras volvió a clavarme su mirada, parecía estar bastante decidido, su tono de voz sonó meloso.

 —  ¿Tendré que hacerlo de todos modos, no? —Reí para buscar de reojo a mi verdadero prometido. 

  — Oh... —Él se quedó callado por unos momentos, analizando algo. Por fin suspiró para mostrar una sonrisa de dientes, la corona se le ladeó — Observo como lo vez, se nota que lo necesitas... y yo nunca seré él... ¿Lógico no? Yo nunca te importé — Soltó una carcajada dolorosa, como si quisiera hacer un chiste... pero le dolía.

¿Por qué? No entendía, nos acabamos de conocer, bueno...si era doloroso que tu mujer estuviera viendo a otro hombre, ¿Se notó demasiado? Parece que sí, yo le estaba haciendo daño a todos con esto, pero para sobrevivir ... para explorar la verdadera felicidad era necesario.

 —  Es que... ¡No! —Exclamé cuando vi como se paraba toscamente de su asiento, pero consolándome con una sonrisa final—  ¿Qué vas a hacer? No, por favor, te lo ruego... no hagas lo que pienso que harás. Esto no es un juego, ahora estoy contigo, no, no, me quedaré a tu lado. No hagas lo que pienso que vas a hacer, me pondré de rodillas. Te lo suplico...

 —  Sólo aprenderás a amarme si el sirviente corriente desaparece... —Me dio el último apretón para susurrar en mi oído—  LadyBug o conejita. ¿Cómo prefieres? —Mordió levemente mi oreja.

Me dio asco. La compasión que le tuve y cuando me perdí en su asombrosa mirada...fue puro engaño, era como un niño tratando de conseguir lo que quiere, me daba un asco terrible, repulsión. 

Me quedé helada completamente... ¿Cómo lo sabía? No había forma, realmente no había forma... un momento, cuando ChatNoir me salvó...le conté que me iba a casar, que conocería a mi prometido, siempre pensé que Chat era un pueblerino y no alguien famoso por su forma descarada de hablar, pero con la mascara todo era posible. ¡Eduardo era Chat! 

 — Estabas enamorado de mí... —Me levanté agarrando su brazo, tratando de sentarlo de nuevo—  No me arruines esto, ya te dije que me casaré contigo.

  —  ¿Nunca notaste que me estabas matando? Dijiste Ume también cuando te salvé, es lo único conejita, te amo y por fin serás mía, no podría reemplazarte jamás. Siempre quise a mi heroína, a la chica que paseaba por las calles entregando pan a los vagabundos y niños pobres, la que expulsaba a los lobos para que no se comieran lo poco que tenían los campesinos. Pero tú...estabas ¡Con ese cochambroso sirviente! — Exclamó apretando el puño, me tomó de los hombros para clavar esa sucia mirada en mis ojos— Yo te haré más feliz, seremos dueños de todo el reino... te llevaré a viajar por todo el mundo, te llevaré el desayuno a la cama. Te he amado primero que él. 

Los labios me temblaban de miedo, nunca pensé que dentro de la fachada de un ángel comprensivo y bondadoso estaba una bestia.
Me pasó el dedo gordo por mi labio inferior que temblaba, yo no podía hacer nada en ese momento, si llamaba a Ume todos se darían cuenta, lo mandarían a matar... le sepultarían vivo, a mis padres...JAJAJA jamás. ¿Tikki? No, me verían transformarme, aunque no me importara... me llevaría a Ume en brazos, pero Chat nos perseguiría, pero no era un mal plan. 
¡Estaba pensando de nuevo sólo en mí! Decepcionaría a los Miraculous, no ese plan no.

 —  Tus pequeños ojos cafés chocolate buscan la salida...pero no hay ninguna, el destino nos quiere juntos mi vida—Lo presionó tanto que se hizo blanco por segundos— La mujer perfecta, de estatura alta, flexible, tez pálida, pecas en todo el cuerpo... excéntrico, maravilloso...tu cabello naranja como las zanahorias, eres tan...peculiar. Sólo para mí —Dejó de presionar para inclinarse y besarme, apreté los labios mientras lo empujaba por el pecho, pero me tenía agarrada de la espalda— Te dejas o mando matar al fenómeno. Déjame amarte. 

