09
Jaemin se colocó a su lado, tratando de controlar la respiración después de haber corrido sólo para alcanzarla.
— Hola, Minjeong — sonrío alegremente, pero ella ni siquiera volteó a verlo.
— Hola.
— ¿Qué te pasa? ¿te caíste de la cama? — rodó los ojos al escucharlo, siguió caminando, tratando de ignorar su presencia. — ¿O sigues molesta por lo que Haechan te dijo ayer? — se detuvo de golpe renegando, se giró para ver a Jaemin sonreír con sorna.
Cruzó los brazos mirándole con enfado, mientras él se acercaba a ella.
— ¿Qué es divertido?
— Tal vez por cómo te hizo sonrojar.
— Pues si crees que me siento halagada o algo así estás muy mal.
— No te enfades conmigo sólo porque nunca recibiste un halago y no sabes cómo responder a eso, ¿cierto? — soltó una risita, sonriéndole con burla.
— ¿Y que te importa? no asunto tuyo. — le dio la espalda, fastidiada de seguir escuchándolo y rápidamente se alejó.
No odiaba a Jaemin por más como fuera, pero odiaba su sonrisa y la forma en cómo le gustaba burlarse de ella. A decir verdad, ni siquiera era molestada por él, es decir ¿eso tenía algo de lógica?
Meneó su cabeza para borrar aquellos pensamientos vagos, y justo en ese momento apareció Yuna y su grupo, patéticamente caminando hacia ella. Lo único que le podía faltar. Le miró con pereza pero sabía que no podía bajar la guardia tratándose de ella. Sea lo que sea que iría a hacer sabía que nada saldría bien.
— Vaya vaya, las noticias corren muy rápido — se cruzó de brazos sonriendo.
— ¿Qué quieres?
— Tú bien sabes.
— No te entien-
Minjeong no pudo terminar la oración con la espalda sobre los casilleros y la mano de Yuna sobre su cuello.
— Deja de fingir que no sabes nada, ya se que tú y Haechan están saliendo — aferró más sus manos al cuello de Minjeong — Pero aún así, ¡no entiendo porque tuvo que fijarse en ti! — Minjeong le sonrío burlándose y de un empujó la alejó cambiando a una expresión mas seria. Pero eso no impidió que la pelinegra se acomodara el cabello y volviera a acercarse intimidando a Minjeong cómo otras veces, sobre todo porque Yuna era más alta que ella — Que te quede claro algo; Haechan es mío y solamente ¡MÍO!
— Eres una loca.
— No te hagas la estúpida, en algún momento él te dejará.
— No has entendido nada ¿cierto? Haechan y yo estamos juntos ¿crees que de alguna forma quisiera regresar contigo? — Yuna alzó una ceja, con las manos en la cintura mirándola confundida — Sólo quieres atención — río de lado, ignorando las palabras de Minjeong.
— Eres tan dócil ¿no?
— La dócil es otra — murmuró entre dientes.
— ¿Qué has dicho? — sus facciones se endurecieron haciendo que Minjeong retrocediera unos cuantos pasos— Repite eso.
— Y-yo...
— ¡Repite...
— ¿Tienes algún problema, Yuna? — Haechan apareció por detrás alejando a Minjeong de su ex y pasando un brazo por sus hombros. Yuna le miró perpleja de arriba a abajo.
— ¿Qué... cómo... amor, no puedes estar hablando enserio.
— En primera te agradecería que no me llames así, y en segunda quiero que entiendas que Minjeong es mi novia de ahora en adelante, así que acéptalo.
— No, no puede... no será así — musitó negando y aunque se mantuvo firme algunas lágrimas ya bajaban por sus mejillas. Minjeong negó para si misma al verla.
— No quiero verte cerca de Minjeong otra vez — ignoró el comentario de su ex mientras le miraba mal. Aferró a Minjeong más a él pasando de largo por Yuna y su grupo, alejándose por completo.
— No tenías porque amenazarla, de todas formas seguirá molestándome.
