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CAPÍTULO DOS
WEREWOLVES THINGS
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       EL TRÍO MIRABAN ansiosos a las cuatro personas frente a ellos esperando que después de su tercera explicación al fin hayan entendido.

— ¿Mate?

— Creo que la tenemos a última hora, odio a la profesora Johnson...

El trío de lobos rodó los ojos por milésima vez. Llevaban más de veinte minutos tratando de explicar el que era un mate y la imprimación en los hombres lobo pero ni con peras o manzanas parecían entender.

— No hablan de eso... — rodó los ojos Addison haciendo sonreír a los mitad lobo creyendo que alguien al fin había entendido su punto — Es un té o algo así, según yo.

Al oírla volvieron a resoplar y poner los ojos en blanco.

— Ninguno lo entiende. — Se talló los ojos con frustración el chico de mechón blanco.

« A excepción de Willa » pensó.

Esperaba ansioso el día en el que su hermana por fin lo dejara hablar públicamente sobre su imprimación con Wynter, pues esto no lo sabía nadie, ni siquiera la propia Wynter, solo el y su hermana la cual se negaba a confesarle sus sentimientos a la otra chica.

Sacudió la cabeza alejando esos pensamientos, al final de cuentas no era su asunto.

— Se que es complicado de explicar pero no difícil de entender.

— Es que ustedes los lobos tienen leyes muy extrañas — Se defendió Zed.

— "Exclamó el zombie" — El peliverde abrió la boca para decir algo pero inmediatamente la volvió a cerrar mientras asentía derrotado, no podía replicar contra eso, entendía su punto.

— Escuchen — Wyatt llamó su atención — los mates son nuestras parejas asignadas por la la Luna, es el destino, una vez que encontramos a nuestra pareja no podemos separarnos de ella, inmediatamente se vuelve nuestro todo.

— Ya estoy captando la idea... — asintió Eliza — pero creí que solo pasaba con los alfas... ¿tu ya te imprimaste Willa? — preguntó con interés hacia la morena.

— No. — respondió rápidamente a la defensiva.

— Los betas lo único que no podemos es tener hijos, en lo demás somos como cualquiera.

— Como cualquiera que le aúlle a la luna y cambie de forma... — respondió sarcástica Addison.

— Si bueno, nadie está viendo lo importante del asunto — hablo preocupada Bree — Wyatt acaba de imprimarse de Nicolette ¡Nicolette! Maldición. — Se tomó las cabeza frustrada por su amigo.

— ¿Qué tiene de malo? es carismática y bonita. — Respondió Zed.

— ¿Verdad que si? — El hombre lobo soltó un suspiro soñador — Espera, ¿cuando hablaste con ella? — Su expresión enamoradiza cambió repentinamente por una molesta junto con un tono celoso.

Anyway. — le restó importancia la de lentes — No lo comprendes Wyatt, que su apariencia impecable no te engañe, ella de verdad es mala.

Wyatt simplemente bufo. No quería escucharla, por lo poco que se expresó de ella supo que no tendría nada bueno que decir y como en su cabeza ya era perfecta no quería que esa imagen se viera manchada por los tontos comentarios de Bree.





Quería correr hacia ella y no separarse nunca. Pero a su vez tenía tanto miedo, su imagen imponía e intimidaba demasiado. ¿Qué tal si sí era como la describía Bree? ¿Y si lo rechazaba?

La observo retocándose su labial mientras se miraba en un diminuto espejo antiguo desde detrás del gran libro púrpura, comenzaba a pensar que era la mejor técnica de espionaje hasta que de repente alguien le arrebató el libro sacándole un gran susto.

— Te atrape.

— Maldición Addison no hagas eso. — le quitó el libro que lo cubría anteriormente — Arruinas mi misión en cubierto.

— Claro. — Alargó la "a" mientras reía — Si te gusta, ve y háblale, no la acoses, hombre.

— Lo dices como si fuera tan fácil. — reprendió — Además, he visto como varios lobos de la manada de mi hermano hacen esto para darle entender a las hembras que quieren aparearse con ellas. — Explicó como si aquello fuera lo más normal del mundo mientras que Addison lo miraba igual que cuando Bucky decidió abrir su propia cuenta de fans en Instagram.

— Así no funciona con los humanos... más bien nuestro... mmm — dice incómoda — "ritual de apareamiento" es ir por un café o al cine, deben conocerse primero, sino la asustaras. — Explicó de una forma que la pudiera entender.

Sabía que eran nuevos integrándose en la sociedad y que sus costumbres eran muy diferentes, también entendía que no porque fueran minoría se tendrían que acoplar a las suyas pero había que ser prudentes.

— Es muy tonto — ella lo miro como diciendo "¿en serio?"— ¡De acuerdo! — se rindió — lo intentaré... — dijo poco convencido.

