05
Capítulo cinco
– ¿Por qué carajos no dejó de comer?– pregunté a Leah mientras terminaba mi tercera hamburguesa. Era de buen comer pero esto era un exceso, generalmente con una hamburguesa y papas quedaba satisfecha pero los últimos días había comido tanto que temía haber subido unas cuantas libras.
– Es por tu parte lobuna, por eso los idiotas comen tanto– contestó Leah mientras me miraba con burla.
–¿Y no suben de peso? Yo veo a Sam algo gordo– respondí mientras terminaba mi soda de dieta.
– Ser lobo consume muchas calorías, no deberías preocuparte por eso.
–¿Entonces por qué debería preocuparme, se les suben las pulgas?– pregunté mientras salíamos de la cafetería del pueblo. Había pasado casi una semana desde mi primera transformación y a decir verdad, aún no me sentía cómoda del todo.
También había pasado una semana desde que había hablado-discutido con el idiota de Jacob Black, si Bella Swan hacía popo su corazón ya no era asunto mio, él lo había dejado muy claro.
–No, ¿No me habías dicho que te habían aceptado para una entrevista en la academia de artes de no sé dónde?– contestó Leah girando los ojos mientras esperábamos a que papá pasara por nosotras en la avenida.
–¡Carajo! ¡Lo había olvidado y es en un jodido mes!– grité haciendo que todos los que pasaban me voltearon a ver. Tenía que presentar todo un portafolio ante la Academia de Artes de Seattle y no llevaba ni un boceto.
–Pues date prisa, Sam quiere que hagamos patrullajes nocturnos ya que al parecer un vampiro nómada entró a casa de Bella.
–Agh, mierda.
Personalmente lo que le pasará me tenía sin cuidado pero tenía que seguir órdenes de Uley, cosa que me reventaba el hígado. Al menos Leah ya no estaba sola, su ánimo y humor habían mejorado considerablemente los últimos días y creo que era por mi.
El auto de mi padre se detuvo junto a nosotras y él nos recibió con una sonrisa. Papá era todo lo que tenía en este mundo y creo que un mejor progenitor no pude tener; ahora sé que mamá se enfrentó al consejo cuando lo conoció pues él no era de la reserva, venía de Australia y cuando él y mi madre se conocieron tuvieron un flechazo.
Había hablado con él sobre mi transformación y no le sorprendió ni un poco, dijo que mi madre sabía que esto pasaría y lo advirtió cuando yo era muy pequeña. También me dijo ella no quería que yo fuera una mujer lobo, cosa que me pareció extraña, ya tendría tiempo para investigar los secretos que ocultaba mamá, como el porqué conocía a Edward Cullen.
–Hola Isaac – saludó Leah a mi padre.
–Leah, ¿Cómo está tu hermano y tú madre?– preguntó Papá.
– Ambos bien, mi madre me comentó que por la tarde enviaría a Seth a llevarte su pescado especial.
– Oh, ya tenemos la cena Deni– comentó papá contento llamándome por mi apodo de niña.
Llegamos a casa después de dejar a Leah en la suya y en la entrada se encontraba sentado en las escaleras Jacob, shit. Bajo de la camioneta y miró a mi padre suplicante, realmente no tenía las mínimas ganas de hablar con él.
– Jacob, ¿Qué haces aquí?– cuestionó mi padre lo más serio posible.
– Vine a disculparme con Denahi– murmura Jake rascándose la nuca avergonzado.
A veces sorprendía lo mucho que conocía a Jacob: sabía cuando estaba enojado, cuando estaba feliz, los pequeños gestos y tics que poseía. Tal vez eso era con el antiguo Jake, el actual es un cretino.
Mi padre me mira y yo asiento, en algún momento tendríamos esta conversación.
– ¿Qué quieres Jacob? Creo que fuiste muy claro la última vez, no soy mi madre pero ahora pertenezco a la manada. En cuanto a lo de Swan, por mi puedes quedarte con ella o con quien quieras– termino encogiéndome en hombros.
Jacob me mira avergonzado y se levanta para que estemos cara a cara, en mi caso cara a pecho. Trataba de tomar mi mano pero no se lo permito.
– Lamento como te hablé la última vez, de verdad me dolieron tus palabras. Ahora que sembraste esos pensamientos en mi lo he pensado y puede que tengas algo de razón en cuanto a lo de Bella.
– Si vienes a hablar de ella puedes irte a tu casita– contesté con fastidio, la perra seguía y seguía...
Jacob se queda pensativo y suspira, tal vez esto no iba como lo tenía planeado pero no pienso ceder.
– Me alegra que formes parte de la manada, Leah no deja de brincar de felicidad– trata de sonreír un poco y tratar temas más amables.
Cuando iba a contestar sale Papá con el teléfono en la mano tapando la bocina y vestido con su ropa de trabajo.
– Deni, te habla un tal Edward Cullen. ¿Yey o Ney?
Mis ojos se abren al igual que mi boca, esto no podía estar pasando. ¿De dónde carajos había conseguido mi número y qué carajos quería?
Volteó a ver a Jacob y este parece ser una estatua de piedra con el ceño fruncido. ¡Bingo! Era una idea muy idiota pero algo en mi me pide hacerlo, seguramente mi parte más inmadura; tomo el teléfono y pongo mi mejor sonrisa.
– ¿Hola?
– Buenas tardes Denahi, soy Edward espero me recuerdes– la aterciopelada voz de Cullen me desconcierta, cosas como esas hacen que me den algo de miedo los vampiros, su inusual perfección en todo.
– Sí me acuerdo de ti, gracias por cubrirme con tu abrigo. Si llamas para que te devuelva siento decirte que ya lo ven...– me veo interrumpida por Jacob al arrebatarme el teléfono.
– ¿Qué quieres Cullen? – pregunta en tono brusco.
– ¡Regresame el teléfono ahora!– como puedo me las arregló para arrebatarle el teléfono.
–¡Listo! Dime rápido que quieres guapito, tengo algo de prisa– respondo y escucho una risa tan estridente que parece un oso ahogándose.
– Quisiera reunirme contigo, quisiera entregarte algo que guardo desde hace mucho tiempo.
–Está bien, esta noche en la frontera– respondo mirando a Jacob que me mira con desaprobación.
Cuando cuelgo la llamada alcé un dedo callando los gritos de desaprobación de Jake pero a él le importa un comino.
– ¡No puedes reunirte sola con él! ¡Es un chupa sangre!– grita haciéndome enojar.
–¿Qué? ¿Celoso?– alzó mi ceja y suelto una risa. – Además no iré sola, tú vendrás conmigo.
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