Capitulo 20: En la oscuridad
Apollo apretó sus manos con toda las fuerzas de sus brazos, haciendo brotar las venas de su cuerpo y haciendo palpitar la cicatriz de la mejilla debido a la acción de apretar sus dientes.
Set había perdido, una derrota era algo inaceptable y más viniendo de alguien que juró que ganaría.
Sus planes ahora estaban atrasados, debía asegurar su peones y fortalecer su control. No podía darse el lujo de perder el control de su acciones.
Abandonó su palco privado, necesitaba tener una reunión urgente con alguien de sumo valor e importancia.
[...]
- No puedo creerlo...- Murmuro Izanami con su mano reposada sobre su cabeza, la cual estaba sangrando notablemente. El temblor y la destruccion ocasionada por la magia de Set causo un sin fin de destrozos en el campo de batalla.
Y ella habia sido lastimada por estos, debido a que su palco estaba en una zona un poco comprometida.
- Realmente perdio...perdimos el segundo combate.- Susurro, sintiendo un frio en su corazon que solamente podia comparar a lo que sintio cuando Susano fue asesinado por Nikola.
Aunque con menos intensidad.
Asombrada de ver el combate, paso saliva y lentamente se incorporo a duras penas, tratando de mantener su equilibrio debido a los dolores y raspones que tenia en el cuerpo. El cuerpo muerto de Set se desvanecio en el aire, llevandose la oportunidad de adelantar a los humanos eb este torneo. Ahora tenian un empate en su marcador y eso no les gustaba para nada.
Suspiro y se sujeto de la pared, caminando rapidamente hacia la puerta de su palco privado y rumbo a la enfermeria para poder antender sus heridas. En su mente suplicaba por encontrarse a su amada hija mayor, quien habia abandonado el palco ya que necesitaba un tiempo a solas en su habitacion.
Se arrastro un par de metros, quejandose y farfullando en voz baja, mientras mantenia su semblante enojado y agresivo. Mas le valia al rubio imbecil de Apollo, brindarle atencion medica gratuita.
No entendia la razon de que la enfermeria estuviese tan lejos de las gradas, o por que su palco y seccion estuviesen tan lejos de la enfermeria.
Apollo quiso establecer el centro medico en un sector accesible y cercano para humanos y dioses por igual, pero era muy extraño que Izanami estuviese tan lejos.
Se detuvo en seco cuando escucho un chirrido agudo y ensordecedor, como si alguien estuviese rayando una pizarra con las uñas. Izanami sintio su cabeza palpitar y solto un agudo gemido de dolor cuando sintio que algo pico su pie, a la altura del talon, haciendola caer al suelo.
Pero no conforme con eso, sintio que su cuerpo se ponia repentinamente caliente y que suvista empezaba a nublarse rapidamente.
- ¿Q-Que demonios esta...? No puedo moverme, creo que me voy a...- No pudo concluir, hizo silencio al ver frente a ella una figura que la miraba desde arriba.
» ¿Q-Quien eresh...? Ño te me asher ¡Agh! - Se incorporo de golpe, con la intencion de defenderse, pero su cabeza palpito con violencia y esto la hizo caer nuevamente al suelo.
¿¡Tienesh alguna idea de a quien estas...!? ¡M-Maldicion! - Por mas que intentaba, no podia hablar ni actuar como queria.
Gemia y jadeaba, estaba muy confundida y en un momento de debilidad y miedo, suplico por ayuda. Pero nadie vino a ayudarla.
Delante de ella apareció una criatura que ella solamente podría llamar demoníaca, titánica y horrenda. Dicha criatura la miró a los ojos, ojos de animal y depredador salvaje que estaba a nada de reclamar su recompensa por una existosa cacería.
— ¿Q-Que... Q-Que...? — Quería huir, pero su cuerpo no le respondía en lo absoluto. No podía moverse, y ni siquiera podía gritar.— P-POR F-FAVOR...¡No quiero morir! — El destino y la vida son muy crueles, su súplica de misericordia fue lo único que pudo decir sin tartamudear.
Pero lo último que vió fue un flash rápido y fugas, directo y certero que la hizo congelarse en seco. Su cuerpo inerte cayó al suelo, emitió un gorgoteo repugnante y sucio mientras caía al suelo y perdía lentamente la vida debido a la perdida de sangre.
— ¿Izanami-Sama? Izanami-Sama...su baño relajante está...— Era Amaterasu, su hija y subordinada.
La macabra escena de Izanami muriendo por la herida en su yugular la hizo soltar un ruido de horror y caer de rodillas al suelo ante el cuerpo de su amada.
La sangre ensució su pulcro y hermoso vestido, además de un poco de su rostro. De manera silenciosa y rápida, la criatura desapareció, dejando en el suelo un guante afilado hecho con tijeras, complemente llenos de sangre.
¿Un humano...? ¿Acaso fué un humano?
[...]
Brunhilde sostenía la mano de Buddha, se había negado a soltarla incluso cuando el campo de batalla comenzó a temblar con violencia. Las Runas mágicas que había usado para activar las células de Buddha y acelerar su regeneración, aún estaban activas, y las mantenía con las misma intensidad desde el inicio.
Tara, una Diosa alta de color verde y largos cabellos oscuros como la noche, sostenía la cabeza de Buddha sobre sus muslos y de igual manera hacía su parte. Gracias a su habilidad con la magia, mantenía funcionando las redes neuronales del iluminado y de esta manera las Runas eran más efectivas.
Pese a eso, Brunhilde estaba muy oxidada en cuanto a magia curativa. Su vida se basó más en las guerras y el combate que en la enfermería y la curación.
No perdía la esperanza, sujetaba la mano de Buddha con miedo de soltarlo, como si eso significara perderlo para siempre.
— Con este brebaje, despertará de su coma.— Comentó el enano barbon.— Están haciendo un buen trabajo.
— ¿Está seguro de que eso...? — Pero no terminó su pregunta, fue interrumpida.
— Sin ninguna duda, está hecho con las mejores hierbas medicinales y medicamentos humanos modernos. Más efectivo que la acupuntura pero más lenta que la succión de veneno, pero chupar su veneno nos mataría a cualquiera de nosotros.— Respondió.
— El maestro Bodhidharma es experto en estás cosas, puedes confiar en él.~ — Tara hablaba bastante lento, de manera muy pasiva pero en un volúmen lo suficientemente alto como para poder oírse. Además su forma de comportarse era muy...rara.
- Lo siento, todo esto es muy repentino.- Susurro la Valkyria. Pero rapidamente sacudio su cabeza, necesitaba un par de respuestas a sus preguntas.
- Tu alma esta perturbada, Valkyria. Mientras mas turbia este tu alma, mas debil sera tu Seidr* y Buddha tardara en recuperarse.- Se adelanto Bodhidharma, como si pudiese leer su mente.- ¿Te preguntas quienes somos, por que estamos haciendo esto? ¿Por que estas aqui? -
- E-Eh...yo -
- Mi nombre es Tara, soy una diosa de la India y represento la sabiduria, tambien doy consuelo a las almas en pena ademas de liberar las energias de la existencia.- Se presento la gran Diosa verde.
<Pense que era una prostituta> Dijo Brunhilde en su mente, pero rapidamente desecho ese pensamiento, faltarle al respeto seria cruel ya que ella fue una de las mas abierta.
- Mi nombre es Brihaspati, soy un Guru de la India y represento la purificacion, la enseñanza y la busqueda de la iluminacion por medio del Budismo.- Se presento el mas grande, su piel era dorada y era bastante musculoso, cargaba un rosario en su cuello y una vara larga en una de sus manos.
- Y el es Bodhidharma, el maestro y monje del budismo mas importante y poderoso de la historia.- Tara fue quien presento al anciano barbon y velludo.
