🔥24🔥
La preocupación lo sofocó, dejándole sin aire.
No, no era posible. El lugar estaba repleto de seguridad, ¿cómo podrían hacerle algo a Yoongi? Y si así fuese, ¿qué tenía que ver aquel alfa en todo esto? ¿Acaso era algún cómplice? ¿uno de sus enemigos?
Mierda, tenía que alejarse de él. No hacía más que darle muy mala espina. Quizá, Yoongi se encontraba bien, y ese tipo solo quería ponerlo más nervioso de lo que estaba.
Pero ¿y si no era así? ¿Y si Yoongi en verdad estaba en peligro? ¿Y si era cierto que pretendían asesinarlo esa noche? ¿Y si no volvía a verlo? La angustia lo acogió entre sus brazos con prisa.
-Via da qua, Leonzio, o giuro che ti sparo.
Jimin se volteó rápidamente, y el aire retenido en sus pulmones se liberó con gran alivio. Lo abrazó tan deprisa como pudo, aferrándose a su cuerpo con tal fuerza y energía que el castaño se sorprendió demasiado.
Escuchó una ligera risa cínica proveniente de aquel imbécil alfa que estorbaba.
-Lárgate de aquí, ¿en que otro idioma te lo digo? -gruñó Yoongi, enfadado, pasando un brazo por la espalda del omega.
-Quizás la próxima tengamos suerte y no regreses, fratello mio -dijo este, sonriendo malignamente, antes de alejarse y reunirse con los demás invitados.
Yoongi masculló algo que el menor no logró entender, mas no le interesó. Lo único que le importaba era que el alfa estaba allí; estaba bien. Se separó un poco de su cuerpo para mirarlo y, sin previo aviso, plantó sus labios sobre los de él, besándolo con devoción, ignorando la ligera molestia que sintió por culpa de su pequeño corte en su labio inferior. El alfa volvió a sorprenderse de la actitud de Jimin, devolviéndole el beso con extrañeza, sin saber con exactitud a qué se debía.
-¿Dónde estabas? ¿Dónde te habías ido? No vuelvas a dejarme solo -suplicó el pelinegro haciendo un pequeño puchero.
-Te había dicho que saldría a fumar. Es tú problema si no me prestas atención.
-Oh... no te escuché, lo siento -se disculpó apenado, viendo de reojo que un camarero se acercaba-. Yo necesito que hablemos.
-¿De qué? -quiso saber Yoongi sin mucho interés, aceptando una copa de bebida que le ofrecía cortésmente el empleado.
El omega dedujo que era vino tinto por el peculiar tono bordo que poseía, por lo que negó cuando el camarero le ofreció a él también.
Yoongi enarcó una ceja.
-Todo lo que beba, lo beberás tú -declaró, deteniendo al beta antes de que se marchara con las copas.
-No me gusta -se excusó el pelinegro, teniendo presente que, por mucho que deseara, no debía beber mientras estuviese en estado.
-No te he preguntado si te gusta o no. Tómalo -el alfa demandó con el entrecejo fruncido.
Jimin bufó, sosteniendo entre sus dedos una copa, complaciéndolo. Mas, no pensaba beber ni un sorbo.
-Quiero que hablemos de lo que he dicho hoy -dijo el menor con calma, analizando la expresión facial de Yoongi.
-No hay nada de qué hablar -estableció el aludido, impasible, bebiendo un pequeño sorbo mientras le echaba una vista general al salón.
-Sí, yo...
-No, Jimin, no quiero hablar.
-Pero, es que...
-He dicho que no quiero -espetó solemne, subiendo el tono de voz, clavándole una desafiante mirada.
-P-pero, escúchame, y-yo sé que...
-¡No! ¡Basta! ¿Es que no lo entiendes? Ya está. Ya lo has dicho todo. No hay más nada de qué hablar acerca de eso... Oh, y además te tengo buenas noticias. Tendré que irme del país, por lo que dentro de poco te librarás completamente de mí y volverás a tu dichosa vida.
Aquello fue un golpe inesperado.
-¿Cómo que te irás del país? ¿A dónde? -preguntó el omega, pasmado, pensando en cómo mierda encajaría esa nueva noticia en su plan de remediar su error.
