-Fɪᴇsᴛᴀ ᴘᴀʀᴛɪᴅᴏ Gʀʏғғɪɴᴅᴏʀ
—Hola.—saludó la chica, el rubio se volteó dando un pequeño saltito, la castaña-rojiza había llegado sin hacer el más mínimo ruido.
—Hola.—se confundió de verla parada frente a él.
—Oye, Slughorn dará una fiesta de navidad, y podemos llevar a alguien...—vaciló un poco.
Draco alzó una ceja con una pequeña sonrisa, —¿Me estás invitando?
—Depende de como lo tomes.—bromeó.
—¿No eras tú la que rechazó bailar conmigo en el yule ball?—se cruzó de hombros con una sonrisa ladeada.
Ginny suspiró divertida y luego hizo una mueca, —¿Sigues resentido por eso?
—¿Resentido? Por favor, jamás.
—Ay, el ego.—bufó.
—Es chiste.—la paró sonriendo, algo que no hacía muy seguido, —Y me encantaría, pero estaré ocupado esa noche.
—Ou.—soltó, —¿Seguro? ¿No puedes hacer un espacio? ¿Por mi?—agarró su blazer negro y tiró un poco de el, —Por favor.
El chico tiró la cabeza para atrás sonriendo ante la actitud infantil de la castaña-rojiza, —Chocored pie, no puedo cancelar, lo lamento mucho. Además, Potter se enfurecería y ahora no tengo tiempo para niñerías—rodó los ojos, —¿Por qué no llevas a Thomas? Es tu novio después de todo.
—Si, no creo que duremos.—alzó las cejas mirando a otro lado susurrando.
—¿Ah?
—Nada.—sonrió volviendo a verlo, —Bueno, no importa. Iré sola, de todas formas creo que es mejor.
—¿Gracias?—se indignó.
—Nos vemos, Draco.—sonrió y se dio media vuelta.
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Hoy era uno de los partidos, Ron se sentó en la mesa al lado izquierdo de Ginny, y frente a Harry, quien tenía a Hermione al lado derecho. El pelirrojo tenía la cara pálida y parecía poder desmayarse ahí mismo.
Ya habían arreglado los horrendos problemas, aunque aún había recelo por parte de los hermanos.
—¿Qué tal estuvo?—preguntó.
—¿Qué cosa?—Hermione dejó el periódico que ojeaba.
—Su cena de ayer.—aclaró.
—Muy aburrida de hecho.—casi rió la castaña, luego soltó una sonrisita, —A Harry le gustó el postre.
El chico pareció captar por un momento la indirecta y vaciló un poco, mientras que los dos hermanos Weasley fruncían el ceño con desconcierto.
—Slughorn va a organizar una fiesta de Navidad...—habló Hermione.
—Y esa fiesta también será sólo para los preferidos de Slughorn, ¿no?
—Sí, sólo para los miembros del Club de las Eminencias.—confirmó ella, —Mira, eso del Club de las Eminencias no me lo he inventado yo...
—Club de las Eminencias.—repitió Ron con una sonrisa burlona propia de Malfoy, —¡Qué patético! Bueno, espero que te lo pases muy bien en esa fiesta ¿Por qué no intentas ligar con McLaggen? Así Slughorn podría nombrarlos rey y reina de las eminencias...
—Podemos llevar invitados.—replicó Hermione ruborizándose, —Y yo pensaba pedirte que vinieras. Pero ya que lo encuentras tan estúpido ¡Se lo pediré a otro!
—¿Ibas a pedírmelo a mí? —preguntó Ron, súbitamente enternecido.
—Sí.—contestó ella, enfadada, —Pero ya veo que prefieres que ligue con McLaggen...
—No, si yo no digo eso...—murmuró Ron.
—Buena suerte hoy, Ron.—llegó Lavander, luego se acercó a él, —Sé que estarás brillante.
Y se fue, el pelirrojo trató de sonreír, pero se acercó al centro de la mesa para susurrar, —Yo renuncio. Después del partido de hoy, que McLaggen se quede con el puesto.
—Como tu quieras.—decidió Harry, —¿Jugo?
—Gracias.
—Hola a todos.—llegó Luna, con un sombrero de león de papel maché, color dorado y rojo, representativos de Gryffindor,—Te ves muy mal, Ron ¿Por eso le pusiste algo en el vaso? ¿Es un tónico?
Los tres del cuarteto se voltearon hacia Harry, quien guardó el frasco de felix felicis de nuevo en su túnica.
—Suerte líquida.—murmuró Ginny, —No lo hagas, Ron.
Pero el chico, temblando por la advertencia de su hermana, tomó del vaso.
—Te pueden expulsar por eso.—se acercó al centro de la mesa.
—No sé de qué estás hablando, princesa.—la miró.