Me contuve.

Quería gritarle, romperle su linda carita aunque fuera peor...¿Qué tenía que hacer? Debía aguantar, en la noche...huiría de este infierno con Ume.

 —  Gracias por el cumplido —Murmuré para cerrar los ojos, no quería ver como me besaba.

Después de mi amado que me besara este monstruo era repugnante. Estaba atada, contra la espada y la pared, no podía hacer nada, sólo aguantar, seguir con nosotros, abrí los ojos cuando sentí que se separó. La desesperación me llegaba en todos los sentidos ¿Dónde estás ahora mi maravilloso Ume? ¿Una damisela te habrá conquistado? ¿Este es nuestro fin? No debo pensar eso, no debo de hacerlo. 

 —  Tengo que hacer un anuncio, hay un traidor entre nosotros, alguien quiere robar a mi prometida —Anunció.

Mi entrañas parecían que se botarían de mi boca por la sorpresa, me puse ambas manos en la misma, tomé valor para ponerme delante de él, derecha, firme y audaz. 

"No tengas miedo" Escuché a un ángel rezar por mí, una voz angelical, quizás mi conciencia. 

 —  Yo...— Observé la multitud, parecían demonios, sus caras de transformaban por el horror y pánico que me estaba dando en el momento.

 — ¿Te haz quedado muda? —Susurró en mi oído mientras abrazaba mi cintura. ¡Tan cínico podía ser! 

"Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes. Porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas" 

Tragué duro cuando ese texto de la biblia pasó por mi mente como una cinta de cine, con las palabras justas, todos me lo decían, realmente... Yo tenía que ser valiente, este poder se me había entregado, había alguien arriba que me cuidaba, alguien abajo que esperaba por mí y un monstruo detrás de mío.

  —  Yo... — Levanté la mirada para levantar las manos y señalar a Ume— Estoy enamorada de ese hombre hace mucho. ¡Me casaré con él y no con el príncipe Eduardo! Madre, padre, hay más maneras de ganar dinero, por ejemplo trabajar, los amo. Espero me perdonen. ¡Y Tú! ¡Jamás seré tuya! ¡Deberían encerrarte! ¡Te odio! ¡No tienes derecho a tener ese poder que tienes! —Parecía que me encajaba sus dedos en la cadera— ¡Vayámonos, Ume! 

  — ¡Deténganlos!  ¡Guardias al muchacho! —Gritó con los ojos casi rojos de la furia, se volvían más azules.

Le di una patada en la rodilla para hacerme camino entre la multitud con cara de sorpresa, algunos agitando el puño, chicas tratando de detener a Ume, otras abucheando, mi madre con lágrimas en los ojos casi en el suelo, mi padre maldiciendo a Ume.

  — ¡Maldito bastardo! ¡¡Te di casa a ti y a tu padre el pordiosero!!  ¡¡¡TE CONFÍE TODO MI REINO Y HUYES CON MI HIJA!!! ¡¡ERAS OTRO HIJO PARA MÍ!! ¡¡¡DEJÉ QUE VIERAS NUESTRAS LÁGRIMAS!!!¡¡¡LOS DOS LA PAGARÁN, ESTO NO PUEDE QUEDAR ASÍ!!!  —Estaba furioso, empujaba a la gente para poder pasar. 

Alcancé la mano de Ume a tiempo, busqué a los lados mientras la mascara se me caía al suelo quebrándose... Lo único de mi hermana que conservaba estaba accidentado.
Giré la cabeza mientras veía todo en cámara lenta, estaba la gente, los gritos, los guardias casi llegando a la entrada...¿Pero dónde estaba el lobo? ¡Ese estúpido lobo no iba a comerse a la ''conejita''!

