Epílogo
El olor a pintura está tan fresca que le provoca nauseas. No puede creer que después de tantas discusiones, aceptara pintar el cuarto de blanco. La idea principal, era un color más oscuro, como negro. Pero por supuesto, sus mejores amigas no dejaban de argumentar una y otra vez que era una pésima idea para su cuarto, o al menos a simple vista.
Mira las fotos que se encuentran en su mesa de luz. La sonrisa de Jungkook le provoca calor en el corazón. Mira su reloj de muñeca y sonríe melancólica. Se mentaliza por el día que tendrá adelante y respira profundo.
El ronroneo familiar le hace espabilar de la lista de tareas que tiene hoy.
—¿Te gusta? —Toma al felino entre sus brazos y besa su pelaje suave. El gato responde ante su voz y se acomoda entre sus piernas—. A Jungkook le gustaría el color, creo que lo voy a conservar por un tiempo, ¿qué dices?
Mira con recelo a nueva pintura de su habitación y se replantea si sería buena idea ir hasta la tienda y comprar el color más oscuro que tengan. El móvil sobre el edredón suena y lo toma sin incomodar al pequeño helado que se encuentra ronroneando.
—¿Hola? —atiende la videollamada con sus dos amigas que se encuentran en diferente lados.
—¿Cómo estás? —pregunta Hunter y toma de su taza blanca. Namjoon aparece por detrás y saluda animado—. ¿Es el nuevo color de habitación? —pregunta mirando a su alrededor, Yeonsoo asiente con una mueca en su rostro—. Va con tu nueva versión.
—Es cuestión de acostumbrarse —alienta Haneul sonriendo.
—A helado le gusta, creo —menciona y muestra el pelaje del felino que duerme en su regazo.
—¿A qué hora quieres que llegue? —pregunta Hunter.
—Ahora voy a ver a Jungkook, tardaré un poco porque llevo su comida favorita —menciona como si fuera algo de todos los días, Hunter traga duro y Haneul sonríe melancólica—. Luego iré por los zapatos que vimos en la tienda el otro día, así que luego de eso pueden venir.
—Está bien, estaremos pasada las siete. No llegue tarde —advierte la rubia.
—Si te sacas de esperarme, te sientas —bromea Yeonsoo.
Haneul abre la boca para regañar a su amiga, sin embargo, la rubia deja salir una fuerte carcajada cómplice de su retorcido humor. La castaña rueda los ojos al cielo y niega desaprobando sus comportamientos.
—Debo irme a clase —anuncia Hunter.
—Va, salúdame a tu profesor. El sexy de lentes —comenta Yeonsoo con una amplia sonrisa. La rubia asiente sonriente y corta la llamada.
—¿Cómo van tus sesiones con la psicóloga que te recomendé? —pregunta Haneul. Yeonsoo puede ver cómo prepara los biberones de leche para los mellizos.
—Bien, estamos trabajando en la época de Hyun —menciona y suspira cansada—. Esto nos va a llevar un tiempo, aunque prefiero hablar de esto antes de la pérdida de Jungkook.
Haneul asiente con media sonrisa y camina hasta donde Jimin se encuentra rodeado de papeles regados en la mesa. Le entrega los biberones y le obliga a dejar esos papeles en paz.
—¿Tienen problemas financieros? —cuestiona preocupada.
—No, quieren comprar un local más grande pero están teniendo algunos problemas con las refacciones del lugar —responde—. Yoongi era el que se encargaba de esto y ahora que trabaja en otra cosa le está superando. Se niega a pedirle ayuda, ya saber, por la pelea que tuvieron.
—No puedo creer que estén sin hablarse porque no podían ponerse de acuerdo con la comida —formula Yeonsoo incrédula.
—Ya sabes cómo son, se pelean por cualquier cosa y después se piden perdón llorando —menciona.
—¡Solo lloramos una vez! ¡Una vez! —se escucha a Jimin al fondo.
Yeonsoo ríe con sonoro y mira la hora en su móvil.
—Te veo en la tarde, no llegues tarde.