—Vamos, tenemos que ganar.—Ron juntó sus manos con Harry en el aire y cada uno se fue por su lado.
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Salieron al campo en medio de apoteósicos gritos de ánimo y abucheos. Uno de los extremos del estadio era una masa roja y dorada; el otro, un mar verde y plateado. Muchos alumnos de Hufflepuff y Ravenclaw habían tomado también partido: en medio de los gritos y aplausos, Ginny distinguió con claridad el rugido del célebre sombrero con cabeza de león de Luna Lovegood.
Tan pronto sonó el silbato, Ginny y los demás se impulsaron con una fuerte patada en el helado suelo y echaron a volar.
Entonces sonó una voz muy diferente de la del comentarista de siempre, —Bueno, allá van, y creo que a todos nos ha sorprendido el equipo que ha formado Potter este año. Muchos creían que Ronald Weasley, después de su irregular actuación el año pasado, quedaría descartado, pero, claro, siempre ayuda tener una buena amistad con el capitán...
Esas palabras fueron recibidas con burlas y aplausos en las gradas ocupadas por los simpatizantes de Slytherin. Ginny volvió la cabeza por un micro segundo hacia el estrado del comentarista y vio a un chico rubio, alto, delgaducho y de nariz respingona, hablando por el megáfono mágico que hasta entonces siempre utilizaba Lee Jordan; por la facción de segundo al verlo, reconoció a Zacharias Smith, un jugador de Hufflepuff que no le caía nada bien.
La chica pidió la quaffle a Dean, pero se la quitaron al tratar de alcanzársela. Tuvieron que recuperarla y dársela a Demelza, pero se la devolvió al moreno, cuando se la volvieron a quitar la chica bufó.
—Ahí va el primer ataque de Slytherin. Urquhart cruza el campo como una centella y...—a Ginny se le encogió el estómago, —¡Paradón de Weasley! Bueno, supongo que todos tenemos suerte alguna vez...
Harry descendía en picado entre los cazadores, mirando en busca de la escurridiza snitch. A la media hora de partido Gryffindor ganaba sesenta a cero, Ron había hecho varias paradas espectaculares, algunas por los pelos, y Ginny había marcado cinco de los seis tantos de Gryffindor. Eso obligó a Zacharias a dejar de preguntarse en voz alta si los hermanos Weasley sólo estaban en el equipo porque eran los mejores amigos de Harry, y empezó a meterse con Peakes y Coote.
—Ya se habrán fijado en que Coote no tiene la planta del típico golpeador.—comentó con altivez, —Por lo general suelen tener un poco más de músculo...
—¡Lánzale una bludger, a ver si se calla!—le gritó Ginny a Coote cuando pasó por su lado, pero éste, con una sonrisa, decidió apuntar con la bludger a Harper, que en ese momento se cruzaba con ellos.
Ginny se alegró al oír un ruido sordo que indicaba que la bludger había acertado, y luego siguió con el partido.
A Gryffindor todo le salía bien. Marcaban un gol tras otro, y Ron paraba los lanzamientos con una facilidad asombrosa. Estaba tan contento que incluso sonreía, y cuando el público celebró una parada particularmente buena entonando con entusiasmo el viejo tema «A Weasley vamos a coronar» él, desde lo alto, simuló dirigirlos agitando una batuta imaginaria.
—¡Me parece que Harper, de Slytherin, ha encontrado la snitch!—anunció Zacharias Smith por el megáfono, —¡Sí, ha descubierto algo que Potter no ha visto!
Ginny pensó que Smith era un idiota rematado ¿No se había dado cuenta de que ambos chicos habían chocado? Pero un instante después comprendió que Zacharias tenía razón: Harper no había salido disparado hacia arriba en cualquier dirección, sino que había localizado la snitch, que volaba a toda velocidad por encima de ellos dos despidiendo intensos destellos que destacaban contra el cielo azul.
Cuando el público se dio cuenta de lo que había pasado, que el buscador de Slytherin había fallado y que Harry atrapó la snitch, se alzó una ovación que casi ahogó el sonido del silbato que señalaba el final del partido.
—¿Adónde vas, princesa?—gritó Harry, que había quedado atrapado en el aire en medio del efusivo abrazo de sus compañeros; pero Ginny pasó como una flecha y fue a estrellarse estrepitosamente contra el estrado del comentarista.
En medio de los gritos y las risas del público, el equipo de Gryffindor aterrizó junto a los restos de madera bajo los que Zacharias había quedado sepultado. Harry oyó que Ginny, risueña y despreocupada, le decía a la enfurecida profesora McGonagall: «Lo siento, Minnie, se me olvidó frenar.»
Sonriendo, Harry se separó del resto del equipo y abrazó a Ginny. Luego, esquivando la mirada de la muchacha, le dio una palmada en la espalda al alborozado Ron. Olvidadas ya todas sus desavenencias, los jugadores de Gryffindor abandonaban el campo cogidos del brazo, lanzando los puños al aire y saludando a su afición.