  — ¡HIJA SI ME ESCUCHAS ERES UNA MAL AGRADECIDA DE M---! —Gritó mi padre cuando las puertas se cerraron atrás de nosotros.

Conseguimos salir, en el carruaje estaban los dos corceles blancos. 
De nuevo esa loca sensación, Ume me subió primero con prisas...parecía que le había dolido lo que mi padre le estaba gritando. Mandó a correr a los caballos a toda prisa, yo estaba temblando, quería llorar, pero debía ser valiente. Yo decidí esto, era nuestro destino, Tikki se movió... siempre que lo hacía era porque algo malo estaba a punto de pasar. 

  — ¿Qué tienes Ume? No pasa nada, lo logramos  —Reí nerviosamente, muchas emociones fusionadas, alegría, emoción, tristeza, enojo y nervios.

  — ¿Yo...realmente soy un malagradecido? ¿Está mal que me haya enamorado de ti?  —Pasó sus manos por su frente para revolver su cabello, miró arriba pensativo— Odio amarte Amber, pero no puedo detener estos sentimientos, te quiero, te adoro, te amo —Apoyando su cuello con la cabeza para atrás me miró— Todo lo que sea posible de sentir... 

  — ...Me harás llorar.  —Lo decía en serio, lágrimas pasaron por mis mejillas como una carrera entre ellas, cual salía más rápido de mis ojos— No sabes...cuanto miedo tenía que te hicieran algo. 

  — Oh princesa, no llores. Te juro que todo estará bien.  —Me tomó de la barbilla para besar mi frente, quedándose momentos ahí se fue a mis labios para rozarles y después apasionadamente darme un beso completo.

Acaricié su rostro pecoso... pero de repente los caballos relincharon, se pararon de golpe en la carretera. Tikki se volvió a mover, una espada atravesó el techo del carruaje. Era la espada de Chat, estaba arriba del mismo como un gato. Tomé aire enojada, estaba harta, muy harta de que todo lo malo fuera a mí.

— ¡YA BASTA! ¡NO SOY EL JUGUETE DE NADIE!  —Le pegué por error al pecho de Ume mientras me ponía de pie. 

 —  Jé....esa es mi nena. —Dijo Ume apenas se iba a levantar pero lo senté.

  —  ¡Tikki Motas!  ¡Siii! —El traje volvió a mí. Me subí al techo dejando con la boca abierta a el pelinegro.

Estaba Chat con su típico traje, apoyado en la espada...bostezó para darme una sonrisa ladina.

  — Aquí estoy, vamos, veamos lo que tienes, sabemos que la más lista aquí soy yo.

  — Te dije que si no eras mía, no lo serías de NADIE.

Remarcó la palabra.
Trató de golpearme con su espada en la nuca, pero con la muñeca lo esquivé para darle una patada en el estómago que ahora él esquivó, con el yo-yo le golpeé la cara varias veces hasta dejarlo mareado, me golpeó en las pantorrillas haciéndome caer casi del carruaje con el filo de su espada en mi clavícula. Veía como pasábamos por las montañas,  no necesitaba el amuleto encantado en este momento... después de estás montañas seguirían las curvas. Tenía la idea perfecta. 

Me recuperé y me puse de pie dando vueltas con él haciendo lo mismo, me rasguñó la cara como si en realidad fuera un gato, sangré pero no me detuvo, por vivir feliz, por despertar a su lado, por formar una familia...
Mientras lo volvía a golpear con el yo-yo, le di una patada en el estómago que hizo que botara sangre ¿Fue muy fuerte? Lo lamento, casi llegábamos a la curva, lo enrollé en el lazo del yo-yo para darle palmadas en la cabeza.

 — Si me dejas en paz...Te dejaré vivir, seamos amigos, arrepiéntete — Traté de razonar con el rubio.

  — Jamás, crees que haz ganado, pero te puedo hacer daño sin tocarte.