Haneul asiente y corta la llamada. Yeonsoo se estira en su lugar relajando sus tensos músculos. Deja a helado sobre el edredón gris y se desviste por completo. Camina hasta la regadera y deja que el agua caliente limpie todo el sudor de su cuerpo. Masajea su cuero cabelludo con un nuevo producto que le regaló Taehyung en una de sus salidas al centro comercial.
Sale cuando escucha el maullido del felino al otro lado del cuarto de baño. Sale envuelta en una toalla y vierte alimento sobre el platito junto con agua nueva y fresca. Camina hasta su cuarto y saca de su clóset un pantalón de mezclilla overzide color negro, una blusa ajustada que deja su ombligo al descubierto y encima una chaqueta negra que antes era de Jungkook.
Lo cierto, es que la muerte de él no la procesó tan bien como creía. Desde su muerte no pudo deshacerse de ni una sola de sus pertenencias. Las conserva todas pero a diferencia de antes, ya no la separa de las suyas, ahora tiene todo mesclado como sus propias prendas.
Maquilla sus ojos de negro y deja que el fleco tape un poco sus cejas. Amarra lo que resta de su cabello en un desordenado moño y sale a la estancia. Se coloca sus habituales zapatillas bajas y sale al estacionamiento.
No tarda mucho en llegar al local de comida en a que compraban con Jungkook a menudo. Compra dos porciones de mandus y arroz con salsa de soja. Nuevamente conduce hasta el cementerio. Al llegar mira su reloj de muñeca al darse cuenta que va tarde. Toma las bolsas y sale corriendo entre los caminos de piedra hasta llegar donde se encuentran los hermanos Jeon.
—Lamento la tardanza —se disculpa con ambos y se sienta sobre el césped recién cortado—. Oye, Chan, Jungkook nunca me dijo cual era tu comida favorita así que espero que te guste esto.
Abre los platos y la humeante comida, abre la botella de soju y vierte el líquido en tres vasos pequeños. Coloca uno debajo del nombre de Jeon Chan, y otro bajo el nombre de Jeon Jungkook. Hace una pequeña reverencia y toma todo el líquido.
—Espero que estén listos porque tengo que contarles muchas cosas —menciona Yeonsoo.
Yoongi se mira en el espejo por enésima vez en lo que va la hora. Taehyung se encuentra leyendo una revista de por qué las copas menstruales son mejores que los tampones.
—No creo que este sea una buena elección —menciona Yoongi.
—Sí, es horrible —responde Tae sin mirarlo—. ¿Sabías que la copa menstrual dura más de ocho horas sin perdidas?
—¿Esa información cómo me ayuda con mi ropa?
—No lo hace, pero siempre es bueno estar informado —señala y cambia de hoja, interesado por todo lo que se encuentra en esas páginas.
—¡Por favor, Taehyung! Te pedí ayuda porque...
—Te peleaste de Jimin, y Namjoon te dijo que no contaras con él hoy —termina la oración por él.
—No es cierto —dice ofendido.
—Sabes que si es así —contesta y levanta la vista para verle—. La verdad es que nada de lo que te has provado en lo que llevamos en esta tienda es tu estilo. ¿Lanilla? ¿Seda? ¿Algodón fino? ¿En quién te quieres convertir?
—Es importante que vaya bien vestido hoy —responde y vuelve a mirarse al espejo, ajeno ante el conjunto rosa pastel que lleva encima.
—Yoongi, solo vas a conocer al novio de tu madre —anuncia cansado—. No quieras aparentar algo que no eres.
—Solo quiero dar una buena impresión, y mi ropa de «hombre mafioso» no ayuda —menciona y hace énfasis en el título que dio su madre su ropa.
—Entonces ve con el conjunto de lunares que elegiste antes —señala y vuelve a la lectura.
Yoongi le mira con una mueca y mira la pila de ropa que hay a un lado mientras saca y vuelve a poner los trajes de diferentes colores y formas. No quiere que el novio de su madre piense que es un hombre mafioso, aunque sin duda, necesita imponerse para que sepa que no se acaba de meter con cualquier mujer, y si debe meterlo a la cárcel por romperle el corazón lo hará.