— No mientras esté yo.
— ¿Se supone que eso es algo bueno?
— Mira, si quieres que deje de hacer lo que hace mejor pon de tu parte por fingir que eres una buena novia conmigo.
— ¿Tengo opción?
— Yo no las doy — se detuvo cuando ambos ya estaban en la puerta de su aula. — Vendré por ti en el almuerzo.
— Pero yo...
— Minjeong no empieces, no te estoy preguntando, ahora entra.
— Tú no me das órdenes — cruzó los brazos mirándole seria. Haechan soltó una risita y acercó su rostro al suyo.
— Pues soy tu novio y tienes que hacer lo que te digo, si o si.
— Qué tóxico — murmuró rodeando los ojos y se adentró a su clase.
(...)
— Te toca — pidió Yangyang a Jeno, quién tenía los labios fruncidos mientras escogía una carta de póker para el chino. Por fin sacó una y Yangyang sonrío dejando a la vista su combinación. Los demás miraron a sus cartas perplejos y Jeno frunció el ceño apuntando a la combinación del chino quién ya sonreía alegremente.
— ¿Pero que...
— Gané.
— Cómo siempre — Haechan dejó su manojo de cartas sobre la mesa, quejándose.
— Eres un tramposo — le acusó Jaemin.
— Se llama suerte.
— Si eso le llamas a ganar siete veces seguidas — respondió Jeno fingiendo una sonrisa.
— ¿Quieres jugar, Minjeong? — le propuso Yangyang al verla con la cabeza recostada sobre los brazos y estos en la mesa.
— No.
— Vamos, se nota que estás muy aburrida — animó Jaemin.
— Estando con ustedes y fingir con Haechan lo es más.
— ¿Ya estás aburrida? — río con gracia — Sólo ha pasado una semana, no puedes estar hablando enserio.
— Otras chicas en tu lugar les gustaría pasar más de una semana con Haechan — aclaró Jeno apuntando el dedo índice hacia arriba.
— Otras, yo no.
— Por lo visto lo amargada no se te ha quitado — dijo Yangyang.
— Ni. – contestó Haechan con obviedad, mientras que Minjeong negó y volvió a acostar la cabeza — De todas formas recuerda que no tienes opción.
— Cómo sea — se levantó de la banca dejando a Haechan confundido.
— ¿A dónde vas?
— Tengo que hacer algo.
— Te quiero aquí en cin-
— ¡No eres mi padre! — le gritó desde lejos sin seguir caminando
— Aparte de amargada, contestona — Yangyang se rió por debajo.
— ¿No se dará cuenta de lo que estás haciendo con ella, verdad? — Jaemin le miró a Haechan no muy convencido.
— No siempre y cuando mantengas la boca cerrada.
(...)
Minjeong caminaba por los pasillos buscando con la mirada de arriba para abajo, de un lado a otro, incluso al techo. Paró luego de ver a Ningning caminar hacia ella y detenerse. La pelinegra formó las manos en puños mientras veía cómo la otra chica la evitaba con la mirada.
— Ningning — la llamó, pero la chica se dio vuelta caminando. Minjeong comenzó a seguirla — Oye — le tomó del hombro haciendo que se diera la vuelta y encontrarse con la mirada cabizbaja de Ningning — Quiero que me contestes una cosa.
— ¿D-de qué?
— ¿Fuiste tú quién le dijo a la directora que Haechan y yo nos fuimos de pinta? — la pelirroja no contestó, y eso provocó más la desesperación de Minjeong — ¡Te estoy hablando!
— Perdón — su voz bajó de tono, pero Minjeong no estaba convencida de su supuesta disculpa. Por ella había terminado que fingir salir con Haechan — Lo siento.
— ¿Lo sientes? ¡¿Dices que lo sientes?!
— No tenía otra opción Minjeong, lo siento mucho...
— Siempre tienes otras opciones, cómo estarme jodiendo todo el tiempo ¿no? — Ningning alzó la cara, mirándole con terror — ¿Por qué siempre te gusta meterte en mi vida? ¡dime por qué! — y al ver que Ningning no le respondía la empujó, alterada.