Bodhidharma se acerco al cuerpo de Buddha quien reposaba aun dormido. Brihaspati tambien se acerco y comenzo a recitar su mantra de curacion, mientras Tara igualmente recitaba el suyo y Bodhidharma de igual manera. Brunhile estaba quieta como una piedra, pero fue el repentino grito del anciano quien la hizo sobresaltarse.
- ¡उठना! (¡Uthana!) - ¡Levántate!) - Grito en Hindi* en orden, y acto seguido, Tara y Brihaspati gritaron al mismo tiempo.
En sus manos, el monje sostenia un cuenco que tenia un menjurje* dentro y lo virtieron en la boca de Buddha hasta que finalmente lo bebio completamente.
Bodhidharma se alejo unos cuantos pasos, Tara y Brihaspati tambien lo hicieron al mismo tiempo.
- Le aconsejo retroceda un poco... - Aconsejó Bodhidharma
Pero la mujer no pudo apartarse a tiempo, y una fuente verde y fetida de vomito salio disparada de la boca de Buddha, ensuciando el vestido de Brunhilde, la cara de Buddha y su ropa tambien.
El mismo hedor, aumento las ganas de vomitar de Buddha. Afortunadamente ahora lo hizo en un cesto enorme que le hicieron llegar.
Brunhilde estaba furiosa, pero no queria hacer una escena en ese momento. Rapidamente ingresaron en la pequeña habitacion dos personas, eran Diomedes e Ishtar. Esta ultima venia sentada en el hombro del pelirrojo pues de esa manera no se tardaron tanto por las piernas cortas de la diosa. Diomedes ignoro el aroma, pero Ishtar tuvo que taparse la nariz, aunque este asunto era lo de menos. Buddha dejo de vomitar y cayo nuevamente sobre la cama, con sus ojos cerrados y haciendo ruidos.
- Con eso logramos sacar el veneno de su cuerpo, fue mas intenso de lo que llegue a pensar. He curado a cientos de dioses, pero nunca en mi eternidad he visto algo como esto.- Musito Bodhidharma mientras tomaba un cuenco de agua pura y limpiaba la boca y el pecho de Buddha usando un pañuelo.
- ¿Que esta sucediendo aqui? ¿Quienes son ellos? - Demando Diomedes, quien inmediatamente fue regañado.
- ¡No seas grosero! - Chisto Ishtar.- Disculpen, pero estamos muy confundidos y nos gustaria saber que esta sucediendo aqui y quienes son ustedes.-
— ¿Por qué lo regaña y luego pregunta lo mismo? — Murmuró Brunhilde.
Los dioses y el humano se presentaron, bueno...Tara presento a Bodhidharma. Ishtar se presento amable ante todos, pero Diomedes no emitio ni una sola palabra. Aun faltaba un poco de informacion valiosa, que seria la razon por la cual Buddha habia acabado en esta condicion.
- Señorita Brunhilde, reemplace el lugar Tara y Tara ven conmigo un segundo, tu tambien Brihaspati.- Pidio Bodhidharma de manera calmada y absolutamente tajante a la vez.
Ambos el trío de Dioses abandonó la pequeña choza en la que estaban, dejando solo a los Dioses y al humano. Brunhilde rápidamente posicionó la cabeza de Buddha sobre sus muslos y con su magia comenzó a curar el cuerpo del iluminado, tuvo que doblarse un poco para llegar hasta su pecho delgado pero marcado al mismo tiempo.
Ishtar tomó asiento junto a Brunhilde y Diomedes un par de metros más lejos, pero lo suficiente como para hablar con ellas.
— Nos llamaste de manera urgente, pero parece que tienes todo bajo control.— Espeto Diomedes, a lo que Brunhilde hizo una mueca.
— Yo no diría eso. Pero los llamé porque Bodhidharma me pidió que trajera a Ishtar, y Jack me dijo por mensaje de texto que ustedes dos estaban juntos así que pensé que podrías ser una buena ayuda en caso de necesitar defenderme, con eso mataba dos pájaros de un tiro.— Resumió ella brevemente.
— ¿Que, y como demonios él sabía? —
— Me dijo que te vió correr hacía los jardines y que a los quince minutos vió a Ishtar caminar en la misma dirección.— Respondió, esto hizo sentirse incómodo a Diomedes, Jack el destripador enserio estaba en todos lados.
— ¿Yo? ¿Para que me querría el maestro Bodhidharma? — Preguntó Ishtar confundida, mientras bajaba su cabeza con un gran sonrojo en sus mejillas.
— Sea lo que sea, seguramente-- —
— Ñaaam.~ —
Desde la posición en la que estaba Brunhilde y la manera en que estiraba su cuerpo hacía adelante, sus tetas golpeaban directamente la cara de Buddha quién despertó lentamente por el roce de la tela y el peso de esos dos globos de carne.
El iluminado abrió la boca y mordió ambos pechos, lo suficientemente suave como para no lastimar pero lo suficientemente fuerte como para hacerla callarse en seco y sentir un terrible escalofrío recorrer su cuerpo.
Diomedes no dijo absolutamente, Ishtar menos, Brunhilde bajó su cabeza con una mirada asesina y se encontró con la mirada despreocupada y pícara del iluminado.
— Que buenas forma de despertar.~ —
Pero acto seguido, Buddha recibió un soberbio puñetazo en la cara, tan fuerte como para dejar marcada la forma del puño en la mejilla y lanzarlo al otro lado de la habitación.
— ¿¡Acaso estás loco, maldito pervertido!? — Gritó furiosa la Valkyria.
— No, estoy caliente.~ — Respondió Buddha complemente confundido e ido.
— ¿Ishtar, tú estás haciendo esto? — Preguntó Diomedes, sabía que Ishtar a veces no controlaba sus poderes.
— ¿E-Ehh...? Perdóneme, esto es mi culpa.— Habló rápidamente ella, y automáticamente bloqueó su poder mágico.
En ese momento entraron los tres y vieron el pequeño desastre montado. Tara chilló de alegría y felicidad cuándo vió a Buddha despierto, se lanzó hacía él y lo abrazo, metiendo su cara en su voluminoso pecho y apretando cada parte de su cuerpo como si fuese un peluche.
— ¡Estás vivo, que alegría! ¡Que emoción! — Chillaba ella moviendolo de un lugar a otro como si fuese un muñeco.
— Ehhh, estoy vivo, sí...— Se notaba incómodo, pero Tara lo soltaría rápidamente por órdenes de Bodhidharma.
Una vez todos reagrupados y unidos, con Diomedes sentado mirando al monje, con Brunhilde sentada junto a la cama de Buddha, el iluminado tirado en ella con Tara sentada detrás de él sin soltarlo, Ishtar sentada junto a Brunhilde y Brihaspati junto a Bodhidharma, se dió inicio la conversación importante.
— Muy bien, nos tomamos un tiempo para conversar y llegamos a la conclusión de que debemos responder un par de preguntas y explica el porque de nuestras acciones.— Dijo Bodhidharma tranquilamente, a lo que Diomedes saltó.
— Finalmente hablamos en mi idioma.
— Nosotros somos un trío conformado por dos Dioses y un mortal que alcanzó la iluminación. Nos conocimos en nuestros viajes espirituales y juramos servir a Buddha hasta el final de los tiempos.
— ¿Como un club de fans? — Preguntó Diomedes.
— No somos el primero, pero nosotros conformamos la Orden del Muñeco Dorado pero sin duda somos uno de los más influyentes. No solamente aspiramos a predicar el Budismo a otros Dioses, tenemos planes un poco más grandes, planes en los que la humanidad se ve involucrada.— Continuó el maestro.
» Sabíamos que este evento sería una oportunidad para encontrar al maestro y vinimos hasta aquí en secreto, pero desafortunadamente, no lo encontramos a tiempo y Apollo logró poner sus garras sobre él. Tuvieron una batalla corta, la cuál acabó en la derrota y el envenenamiento del maestro, pero antes de que pudiese morir, Tara lo encontró y lo trajo hasta nuestras humilde choza dónde comenzamos a tratarlo y logramos detener el avance del veneno.
