VI. 𝐅𝐈𝐄𝐒𝐓𝐀 𝐃𝐄 𝐇𝐀𝐋𝐋𝐎𝐖𝐄𝐄𝐍 𝐄𝐍 𝐋𝐀 𝐄𝐒𝐂𝐔𝐄𝐋𝐀
Hanji estuvo los días posteriores reuniendo dinero para poder comprarle esos plumones a Kumiko, para su cumpleaños, que es el veintiséis de enero. Buscaba por toda su casa, monedas del valor mínimo, hasta el máximo, cualquiera servía. Buscó debajo de los cojines de los sillones del living, en la mesa de luz de sus padres, dentro de los bolsillos de su ropa, hasta en la billetera de su madre.
─Saca la mano de ahí, atrevido─ le dijo Sakana, detrás de él.
─No los voy a gastar en papas fritas o en jugo, te lo juro por Kumiko─ juntó las manos, en modo de suplicia.
─¿Kumiko?
─S-sí.
La mirada enojada de Sakana cambió a una de picardía.
─¿Acaso...?─ levantó ambas cejas.
─¡No me pongas esa cara de tonta!─ exclamó con la cara totalmente roja.
Sakana rio con ganas. Ver a su hijo avergonzado era muy divertido.
─Ya, no te enojes. Puedes contarme si quieres. No me voy a burlar de ti. El amor es parte de la vida.
─Métete tu amor por el... A quién engaño, sí me gusta Kumiko─ dijo, mirando hacia abajo. Estaba tan avergonzado que no podía ver a su madre a la cara.
─No sabes cuánto me alegra eso, tesoro.
─¿En serio?
─Pues sí, porque ustedes son mejores amigos, se quieren mucho y tienen muchas cosas en común, aunque ella es el ejemplo de una persona mejor organizada y responsable.
─No empieces con eso, por favor.
─Es broma, pero ya, a lo que voy es que es la indicada para ti. Siempre lo fue. Y por eso quiero que sea ella la que tome tu mano por el resto de tu vida.
Urabe sonrió muy emocionado, y no pudo evitar abrazar a su mamá.
─Gracias por decir eso, mamá. Me hace muy feliz que entiendas mis sentimientos amorosos por ella.
─Soy tu madre, mi deber es entender a mi hijo y ayudarlo en todos sus problemas─ lo cubrió con sus brazos─. Puede que seas holgazán y desprolijo a veces, pero no por eso dejas de ser un buen niño. Tratas a Kumiko con mucho amor, y eres bueno con los demás.
─Sacando a Takeshi y los demás, sí─ pensó, tratando de aguantar la risa.
─Te prometo que voy a ser la mejor consejera del mundo, y muy pronto tendrás a Kumi de la mano.
─Sería un sueño hecho realidad.
─Estoy muy emocionada por verla como a mi nuera.
─Jaja, ay, mamá, me avergüenzas─ se volvió a ruborizar.
─¿Puedes decirme para qué estás juntando monedas en toda la casa?
─Oh, sólo quiero comprarle una caja de plumones carísimos pero de muy buena calidad, y los que Kumiko quiere.
─¿Como cuánto salen los plumones?
─Dos mil quinientos yenes, y es un paquete de cincuenta.
Sakana puso una cara de: "Mierda".
─¿Y qué tienen esos plumones que cuestan más que alquilar un auto?
─Los colores son muy bonitos (es uno de los muy pocos paquetes que tienen equis color poco conocido), se pueden degradar muy bien, son lavables, puedes hacer de todo con ellos... No son unos plumones truchos, son de los buenos.
─Ah.
─Porfis, déjame comprarlos para su cumpleaños─ se arrodilló, juntó las manos y la miró a los ojos, haciendo puchero, como si fuese un perrito triste, con la esperanza de que su madre diga que sí.
─Mira, vamos a hacer un trato.
─¡LO QUE SEA!
─Shh, no grites. Si haces tareas domésticas, te acuestas temprano, te levantas temprano y eres más responsable con la escuela, te iré dando dinero de a poquito para que puedas comprárselos, pero no te los gastes en estupideces, o sino no te doy nada, ¿quedó claro?
─¡SÍ! ¡JUNTARÉ LA CACA DE PERRO DE TODO EL BARRIO SI ES NECESARIO!
─Bueno, ya hicimos negocios─ ambos se dieron la mano─. Espero grandes cosas de ti, Hanji.
─Voy a hacer todo tan bien que no tendrás más remedio que darme quinientos yenes por cada cosa que limpie.
─¡Oye, tampoco tengo tanto dinero!
Ese día Hanji sintió muy bonito tener el apoyo de su mamá. Él siempre fue holgazán, sólo hacía tareas domésticas de vez en cuando si su mamá le decía: "Hanji, ¿me tiras la basura?", y en la escuela no era el mejor que digamos. Sacaba notas como seis, cinco, cuatro... Pero ahora se pondrá las pilas para hacer todo lo que le manden a hacer, con tal de recibir unos cuantos yenes a cambio. Por fin será responsable en todo para hacer feliz a Kumiko.
