O1O ▬ new community


🧬 RIDE OR DIE !
ten; nueva comunidad

Me sobresalté al sentir unas manos abrazando mi cintura con más fuerza. Giré levemente mi cabeza y distinguí el cabello castaño del ojiazul. Sentí mis mejillas calientes.

Mierda.

—Carl —susurré para no despertar a los demás —. Carl.

—Mjm —se quejó y abrazó más fuerte mi cintura.

—Idiota —me removí en sus brazos —. Grimes, deja de abrazarme —volví a susurrar.

Él se siguió quejando mientras me abrazaba más fuerte. Me estaba quedando sin aire. —Idiota, me estás matando —le di un leve golpe en la cara y él se despertó.

Abrió los ojos sorprendido y rápidamente se puso de pie.

—¿Tienes alergia? —pregunté al verlo con la cara completamente roja.

Su rostro enrojeció más. —Yo, eh, yo... l-lo siento —titubeó y salió corriendo del establo.

Fruncí el ceño confundida y también salí del establo.

—¡Oigan! —todos miramos a las puertas donde se encontraban Maggie y Sasha con un hombre —. Él es Aaron —alzamos nuestras armas —. Nos conocimos afuera. Está solo —aclaró Maggie pero nadie bajó ninguna arma.

—Le quitamos las armas y la mochila —Daryl lo revisó y estaba limpio. No tenía nada.

Aaron nos saludó. —Es un placer conocerlos.

—¿Dijeron que tenía un arma? —la ojiverde le dio la pistola al líder —¿Se te ofrece algo?

—Vive en un campamento aquí cerca —habló Sasha —. Quiere que vayamos para una audición.

Enarqué una ceja. —¿Audición? ¿Tenemos cara de que estamos en un baile?

Tara y Abraham soltaron una risita.

—Ojalá hubiera otra palabra —se encogió de hombros —. Y los bailes se hacen los viernes por la noche —me miró.

—Era una pregunta retórica —me crucé de brazos.

—Tú debes ser Nydia —me tensé al saber que sabía mi nombre —. Amo tu humor.

—¡Al fin alguien lo aprecia! —dramaticé —. Entiendo, no es el momento —dije al instante al ver que todos me miraron seriamente —¿Eres un acosador o algo así? ¿Un campamento?

—No es un campamento. Es una comunidad. Todos ustedes serían valiosos como miembros. Pero no depende de mí. Mi tarea es convencerlos de que me sigan a casa. Y no. No soy un acosador... Soy un amigo.

Nos quedamos en silencio.

—Ya sé. En su lugar, tampoco iría. No hasta saber exactamente en qué me metía —se giró a ver a la morena —. Sasha, ¿le pasas mi mochila a Rick?

Ella se acercó a Grimes y se descolgó la mochila de sus hombros. —En el bolsillo delantero hay un sobre. Me resultaría imposible convencerlos de acompañarme si solo les describiera nuestra comunidad. Por eso traje estas fotos. Me adelanto a disculparme por la calidad. Encontramos una vieja...

Daryl lo interrumpió. —A nadie le importa una mierda.

Rick sacó las fotos mientras Aaron explicaba cada fotografía.

No duró mucho porque Rick llegó y le dio el golpe de su vida, dejándolo inconsciente.

—Eso debió doler —hice una mueca de dolor.

Grimes nos llamó a mí y a Carl. —Quiero que revisen su mochila. Vacíenla, tenemos que ver quién es realmente —asentimos y me puse de cuclillas para agarrar la mochila —. Los demás, vigilen en todas las direcciones. Vendrán por nosotros. No sabemos cómo o cuándo, pero vendrán.

Amarraron a Aaron a una columna de madera.

—Nydia —la voz de Carl me obligó a mirarlo y tenía algo entre las manos —. Nunca había visto una pistola como esa.

Él me extendió el objeto anaranjado. —Es una pistola de bengalas.

—No está solo.

Miré a Carl asintiendo. —¡Rick! —el hombre se acercó a nosotros y le tendí la pistola.

Nos agradeció y volvió a donde se encontraba Aaron.

—Cuando estábamos junto al camión de bomberos, después de lo de Eugene, ¿pensaste que iba a lastimarte? —Abraham preguntó al sentir la tensión entre nosotros.

Desde el incidente del camión, Maggie no lo deja acercarse a mí, o bueno, no por mucho tiempo. Y me hace falta Abraham, y entiendo a Maggie... Pero ese maldito pelirrojo ha sido de las pocas personas que se han preocupado por mí.

—No. No eres así, Abe —lo miré.

Él me sonrió y me atrajo hacia él para abrazarme. —Nunca te lastimaría, Nydia —susurró y dejó un beso en mi cabello.

—Lo sé —lo abracé con más fuerza.

—¿Por qué hicimos esto de noche? —cuestioné para mi misma mientras me sentaba a un lado de Maggie.