Por otro lado, mira el reloj de su muñeca. La cena no es hasta las diez de la noche y no quiere pasar todo lo que queda de su tarde metido en un cuarto pequeño vistiendose y desvistiendose. Mira el calendario en la pared para contar los días que tiene antes de viajar a Daegu por temas del departamento. Al parecer requieren su presencia unos días y junto a Jae y Taehyung viajarán.
—Hoy es el aniversario de un año de la muerte de Jungkook —menciona Yoongi mirando el suelo.
Puede ver de reojo cómo Taehyung se tensa en su lugar y saca su móvil de inmediato. No debe preguntar el porqué. Desde el día en el hospital donde conocio a los mellizos, no volvió a ver a Yeonsoo. Pero ya no era como antes, ya no esperaba su vuelta porque sí había regresado, solo que no a su vida y estaba bien. De alguna forma dejó de esperar su regreso y dio por terminada su relación.
Sabe que está trabajando en el mismo departamento que él, pero durante seis meses no le vio ni una sola vez. Según le dijo Jae, el teniente le da casos especiales para que ella. También sabe que está en contacto con todos, menos él. Y está bien.
Se siente bien saber que su corazón va sanando cada vez más, pero sobre todo, que tiene una vida tranquila como siempre quiso.
Está seguro que en estos momentos ella probablemente se encuentre con Jungkook y Chan.
—Le dejaré flores después de que decidas que demonios quieres —responde Taehyung.
—Creo que llevaré el negro con camisa rosa.
—Me gusta más la camisa magenta.
—¡Ay, por favor! —chilla. Taehyung ríe.
Yoongi entra al cambiador una vez más y se desviste para colocarse su ropa de mafioso y salir. Toma el traje más la camisa color magenta y se la entrega a la vendedora para que pueda pagar por los productos. Taehyung le pregunta dónde compró la revista y si hay más volúmenes de ella. La chica, ruborizada, le indica la tienda y el castaño sonríe complaciente.
Al salir, pasan por la dichosa tienda de artículos femeninos donde se encuentran los siguientes volúmenes de revistas y Taehyung queda intrigado por ellos. Le habla a Yoongi sobre todo lo que sucede cuando la mujer menstrua y el posible dolor que pueden llegar a sentir. La verdad es que no estaba tan interesa, sin embargo, en algún punto de la conversación le causó interés y cuando a mujer detrás del mostrador comenzó a explicarle algunas cosas, Yoongi presto demasiada atención.
—Es increíble, las personas que menstrúan deberían tener alguna clase de privilegios por ley —se queja Taehyung—. Como tomarse días libres en el trabajo.
—Lo sé, hagamos un comité —bromea Yoongi.
El móvil del castaño y atiende de inmediato alejándose un poco. La barriga de Yoongi gruñe en respuesta a las horas que estuvo sin probar un solo bocado y visualiza a lo lejos una cafetería.
—Oye, debo irme... —señala—. Te veo mañana, no olvides que es la fiesta de seis meses de los mellizos.
—Está bien —responde y se despide con la mano.
Mira el reloj de su móvil. Aun tiene mucho tiempo libre por lo que tomará un café con algún pedazo de pastel que se presente.
Camina tarareando la melodía que se reproduzco en la tienda de ropa por una hora. Llega a la cafetería, sin embargo, antes de entrar le ve de frente.
Su cuerpo responde ante su presencia y lo que creyó haber superado le demuestra que no está ni cerca de ello. La menuda frente a él le causa la misma sensación desde el primer día que le vio. Ella lo mira de la misma manera, como si su presencia alterara su estado mental. Odiaría ser la causa de su inestabilidad por o que baja la mirada y decide entrar a la cafetería, sin embargo, ella lo detiene del brazo.
—¿Quieres... quieres tomar un café conmigo? —invita.
Yoongi deja salir un suspiro suave y asiente. Le hace paso para que ella entre primero y le mira de atrás. Viste y se pinta de la misma manera que antes, nada cambió, ni siquiera el aroma dulce de su perfume. Yeonsoo se detiene y le mira sonriente. Yoongi mira como sus ojos se encuentran iluminados de felicidad y paz, tanto que su corazón se estruje.