En el vestuario reinó una atmósfera de júbilo.—¡Seamus dice que hay fiesta en la sala común! —anunció Dean, eufórico—.¡Vamos!
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Mientras el azabache se abría paso hacia la mesa de las bebidas, tropezó con Ginny, que llevaba al micropuff Cookie encaramado en un hombro y a Brookshanks y Crookshanks pegados a los talones, maullando sin éxito.
—¿Buscas a Ron?—le preguntó la chica con una sonrisita de complicidad, —Está allí, el muy asqueroso hipócrita.
Harry miró hacia el rincón que señalaba Ginny. Y en efecto, a la vista de todo el mundo, Ron y Lavender Brown se abrazaban con tanta pasión que costaba distinguir de quién era cada mano, pero no llegaban a besarse, aún.
—Parece que se la esté comiendo ¿No?—observó Ginny con frialdad, —Supongo que de alguna manera tiene que perfeccionar su técnica. Has jugado muy bien, rayito.
Le dio unas palmaditas en el brazo y Harry notó un cosquilleo de vértigo en el estómago.
Pero Hermione llegó y se puso al lado de la chica, dejándola al centro de ambos. Ron y Lavander ya no se abrazaban, ahora todos gritaban el apellido Weasley.
—No debiste dársela.—negó Hermione mirando al pelirrojo.
—Lo sé.—respondió el, —Creo que bastaba, con un hechizo confundus.—le tiró la indirecta viendo a la castaña.
—Fue diferente.—la defendió Ginny.
—Eran las audiciones. Este fue un partido.—terminó Hermione.
Harry sacó el envase de felix felicis, y se los mostró, este estaba completamente sellado.
—No se lo diste.—comprendió Ginny bajo la atenta mirada del azabache, —Él solo creyó que si.
Harry asintió exageradamente. De un momento a otro, Lavander volvió a subir a dónde Ron estacaba de todos, y esta vez lo besó. Los gritos no tardaron en escucharse.
—Tan hipócrita.—suspiró la castaña-rojiza.
Sintió a alguien irse de su lado, Harry y Ginny voltearon dos veces y vieron que no estaba Hermione. La chica pensó en que era una buena venganza por lo que ella le había hecho el año pasado con Harry y Cho.
Pero al instante se arrepintió y se sintió culpable de pensar así, quiso salir detrás de su mejor amiga para consolarla, pero sintió una mano en su brazo deteniéndola, enviando un cosquilleo a su cuerpo, volteó y se quejó con la mirada. Harry negó y quiso ir él. La chica lo pensó y luego accedió.
Miró de nuevo a Ron y Lavander mientras seguían besuqueándose tan felices frente a todos.
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—¿Qué se siente, Harry...cuando ves a Dean, con Ginny?—preguntó Hermione llorando, el azabache estaba a su lado sin saber como calmarla.
Él la miró, —Yo...
—Lo sé.—le dijo, —He visto como la miras. Eres mi mejor amigo, y ella es mi mejor amiga.
—Lo siento.—dijo una tercera voz llegando recién con pasos apresurados, —No pude contenerme.
Ambos la miraron, la chica tenía una mirada triste, trató de sentarse al lado libre de Hermione pero Harry le abrió espacio al centro, ella le sonrió un poco y se sentó en medio.
Unas risas se oyeron, Harry y Ginny, fastidiados se acomodaron mejor. Vieron entrar a Ron riendo y arrastrando a Lavender de la mano.
—¡Ups! —exclamó Lavender, —Este salón está ocupado.—le dijo a Ron y salió riendo.
—No dejes a Lavender sola ahí fuera.—dijo Hermione con calma, —Estará preocupada por ti.
—¿Y esas aves?—preguntó Ron.
—¡Oppugno! —exclamó entonces Hermione desde el umbral, y con la cara desencajada apuntó a Ron con la varita.
La bandada de pájaros salió disparada como una ráfaga de balas doradas hacia Ron, que soltó un grito y se tapó la cara con las manos, esquivó los pájaros y estos se estrellaron contra la pared. Ron se fue con cara de espanto.
Hermione sollozó y se volvió a sentar, dejando que Harry y Ginny la cubran.
Ginny con una de sus manos, tenía las dos de Hermione que estaban cerradas, la de cabello alborotado apoyó su mejilla en el hombro de su mejor amiga, y ella apoyó la suya en la cabeza de la chica, la otra mano de la castaña-rojiza la había agarrado Harry, quién solo le pasó el brazo al rededor de hombro de ambas chicas y sobó el de la castaña.
El chico suspiró, —Así se siente.—pareció responderle al aire, Ginny giró su cabeza sin despegarse de la posición y lo miró sin entender.
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