Esa posibilidad jamás se le había cruzado por la mente. ¿Cómo iba a hacer ahora? No podía solo confesarle sus sentimientos cuando luego se marcharía lejos. Mierda.
-Norte América.
-¿A otro continente? -cuestionó Jimin, boquiabierto, con su aturdimiento aumentado-. P-pero... ¿volverás?
-Dentro de unos años, cuando sea seguro, volveré -reveló con tranquilidad, bebiendo otro sorbo de vino.
-¿Años? Oh, mierda -Jimin ansiaba beberse la copa entera de un solo trago por la conmoción, pero se contuvo, su cachorro no estaría de acuerdo-. Pero, pero ¿por qué quieren hacerte daño? ¿Por qué tienes que esperar a que sea seguro? ¿Y la policía?
Yoongi soltó una sonora carcajada ineludible. No podía creer lo inocente e ingenuo que lucía Jimin diciendo aquello. Bien sabido era que la mayoría de agentes de la policía eran comprados por las mafias, por lo que no intervenían en sus asuntos como justicieros, ni mucho menos estando en guerra.
-En primer lugar, ¿por qué tanta jodida curiosidad? No tendría por qué importarte, y no te veo alegre. Y en segundo lugar, ¿es que no te has dado cuenta? -interrogó, incrédulo, alzando sus brazos como queriendo hacerle ver en qué clase de sitio estaban, con qué clase de gente estaban.
-¿Cuenta de qué? -preguntó Jimin, sin entender.
Yoongi sonrió, divertido. Negaba con la cabeza, sin ser capaz de creerlo. ¿Cómo le explicaba a aquel pequeño que se encontraban metidos en la propiedad del principal jefe de una mafia italiana?
-Sólo eres un bebé -dijo, sonriendo dulcemente, achicando sus ojitos, mientras le sostenía la barbilla con suavidad y le daba un adorable beso.
A Jimin le gustó tanto ver aquella preciosa imagen del alfa que se olvidó de absolutamente todo. La felicidad lo arribó por completo de un segundo a otro. Por un momento, había creído que jamás lo volvería a tratar de aquel amoroso modo.
Le correspondió el beso, sonriendo en medio, percibiendo con deleite el sabor del vino entre sus labios. Le pasó un brazo por su costado, rodeándole la espalda, procurando dejar su otra mano quieta. No quería derramar ni una gota del líquido bordo.
-No quiero dejar de verte así -murmuró Jimin sobre los labios del otro, para luego unirlos nuevamente un beso más corto-. No quiero que estés mal, no me gusta verte así. Si tú estás mal, yo estoy mal. No quiero que estemos mal.
-Tú eres el que lo complica todo, Jimin-repuso Yoongi, respirando hondo, mientras regresaba a su antiguo estado de amargura.
-Lo sé, por eso quería hablar sobre lo de hoy. He sido un estúpido. Te he dicho lo impulsivo que soy. No pienso las cosas antes de hacerlas, ni mucho menos mido las cosas que digo. Lo siento, sé que te he lastimado y sé que no lo merecías para nada, ni siquiera yo te merezco, tú te mereces a alguien tres mil veces mejor. Y-yo... soy una mierda.
-Detesto que tengas la autoestima tan bajo para pensar de esa manera. ¿Por qué no me mereces? ¿Por no tener dinero? ¿Por no vivir en una zona residencial? ¿Por no ser un educado, decente y dócil omega de mi clase? Jimin, créeme, me importa una reverenda mierda todo eso.
Jimin se remordió apenas un poco el labio inferior, mirándolo con cierto ápice de timidez.
-¿Hablas en serio?
-¿Crees que estoy de humor para bromear? Oh, peor, ¿crees que yo siquiera bromeo?
-Bueno, estoy seguro de que tienes tu lado divertido y bromista muy en lo profundo -objetó Jimin, sonriendo ligeramente de lado, apoyando con cuidado su cabeza en el hombro del alfa-. De verdad, lo siento tanto, Yoongi. Soy estúpido. No quería que me trataras con cariño porque tenía miedo de que mi omega se acostumbrara y cuando me alejara le hicieras falta. P-pero... he llegado demasiado tarde. Y ahora tú me dices que te irás, y no quiero que te vayas, pero tampoco quiero que nada malo te pase...