Pasaron por mucho, más de lo que cualquiera debería hacerlo, y al final ahí está, haciendo presencia en su vida una vez más.
De pronto la imagen de aquella noche lluviosa lo invade, recuerda cuando tuvo el placer de conocerle. Vestía con cuero y tenia su maquillaje habitual, mantenía su postura erguida y no carecía de seguridad. La odiaba, no la quería cerca, porque parecía ser aquella bala que acabaría con toda su vida, con aquellas personas que él había estado intentando proteger.
Incluso recuerda que, después de juntar dinero, enfrentaron a Hyun para pagar la deuda de Jimin y así terminar toda la cadena, pero Yeonsoo no se las hizo fácil. Recuerda el momento exacto cuando la pelinegra levantó el arma apuntando su cabeza dispuesta a empezar una masacre ahí mismo. Convirtiéndolo así en peleador de Abutula.
Le es inevitable visualizar aquella noche, después de mucho tiempo, cuando por primera vez vio lo frágil que realmente es. La imagen de ella acorralada contra la pared, siendo forzada por Hyun le desespera tanto que solo debe respirar profundo para borrar aquellos recuerdos. Nunca fue fácil de vencer aquella menuda, puesto que a pesar de todo lo sucedido, seguía durmiendo en refugios, conviviendo con hombres morbosos y desalmados. Nunca se hecho para atrás.
Excepto, aquella vez en la que Jimin lo llamó gritando con desespero sobre lo mal que Yeonsoo estaba. Recuerda que se vistió con lo primero que encontró y corrió en busca de la menuda, sin embargo, todo había sido un engaño, pues esa noche quien fue lastimada en realidad era Haneul. En ese entonces lo supo que correría a cualquier lugar del mundo por ver a la pelinegra a salvo, solo que no podía admitirlo. Después de ese momento, su corazón se sintió destrozado al ver como dos hombres habían abusado de su fuerza pero más le afecto, el hecho que ella no contara nada; se mantuvo en silencio, a pesar de ni siquiera poder mantenerse en pie. Esa noche la cargo en brazos y camino con ella hasta su casa, donde después de una lucha logró convencerla y darle un baño para bajar su temperatura.
Goo Yeonsoo, es la mujer más fuerte, obstinada y terca que conoce, y también es quien lo enamoró sin adversidad, con sus comentarios y carácter, con su piel y su sonrisa. Con todo aquello que hacía odiarla y amarla al mismo tiempo. Fue aquello que lo llevó a tomarla de la cintura y besarla por primera vez aquél día en que la vio hablar con un desconocido frente a su casa.
Inclusive fue eso mismo lo que no le permitió soltarla el día que se enteraron de su enfermedad, el día que sintió lo que era perderla. Cuando la médica le pidió permiso para retirar su útero, que incluso podría acabar con su vida. Fue entonces que no pudo resistirse más y dejó de negarlo.
Hay tantos recuerdos en su mente que intentar recordarlos uno por uno se hacen eternos, y aunque le gusta recordar su historia junto a Yeonsoo, no puede pasar por alto la primera vez que ella le confesó su amor. No fue aquella noche cuando se enteraron de Jungkook, fue esa velada en Busan, donde por primera vez, tenían una cita. Fue cobarde de su parte no gritarle justo en ese momento cuanto la amaba, pero todo le llevó hasta donde esta ahora.
Yeonsoo le toma de la mano con cariño y Yoongi la mira con demasiados sentimientos en sus ojos. Puede ver el collar con el anillo en su cuello, aquel anillo que usó para pedirle matrimonio y ella aceptó.
—¿Estas bien?
No va a negar que el recorrido fue tortuoso para todos sus amigos. Cada uno de ellos lleva consigo algún pesar del pasado, una muerte y error que no pueden cambiar, cosas que ni siquiera ellos mismos provocaron. No importa cuanto intente buscar la raíz de todo; ahora se encuentra frente a ella, porque tomó decisiones de manera inconsciente, que les llevo a otras, y a otras. Ahora, está a punto de seguir con ello, porque todavía no se acaba, y duda que en algún momento termine su efecto dominó.
—Estoy bien.
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