.𖥔 ݁ ˖ 𝟯𝟬 - alone
───── chapter 30 ─────
SOLA
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TODO LO QUE JUD PODÍA PENSAR EN ESE
momento… era en ganar.
Había entrenado cada músculo, cada reflejo, cada reacción por años. Su cuerpo estaba listo. Su mente debía estarlo. Pero, por más que lo intentaba, algo nublaba su visión de victoria, algo que no tenía nada que ver con una técnica mal ejecutada o un rival imposible. No. Era Axel. El capitán del dojo contrario. Él era la tormenta que golpeaba su concentración.
<< Maldita sea >>, pensó. Quería golpearse la cabeza y sacárselo de una vez. No tenía derecho a ocupar espacio en ese momento. Y sin embargo… lo hacía.
—Las segundas oportunidades no son muy comunes —gruñó Kreese, paseándose frente a ellos como un general en campo de batalla—. Pero que me parta un rayo si no aprovechamos esta.
Su tono era furioso, casi rabioso, pero había un brillo satisfecho en sus ojos. Como si todo hubiera salido exactamente como planeó. Como si el universo le estuviera dando la razón.
—Volveremos a casa con honor —añadió la sensei Kim, su voz cortante y decidida como siempre.
Sin esperar más, dio la señal. Jud y Kwon se lanzaron a las manoplas.
Yoon sostenía un par para Kwon, quien comenzaba con rápidas patadas frontales. Tory, firme como una roca, sostuvo las manoplas para Jud, quien no dudó en golpear con fuerza.
Cada puñetazo de Jud llevaba el peso de algo que no podía decir en voz alta. Presión, frustración, confusión. Su respiración se volvió más rápida, más agitada. Golpe tras golpe, intentaba enfocarse, sacar a Axel de su mente, enterrar esa última imagen de él en la recepción, con esa mirada que la desarmaba sin esfuerzo. Pero cuanto más lo intentaba, más lo sentía dentro de su pecho. La idea de ganar, de subir al podio, comenzaba a desdibujarse frente a lo que sentía por él. Y eso… la aterraba.
—Ustedes dos fueron elegidos como mis campeones —la voz de Kreese volvió a cortar sus pensamientos, esta vez más dirigida, más personal—. Porque ambos tienen esa lucha interior. Es hora de dejar que todo eso salga.
Jud apretó la mandíbula. Golpeó más fuerte. Comenzó a agregar giros, patadas rápidas, combinaciones. Su cuerpo respondía por reflejo, como si el dolor emocional se transformara en poder físico. Pero entonces, lo sintió.
Sus piernas temblaban. Un aviso silencioso de que no podía mantener esa fachada mucho más.
Todo lo que había estado ignorando comenzaba a pasarle factura. La aparición de su padre, inesperada y aterradora. El torbellino emocional que había traído consigo Axel. Esa conexión entre ellos que no entendía pero tampoco quería romper. La tensión creciente entre dojos, Miguel, Miyagi-Do… todo era más complejo de lo que quería admitir.
Y mientras el Taikai avanzaba… todo eso, todo lo que había enterrado para rendir, comenzaba a surgir como una ola imparable.
—Aprovechen su dolor —la voz de Kreese sonó como un rugido contenido, oscuro, como un eco de guerra—. Enfóquenlo. Apunten esa rabia directamente a su enemigo. Y entonces… solo entonces… desaten el infierno.
Tory intercambió la manopla por una tabla de madera delgada. La sostuvo firme, elevándola a la altura adecuada, lista para que Jud la rompiera de una patada, justo como Kwon había hecho con Yoon segundos antes.
Jud respiró hondo, preparándose.
Pero algo falló.
Todo se volvió borroso, como si su mente se hubiera llenado de niebla en el instante crucial. Al lanzar la patada, apenas rozó el borde de la tabla con la punta del pie. No se rompió. Solo se movió.
El sonido hueco de la madera intacta fue peor que una bofetada.
Los senseis intercambiaron una mirada de desconcierto. Esa no era Jud.
—Mierda… —murmuró entre dientes, bajando la mirada, con las manos apoyadas en las rodillas. Estaba jadeando. No solo por el esfuerzo físico. Su mente estaba saturada. Atrapada en pensamientos que no lograba callar. Axel. Su padre. Todo.
—Silver.
El apellido la golpeó como una bofetada. No por el tono. Por el peso. Era suyo. Pero lo odiaba.
—Conmigo —ordenó Kreese con frialdad.
Ambos se alejaron del grupo, mientras Kim retomaba el entrenamiento de Kwon. Solo entonces, cuando estuvieron lo suficientemente lejos, Kreese habló.
—Lo siento, resbalé —dijo Jud rápidamente, deseando sonar firme, convincente. Pero su voz tembló. Mentirle a Kreese no era fácil. Y hablar… menos.
—¿Cuándo? —preguntó él, alzando una ceja con severidad—. ¿Cuándo vas a lograrlo?
