II. 𝐄𝐋 𝐍𝐎𝐕𝐈𝐎 𝐏𝐄𝐑𝐅𝐄𝐂𝐓𝐎
Llegaron a la casa de la pelirrosa, y fueron derechito a la sala de estar donde estaba el ventilador prendido. Se sentaron en el sillón grande, apretados, porque eran varios.
─Ah, ¿pero no se les ocurre saludar primero?─ preguntó Tomoko, preparando el almuerzo.
─¡Es que tenemos calor, mamá!
─¿Pero por qué fueron estos últimos días al colegio, sabiendo que no pasaban lista? Solamente fueron a derretirse al santo botón porque no hicieron nada─ habló Daichi, mientras miraba la televisión en uno de los sillones individuales.
─Ya sabes cómo es tu hija: ama ir a divertirse con nosotros─ le respondió Urabe.
─Jiji─ rio Kumiko.
─Me hiciste levantarme temprano para correr y alcanzar el autobús, solamente para estar sin hacer nada y muriéndome de calor, pero lo hice por un angelito como tú─ Urabe le acarició la cabeza cuan dueño acariciando a su perro.
─Guau.
─Oigan, el que derrote a Gun en la siguiente ronda del juego, tendrá el derecho de ser el dueño de Kumi perrita─ dijo Kokoro.
─¡SÍ!
─Y ese seré yo, gracias a mi Yaboku─ dijo Kishida.
─¡Sueña, seré yo con mi Aobozu!─ exclamó Nishio.
─¡No, seré yo!
─Ay, Nakayama, tú perdiste ante mi Rina la última vez─ le dijo Kokoro─. Ella es la más perfecta de todas las heroínas.
─¿De verdad crees que podrás vencer a Gun?─ le preguntó la rubia.
─¿Quieres apostar? Si yo gano, te teñirás el pelo de negro.
─¡Nooooo! ¡No quiero que Kokoro pierda su hermoso cabello rubio!─ Kumiko la abrazó, rogándole que no lo hiciera.
─No va a pasar, Kumi, porque él siempre pierde─ rio de manera burlona.
─¡Ahora verás, Kokoro Maejima!
─Chicos, díganme, ¿pudieron comer toda la comida que llevaron para la merienda compartida?─ interrumpió Tomoko.
─Solamente sobraron algunos macarons, dos o tres muffins y un poco de pastel─ respondió Nishio.
─Tomoko, déjame aclararte que, como siempre, Nakayama se comió casi toda la torta, y solamente pudimos comernos un pedazo cada uno─ le comentó Kishida.
─No me sorprende viniendo de Masao─ rio.
─Enserio, me da rabia que sea tan tragón─ añadió Kokoro.
─Kokoro, Urabe, nos dio mucha nostalgia que hayan traído esos muffins que hacía la mamá de Urabe cuando éramos niños─ dijo Nishio.
─Literalmente los hizo ella, porque nosotros no tenemos ni idea de cocina─ confesó el oji-verde.
─Yo recuerdo que una vez pensabas en regalarle una cena romántica a Kumi con esos muffins para que se enamorara de ti─ dijo Nakayama.
Urabe y la pelirrosa se ruborizaron al recordar ese día.
Nitta se puso de pie, totalmente serio.
─Tomoko, deja que yo cocine.
─¿Seguro? ¿No estás cansado?
─¿De qué? Si no hemos hecho nada.
─No sé, de madrugar...
─Sólo déjamelo a mí. Terminaré lo que sea que estés haciendo. Por favor, siéntate─ se fue a la cocina.
─Uuuuh, alguien se puso celoso─ se burló Kishida.
─Jaja, se ve que sí, pero me alegra que sea un gran chico. Es guapo, protector, es fiel, sabe cocinar muy bien... ¿Recuerdas, Kumi, esa vez que hizo takoyakis para todos nosotros?
─¡Fue de lo más tierno!
─Fue un día que se quedó a dormir, yo llegué cansada de la panadería, y se tomó la molestia de cocinar para todos nosotros. Todo un amor, Shun. La verdad es que estoy tan feliz de que él sea mi yerno...
Urabe también se levantó, totalmente serio.
─Voy a usar el baño. Permiso─ subió las escaleras.
─Otro más que está celoso─ dijo Nakayama.
─¿Hanji sigue enamorado de mi hija?
─Al parecer sí...
Kokoro estaba un poco "seria" por así decirlo. Al amor de su vida le cuesta mucho olvidar a Kumiko.
Kumiko se levantó, con el rostro hecho un tomate.
─Ahora vuelvo─ subió las escaleras.
─Pero qué cosa. Se van todos─ dijo Daichi.
Shun preparó sashimi de salmón para el almuerzo.
─Que lo disfruten, señores.
─¡Gracias, Nitta!
─Qué buena pinta tiene esto.
─¡Dios, ¿hay algo que este niño no haga bien?!─ exclamó Tomoko, asombrada─Shun, tengo mucha ilusión de que le cocines a Kumi todos los días cuando se casen.
El "vampiro" enrojeció levemente.
─Ma-mamá, yo también quiero cocinarle a él.
─Lo sé, pero es que los platos de Shun son simplemente perfectos.
─Kumi, ¿quieres que la próxima vez te enseñe a cocinar?─ le preguntó su novio.
─¡Síiiii, por favor! Que apenas sé hacer mis bentos para el colegio y alguna que otra torta, jiji.
─Al menos tú sí sabes cocinar, Urabe no hace ni un huevo─ Kokoro rio.
─¡Hey, ¿y los dorayakis que te hice el otro día?!
─No sabía a nada la masa.
─¡No menosprecies mi comida, Kokoro! ¡Agradece que te doy de comer, a pesar de que la comida esté cruda!
Todos rieron.
─Hanji, yo siempre voy a agradecer todo lo que has hecho por mí─ le dio un beso en la mejilla derecha─. Te quiero.
El oji-verde quedó pensando en lo que acababa de pasar.
─Oigan, lo siento, pero tengo hambre─ Emiko tomó un trozo de sashimi y empezó a comer.
─Oh, cierto. Gracias por hacernos acuerdo, Emiko─ le dijo Kishida.
Mientras todos almorzaban, Tomoko le susurró a Nitta en el oído:
─Shun, por favor, cuida mucho de mi niña.
─No me lo tienes que decir dos veces, Tomoko. A un angelito como ella hay que darle amor para que siga dando de su amor.
─Awww, eres tan dulce.
─Hey, dejen de cuchichear en la mesa─ les dijo Urabe.
─Tú no mandas en esta casa, Hanji.
─Son celos nada más, Tomo...
Urabe le pisó el pie a Nakayama, debajo de la mesa.
─¡Auch!
─¡Yo no soy celoso!
─En fin, te decía que eres el novio perfecto para mi hija.
Esas palabras realmente le hicieron el día a Shun.
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