Yoongi lo apartó de golpe, haciendo que, accidentalmente, el vino de la copa del menor se derrame por el brusco movimiento, manchándoles. Pero aquello no pudo importarle menos al alfa. No cuando lo único que su mente trataba de procesar eran las palabras dichas por el omega.
La total confusión lo embargó. No era posible que Jimin no dejara de desconcertarlo. No era posible que ahora le saliera con semejantes ocurrencias. Estaba a punto de perder la cabeza.
-Es que... ¿tú me estás jodiendo? -fue lo primero que logró salir de entre sus labios, luego de un efímero instante de desorientación-. ¿Cuál es tu jodido problema, maldición? ¿Adoras jugar conmigo o qué mierda te ocurre? ¡No te entiendo!
Jimin bajó la mirada, avergonzado, negando despacio con la cabeza. Notó por el rabillo del ojo que habían llamado la atención de varios a su alrededor, lo cual lo empeoró todo.
-Dime la verdad, ¿qué es lo que sientes, Jimin? O, por lo menos, ¿sí sientes algo o no eres más que un jodido insensible que busca hacerme la vida imposible?
-Lo siento, aquí, en el pecho. Duele -confesó hablando bajito, sin animarse a levantar la vista, habiendo puesto su mano libre en la zona mencionada de su cuerpo-. Nunca me había sentido así y no sé por qué me pasa contigo, pero no puedo evitarlo, es mi omega batallando conmigo. Él es el estúpido que se encariñó, yo sólo quería huir a mi vida como te dije hoy. Pero desde entonces, no ha dejado de dolerme y me di cuenta de que, si tú estás mal, yo también lo estoy. Y es una mierda porque no soporto verte mal. Y hasta he considerado la idea de estar contigo, pero ahora me sales con que te irás del país... y... y y-yo... n-no...
No supo en qué momento había empezado a llorar estando entre los brazos del alfa. Ni tampoco cómo acabó la copa de vidrio que sostenían sus dedos en el suelo, estrellándose, rompiéndose, bañando el reluciente piso con su contenido liquido bordo.
El salón entero se hundió en un sepulcral silencio. Todas las miradas persiguieron el sonido del vidrio quebrándose, enfocando sus ojos en la pareja más próxima al pequeño accidente. Rápidamente, un par de empleados corrieron a levantar los trozos y asear el suelo.
Jimin, demasiado compenetrado en su situación con Yoongi, resultó ser ajeno a todo. Él continuó derramando lágrimas contra el pecho del alfa, sin tener mente para nada más. Hasta que, en un momento dado, alguien los guio hacia una parte alejada de todo aquel evento. Subieron unas escaleras y caminaron por un elegante corredor, entrando luego en lo que pareció ser una habitación.
Quedaron solos allí. Yoongi se puso de frente al omega, limpiándole las lágrimas con sus pulgares, observándolo con una expresión de enternecimiento.
-Dime que lo que me has dicho no tiene ni una gota de engaño -suplicó este alterado, con el impacto de sus palabras aun golpeando en su cabeza.
Jimin sorbió los mocos, animándose a elevar su mirada con algo de inhibición.
-Estoy demasiado sensible para jugar con algo como eso -admitió, teniendo como respuesta un inmediato beso cargado de sentimiento de parte del alfa.
El pelinegro le correspondió del mismo modo, pasando sus brazos por el cuello de Yoongi, profundizando aquel suave contacto entre sus bocas.
-¿De verdad tienes que irte tan lejos? -quiso corroborar Jimin con su mirada cristalizada, segundos después de haber dado por finalizado aquel beso.
Ansiaba escuchar un ¨no¨ por respuesta. Ansiaba que Yoongi le dijese que tenía otra alternativa guardada por si acaso. Que realmente no era necesario marcharse a otro continente, a miles de millas de él.
Pero, mirándolo con tristeza, Yoongi afirmó con un débil gesto de cabeza, indicándole que no existía una bendita segunda opción que les permitiera forjar un amor que no fuera sino a distancia.