Parpadeé para ver la curva, cuando lo iba a lanzar...el gato gritó: Cataclismo. Entonces, cuando de plano lo arrojé al aire para que cayera en el vacío como yo alguna vez lo hice, tocó el carruaje, se destruyó... vi como Ume rodó en la carretera casi al punto de caerse al barranco, grité para soltar al gato del yo-yo, lo iba a llevar a la prisión como LadyBug, p-pero... ¡Se lo merecía! ¡Con toda mi furia se lo merecía! Caí también al suelo atrapando a Ume en mis brazos antes de que rodara más, en la orilla del precipicio me agarré. 

Vi como el ojos azules descendía a los árboles, que se veían como motas verdes desde lo alto. 
Me balanceé para tomar equilibrio, pues comenzaba a resbalarme, mis dedos sostenían todo nuestro peso. Cerré los ojos.

— ¿Tienes una afición por caerte de alturas muy grandes no?  —Escuché decir a Ume con un brillo en los ojos y su sonrisa burlona— No seas boba y déjame caer. Sólo dime que me amas y moriré en paz, te lo prometo.

— No, no, me haz hecho muchas promesas, te casarás conmigo cueste lo que cueste...  Así que, por favor, no me digas que te suelte, nunca te soltaría. —Reí de nuevo con lágrimas en los ojos mirando arriba— Si mueres tú, muero yo contigo.

— Niña infantil y caprichosa, te lo digo por tu bien, haber...   —Dio un pequeño brinco de mis brazos para sostenerse en unas grietas, pudo poner su estómago en la carretera, subió con dificultad y me ofreció las manos, luego las quitó para mejor tomar mis muñecas, subirme con él y besar mis mejillas— Cual manzanas. 

  — ¡Oye! Deja mis cachetes...  —Le abracé del cuello tirándome contra él.

  — ¿Con qué LadyBug eh?  —Me acarició la espalda en cuanto estuvimos en el piso.

  — Jiji...sorpresa.  —Fingí el tono de ''Feliz cumpleaños.

  — No sé que más pueda pasar a tu lado... ¿Y si regresa el destruyotodo?  —Apodó a Eduardo. 

Era una lástima que un Miraculous cayera en las manos de alguien como él, seguro trataba mal al pobre Kwami... Ojalá caiga en las manos correctas de aquí en adelante.
Con una sonrisa me levanté.

  — ¡Amuleto encantado!  —Exclamé y apareció un carruaje, los caballos milagrosamente volvieron...¡Oh Tikki!— ¿Qué tal mi vida?

 —  Ya, ya presumida, yo sólo soy alguien corriente... —Se encogió de hombros para darme un beso en el cuello, subió y con su mano palmeó el otro asiento.

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Encontramos un hogar en japón, en un campo donde en la noche se escuchaban los caballos de la guerra que se encontraba en ese momento...aunque recién se acabaría. 
La casa estaba rodeada de cerezos, Ume empezó a trabajar primero en el campo...después de que se casara conmigo ¡Por qué aún no era la boda! iríamos a estudiar juntos. Me la pasaba en casa leyendo libros en japonés, trataba de aprender algo.

—  ¿Sabes por qué florecen tanto los Sakuras? Es porque mi princesa me sonríe cada vez que me ve — Se fue a acostar al sofá. 

Cariñosamente me fui a sentar en medio de sus piernas para luego acostarme en su estómago.

— ¿Qué día nos casamos?  —Pregunté mientras agarraba sus manos para colocarlas en mis hombros.

—  14 de febrero, lo sabes mi vida. —Cerró los ojos y suspiró.

— Amo escucharlo, lo adoro... el día de los enamorados, nada puede salir mal...

Escuché los ronquidos sigilosos que salían del cansado cuerpo de mi prometido, sus largas pestañas llenas de polvo, sus mejillas con un poco de tierra.

—Te amo Ume. 

— Te amo Amber.

Y todo fue perfecto.

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Ya era el día de la boda, 14 de febrero.
Mis labios estaban pintados de rojo, no le había visto desde la mañana...¿Cómo se vería con traje de novio? ¿Igual que de mayordomo? Había mucha gente de aquel pequeño campo, como si se hubieran multiplicado, ancianos a montones...como si hace mucho no hubiera jóvenes.

