8.

Jimin  y Jungkook tenían quince años cuando regresaban del colegio, venían bromeando junto a Taehyung y Hoseok, solían estar pegados cual sanguijuelas, amaban compartir el tiempo y ser unos rebeldes de primera, tomando siempre todo a juego.

Pero las cosas al llegar a casa eran distintas, la comodidad entre Jimin y Jungkook se esfumaba casi al instante.

A los ocho años se conocieron.

— Ella es Grace, Kookie — decía su padre — y él, es su hijo... se llama Jimin — y detrás de la señora de extraña mirada salió un pequeño de cabello negro, con las mejillas rojas y los ojos a punto de estallar en lágrimas. 

Jungkook aceptó sin renegar, a su corta edad sabía que todas las personas merecían segundas oportunidades y al parecer era turno de su padre.

Él entonces, comenzó a cuidar mucho a Jimin. 

Cuando necesitaba bajar algo de la alacena, usaba sus manos para que luego Jimin subiera y tomara lo que quería.

Al poner alguna película, se acurrucaban cada uno en un sofá con sus bowls llenos de palomitas. Para tomar su ducha, Jungkook siempre regulaba el agua, ya que Jimin siempre abría de más la caliente. Cuando iban de paseo nocturno los cuatro, el castaño solía abrigarlo perfectamente para que el frío no se colara por sus huesos. 

Su primera vez jugando fue la más especial para ambos, estaban sentados desayunando su cereal y entonces a Jungkook se le ocurrió utilizar su cuchara como catapulta y hacer estrellar los froot loops en la cara de Jimin, su guerra terminó en un reguero de leche y aritos de colores por toda la cocina.

En la habitación de Jungkook siempre había música ruidosa, música que taladraba los oídos de cualquiera, pero para el pequeño Park, era algo que relajaba su corazón y es que el sentimiento que el peli negro comenzaba a desarrollar nunca se detuvo, siendo desde el comienzo... algo inocente.

Los años pasaban, nueve, diez, once, doce, y a los trece Jimin supo que quizá estaba irremediablemente enamorado de Jungkook.

Todo parecía ir bien, Park ocultó su sentir en lo más profundo de su corazón y siguió adelante, siendo una buena persona con el señor Jeon, su mamá y Jungkook. Pero cuando cumplieron los catorce años, algo había separado al par de chicos y Jimin comprendió que su madre la cagaría de nuevo.

Jungkook ya no le dirigía la palabra después de entrar a su hogar.

Jungkook ya no le ayudaba con sus tareas.

Jungkook ya no ponía música a todo volumen, ahora solo usaba sus auriculares.

Jungkook ya no lo quería.

— ¿J-Jungkook? — murmuró Jimin al ver al castaño acostado en el sofá. 

— No quiero verte — espetó aún con los ojos cerrados.

— Quiero hablar contigo — insistió Jimin. — Necesito saber porque ahora... porque ya no nos llevamos bien — terminó.

— Tú y yo desde un inicio no podíamos llevarnos bien — soltó Jungkook esta vez para levantarse pero Park fue un poco más rápido y lo tomó del brazo.

Para Jungkook fue el detonante y empujó a Jimin haciéndolo caer de bruces sobre la alfombra. — ¡No me toques! — gritó enojado y los ojos del peli negro se abrieron en sorpresa, ese no era Jungkook. 

— ¿Qué te pasa?  — preguntó Jimin aún estupefacto.

— ¡Me pasa que tú mamá es una cualquiera! — gruñó — ¡Una mujerzuela qu le gusta estar con hombres que le suelten un poco de dinero! — Jungkook se acercaba con ira a Jimin — ¡mi padre no merece esto, el vale más de lo que ustedes dos juntos! — tomó al peli negro del cuello de su vestimenta y lo levantó — dile a Grace que se van a largar de esta casa, o y-

— ¿Qué has dicho? — aquella voz sacó de su mente nublada a Jungkook, el castaño giró hacia atrás y ahí estaban, la madre de Jimin y su padre. Jeon bajó a Jimin y se acercó a su progenitor, sintiendo enseguida el arrepentimiento.

Para su edad, el castaño siempre fue un paso más adelante que el resto, incluso era alto y ni siquiera aparentaba ser un crío.

