01- 𝘌𝘷𝘦𝘳𝘺𝘰𝘯𝘦 𝘩𝘢𝘴 𝘣𝘢𝘥 𝘥𝘢𝘺𝘴.
Es una noche lluviosa. Y fría. Marth está acostado en su cama. Solo. Desde hace tiempo, todo es igual. Link está fuera todo el día y por la noche vuelve con una disculpa y un pequeño ramo de flores. Aunque Marth aprecia las flores que recibe, le gustaría pasar un día a solas con su novio. Y a la mañana siguiente, se despierta solo. — ¿Por qué sigues haciendo esto?
Se levantó y procedió a ir a la cocina a desayunar. Cogió unos bollitos rellenos de crema y un chocolate caliente. Mientras desayunaba escuchó que abrían la puerta. Como siempre, Link vino con un ramo. Esta vez, eran lirios blancos. — Hey Marth…
— Sí lo sé. Lo sientes por llegar a esta hora y me has traído otro ramo.
— Pareces molesto. ¿Has tenido mala noche?
— Sí, la he tenido. Porque tú no estabas y tuve que dormir solo y con frío.
Cuando acabó su desayuno, se fue al baño con intenciones de ducharse. — ¿Nos duchamos juntos?~
— Hoy no. Entro temprano a trabajar en la cafetería y tengo turno doble.
A Link se le borró la sonrisa. Pero Marth debía centrarse en su trabajo. Se desnudó en el baño y se metió a la ducha. Aprovechó y se lavó el pelo también. Salió con una toalla en la cintura y sacó una camiseta blanca, una camisa celeste, unos pantalones beige y unas bambas rojas. También cogió su abrigo amarillo pastel y sus guantes.
Salió del cuarto y cogió su bandolera junto a su cartera y sus llaves. — Me voy Link, volveré a la tarde.
Link le besó la mejilla. — Que te valla bien.
Falso. Marth no sintió absolutamente nada por ese beso. No hubo ningún tipo de sentimiento en el contacto. Marth caminó hasta llegar a una cafetería y entró. — Buenos días.
— Hey Marth, llegas pronto.
— Lo sé, es sólo que…no me apetece nada estar con Link hoy.
— Oh no, ¿qué ha pasado esta vez?
— Lo de siempre Roy. Se va cuando nos acostamos juntos, desaparece y reaparece a la mañana siguiente con un ramo.
— Joder…hoy Kamui tiene turno de día en el restaurante, si quieres puedo invitarte a almorzar y te olvidas de todo.
Marth sonrió. Él y Roy eran amigos desde la primaria y siempre podían contar el uno con el otro, incluso querían estudiar lo mismo y en la misma universidad. Se dedicaron a limpiar las mesas y colocar bien las sillas. — Esto es agotador…
— Puedes irte si quieres. Te puedo cubrir el resto del turno.
— No…estoy bien, puedo seguir.
Un par de minutos después, sintieron unos pasos. Marth supuso que sería un cliente, así que se acercó a atenderle. Sin embargo, a medida que se acercaba, sintió que su corazón se aceleraba. Y había un aroma algo fuerte pero agradable. Como a romero.
Un chico, algo más alto que él, entró en la cafetería. Marth se acercó a atenderle. Y el aroma se hizo más fuerte. — Hola, ¿vienes solo o esperas a alguien?
— Eso…¿fue un coqueteo?
Marth se puso colorado. — N-no, yo…
— Tranquilo, estoy de broma. Y sí, vengo solo.
Marth guió a su cliente a una mesa junto a la ventana. Se quitó la chaqueta y la puso en el sillón que rodeaba a la mesa. El joven camarero preparó su libreta para tomar el pedido. — ¿Sabes qué vas a tomar?
— Un capuchino con extra de espuma.
Marth lo apuntó. — Vale, ¿algo más?
— Sí, me gustaría saber antes qué son las tortitas "fantasía oscura".
— Por supuesto. Son tortitas con nata, sirope de chocolate, helado de vainilla, trocitos de galleta oreo y trocitos de twix.
— Ya veo. Quiero esas tortitas, pero sin el helado, hace mucho frío.
— Marchando.
Marth se fue, para preparar el pedido. Su compañero Roy, notó que su amigo se comportaba raro. — He notado más tensión en tu conversación con ese chico que cuando tuve que conocer a mis cuñados.