Han sido días y días de limpiar los platos (se quejó todo el tiempo de que no paraba de tocar la comida pegada a los platos), sacar la basura (se quejaba de que eran muy pegajosas las bolsas), barrer los pisos (le dolían las manos de agarrar fuertemente la escoba porque la tierra que había en el piso parecía que no se despegaba de ahí), limpiar los pisos (le molestaba que todos pasaran por los pisos mojados y dejaran las huellas de los zapatos marcada), hizo toda su tarea en un solo día (le irritaba que le doliera la mano por escribir tanto y por tener menos tiempo para jugar a Héroes de Saitama). Fue una queja tras queja tras queja. Pero todo valió la pena, porque su madre le dio doscientos yenes.
─Más te vale guardarlos bien, que no se te pierdan, y así puedas comprar los plumones cuando tengas el resto del dinero.
─¡WIIII! ¡GRACIAS, MAMÁ!─ se fue a correr por toda la casa, gritando y celebrando que tenía dinero.
─Ay, este niño.
Hoy es treinta y uno de octubre, un día muy esperado por todos los niños. Es Halloween.
Los dos sextos de primaria de la escuela Nishigaoka organizaron una pequeña fiesta de Halloween para celebrar, y el dinero que se gane se usará para el viaje de egresados, que será en Tokio.
En la fiesta había karaoke, competencia de UNO y ajedrez, baile, desfile de disfraces, competencia de disfraces y la subasta de una torta de chocolate.
Urabe se disfrazó de una calabaza, y Kumiko se puso un vestido y un sombrero que hicieron que Urabe se derritiera de amor.
─Soy una brujita, jiji.
Urabe estaba rojo como un tomate, pero no se notaba por la calabaza en su cabeza.
─¿Te anotaste en el concurso de disfraces?
─Nah.
─¿Por qué no? Si los premios son muy bueno. El primero son quinientos yenes, el segundo son dos entradas para ver Dragon Ball Super: Broly al cine, y el tercero son una cartuchera y un cuaderno nuevos.
─... ¿Dijo quinientos yenes?─ pensó─¡JUSTO LO QUE NECESITO! Voy a entrar al concurso─ le dijo a la pelirrosa.
─Sabia decisión. Yo también lo haré.
─Voy a competir contra mi niña... Pero es por una buena causa. Necesito ese dinero para darle el mejor regalo del mundo y que se enamore de mí.
Más tarde, Kumi se inscribió para el karaoke. Tenía muchas ganas de cantar una canción, y Urabe de escucharla cantar.
Cuestión, lo que cantó Kumiko hizo que a Urabe se le erizaran los pelos de la emoción.
https://youtu.be/Xel5VTvRi2Y
─Dios, canta como si fuera un ángel─ pensó, más que asombrado.
Luego tuvo lugar el desfile de disfraces. Kumiko tomó de la mano a Urabe para desfilar, como si él fuese la calabaza de la bruja. La pelirrosa sonreía alegremente, pero el oji-verde hervía por dentro.
Una vez pasaron todos, se llevó a cabo el concurso de disfraces. El público tenía que votar su disfraz favorito del desfile, y el más votado gana.
─Y el ganador es...
─Que sea yo, que sea yo, que sea yo...─ reza Urabe.
─La brujita.
Kumiko.
─Pero...
─¡ESO ES INJUSTO!
─¡HUBO DISFRACES DIEZ VECES MÁS ORIGINALES Y MEJORES!
─¡GANÓ SOLAMENTE POR SER BONITA!
─¡Y POR TENER ESOS PECHOS ENORMES!─ gritaba el público.
─¡Oigan, no insulten así a la compañera!
Urabe estallaba por dentro, tenía ganas de lanzarles su calabaza por la cabeza. Miró a Kumiko, esperando a que se pusiera a llorar, como sería de esperarse.
Pero no, ella sonrió vergonzosamente, pero nada más, lo que sorprendió a Urabe.
─¡Ya basta! ¡Vamos a hacer la subasta de la torta!─ anunció la directora, haciendo que todos pongan su atención en eso.
─Hijos de mil puta, los voy a moler a golpes cuando acabe todo esto─ pensó Urabe.
─¡¿Quién da más?! ¡Por ahora tenemos doscientos yenes!
─Mierda, si tuviera dinero le compraría la torta a Kumi, ¡además se ve muy suculenta!
─¡¿Quién da más?! ¡¿Quién se va a llevar esta rica torta?!
─Si tan sólo pudiera dársela a Kumi...
─¡Yo pongo quinientos!─ Kumiko levanta el brazo, con quinientos yenes en la mano.
─Pero... ¿ese no es el dinero del premio?─ le pregunta Urabe.
─Síp, pero como no sé en qué gastarlo, voy a llevarme la torta, y la compartiré con mi familia, y contigo.
─... Kumi...
Finalmente, Kumiko ganó el pastel de chocolate. Muchos se enojaron, pero a ella no le importó.
─Jiji, ¿quieres venir a mi casa cuando nos vayamos?─ le pregunta la pelirrosa.
─C-claro.
No cabe duda de que Kumiko es una persona muy valiosa. Urabe es el más afortunado de tener a alguien como ella en sus vidas.
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