Era muy tranquilo pero, sentía que la vida no estaba siendo justa con ellos, cuando nunca hicieron daño a nadie, tan solo ellos recibían las cosas malas.

— Papá — susurró Jungkook con los ojos cristalinos.

— Repite lo que dijiste Jeon Jungkook y dime que es una mentira — pidió el mayor con el labio inferior temblando.

— No puedes hacerle caso — intervino Grace — velo, es un chicuelo — la mayor se acercó a Jungkook quién le llegaba a la altura y tomó su mejilla, rápidamente el castaño apartó el contacto — estoy segura de que aún no me ve como una madre per-

— Es verdad papá... — dijo Jungkook — y yo... la vi... pero siempre eran personas distintas — aclaró su garganta.

— Q-Quiero que se marchen — habló el mayor dirigiéndose a Grace.

Porque podía amar con toda su alma a una persona pero para Jeon Kwan... su mayor prioridad y su única preocupación toda la vida sería Jungkook, su hijo y jamás, jamás dudaría de su palabra.

— No puedes hacernos esto — pidió la mayor tomando el rostro del señor Jeon — y-yo no tengo a donde ir — espetó — Jungkook es un malcriado, están en esa edad pero si lo mandamos a algún internado quizá se recupere, hagamos algo como pareja...

— No Grace — el mayor se deshizo del contacto ajeno — vete ahora, este ya no es tu hogar —.

— ¡Tú y tu madre son las peores personas del mundo! — el castaño empujó de nuevo a Jimin haciéndolo trastabillar.

— ¡Jungkook! — habló su padre severamente — con Jimin no —.

Las bromas en el Instituto con el rubio comenzaron cuando el castaño oía a su padre sollozar por las madrugadas.

Y aunque quería a Jimin, su padre lo era todo para él.


❅ 

— Despierta o te pego una patada en las pelotas — dijo Yoongi como si nada.

— No estaba dormido, solo me duele la cabeza — soltó Jungkook.

— Vamos a almorzar — dijo SeokJin a un lado de Min.

Jungkook mantuvo su cabeza aún recargada en sus brazos  y volteo al lugar donde se sentaba Jimin. — ¿Se han ido todos? — preguntó.

— Todos — contestó Jin sabiendo a lo que su amigo se refería.

— Somos los únicos aquí, no sé porque haces preguntas tan estúpidas — dijo Yoongi y pateó la pierna de Jungkook para luego salir del aula.

Hablaban de cosas mínimas mientras comían lo que había dado en la cafetería, incluso quedaron en salir esa misma tarde a algún lugar para divertirse, era viernes y no había mucho por hacer.

Su mirada se desvió a Jimin quién estaba sentado solo con Hoseok, el sonreía dejando sus ojos desaparecer, sus labios se estiraron en una media sonrisa recordando el cómo se agarraron a cosquillas en su sala. Cuando observaba de más al peli rubio su corazón removía sensaciones de años atrás, haciéndolo sentir incómodo y ansioso.

Jungkook suspiró negando, odiaba a Jimin y a su madre.

Odiaba sentir lo que sentía por Jimin y si para alejarlo debía seguir molestándolo con bromas infantiles, lo haría.

— ¿Nos estás escuchando? — preguntó Jin.

— No. Lo siento, tengo que hacer algo — se levantó con su charola llena aún de puré de verduras y sopa, caminó hasta Park quién le miró confundido. — Buenos días Jiminie, la otra vez Hoseok recibió sin querer lo que te tocaba...

— ¿Ahora vienes a disculparte entonces? — cuestionó Jimin. Jungkook había olvidado un poco al cálido peli negro de mejillas sonrojadas, ahora Jimin era tajante, al menos, solo con él.

— Si, digamos que si — y dicho esto, volteo la charola sobre la cabeza de Jimin, puso el pedazo metálico en la mesa y sacudió sus manos — nos vemos en la siguiente clase — sonrió y dio media vuelta estampándose con Taehyung — oh, lo siento — rio.

— Kook... 

— Solo olvídalo — cortó Jungkook.

Todas estas simples emociones tal vez lo fueron todo para mi.

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Lindo inicio de semana, las amo.❅


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