El peliazul se puso más nervioso de lo que estaba. — Esto es horrible…
— ¿El qué? ¿Que te atraiga un alfa que no sea tu novio o que no sepas interpretar una indirecta?
— Lo digo en serio Roy, estoy entre la espada y la pared. No sé qué hacer.
Roy dejó de secar los vasos y empezó a ayudar a Marth con las tortitas. — Deja que todo fluya. No te preocupes por lo que pueda pasar. Disfruta del momento.
Marth pensó en ello. Cuando terminó el pedido, se acercó al peliazul más alto y le entregó las tortitas y el café. — Disculpa la tardanza.
— No te preocupes, se nota que tienes un mal día.
— ¿Cómo lo sabes? No muchos lo tienen.
— Créeme. Todos tienen días malos.
Marth soltó una risita. Pero tuvo que despedirse, ya que aún tenía que trabajar. Roy notó que su amigo estaba más alegre y que trabajaba con más ímpetu. Cosa que lo dejó más tranquilo. Pasado un rato, decidió pasar a ver cómo iba aquel chico con las tortitas. — ¿Cómo ha estado tu desayuno?
— Haces unas tortitas deliciosas. Y el café también estaba muy rico.
— Me alegra que te guste.
Marth desvió la mirada mientras se colocaba un par de mechones detrás de la oreja. — Eres muy lindo.
Marth se sonrojó.— Gracias…eres muy amable, pero…
— Tienes novio, lo sé. Pero sólo digo la verdad.
El peliazul más joven no pudo evitar ponerse nervioso. Ni siquiera Link le había dicho nada parecido. Y eso lo apenó un poco. — ¿Me disculpas un momento?
El mayor asintió y Marth fue corriendo a dónde estaba Roy que lo miró preocupado. — Marth, ¿estás bien?
— Tienes razón Roy.
— Por supuesto…¿pero qué intentas decirme?
— ¿Puedes…cubrirme el turno?
Roy tardó un poco en reaccionar. Miró un momento al chico que atendió Marth y se percató de lo que quería decirle. — Que lo disfrutes.
Marth asintió, se quitó el delantal y fue a sentarse con su cliente. — Me llamo Marth, por cierto.
— Yo soy Ike. Encantado.
El pelirrojo empezó a observarlos desde la barra. Una gran sonrisa se dibujó en su rostro al ver a su amigo disfrutando de la entretenida conversación que mantenía con aquel chico.
Ambos chicos estaban disfrutando de la fluidez de su conversación, hasta que Ike sintió curiosidad. — Y, ¿tienes algún problema con tu novio? Porque te he notado algo distante.
Marth bajó la mirada. — Es un idiota. Pasamos un buen rato juntos y cuando me acuesto, él se va y reaparece por la mañana con un ramo de flores para disculparse.
— Entonces no es un idiota. Es un capullo descerebrado.
— Eso ha sido bastante brusco.
— Es lo que pienso sabes. La gente cree que el amor es algo de usar y tirar. Pero es algo especial que hay que cuidar y atesorar.
Marth empezó a sentirse raro. Su corazón latía algo rápido y un calor agradable recorrió su cuerpo. Algo que no sintió estos últimos días en su relación con Link. Y le hizo sentirse cómodo. — Gracias…por escucharme.
— No hay de qué. Mi madre me decía que la empatía y el escuchar cómo se sienten los demás ayuda a relajarse.
Marth escuchaba atentamente lo que le decía. No esperaba que le dijera algo tan dulce y profundo. Entonces escuchó que Roy le llamaba. Marth volvió a disculparse y se dirigió a la barra. — ¿Te estás divirtiendo?
— Bastante. ¿Qué pasa?
— Era Akira. Me ha dicho que si quieres, puedes irte, que él te cubrirá el turno.
Marth asintió y volvió a dónde estaba Ike y éste se preocupó. — ¿Pasó algo?
— No, sólo…voy a tomarme el día libre. Aunque no sé qué puedo hacer.
Ike se levantó. — Bueno, sé que acabamos de conocernos, pero, ¿te apetece dar una vuelta conmigo?
Marth sonrió. — Eso me gustaría.
El chico más mayor dejó el dinero del desayuno, mientras Marth iba a por sus cosas. Cuando volvió, se fue con Ike a disfrutar del resto de la mañana. Y por primera vez en mucho tiempo, se olvidó de las disculpas vacías de Link.
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