— ¡Eso tigre! — Alzó una ceja — Digo, lobo — se corrigió de inmediato antes de que el tomara una profunda respiración antes de acercarse a la pelinegra.

El chico comenzó a caminar con pasos temblorosos, incluso hasta hacía tiempo entre estos mismos, si quería pero temía su reacción.

Claro que después de darse cuenta que era su pareja adicional pidió "información" de ella (obviamente no a Bree) y lo que sabía hasta ahora es que su familia era de las más adineradas e importantes de la ciudad siendo que eran descendientes directos de los fundadores del pueblo, cosa que no le agradó mucho ya que eso significaba que echaron a sus ancestros además de que escondieron la piedra lunar. También supo que su hermana hace años fue la que creó el equipo de animadoras más a Nicolette no le interesaba integrarse en el mismo. Y otra cosa que lo alegró bastante es que no tenía novio o algo parecido, que más bien nunca lo ha tenido, pero eso si, muchos pretendientes que a pesar de su desagrado era algo con lo que tendría que lidiar.

Ya más cerca, a solo unos pasos de su mate, ella sintió su presencia y rápido llevó su atención al chico frente a ella. Lo reconoció después de un par de segundos, lo recordaba como el mirón de la mañana y sonrió mostrando sus blancas perlas y extrañamente sin formarse ninguna sola arruga al rededor de su boca.

— Hola...

Al escucharla hablar sintió como su piel se ponía de gallina. Con una palabra logró hipnotizarlo, su voz era hermosa y derrochaba sensualidad al igual que elegancia en cada sílaba, es más, por cada poro de su cuerpo, era tanta su perfección que daba miedo.

El quedó petrificado haciéndola sonreír con burla.

— ¿Si puedes hablar, no?

— Y-yo... si... hola — sonrió nervioso dejando sus colmillos al aire los cuales salían a relucir cada que experimentaba emociones fuertes y ella en cambio transformó su expresión divertida a ahora una asustada y nerviosa.

Era uno de ellos, maldición. No podía estar tan cerca, debía alejarse lo más posible.

— Debo irme. — Tomo sus libros y mochila de forma apresurada y casi usando su velocidad sobrehumana salió huyendo de la biblioteca lejos de aquel hombre lobo.

Wyatt en cambio abrió la boca sorprendido y abatido, giró a ver a Addison a sus espaldas la cual tenía la misma reacción que él, no fue hasta segundos después que se dio cuenta que sus colmillos habían salido entonces con su mano los cubrió de forma vergonzosa y salió del lugar con la cabeza gacha.

Estaba frito, su primer acercamiento y ya lo había arruinado, era obvio que la había espantado. Nunca en su vida había sentido rencor por su naturaleza hasta hoy.




Caminaba por el pasillo hacia su siguiente clase ahora cuidando más sus espaldas de los lobos hasta que un chillido emocionado la interrumpió.

— Nikki no es verdad — saludo con asombro — te ves hermosa, Italia te sentó bien. — Ella sonrió con arrogancia.

— ¡Sharpay! — regresó el saludo con burla haciéndolo reír por el apodo — gracias cariño, tú igual te ves bien, te queda el rosa. — Señaló su atuendo. — ¿Sigues dirigiendo a las animadoras?

— Le pase el puesto a Addison, de hecho. — Aclaró con cierta nostalgia.

Bucky de verdad que extrañaba dirigir a las animadoras pero era su último año de preparatoria y con las tareas, proyectos y demás ya no tenía el tiempo suficiente hasta tuvo que darle el puesto de presidente a Zed con todo el dolor de su corazón. Además por las ciertas declaraciones sobre su mal liderazgo también lo llevaron a ser sustituido del puesto.

— Lamentó oír eso. — Colocó una mano en su pecho.

— Si bueno, se que está en buenas manos. — sonrió levemente mientras que la pelinegra fruncía el ceño extrañada por su actitud. Eso de comenzar a ser amable le estaba costando un poquito — En fin, me encanta hablar de mi, podría hacerlo todo el día, — Nicolette asintió de acuerdo — pero, quiero saber de tu viaje, — enrollo su brazo al de la pelinegra para así comenzar una travesía por los pasillos — cuéntamelo todo.

Ella rió levemente para después comenzar a contarle los detalles culturales y gastronómicos de su bello país natal, claro que omitiendo ciertas partes, como el "accidente" de Stacy.

Ella amaba a Bucky, no de manera romántica, sino que tenía mucho aprecio por el, era de las pocas personas que la entendía y con las que podía sacar su lado extremadamente vanidoso sin ser juzgada. Y todo era viceversa, Bucky igual admiraba demasiado a Nicolette, si ella quería hacer algo era el primero en animarla a alcanzarlo. Era una amistad muy fuerte y llena de confianza, no lo suficientemente como para confersarle su verdadera naturaleza pero si apta.





Nicolette miraba con engreimiento y vanidad la corona que ganó el año pasado en "Señorita adolescente" ,decidió donarla a la escuela como muestra de orgullo estudiantil pero la realidad es que lo hizo por pura soberbia.