—Fue mala idea venir de noche —me apoyó Sasha al ver el camino lleno de caminantes.

—¿Escuchan eso? —nos quedamos en silencio y gritos de ayuda comenzaron a oírse.

—Abraham, detente —no me hizo caso —¡Abraham! —volvió a ignorarme.

Abrí la puerta de la casa rodante y salté.

—¡Nydia! —gritaron todos a la vez y el camper se detuvo.

Caí al frío y duro pavimento. Si, no fue la mejor idea pero solo así detendrían el camión. Me puse de pie con dificultad y con algo de dolor comencé a matar a los errantes que venían por mí.

En poco tiempo ya estaban Maggie, Rosita, Sasha y Carl ayudándome a re-matarlos.

Rosita tomó mis muñecas. —¿¡Estás loca!? ¡Pudiste haber muerto!

—Era la única manera para que se detuvieran.

—Tus codos —masculló Maggie.

Miré mis codos los cuales estaban llenos de sangre.

Los gritos volvieron a escucharse y me adentré al bosque con mi arma en alto.

—¡Por aquí! —grité para que los demás me siguieran.

Los gritos se intensificaban y eso solo significaba una cosa, estábamos cerca. Al acercarnos había un hombre tirado en el suelo con un caminante encima de él y tres más acercándose a él. 

Maté al caminante que estaba sobre él.

—Gracias —trató de recuperar el aire.

Le apunté. —¿Quién eres?

Alzó sus manos en forma inofensiva. —Mi nombre es Eric Raleigh.

—¿Eres compañero de Aaron? —él asintió.

—¿Dónde está él? —el tono de su voz podía demostrarnos que estaba preocupado, demasiado preocupado.

Sasha habló. —Se fue con otros de nuestro grupo.

—¿Hay más de ustedes?

Él negó. —Soy solo yo.

Carl le ordenó que se pusiera de pie pero cayó al intentarlo. Me puse de cuclillas y vi su tobillo. —Maggie creo que está roto —la ojiverde se acercó y asintió.

Rosita y Sasha ayudaron a caminar a Eric y lo subimos al camper.

Maggie hizo algo con su tobillo para que no se lastimara aún más.

—Debemos disparar la bengala —mencionó Eric y asentí.

Tomé su mochila y busqué la pistola. —Abraham, ¿puedes conducir hasta ahí? —señalé la torre de agua.

El pelirrojo asintió y arrancó el camper.

—¿Sabes como disparar una de esas? —preguntó el ojiazul al verme poner la bengala adentro del arma.

Meneé la cabeza. —No debe ser difícil. Digo, es como una pistola normal —miré al de sombrero de Sheriff y él frunció el ceño no tan seguro de mi decisión —¿Quieres hacerlo tú? —extendí el arma.

—No, no. Está bien que tú lo hagas —respondió al instante.

Le di una última mirada y bajé del camper cuando llegamos a la torre.

Jalé el gatillo y la bengala salió disparada al cielo.

—¿Crees que la vean? —preguntó Noah, un tanto preocupado.

Asentí con algo inseguridad. —Tienen que verlo. Más les vale verlo —murmuré.

Glenn tiene que regresar. Al igual que Rick y Michonne.

Entramos a una bodega que estaba justo a lado de la torre de agua. Eric sí tenía roto el tobillo y yo... yo voy a tener más cicatrices.

Una hora después, Daryl nos tocó la puerta indicando que ya habían llegado.

Carl fue corriendo hacia su papá y yo fui a abrazar a Glenn. Aaron llegó y empezó a gritar el nombre de Eric.

—Nydia, mira —habló Rosita mientras me señalaba algo.

Busqué con la mirada y reí. —No puedo creer que al final Eugene tenía razón. Hay más oportunidades aquí.

La casa blanca y el monumento a Washington se podían ver desde la carretera.

Anoche nos quedamos en aquella bodega para descansar. Eric y Aaron son pareja... son adorables.

Media hora después el camper se detuvo y estaba apunto de tirarme por el acantilado. No, estoy exagerando, pero casi. Afortunadamente Glenn tiene sus dotes de mecánico y nos salvó el viaje.

—¿Cómo es su comunidad? ¿Si hay gente?

Aaron y Eric se miraron entre sí.

—Si hay gente, Nydia. Incluso hay chicos de su edad —miré a Carl, el cual, se había integrado a nuestra conversación.

—Espero que no sean orgulloso como él —señalé al ojiazul.

—Cállate. Tú eres la orgullosa —se cruzó de brazos.

Le saqué el dedo de en medio y él se fue ofendido.

—¿Hay chicas? —pregunté y ellos asintieron.

—Su nombre es Enid.

—Espero que no intenten comernos.

—Espera, ¿qué?

No respondí y bajé de la casa rodante al ver que habíamos llegado.

Zona segura de Alexandria. Eso decía el letrero que estaba afuera.

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