Mi vestido era esponjado y con escote de corazón.
Como mi padre no estaba, me llevó un anciano de nombre: David. Al cual amaba por ser tan tierno, él mismo organizó la iglesia y la limpió con ayuda de los niños que sostenían mi velo.

Entrando a la iglesia, agaché la mirada...sólo vería a Ume cuando estemos ahí los dos si no me caería de lo guapo que estaría. Reí para mis adentros emocionada, por fin me iba a casar con el hombre que tanto amaba...que tanto quería, que siempre deseé con todo mi corazón ser mío. Podría ser su ingenua.

Tikki estaba en mi ramo, ella me maquilló aunque parezca increíble, es habilidosa aunque varias veces casi me maquillaba las mejillas en lugar de los labios, mi cabello estaba recogido con un broche japonés que Ume compró. 

Oía murmureos, unos de que bonita estaba, otros criticando el espacio tan chico, pero...cuando llegué al altar, levanté la mirada ansiosa, no había...nadie. Seguro era una broma de Ume, no, no, no, él no hacía bromas. menos conmigo. 

Seguí buscando, mi cara horrorizada alarmó a todos, el nudo en la garganta se formaba...me pegué en el pecho mientras todos se preguntaban lo mismo que yo.

  — ¡¿Dónde está el novio?! ¡Ume!  — Mi cuerpo colapsó, mi voz sonó atormentada— Por favor que aparezca, aparece mi amor, en serio no estoy jugando, no me hagas esto, no me puedes dejar aquí —Murmuré temblando, mis labios no reaccionaban. 

  — Tranquila mi niña, pronto llegará.  — Dijo una anciana acercando su mano hacía mí.

Esa mano...
Una garra, unos ojos azules con verde... Una sonrisa con colmillos en lugar de dientes rectos.
Me quité bruscamente, negué con la cabeza varias veces, tapé mi boca dejando caer el ramo...olvidé incluso a Tikki, estaba en pánico, sería presa de la locura.

— ¡No, no puede ser cierto! ¡NO! ¡ÉL NO PUEDE ESTAR MUERTO! ¡Miren tengo su anillo! —Comencé a llorar como una lunática, enseñé el anillo a todos— ¡Esto debe ser un sueño, por favor despiertenme!

Temblé como si estuviera convulsionando, aún negaba con la cabeza... fui caminando atrás mientras la gente me veía con cara de comprensión, unas señoras trataban de agarrarme, pero tropecé cayendo encima del aceite, mi vestido se ensució volviendo amarillento en algunas partes, más de la cola.

— ¡NO SE ACERQUEN! ¡TRAIGAN A UME! —Chillé llorando mientras comenzaba a despeinarme.

Sentí como un hilo de la cordura que me tenía a flote con la realidad se trozó, ya no tenía sentido común...yo...ya no pensaba correctamente...Ese globo llamado razonamiento se fue volando a lo lejos.

  — No, no... debo de dejarme bonita...Él vendrá, sí, claro que sí...  —Me convencí a mi misma. 

¿Él vendría verdad? ¡Por supuesto! ¡Eduardo estaba muerto, él no pudo matarlo! ¡Sólo se retrasó en su trabajo!¡Se estaba poniendo guapo para mí! JAJAJA. Era todo.

  —  BUSQUEN A UME, AHORA.

Mi maquillaje comenzó a escurrir, los labios se me habían partido, Tikki se acercó tímidamente para abrazar mi cintura, la única...debo apreciarla. Yo estaba trabada con lo mismo, me puse de pie...

Los minutos pasaron, 15 minutos...30 minutos...y a los 40 minutos, ya no había gente, sólo David, que me abrazó...para después irse con un: Lo siento mucho hija.

Un muchacho llegó corriendo...¿Ume?, entonces... era un castaño agitado que no quería pasar.

—  ¿Y-y bien? ¿Y Ume? Diles a todos que vengan, Ume a vuelto.— Temblé con un ligero tick en el ojo, las rosas, mi ramo ahora estaban en el suelo.