Suspiro mientras se daba un viaje en sus pensamientos. El viernes era la luna negra y si era sincera consigo misma estaba preocupada con lo que pudiera ocurrir.

Era el cumpleaños de la estimada Morrigan, madre de todos los vampiros y esposa de el gran maestro, mejor conocido en la cultura popular como Drácula. Es una tradición de todos los años, a su alteza le encantaba montar grandes eventos en su propio honor, Nicolette en sus primeros años de inmortalidad le fascinaban aquellas fiestas, experimentando sus poderes y masacrando a todo aquel que se interfiriera en su camino en el círculo de sangre.

El círculo de sangre es la mayor prueba de honor y valentía vampírica, se basa en un un torneo en el cual participan la mayoría de los vampiros con la excepción de los clanes Malkavian, Leblanc y Belmont quienes sus líderes hacen de juez y jurado. El Círculo de Sangre se caracteriza por su violencia siendo ante todo una demostración de fuerza, agilidad e inteligencia para quedar por encima del resto de los vampiros, es en este torneo es en donde se elige al Campeón de Sangre quien durante todo el año siguiente es considerado el vampiro más fuerte del clan.

Nicolette con orgullo podía presumir que ganó este torneo en el año de mil setecientos veinticinco, en su tercer año de inmortal, siendo una novicia sin mucho autocontrol, sed de sangre y violencia corriendo por todo su ser acabo con todos los vampiros que se atrevieron a jugársela aquel año.

Y es que siendo que cada vampiro contaba con un poder especial el de Nicolette era un arma realmente poderosa y peligrosa la cual la hacía tener un estus importante más evitarse seguir participando en el horroroso circulo, pero también la hacía estar en la mira del consejo vampiro todo el tiempo y jamás en sus trescientos dieciséis años de vida los había utilizado en un humano, pues tenían prohibido matar a menos de que fuera realmente necesario.

Todo su clan tenía una ley, y era la más importante. La abstinencia de sangre humana es primordial, no en el sentido de que no podían tomarla, solo no debían arrebatarla de un cuerpo en contra de su voluntad. Por ello muchos vampiros solían alimentarse solamente de animales mientras que otros encontraron distintos métodos para pasar desapercibidos, como Nicolette y Dalia.

De pronto sus pensamientos se vieron interrumpidos por un olor bastante peculiar para su gusto, debía pensar en una excusa rápido para volver salir corriendo del desalineado hombre lobo.

Giro a verlo antes de que este pudiera hablar tomándolo por sorpresa. Ella abrió la boca para decir lo primero que se le vino a la mente pero él la interrumpió justo a tiempo.

— Antes de que digas algo, quiero aclarar que no soy peligroso. — Incluso tomó su distancia para evitar asustarla más de lo que creía que ya estaba.

Lo cual era cierto, pero no por las razones que el pensaba. A pesar de que lo único que quería era estar cerca de ella y poder sentir todo su olor.

Según Willa, los mates tienen el olor que más te gusta y el tenía curiosidad por saber el suyo, tenía miles de olores favoritos y deseaba conocer el elegido por la Luna en su hermosa mate.

— De acuerdo, — le restó importancia — tengo algo que hacer. — Se dio la vuelta excusándose pero antes de poder dar dos pasos Wyatt desesperado por la ansia de estar cerca de ella se apresuró a tomarla de la muñeca deteniéndola, que grave error.

No contaba con que la chica trajera una pulsera de plata reposando en su muñeca, lo cual hizo que el castaño sintiera un ardor demasiado fuerte en la palma de su mano quitándola en menos de un instante.

Gracias al ajetreo Nicolette por un momento casi pierde el equilibrio — casi imposible debido a sus habilidades — preocupando a Wyatt que en un intento de ayudar quiso tomarla pero sus pies se enredaron por las cintas desabrochadas de sus botas lo hicieron caer y arrastrando hasta el suelo a su lado a la pelinegra, pero en el camino también lograron tumbar algo más.

Entre empujones y alborotos lograron derrumbar la gran repisa de trofeos en medio del pasillo haciendo un gran ruido estruendoso que incluso los ciudadanos de ZombieTown lograron oír claramente.

A los pocos segundos todos los estudiantes que se encontraban en sus aulas en ese momento salieron algo asustados por el ruido de impacto hasta que se tranquilizaron al ver la verdadera razón y culpables.

La pelinegra irradiaba ira, sus ojos comenzaron a ponerse de un rojo zafiro y sus uñas comenzaron a volverse más largas y afiladas. Cuando estaba por atacar al culpable que había caído unos metros lejos de ella, él director entró en escena preguntando que rayos estaba ocurriendo.

Los observó sin poder creerlo hasta que con un solo asentimiento los mando a su oficina sin siquiera darles oportunidad de replicar.




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