Conocemos muy de cerca la relación de Buddha con la hermana mayor de las Valkyrias y sabíamos que no podíamos contar con la magia Griega o Hindú para salvarlo, así que recurrimos a ella para que con su magia pudiese contribuir a la curación del maestro.
— Awww.~ — Dijo Buddha poniéndo cara de gato y picando los brazos de la Valkyria con los dedos.— ¿Me salvaste la vida, Bubu-chan?~
Brunhilde le dió un golpe en la mano, y Tara lo apretó más en el abrazo, esto hizo que Bodhidharma pudiese seguir hablando.
— El veneno de Apollo fue muy fuerte, a duras penas pudimos repeler y sanarlo, pero aún está un poco afectado por él; de ahí el porqué no fue capaz de ver venir el puñetazo de Brunhilde que lo golpeó en la cara.— Lo más extraño de esta afirmación, es que Bodhidharma supiera eso, pues él había estado fuera durante ese momento, aunque la marca del puñetazo podría ser una pista.
» — Sabemos que el veneno bloqueó los caminos de Chakra y eso inhabilito la habilidad de la visión futura. Pero no bloqueó los otros canales, afortunadamente para usted señor iluminado.
La visión futura retornará sin lugar a dudas, y afortunadamente pudimos limpiar los demás caminos antes de ser alcanzados por el veneno.
Por los momentos, solamente necesitamos que el maestro descanse y beba la medicina y medicamentos que estamos por suministrarle.
— Y-Yo creo que paso.— Exclamó Buddha alzando su mano.
— No tengas miedo, mi bebé. Mami va a protegerte.— Dijo Tara casi ronroneando.
— ¿Mami? —
— Disculpe, ¿es normal que ella actúe así? — Preguntó Brunhilde señalando a Tara con su pulgar.
— Soy una Diosa maternal, y siempre he seguido y amado a Buddha como uno de mis hijos. Es un sentimiento maternal que he tenido siempre y que me emociona vivir junto al maestro, no por nada soy la madre de todos los Buddhas.— Explicó Tara, mientras jugaba con los cabellos de Siddhartha, este último, aunque estaba incómodo no quería separarse.
— ¿"Todos los Buddhas"? Eso quiere decir que Gautama no es el primer ni el único Buddha.
— En efecto, a lo largo de la historia han existido varios Buddhas; 27 para ser más exactos, y uno de ellos fué conocido por profetizar el nacimiento del Buddha número 27 quién sería Siddhartha Gautama y según la profecía, Gautama enseñaría y educaría al Buddha número 29.
» Siddhartha Gautama fué deidificado y se hizo universalmente famoso, mucho más que los otros Buddhas.— Explicó Bodhidharma de manera breve.
— Mis lindos y hermosos niños, los amo a todos por igual.— Exclamó Tara con su cara completamente roja mientras apretaba y hundía la cara de Buddha en sus enormes pechos.
Brunhilde no sabía si quería matar a Tara o a Buddha.
— ¿Debemos estar preocupados por eso? — Preguntó Diomedes a Ishtar.
La pequeña Diosa negó y habló.— No detecto amor lujurioso o deseos carnales ni de Tara ni de Buddha... Siddhartha.. tu entiendes.
— Debemos darnos prisa, Apollo podría enterarse de que Buddha sigue con vida. Debemos aprovechar este momento de pausa antes del tercer combate para movilizarnos y buscar un lugar seguro de las manos de Apollo.— Señaló Brihaspati, ganándose una afirmativa de parte de Bodhidharma.— Nos vamos a movilizar hacía las cascadas y las cavernas de Delos, ahí haremos el sello del Muñeco Dorado.—
— ¿El que...? —
— ¡Maldición, ya terminó el segundo combate! Estaba tan distraída aquí metida y lo olvidé completamente, dejé a Gëir sola en el coliseo.— Brunhilde estaba llena de rabia, se odiaba a si misma por haberse distraído y haber perdido el control de sus acciones y planes para el Ragnarok.
— ¡S-señorita Brunhilde! Por favor calmese, hacer rabias no servirá de nada. Gëir se hará cargo del Ragnarök hasta que nosotros podamos volver, además el representante que eligió se veía muy fuerte, seguramente ganó el combate.— Exclamó Ishtar tratando de no ser pesimista.
— Ishtar tiene razón, Gëir fue lo suficientemente capaz de haber tomado la mejor decisión para la segunda ronda y próximamente será ella quien decida sobre la tercera, sino nos damos prisa y nos movemos lo más rápido posible.— Intervino Bodhidharma.
— ¿Y tú cómo sabes eso? — Se metió Diomedes, pero Bodhidharma no le respondió.
Un teléfono sonó en ese momento. Era de Brunhilde, un teléfono de repuesto que siempre solía cargar encima en caso de perder o extraviar su teléfono principal. Se dio una bofetada mental al recordar que debido a la prisa y la carrera, dejó caer el suyo en el coliseo, seguramente Gëir lo tendría.
— Mujer precavida vale por dos, supongo...— Susurró para ella misma.
Ella lo sacó de su vestido, estaba entre sus pechos. Era un mensaje de su informante, quién le habría enviado un mensaje explicando el final del segundo combate y también contándole el mas reciente suceso ocurrido en el coliseo.
La noticia se esparció rápidamente como la pólvora y de alguna forma u otra entre los Dioses y su informante le hacía llegar dicho acontecimiento.
Pero...ese número telefónico, no era Hefesto, de hecho nadie tenia su numero telefónico de repuesto pues casi nunca lo ocupaba. Alguien más le habría escrito, y ella no tenía idea de quién o como, pero no lo hablaría en el momento, decidió privar esa información.
“La Diosa gobernante del panteón Sintoista, Izanami, ha sido asesinada. Sucedió durante el final del segundo combate.”
— ¡Maldición...! — Exclamó Brunhilde por lo bajo, poniendo una mano en su cabeza ante semejante notícia.— Algo ha ocurrido en el coliseo.
— ¿A-Acaso perdimos la segunda ronda? — Preguntó Ishtar, pero Brunhilde negó.
— No, ganamos pero...la diosa Izanami, ha sido asesinada.— Y esto hizo que un silencio bastante incómodo inundara la habitación rápidamente.
Sin duda alguna se trataba de un plan de Apollo, pero atacar a una Diosa en el coliseo era algo sumamente arriesgado y peligroso hasta para alguien como él.
— ¿Crees que sea obra de Apollo? — Inquirió Diomedes.
— No lo creo, atacar a una gobernante tan importante en pleno Ragnarök sería algo delicado incluso para él. No sé arriesgaría a ser descubierto de esa manera.— Respondió.
— Pero sin duda alguna debió haber sido alguien bajo su mando, no es primera vez que los gobernantes envían a sus lacayos a matar a alguien en su nombre.— Devolvió el humano.
Ishtar estaba temblando de miedo, tanto que por poco cae al suelo de rodillas ante el flashback de los ocurrido en su reino. Esa bestia, esa manera de matar, seguramente se trataba de la misma criatura.
— C-Cuando Apollo invadió Mesopotamia, él tenía algo...una horrible b-bestia que nos atacó a todos, mascaró a todos antes de la llegada de apollo.— Explicó mientras se limpiaba las lágrimas.
— ¿Buddha... Izanami y Mesopotamia? Algo parece estar realmente mal, pues hasta ahora solamente ha asesinado a deidades importantes o gobernantes.— Exclamó nuevamente Diomedes.— Es como sí...—
— Quisiera deshacerse de las personas que lo rechazaron y obligarlos a unirse a su imperio.— Finalizó Buddha.— Esto no me está gustando.