Jud guardó silencio. Por primera vez, no tenía una respuesta. Y eso era peor que fallar. Porque Kreese conocía su mente casi tan bien como ella.
—En la guerra destruyes a tus enemigos, o ellos te destruyen a ti —sentenció él con voz grave.
—No son enemigos… son amigos —respondió Jud en voz baja, confundida incluso por su propia afirmación. No sabía si hablaba solo de Miyagi-Do… o si también incluía a Axel.
Kreese ladeó la cabeza, casi con ironía.
—Tu padre solía ser mi amigo. ¿Y sabes qué hizo? Me mandó a la cárcel —la señaló con firmeza—. Tu padre, quien se suponía debía protegerte, te culpa por la partida de tu madre. Te rompió con la excusa de prepararte para el mundo. Te entrenó con dolor. Y yo vi las cicatrices.
Jud cerró los ojos. El ardor en su garganta era insoportable. Los gritos. Las órdenes. Las súplicas que nunca se escucharon. Todo regresaba con brutal claridad.
—¿Está tratando de lastimarme psicológicamente con eso? ¿Es su intención? —le lanzó con un nudo en la voz.
Kreese esbozó una sonrisa torcida.
—¿Y no estás enojada por eso? —preguntó, directo, como un disparo al estómago.
Jud sintió que todo su cuerpo se contraía. Sí. Estaba enojada. Jodidamente enojada.
—Entonces demuéstralo en la colchoneta —la voz de Kreese comenzó a elevarse, y cada palabra era una chispa a punto de incendiarlo todo—. No eres una prueba fallida ni un desecho de Terry. ¡Eres su mejor creación! Resistes los golpes, sabes devolverlos. ¡Toma todo ese dolor y haz que se arrepienta de cada segundo que te hizo pasar!
A esa altura, ya estaba gritando. El entrenamiento de Kwon se detuvo. Todos miraban a Jud.
Jud sintió como si las palabras la empujaran hacia un abismo. Como si una patada invisible la forzara a volverse algo que no quería ser. << Yo no soy así >>, se repetía en su mente una y otra vez.
—Es una competencia. Y estamos solos en este mundo. Lo sabes mejor que nadie —sentenció Kreese, bajando la voz como si cada palabra estuviera tallada en piedra.
Y con eso… cayó la última ficha.
—¿Estás lista entonces? —rugió de nuevo.
Jud alzó la cabeza, con los ojos ardiendo.
—Sí, sensei —murmuró.
—No te escuché.
—¡Sí, sensei! —repitió con más fuerza, y volvió a la lona.
Esta vez, sus compañeros la rodearon. El ejercicio era claro: tenía que estar lista para todo. Para todos. Y Jud lo estaba.
No había más ruido mental. Axel se quedó atrás, sepultado por un objetivo que ahora parecía lo único posible: ganar.
Derribó a cinco. Tory fue la última. Solo quedaba Kwon.
Él se lanzó sin dudar, pero Jud fue más rápida. Usó sus piernas para atrapar su cuerpo en el aire, giró con precisión y lo estrelló contra el suelo. Kwon quedó debajo de ella, sin aliento.
—Eso es de lo que hablaba —exclamó Kreese con una palmada seca, satisfecho. Kim asintió también, aunque con una sonrisa mucho más contenida.
Jud permaneció ahí, respirando agitada, aún encima de Kwon. Luego soltó su agarre y dejó caer su espalda en la colchoneta. Necesitaba ese segundo. Un respiro.
Kwon, a su lado, también jadeaba, derrotado pero sonriendo.
—Ese fue bueno —dijo entre respiraciones agitadas—. ¿Dónde lo aprendiste?
—Tú lo dijiste —respondió Jud, con media sonrisa—. Tengo un padre millonario y una vida resuelta.
Kwon soltó una risa corta y se giró para verla.
—Lo siento —dijo de pronto.
Jud abrió los ojos, sorprendida. ¿Kwon… pidiendo disculpas?
—¿Qué?
—No lo repetiré —aclaró él, girando la mirada hacia el techo—. Solo me refiero a… todo. Ahora solo somos tú y yo en esa lona, y no quiero tener problemas con mi capitana, ¿ok?
Jud sonrió, y estiró el puño hacia él. Kwon lo chocó sin emoción, pero lo hizo.
—Prométeme que los dos nos iremos con esos trofeos —pidió ella con un brillo desafiante en los ojos.
Kwon soltó otra carcajada.
—Creí que querías deshacerte de mí —dijo, sentándose de golpe.
—Aún quiero deshacerme de ti —contestó Jud, levantando una ceja—. Pero lamentablemente, y según las reglas, te necesito.
Kwon se levantó y le ofreció la mano.
—Entonces te veo en el podio.
Jud la tomó, y con su ayuda se puso de pie.
—Más te vale, erizo.
❝ WATER FOUNTAIN ❞ just in Wattpad
by saturnliz / Lizzie
☪︎ 🐉˚‧⁺. • ○ ● 🐍☆
NOTA:
solo regrese para
romperles el corazón
con los capítulos 👅.
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