— Ya te dije que lo siento, no quise pero tenía...
— ¡Si no querías no lo hubieras echo, pero siempre tienes que hacer lo que no debes, por eso ya me tienes harta! — y así Minjeong la empujó varias veces agresivamente hasta quedar acorralada a la pared. Toda su coraje por la pelirroja se desató en ese momento cuando le tomó del cabello y empezó a jalar de él. Nada le importaba, ni siquiera las lágrimas que caían del rostro de Ningning. Minjeong le gritaba miles de cosas hirientes que ni ella sabía que las decía.
— ¡Minjeong, déjala! — una figura mas alta que ella la apartó de Ningning. Ella quedó boquiabierta mirando al chico — ¿Qué te sucede? ¿te volviste loca? — Yangyang puso a Ningning detrás suyo mientras la chica le sostenía del brazo cómo para protegerse.
— ¡Ella le dijo a la directora sobre lo de la pinta!
— ¿Y eso que? — Minjeong frunció el ceño. No podía entender la falta de moral del chico, la dejaba confundida y a la vez enojada. No podía creer que estaba defendiendo a una soplona — No debiste hacer esto.
— Según tú la conoces bien porque no lo parece. ¿Qué pasa contigo? ¿acaso la solapas? — preguntó mirándolo enfurecida, apretando los dientes. Yangyang permaneció callado, miraba de arriba a abajo hacia la pelinegra varias veces con seriedad.
— No debiste meterte en problemas — Minjeong lo miró negando la cabeza, le dió una última mirada a Ningning y salió caminando a pasos largos. Yangyang empezó a llamarla varias veces, cada vez más alterado, iba a ir detrás de ella pero Ningning lo detuvo del brazo.
— Yangyang, ya basta... — se volteó confundido y el semblante decaído de la chica le decía muchas cosas que ya sabía.
(...)
Más tarde en el descanso, Minjeong estaba en su aula mirando hacia la ventana tratando de no pensar en lo sucedido. Quería converse a si misma de que nada malo pasaría después de ver cómo Yangyang estuvo allí para defender a Ningning, pero sólo hacia que su cabeza rodara una y otra vez pensando en cosas que quizá no debía pensar. Una vez la campana sonando miró a varios de sus compañeros llegar y el profesor de estadística entró.
— Tomen asiento — pidió cuando todos estaban por acomodarse en sus lugares y Minjeong también estaba apunto de hacer lo mismo — Usted no, Kim — ella frunció el ceño mirando al profesor, hubo silencio y ya podía sentir todas las miradas sobre ella — La directora la está buscando — contestó simple. A Minjeong ya no le gustaba la sensación revoltosa que su estómago provocaba, sólo causándole nervios. Lo primero que pensó en cuanto salió del aula y se encaminó al despacho de la directora, fue que quizá Yangyang la había delatado. Sí, por la forma en cómo defendió a Ningning supuso que había sido él.
Estúpido Yangyang — pensó mientras se acercaba a la puerta. Esperó unos segundos para darse valor y por fin la abrió.
Tal y cómo lo creyó posible. Allí estaba Ningning sentada cerca del escritorio de la directora, aún se le notaban los rastros de lágrimas ya secas en sus mejillas y su nariz al igual que su rostro seguían rojos. Para su mala suerte sintió una presión en el pecho al ver que a su lado tenía a Yuna de pie tomando de sus hombros, supuso que debió haberla consolado. No entendía que tenía que hacer allí pero aseguró que no debía ser para nada bueno.
— Pasa Minjeong — cuando mencionó su nombre, Yuna y Ningning voltearon a verle, Minjeong cerró la puerta y caminó hacia el escritorio — Siéntate — hizo lo que la directora le pidió y luego un silencio se inundó en la habitación. Estaba nerviosa por cómo empezaría todo esto, pero estaba cien porciento segura de que ni su testificación sería válida.
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