Brunhilde suspiró y guardó nuevamente su teléfono entre sus pechos, puso ambas manos en sus caderas y miró a Ishtar y Diomedes. Les dió una orden directa y clara, volverían al coliseo y pondrían todo lo referente a su bando en su lugar, no podían permitirse ningún error o desastre.
— Debemos volver, Gëir nos necesita.— Exclamó ella poniendo su puño enfrente de ambos.— Apollo no se saldrá con la suya.
— ¡Si! — Exclamaron Diomedes e Ishtar.
Buddha los miró y se incorporó, dispuesto a seguirlos e ir con ellos hasta el coliseo.
— Quiero ir con ella al coliseo, no voy a dejarla so...¡ARRRGHH! — Buddha se había puesto de pie y dado dos pasos hacía Brunhilde, pero un súbito dolor invadió su cuerpo a tal punto de hacerlo gritar de dolor y caer estrepitosamente.
Su boca, ojos y nariz comenzaron a sangrar, alertando a todos en la habitación. Bodhidharma corrió hacía él y sujetó su cabeza hacia abajo para ayudar al flujo sanguíneo, saldría por su cabeza así que eso le ayudaría a sacar la sangre que salía.
Brihaspati se acercó con una botella llena del líquido verde anterior suministrado y Brunhilde haría uso de su magia para ayudarlo a sanar mientras bebía el remedio.
Ishtar, aterrada, se escondió detrás de Diomedes y este último solamente podía verlos con sorpresa.
El daño que el veneno de Apollo estaba haciendo era aterrador.
— ¡Señor Buddha, usted se encuentra en una situación de salud muy delicada como para permitirle moverse por ahí así sin más! — Exclamó Brihaspati.
— E-Estoy b-bien...no necesito ayuda.— Exclamó él, poniéndose de pie a duras penas.— N-No iré con ustedes a ninguna parte, quiero ir con B-Brunhilde.
— Ir al coliseo sería un suicidio, Apollo podría enterarse de que estás vivo y no dudaría en ir a matarte.— Intervino Tara.— No quiero que mueras.
— La humanidad también podría estar en problemas, Apollo podría atacarlos y mi ayuda podría ser de gran importancia.—
— Brihaspati tiene razón, usted es un riesgo muy importante para nosotros y meterlo al coliseo solamente traerá problemas.— Murmuró Diomedes.
— A tí nadie te pidió tu opinión, cierra tu boca.— Gruñó Buddha a Diomedes, haciendo cabrear al pelirrojo.
— ¿Que acabas de decirme? — Gruñó el soldado acercándose de manera desafiante al iluminado.
— ¡Buddha, lo que dices no tiene sentido, solamente buscas excusas para entrar al coliseo y ni siquiera tienes una razón lógica para eso! — Gritó Brihaspati.
— ¿Acaso necesito una razón para querer proteger a la humanidad? No sabemos que pueda suceder con la humanidad y no me sentiré bien sabiendo que pude haber ayudado a salvarla.— Se defendió nuevamente el iluminado.
— Podría ser una buena idea.— Exclamó Bodhidharma, y todos voltearon a verlo.— El ritual del Muñeco Dorado necesita de la presencia de mas de dos iluminados sean humanos o dioses; podremos encontrar ayuda de otros iluminados en el bando de la humanidad.— Murmuró, acariciando sus barbas.
— No estará hablando enserio, es muy peligroso ir al nido de serpientes de Apollo y más con dos Dioses tan buscados.— Brihaspati señaló a Buddha y a Ishtar.— Maestro, reconsidere sus palabras.
— Las he pensado perfectamente bien, y creo que pese a los riesgos, podríamos tener una oportunidad de ganar de manera sigilosa y silenciosa. Solamente debemos jugar bien las cartas y hacer los movimientos respectivos antes de entrar en acción.— Respondió.
— Brihaspati, solamente... confía en el maestro.— Dijo Tara suavemente posando una mano en el hombro del Dios.
Derrotado y sin ganas Brihaspati asintió y se hizo a un lado. Tenía un muy mal presentimiento sobre todo esto.
— Muy bien, esto es lo que vamos a hacer; vamos a ingresar al coliseo de manera clandestina y vamos a movilizarnos hacía la sección de la humanidad para mantenernos escondidos, usaremos una poción para mantener ocultas las energías divinas que ustedes emanan; Ishtar de por sí tiene una energía muy débil así que haremos mayor enfasis en Buddha, el hechizo del Ojo Universal esta bloqueado pero aun así no vamos a correr riesgos.
» Iniciaré la búsqueda de otros iluminados, mientras Tara y Brihaspati se quedan cuidando a Buddha y cuando tengamos un total de 5 iluminados, abandonaremos el coliseo y nos iremos a las cuevas y catacumbas más inhóspitas de Delos. Ahí se separan nuestros caminos.
Señor Buddha, por nada en el mundo deberá de utilizar sus poderes divinos, ya que eso podría anular la poción y dejarlo expuesto a ser encontrado por Apollo.
Brunhilde suspiró, pesadamente, volviendo su cara hacía Buddha quién había prestado completa atención a las ordenes y direcciones de Bodhidharma. Todo este plan se estaba tornando bastante peliagudo, sobre todo para ella quién tenía la enorme presión de mantener segura a la humanidad y a sus representantes.
Pero ella solamente cumpliría con su parte de mantener encerrado a Buddha, ni más ni menos.
— Gracias por habernos ayudado, usted salvó la vida del señor Buddha. Ahora debemos asociarnos para lograr nuestros objetivos, pero puede estar tranquila de que todo saldrá de la mejor manera posible.— Murmuró Bodhidharma.
— ¡T-Tenemos que tener cuidado! ¡Seguramente Apollo ha movilizado guardias a todas las entradas del palacio! —Señaló Ishtar.
— Debemos volver sin ser vistos, Brunhilde.— Exclamó Diomedes, poniendo una mano en el hombro de la hermana mayor.
Pero ella no dijo nada, solamente tragó y asintió.— Creo que tengo una idea para poder ingresar de manera secreta, usaremos la carreta de manzanas que esta afuera para ocultarnos y entrar.—
— ¿Carreta...? ¿Manzanas...?
[...]
Amaterasu lloraba a moco tendido, oculta en su habitación hundida en su cama mientras gastaba y gastaba pañuelos desechables uno tras otro uno sin parar. Sus sirvientes, los Yokais* ya no sabían que darle para sus lágrimas.
Pero ella no paraba, la muerte de su señora Izanami había golpeado su cuerpo como un balde de agua fría que la dejó calada hasta los huesos.
Se preguntaba una y otra vez el por qué, cuál fue la razón, por qué ella y no cualquier otro dios del coliseo. Lo amas cruel y doloroso es que Izanami no había muerto por el derrumbe, claramente había sido asesinada por alguien.
Alguien que ella supo identificar claramente, era un ser humano, ¿pero que clase de humano mataría a un Dios de manera tan sencilla? Ninguno de los trece elegidos para ambos Ragnarök podrían enfrentar a Izanami y salir completamente ilesos, era algo insólito.
Pero la verdad sea dicha, hubo un humano que logró hacerlo. Pero ella no sabía quién era, no tenía ni idea de las razones que llevarían a alguien a hacer tal cosa. ¿Venganza? Por supuesto que no, ellos habían perdido hace mil años y aún ella no siquiera había peleado, ¿Odio?; imposible, Izanami no tenía enemigos ni personas que la odiaran.
“No me importa lo que los demás crean, mi hermana vió un humano y un humano fue quien asesinó a Izanami.”
Las brutales y despiadadas palabras de Kagutsuchi la hicieron llorar más fuerte y de manera más ruidosa. Sus Yokais se acercaron y de subieron sobre ella, tratando de animarla y hacerla sentir mucho mejor. Pero no funcionaba, ningún gato, Zorro o Lobo podrían calmar el ardor que sentia en su pecho.
— ¿Por qué? ¿Por qué por qué por qué...? M-Mi hermano y ahora...— Nuevamente comenzó a llorar.