—  Encontramos...al joven Ume.

Mi cara se lleno de júbilo y alegría, di un paso adelante, pero el muchacho retrocedió.

—  Ahorcado en el sauce triste de el huerto de manzanas, con una madera que decía:  Te puedo hacer daño sin tocarte. Lo siento mucho Ohime-sama.

Solté un grito de desesperación, tristeza, mordí mi labio con fuerza, me arrebaté el vestido de bodas, me tiré de rodillas al suelo con tantas lágrimas que pensé que moriría ahogada por ellas, si debo morirme...quiero morirme, matenme, cuando se lo iba a pedir al chico, ya no estaba. 

—  Amber...—Dijo Tikki.

—  Todos somos culpables de algo, pero la más culpable soy yo. ¿Qué haré ahora? No puedo vivir así. ¡El 14 de febrero jamás pasará nada bueno! 

Me quedé maldiciendo al gato y a mi misma hasta las 8 de la noche, salí de la iglesia vestida aún de novia...el que vestido que él eligió, su broche...lo puse en mi pecho, pero antes de eso, busqué en los baños productos para limpiarlos, haría un veneno...me mataría, no le diría a nadie, quería estar junto a Ume, yo...debí de obedecer. 

Con el veneno en la mano junto con unas hierbas que él mismo me advirtió comer en las copas de matrimonio, Tikki me miró, me jaló la oreja, trató de tirar la copa, pero yo negando...le di un beso en su pequeña cabeza.

  — No te preocupes hermosa, me quitaré los aretes y tú...no tendrás que ver mi miserable muerte.

Ya tenía los ojos hinchados, el maquillaje horrible y mi pelo despeinado. 

  — Adiós Tikki...

 — ¡Amber por favor, piénsalo! ¡Puedes vivir otra vida! ¡Juntas y...!

  — ¿Qué voy a hacer con este corazón lunático?— Suspiré.

Me los quité de repente, para dejarlos en una silla de la iglesia, ojalá alguien buena te encuentre mejor amiga. Por que yo ya no puedo seguir con este dolor, yo no puedo vivir sin él, si hago una nueva vida y me enamoró ...(lo dudo) ese gato destruyetodo vendrá por mí, matará a alguien más por mi culpa.

Vi la luna llena de el día del amor, me coloqué el velo, volví a tomar las copas para chocarlas entre ellas mismas.

  — Puede besar a la novia.

Y lo bebí.
Mi respiración se cortaba, comencé a colapsar y ver blanco y negro, la cara del anciano David recién llegar, horrorizado, yo soltando espuma de la boca mientras me retorcía, mi mirada perdida...como un pez sacado del agua, un grito de horror como en una película de terror de aproximó.

lo último que vi fue a Ume sonriéndome. 

''bye, bye''
Ya es mi hora. Te amo y te amaré más que a nadie.

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¿Qué es esto? Me siento liviana, flotando en nubes de algodón, abrí los ojos...los sentía pesados, entonces toqué las manos de alguien. Miré al rededor, todo estaba blanco...incluso yo portaba una bata blanca. 

Un ángel me apareció.

Alguien se rió de mí, esa risa ronca y con seguridad... Volteé y vi a Ume vestido con lo mismo que yo, mi alma dio un brinco, toqué su mano como si estuviéramos en un vidrio, frente a frente puse la otra, nos dimos un beso y el ángel desapareció con una sonrisa.

 — Bienvenida al paraíso. 

La voz de Ume sonaba alegre y fuerte, me tapé la boca para asentir...abrazarlo con una sonrisa, como si quisiera que formara parte de mi cuerpo. La calidez de sus brazos, su fuerza, me besó tiernamente mientras yo sentía prenderse la luz de mi corazón.
c
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//Tercera persona//

Francia - Actualidad.

— Y así fue como Amber se transformó en el cadáver de la novia, murió por amor un 14 de febrero...locura y amor, así que es mejor no hacer enemigos y vivir felices con quienes queremos, valoremos

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