“¿Por qué soy tan miserable?”
— ¡Desgraciados! — Kagutsuchi entró en la habitación de su hermana, se arrodilló ante ella y lentamente acarició su pierna como una señal de amabilidad y respeto.
— Sutchi...— Musitó ella al verlo, aguantando las ganas de romper nuevamente en llano, queriendo convertirse en agua y deshacerse en llanto.
— Se hará justicia hermana, vamos a capturar al culpable y te prometo que lo vamos a ejecutar sin miramientos.— Exclamó él. Espantada, Amaterasu se echó hacía atrás y hundió su cabeza en la almohada que tenía encima.
— N-No... mamá no lo habría querido.— Sollozo ella, Kagutsuchi tuvo que tomar un pañuelo y secarle los mocos.
— Hermanita, tenemos que vengar su muerte y hacerle saber a los cielos que una ofensa así es imperdonable.— Dijo él.
— Su hermano tiene razón, alteza.— Exclamó una voz tan grave e imponente que llamó la atención de ambos hermanos.
Kagutsuchi se puso de pie rápidamente y llevó su mano a su cintura para blandir su *Nodachi ante el intruso. Pero su sorpresa fue muy grande cuándo vió de quién se trataba.
Piel morena y musculosa al máximo, armadura dorada y largas botas de cuero cubiertas de oro, una capa tapando su brazo izquierdo, una expresión tranquila y serena, una cicatriz en su mejilla, señal de una batalla pasada y largos e intensos cabellos amarillos que caían en cascada sobre su espalda y hombros.
Amaterasu rápidamente se tapó la cara con un abanico y chilló de sorpresa al verlo, se trataba del Dios Padre Del Cosmos.
Apollo.
— ¿¡Que quieres aquí, Gaijin*!? — Bramó Kagutsuchi furioso, odiaba a Apollo y todo lo que representaba.
— Lamento muchísimo entrometerme de esta manera en sus aposentos, lady Amaterasu, pero me enteré de la fatídica noticia y quise venir a darle mis condolencias.— Se excusó él, claramente era una mentira.— Le he traído estás hermosas flores de mi panteón, hermosos narcisos que simbolizan la belleza de su difunta señora.
Y de su mano izquierda, sacó un ramillete y le extendió, colocándolo en la mesa de noche de Amaterasu.
Kagutsuchi estaba por arremeter, pero Amaterasu intervino y lo detuvo en el acto pues quería escuchar cualquier cosa que tuviera que decir, no era para menos pues por el momento había sido el primero en enterarse y venir a ella. Cómo organizador del Ragnarök, él era el primer responsable de la supervivencia y la seguridad de los Dioses.
— Me gustaría conversar con ella en privado, si no es molestia.— Pidió a Kagutsuchi que abandonara la habitación. En ocasiones normales lo habría ordenado pero esta ocasión sería distinta.
— Ni lo sueñes.— Escupió él, pero Amaterasu lo detuvo nuevamente.
— Hermano, por favor sal de la habitación...— Pidió amablemente, ganándose la mirada incrédula de su hermano.— Estaré bien, por favor danos privacidad para poder hablar calmadamente.
Y a regañadientes, Kagutsuchi salió de la habitación no sin antes lanzarle una mirada de odio a Apollo quien pasó de él como si fuese una mierda seca.
Al quedarse solos a puerta cerrada, se acercó a la Diosa, quién tapaba su cara con su abanico y retrocedía mientras él se acercaba. Se sentó sobre la cama con mucho atrevimiento y miró fijamente los ojos de la Diosa.
— Señorita Amaterasu, me he enterado de lo sucedido. No tiene una idea de cómo lamento su perdida.— Exclamó poniendo una mano en su pecho con fingida tristeza.
— E-E-Ella...—
— Ya lo sé, señorita Amaterasu; era una Diosa noble y amable con todos, dedicada y entregada a su reino y su hermosa familia, no puedo creer que alguien quisiera dañarla.— Se metió él, interrumpiendo sus palabras.— Le prometo que encontraremos al humano responsable de todo esto, no descansaré hasta encontrarlo.
— Gracias, señor yo-- — Fue interrumpida.
— Por favor, llámeme Apollo solamente, no son necesarias las formalidades.— Dijo él con una sonrisa.— Entrar en su habitación, verla tan vulnerable y aún usted tiene el respeto de llamarme "señor"; soy yo quién ofende a su alteza con mi presencia, pero es una forma de demostrarle lo importante que es para mí y lo comprometido que estoy con su causa; el asesino morirá.— Y ante esa última declaración, Amaterasu chilló de miedo.
— P-por favor...no use esa palabra, yo no quiero que le hagan daño; mi madre no habría querido verme con esos deseos.— Habló ella con timidez.
— Pero... lady Amaterasu, él asesino a su señora madre de la manera más desalmada y despiadada posible. Lo mínimo que merece es que su sufrimiento sea eterno.— Exclamó él, metiéndose lentamente en la mente de la Diosa.
— E-Entiendo pero...—
— Dejar vivir a ese ser humano, solamente demostrará que usted no tiene el valor suficiente para hacer justicia por su madre, la verán y la tratarán como una Diosa débil y sumisa, buscarán pisarla a usted y sus órdenes.— Atacó él, logrando penetrar el corazón de la diosa quién le miró con temor.
» — Además, señorita, con el debido respeto a su memoria...pero su madre ya no está, usted debe hacerse cargo de dirigir su reino y de hacer cumplir las leyes y la justicia adecuada. Su pueblo hoy más que nunca necesita a una reina que los guíe y los proteja; con el asesino suelto, muchos más podrían caer en sus garras y todos la culparán a usted, por no haberlo condenado cuando pudo.
— N-No q-quiero eso...mi madre.— Pero Apollo la interrumpió de nuevo.
— No hablé de su madre, hábleme de usted misma; ¿Que es lo que usted desea? — Y con esto, consiguió meterse en su cerebro y llegar hasta donde quería.
Amaterasu se sentía contra la espada y la pared; por un lado no quería rebajarse al nivel de un asesino sucio que no era capaz de sentir misericordia por nadie.
Pero por otro lado, quería vengar a su madre con un fuego y una intensidad que no era propios de ella, no quería ser vista como una debilucha ni ser tratada como una.
Y ella era una participante de este Ragnarök, tarde o temprano tendría que saltar a la batalla a muerte contra un rival y no tenía ni idea de que haría en ese momento. Seguramente su rival iría a matarla, cortar su cabeza sin piedad mientras ella no se atrevía a defenderse.
¿Era así como quería morir, de esa forma? ¿Era de esa manera en la que quería ser recordada?
Aquí yace Amaterasu, la tonta Diosa que no pudo evitar su propia muerte teniendo la capacidad de hacerlo. No podía ser así, no quería que fuese así.
— Y-Yo no quisiera que lo hicieran, encontrar al asesino y...matarlo— Susurró ella, dejándose lleva por las palabras del Dios.
Apollo acercó su mano al rostro de la Diosa y haciendo poca fuerza la hizo bajar su abanico, desvelando la sucia, corrida y lamenta cara que había estado ocultando. Su maquillaje estaba desecho, su cabello despeinado y sus ojos hinchados y rojos de haber llorado, además de que cerca de ella había una montaña de pañuelos.
Avergonzada e indignada, bajó la mirada evitando ver la cara del Dios Padre del Cosmos.
— N-No me veo bonita, p-por favor no-no me mire...— Tartamudeo ella tratando de aguantar las ganas de llorar.
— Se equivoca, su alteza. Hoy más nunca su rostro luce verdaderamente hermoso y encantador, verla de esta manera me recuerda que incluso los Dioses somos capaces de sentir y expresar nuestros sentimientos.— Dijo él, extendiendo su mano y acariciando suavemente la mejilla de Amaterasu.
— Gracias por su ayuda, es usted un verdadero sol.— Susurró ella posando una mano sobre la de Apollo.— Quiero confiarle la captura del asesino de mi madre y también...me gustaría su ayuda para mí reino.— Finalmente, su presa había mordido el anzuelo.
— P-Pero alteza, Japón siempre fue un reino apartado y lejano a las uniones y políticas de los demas reinos, abrirse de esta manera...— Pero ahora él fué interrumpido.
— Y-Yo todavía soy muy inexperta en estos temas de gobernar, pero el Olimpo ha creado buenas relaciones con otros reinos y usted ha sido realmente un líder admirable. Solamente hasta que pueda gobernar de la mejor manera posible, sería algo muy bueno para nosotros.
Apollo sonrió y abrazó a la Diosa mientras su siniestra expresión de victoria y oscuridad se ocultaba. Sus planes estaban resultando más que satisfactorios, y con Amaterasu en su bolsillo, muchos reinos caerían como moscas ante su conquista.
— Le doy mí palabra, Alteza, usted y yo contra la humanidad y contra los cielos.— Aseguró con una sonrisa dibujada en su cara.
Necesitaba reunir a todo su equipo, iban a tener una importante conversación sobre sus planes futuros.
[...]
— Esto es algo insólito y sin precedentes, Alejandro Magno ha vencido y se ha alzado como el campeón de el segundo combate de este Ragnarok. Con valor y gallardía, demostró porque lo llaman el más grande Emperador de todos los tiempos.— Las palabras de Heimdall hicieron que la humanidad se alzara nuevamente en alabanzas estridentes, mientras flores y rosas caían hacía la arena donde el humano estaba parado.
Todos por igual, todos en alabanzas hacía Alejandro. Uno de los espectáculos más asombrosos que jamás habían visto en sus vidas.
— Una lluvia y un camino de flores para su alteza, muy poético.— Musitó Gondull, ganándose una risa de parte de su Einhenjer.
— Supongo que debemos disfrutar de esto, es nuestra victoria.— Y esa sonrisa radiante y hermosa de Magno, le hizo recordar a ese momento, cuando hace mil años, ella y Tesla regresaron del combate contra Susanoo.
“— Es nuestra victoria, ciencia y Volündr.—”
Gondull sonrió y asintió, sirviendo de apoyo y soporte para Alejandro mientras abandonaban el campo de batalla saludando y alzando sus brazos en señales de victoria.
La sensación de felicidad y orgullo que invadió a Magno cuando vió a su padre, Filipo y a sus maestros, Aristóteles y Diógenes, no tenía comparación. Estaba felíz y orgulloso de llevar está victoria en nombre de ambos y de la humanidad entera.
Y cuándo llegaron a la entrada, vieron a varias personas llegar montando a caballo. Todos los reyes y emperadores de la humanidad que lo habían visto, todos los grandes nobles y guerreros estaban ahí enfrente de él.
Gengis Khan soltaba carcajadas de alegría mientras Oda Nobunaga solamente lo miraba con una sonrisa, Napoleón Bonaparte alzó su brazo mientras sus caballo encabritado se paraba sobre sus patas traseras.
— ¡La más grande despedida...!—
— ¡Para el mas grande rey! — Gritaron todos al mismo tiempo.
— ¡Buscar otro reino, Alejandro Magno! — Gritó Monteczuma.
— ¡Los cielos son muy pequeños para tí! — Finalizó Nobunaga.
Algunos fueron hacía Búcefalo quién aún seguía con vida y ayudaron a llevarlo a la enfermería para animales del coliseo, mientras que otros; Gengis Khan, Monteczuma, Oda Nobunaga, Napoleón Bonaparte, Aníbal Barca, Julio César y otros se paraban en fila enfrente de él y se inclinaban ante su majestad.
Alejandro quería reírse, pero el dolor comenzaba a pasarle factura, por lo cuál solamente decidió seguir su camino y abandonar definitivamente el campo de batalla.
En la enfermería de la humanidad, Alejandro Magno estaba siendo atendido por un hombre de largas barbas, irónicamente era calvo. Vestía con una larga bata de color azúl y encima llevaba un abrigo con cuello afelpado y guantes negros. Sobre su ojo izquierdo llevaba un conjunto de lentes y cristales que lo ayudaban a ver más de cerca.
Su piel era de color caramelo, en contraste con su poblada barba blanca.
El hombre se movía en diferentes direcciones agarrando todos los utensilios necesarios para un óptimo trabajo y para llevar a cabo todos los movimientos necesarios para su paciente.
Hipócrates, padre de la medicina moderna y un reconocido doctor griego, se ofreció como ayuda para los Einhenjers de la humanidad.
— Con estos Analgésicos vamos a neutralizar el dolor, y eso nos dará un par de minutos para cerrar, limpiar y suturar cualquier herida abierta.— Exclamó Hipócrates con una sonrisa, mientras cogía una jeringa y le administraba el calmante a Magno.
Este último estaba recostado en los muslos de la chica Oni que había ido a buscarlo al pasillo de la humanidad. Desde entonces no se habían separado en ningún momento.
— Pero se te olvidó usar un poco de Penicilina para erradicar cualquier posible infección en su cuerpo o sangre, no querrán que las bacterias devoren su carne como un bocadillo.— La voz de Alexander Fleming otro humano hizo que ambos voltearan hacía la puerta.
Un hombre más alto que Hipócrates estaba parado enfrente de ellos, colocándose unos guantes y acomodando sus diminutos lentes redondos de cristal negro. Su cabello blanco estaba muy bien peinado, vestía una camisa negra ajustada a su cuerpo sin mangas, dejando expuestos sus brazos y parte de sus costillas y su cuello estaba decorado con un colgante dorado y un moño de color blanco.
Debajo usaba un mandil de doctor donde cargaba su libreta y un par de utensilios.
Claramente se veía más joven que Hipócrates pero se podía ver qué tenía un par de años encima.
— I don't believe it...si que fue lastimado en ese combate, Lord Alejandro. Multiples fracturas, sangrados internos, traumatismos y amputaciones.— Examinó Fleming.— El cuerpo humano it's so beautiful.~
Cogió un poco de Penicilina y administró la dosis necesaria. Mientras que ambos doctores hacían su trabajo sobre el cuerpo de Magno para poder sanarlo. Mientras que la mujer Oni solamente servía como apoyo moral para Magno quién se dejó atender por ambos doctores.
En ese momento, alguien más ingresó. Fleming detuvo sus acciones y se giró para exclamar.— Estamos en medio de una labor, hagan el favor y es-- — Pero se detuvo de golpe.
Neftis, apenas vestida con telas y joyas Egipcias había ingresado a la enfermería de la humanidad y llevó sus ojos hacía el pequeño grupo de personas reunidas en la habitación. La Diosa no se detuvo ni molestó en detallar a los demás, pero sí llevó sus ojos hasta Alejandro Magno quién estaba confundido.
— No es mi intención molestar, solamente quería hablar unas cosas con el ganador del segundo combate.— Susurró ella poniendo ambas manos en su pecho y mirando con timidez al Emperador.— Mi nombre es Neftis, hermana y esposa de Set.— Se presentó.
— Esposa, por supuesto.— Susurró Alejandro, incorporándose a duras penas con ayuda de sus médicos.— Escucha, tu esposo me dió la mejor batalla de mi vida y me siento muy honrado de haber cruzado armas con él, espero que su alma encuentre la paz en dónde sea que esté.—
— Hombres, siempre tan ceremoniales.— Gruñó ella, para automáticamente soltar una risa.— Descuida, no he venido hasta aquí para vengarme o algo por el estilo; ustedes apostaron sus vidas en un combate justo y el mas fuerte fue quién ganó, dañarte por una venganza no tiene sentido pues fué algo que ambos aceptaron.
» Agradezco tus palabras, sé que a mí esposo lo habrían hecho muy feliz. No deberia hacer esto, pero...— Y se postró ante Alejandro Magno, mientras alzaba su cabeza levemente para verlo.— Gracias por darle a mi esposo una muerte digna.—
— Oye oye, no es necesario, por favor ponte de pie...— Pidió amablemente moviendo sus mano, pero un sollozo lo hizo detenerse.
Neftis estaba llorando de rodillas, aún con la cabeza pegada al suelo y con sus manos extendidas hacía Alejandro. Ante esto, los doctores decidieron darles unos minutos de privacidad, pues se estaban sintiendo muy incómodos.
Neftis estaba extrañamente feliz, alegre pero al mismo tiempo lloraba a todo pulmón.
— Él su-sufrió m-mucho y ni-ni-ninguno de nosotros pudimos ayudarlo.— Exclamó entre lágrimas.— La muerte de nuestros padres lo marcaron, y las cadenas de Ra lo tuvieron prisionero toda su vida. Pero él pudo ser libre, gracias a tí, tú lo liberaste.
— No, yo no lo hice.— Aseguró Magno con firmeza en su voz, tal vez fue el efecto del calmante, pero su cuerpo había dejado de doler y podía hablar más claramente.— Las ansias asesinas y las ganas de destruir de Set fué lo que lo liberó de sus cadenas, su deseo de matar y reducir todo a cenizas fue lo que hizo que sus cadenas se rompieran y fuese libre.
» Él ya no era el mismo que ustedes conocieron, él ya no era tu hermano, esposo o rey. Cambió, el odio lo cambió y solamente cuando estaba muriendo, pudo ser ese niño vulnerable y amable que ustedes alguna vez llegaron a recordar.
Neftis alzó la cabeza y de alguna manera, estaba de acuerdo con Alejandro. Se puso de pie y se acercó a él, dejando encima de sus piernas un brazalete dorado con la forma de la cabeza animal de Set, una extraña criatura que era difícil saber cuál era.
— Este fue el colgante que mamá le hizo a Set cuando nacimos, es una reliquia familiar de alto valor para nosotros y para él, quiero que la conserves y llévala en su nombre, por favor.— Exclamó ella, sonriendo.
Alejandro sonrió y asintió fervientemente, dejando el colgante a un lado pues estaba siendo atendido.
— Gracias, es un honor.— Respondió él, ganándose una risa de parte de Neftis y un suave y dulce beso en su mejilla.
Alejandro se sonrojó, y la chica Oni inflo levemente sus mejillas en señal de celos, pero no había tiempo para eso.
— Eso es todo, aunque...— Ella ladeó su cabeza con algo de pena.— Tu...¿Realmente piensas buscarlos? ¿N-Nuestros padres? —
Alejandro le devolvió la mirada con una expresión de seriedad.— Así es, fue una promesa y lo haré de verdad.
Otra persona ingresó en la habitación, un Dios alto y vestido con ropas elegantes y joyas Egipcias. No era tan musculoso y en su cuerpo llevaba cicatrices de batallas pasadas, precisamente las que tuvo hace mil años en su combate del Ragnarök.
Junto a él, una diosa mas baja pero más alta que Neftis, apenas vestida con telas, aunque mostraba mucha más piel que Neftis.
Anubis e Isis, la hermana mayor de Set y el anterior representante de Egipto en el Ragnarök, ambos ingresaron con diferentes objetos en sus manos. Isis cargaba un ramo de flores y Anubis tenía en sus manos un escarabajo dorado de aproximadamente tres dedos de alto y grueso.
— Buenos días, señor Alejandro Magno y señorita Neftis. Lamento mucho entrar de esta manera e interrumpir vuestra conversación, pero me parece que nosotros también debemos estar aquí para conversar ese asunto en cuestión.— Saludó cortésmente el Dios egipcio.— Felicitaciones por su victoria, justa y heroica en mi opinión.
— Neftis... Entrar en la habitación de un humano y arrodillarte ante él, me avergüenzas.— Dijo ella con firmeza, pero rápidamente suspiró y cambio su rostro por uno más suave.— Pero no te puedo juzgar, yo iba a hacer lo mismo. Señor Alejandro, felicitaciones por su victoria y gracias por darle una muerte digna a mi hermano menor, Egipto jamás olvidará esto.— Y ella hizo una pequeña reverencia ante él. Anubis por su parte, no se inmutó.
— No se preocupen, no es nada grandioso.— Dijo él queriendo distraer su atención.
— Todo lo contrario, fue excepcional. Sin embargo, Neftis, Isis, Alejandro Magno y...— Hizo una pausa, esperando que la mujer Oni diese su nombre.
— O-Toko... O-Toko Onigashima — Se presentó ella, su voz era tan cálida como una fogata.
— Viendo la promesa que usted hizo hacía Set, he venido a decirle que cuenta con mi ayuda y apoyo para realizar esta encomienda. Según mis investigaciones y estudios, conozco el paradero de ambos Dioses, Nut y Geb.— Reveló y esto hizo que Alejandro adoptara una expresión escéptica.
— ¿Por qué lo harías? ¿Que ganarás tú con ayudarme a encontrar a los padres de Set? — Una pregunta válida y legítima, Anubis tendría que obtener algo a cambio de su ayuda.
— Si, Anubis...¿De que estás hablando?
— Entiendo que le resulte raro que un Dios le ofrezca su ayuda, sin embargo tiene que saber usted que el ataque de Ra hacía la pareja real fué un hecho que conmocionó a los cielos. Muchos reinos estaban viviendo acontecimientos similares; la Titanomaquia, La muerte de Ymir y La conquista del Svarga acontecimientos que hicieron temblar el universo y que trajeron grandes cambios consigo.
» Aún así, la muerte de Geb y el exilio de Nut fueron lo suficientemente relevantes como para hacer un eco en el cosmos y deseo estudiar y conocer a fondo los acontecimientos ocurridos, ademas de revelar la verdad a los cielos y explicar lo que realmente sucedió. Usted les cuenta todo sobre Set, y yo descubro la verdad que Ra mantuvo oculta ante todo el universo.
Alejandro dudó ligeramente. Pero las palabras de Anubis sonaban los suficientemente convincentes, como si no hubiese mentira ni doble intención en sus palabras y motivaciones.
— ¡P-Pero eso significaría viajar hasta los lugares más recónditos y apartados del cosmos! — Exclamó Neftis.
— Anubis, eres muy descarado al ofrecerle la ayuda necesaria como para viajar hasta el paradero de Geb.— Intervino Isis.— Sirves a Apollo, ¿Que pensaría ese lunático si supiera que pretendes ayudar a un humano? —
— No sirvo a nadie, solamente tenemos un convenio menor y nada más. Él no tiene porqué enterarse de esta situación particular; si la humanidad gana y derrota a Apollo, podré hacerlo libremente sin cadenas y si la humanidad pierde, continuaré con mi búsqueda por mi cuenta, simple y sencillo.— Respondió sonriendo.
Isis no lo miraba con buena cara, parecía que algo había afectado al Dios Chacal desde su pelea hace mil años contra ese rey chino. Pero tampoco quería cuestionarlo, Anubis sería la cara de Egipto tras la muerte de Osiris, el accidente de Horus y la muerte de Set.
— Descubrir la verdad que guarda el universo es mi ideal, pues hay muchos acontecimientos que han estado ocultos a nosotros desde el inicio del cosmos. Y con la ayuda de Alejandro Magno, podré lograrlo.— Concluyó Anubis.
— Entiendo...—
— Muy bien, gracias por su tiempo. Debo retirarme, nos estaremos viendo al final del Ragnarök para planear y llevar a cabo todos los movimientos pertinentes; asegúrese de recuperarse complemente.— Y con esto dicho, Anubis zanjó la cuestión.
Se retiró de la habitación, seguido de Neftis e Isis quienes hicieron una corta reverencia antes de irse y cerrar la puerta.
Al cabo de unos segundos, los doctores entraron en la habitación y se encontraron con que Alejandro Magno estaba totalmente dormido. Sea por los calmantes y el cansancio que finalmente logró derribarlo, pero tendría que continuar con su trabajo estando inconsciente.
A las afueras de la enfermería de los Dioses, Khepris estaba sentado con un dispositivo en su mano, dispositivo que le mostraba toda la estructura y las habitaciones una a una de cada representante de los Dioses y toda la sección de los Dioses en general.
Está era la información recolectada por su asistente Bastet quién estaba sentada a su lado con una expresión algo seria.
— Solamente pudimos recolectar está información, la infraestructura y las habitaciones de los dioses representantes...— Murmuró él, a lo que Bastet respondió.
— Fue todo lo que pude recolectar a mano, sin el hechizo del Ojo Universal. Tendré que seguir recolectando de manera manual hasta que finalmente demos con algo de verdadero interés.—
— Una Diosa fue asesinada y lo único que tenemos es un poco de información suelta sobre cosas triviales. Bloquear la magia de visualización fue un movimiento bastante fastidioso, me hace cuestionar si realmente fue una idea de Apollo o se trata de alguien más.— Exclamó él, gruñendo.
— Es entendible que Apollo no quiera espiar no andar observando los movimientos de la humanidad, les está regalando esa ventaja. Pero debería de haber un agujero o un hueco en su movimiento.— La teoría de Bastet no era nada descabellada.
— ¿Dices que Apollo bloqueó el hechizo por alguna razón? ¿Que está tramando algo? — Preguntó él, a lo que Bastet asintió.
— Con esto de la muerte de Izanami, seguramente esté planeando implementar seguridad y vigilancia al coliseo, sobre todo a la sección de los Dioses para cuidarse de los traidores.— Argumentó.
Khepris asintió y se puso de pie, estaba decidido, a dejar pasar por alto toda esta situación peliaguda, no sin antes darle una orden a Bastet. Le pidió que fuese a las salidas del Coliseo para verificar que ningún humano hubiese abandonado o intentado abandonar el coliseo después de la muerte de Izanami.
En caso de encontrar alguna pista, la llevaría ante Apollo.
[...]
Dionisio guardó su botella de vino en la manga de su larga túnica elegante, peinó sus cabellos y tocó dos veces la enorme puerta de madera que tenía por delante. Esta puerta se abrió en el acto y el griego ingresó en la habitación.
Era bastante grande, apenas tenía suelo, pues con dos pasos, el Dios sintió como el agua cubría sus pies y salpicaban levemente su túnica.
No se inmutó, solamente hizo una reverencia delante del agua. Una enorme piscina tran grande y profunda como el océano mismo se cernía delante de él, a sus costados, dos enormes cascadas caían y golpeaban furiosamente la piscina.
Además de las cascadas, habían pequeños manantiales y jacuzzis naturales en varios lugares de la habitación.
— Hatun diosa, Mamacocha. Ama hina kaspa, yakumanta lluqsispa qawaykuway.— Habló él, con fuerza y autoridad en su voz.
(Gran diosa, Mamacocha. Por favor sal de las aguas y dejame verte.)
Las aguas de la piscina se agitaron y de ellas emergió una larga serpiente de agua que se concentró enfrente de Dionisio hasta formar una figura femenina.
Era alta, bastante alta con largos cabello lisos que llegaban hasta sus caderas, las puntas de su cabello pasaban de ser cabello a ser pequeñas cascadas de agua.
Su piel era ligeramente clara, aunque también un poco oscura, llena de tatuajes negros ceremoniales que recorrían todo su cuerpo. Sus pechos medianos y sus zonas íntimas estaban cubiertas por conchas marinas y joyas doradas a forma de Bikini.
Sus rasgos indígenas eran hermosos, dejaban ver toda la belleza y perfección física de los Dioses Primordiales.
La Diosa lo escudriñó con la vista, analizando su menudo cuerpo de arriba a abajo. Sus ojos pequeños y rasgados dejaban ver su aire de superioridad.
— ¿En que puedo ayudarte, pequeño Dios Griego? — Preguntó posando sus dos manos en sus grandes caderas.— Pedí estrictamente no ser molestada por nadie.— Murmuró.
Dionisio se inclinó y habló.— Le ruego una disculpa, Soberana de los Mares, pero quería anunciarle que usted sera nuestra siguiente representante en la tercera ronda.—
Mamacocha ladeó ligeramente la cabeza. Estaba clara que ella sería la tercera, esa fue su petición, pero no entendía el motivo de que este pequeño Dios viniese a verla en lugar de Apollo o el mismo Manco Capac. Hizo un movimiento con su mano y sus las aguas obedecieron su voluntad. Una silla de piedra y conchas marinas se formó detrás de ella y tomó asiento enfrente de Dionisio de manera elegante.
— ¿Por qué haz sido tú quien viene a avisarme? — Quiso saber ella. Era naturalmente curiosa y quería sacarse esa duda.
— Apollo está ocupado atendiendo la mas reciente polémica del coliseo y mis hermanos están asistiendole, por eso estoy haciéndoles el favor de avisarle de antemano; tardaremos un par de minutos para tener todo listo y acomodar el campo de batalla como usted lo pidió.— Respondió de manera cortés.
— Entiendo, gracias por avisarme. Puedes retirarte.— Pidió ella de la manera más amable posible.
Dionisio asintió y salió rápidamente de la habitación sin decir ni una sola palabra más. Cerró la puerta a sus espaldas, y soltó un enorme suspiro, Mamacocha era muy intimidante.
Sacó su botella de licor y su teléfono celular, solamente envío un mensaje de texto y destapó para darle un largo trago a su botella.
— Ught...no me pagan lo suficiente por esto.— Exclamó y acto seguido, decidió volver a encontrarse con sus hermanos.
Todo iba viento en popa, y nunca mejor dicho. Pues aún faltaba avisarle a la tercera representante de la humanidad, quién hasta este momento, no se había perdido ni un solo segundo de los combates anteriores.
En la oscuridad, las piezas se movian tanto de parte de la humanidad como de parte de los Dioses.
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Increíblemente largo, lo sé ^^
Ya eran necesario unos capítulos ajenos al Ragnarök para poder acomodar todas las subtramas y tenerlas listas para los siguientes dos combates.
En el siguiente capítulo vamos a dejar todo más claro para los lectores, además de escribir el reencuentro de Gëir y Brunhilde después de la segunda ronda.
Gracias a todos por leer, los quiero mucho a todos.
Nos vemos en 25 días.
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*Runas: Los alfabetos rúnicos son un grupo de alfabetos cuyas letras, llamadas runas, se emplearon para escribir las lenguas germánicas principalmente en Escandinavia y las islas británicas, aunque también se usaron en Europa central y oriental, durante la Antigüedad tardía y la Edad Media, antes y también durante la cristianización de la región.
*Seidr: Seidr un término para un tipo de hechizos o brujerías que fue practicado por los nórdicos pagano.
*Hindi: Lengua del grupo indio, procedente del indio medio, que se habla principalmente en el norte y centro de la India, y que difiere del urdu solo en la escritura.
*Menjurje: Mezcla de cosas diversas que se hace sin orden ni medida.
*Yokais: Son una clase de criaturas pertenecientes al folclore japonés. Algunos tienen partes animales, humanas o de ambos a la vez, tales como los Kappa y Tengu. Los yōkai son generalmente más poderosos que los seres humanos y, debido a esto, tienden a actuar con arrogancia sobre los mortales.
*
Nodachi: Una odachi es una gran espada japonesa a dos manos. odachi se traduce aproximadamente como "espada de campo", sin embargo algunas fuentes sugieren que el significado de nodachi es básicamente el mismo que ōdachi que significa "gran espada".
*Gaijin: expresión racista y despectiva hacía los extranjeros.
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