Jimin volvió a hundirse en un mar de lágrimas.
-Y-yo... no creo que pueda ser capaz de dejar todo esto e irme contigo... q-quiero decir, no es que no me gustaría... p-pero aquí tengo mi vida entera y...
-Lo sé. Lo entiendo, tranquilo -se apresuró a decir Yoongi con la angustia golpeándole en el pecho. Sus pulgares ya se situaban sobre las húmedas mejillas del menor, quitándole aquellas gotas saladas-. Yo no quiero obligarte a nada, Minie. No tienes que sacrificar nada si eso no te hará feliz. Mi vida es así, peligrosa, arriesgada, comprometida, la tuya no tiene por qué serlo... Y es por eso que quiero disfrutarte hasta el último segundo.
Yoongi rozó sus labios, para luego besarle dulce y despacio.
-Quiero que me hagas el amor -susurró el omega, seguro de sus palabras.
El mayor lo miró a los ojos, dándose cuenta de que la sinceridad se encontraba anclada en su mirada. Asintió con un cúmulo de felicidad reflejada en su rostro.
-Creí que nunca me lo pedirías -admitió, sonriente, llevando su nariz al cuello del pelinegro, olfateándolo con encanto-. Oh, Minie, no tienes idea de lo bien que me haces ahora.
Jimin también sonrió, advirtiendo como su pecho se cargaba de alivio, de tranquilidad, de alegría, expulsando el insoportable dolor fuera de allí.
Sus bocas volvieron a encontrarse, ansiosas de apegarse y devorarse sin nada de apuros. Se besaron como jamás lo habían hecho, con el amor enredado entre sus lenguas, con la pasión y el encanto revoloteando entre sus labios. Fue un beso largo, lento y apaciguado. Atiborrado de emociones, fue el contacto con mayor carga sentimental que habían experimentado.
El aliento había huido de sus labios entumecidos al separarse de aquel celestial beso que, tal vez, había marcado un determinante antes y un después.
Yoongi fue hasta su cuello, trasladando sus besos a aquella sensible zona, no queriendo dejarle ninguna marquita que más tarde delatara lo que habían hecho. Recordaba que no estaba en su casa, y que debía mantener cierta postura. Así como también recordaba que le habían dejado ir hasta aquella habitación de huéspedes para limpiarse y tranquilizar al omega, no para que aprovecharan el tiempo a solas revolcándose en la cama.
Él no era de la clase de alfa irrespetuoso y morboso que se alejaba de un compromiso solo para tener sexo a escondidas, mucho menos en la residencia de su padre. Él le tenía mucho respeto como para hacerle algo así.
Sin embargo, aquella situación era tan diferente, tan especial, que no lo sentía como una falta de respeto. No se iba a follar a un omega por puro morbo y satisfacción, excitado por la idea de estar en un sitio en el que no debían. Lo que iba a hacer nada tenía que ver con eso. Le haría el amor a su omega, siendo consciente de que ambos se entregarían en alma y cuerpo, que aquello no sería más que un genuino acto de amor sincero.
Sin prisa, empezaron a desvestirse el uno al otro, besándose, acariciándose, amándose. Cada movimiento era escoltado por la dulzura, por el encanto, por la ternura. La obscenidad no era algo que se encontrara presente, pues, al igual que la lujuria, lo burdo y libidinoso, no había recibido invitación. Nada impúdico era bienvenido en un momento tan íntimo y especial que solo era compartido por dos seres, y uno en camino, en aquella habitación.
Y así fue como pasó. Yoongi le hizo el amor, dándole gracia al nombre que le brindaron a aquel acto sexual enredado de sentimientos. Lo trató como jamás había tratado a nadie, como jamás había querido a alguien, como si ya no le hubiera hecho antes el amor a Jimin, como si aquella fuera su verdadera primera vez. La primera vez que se hacían el amor mutuamente.
Lo llenó de suaves estocadas, de suaves besos, de suaves caricias. Todo tan suave como el delicado roce del joven pétalo de una rosa. Nada podría haber sido más perfecto que eso. Todo era tan bonito, tan primoroso, tan fascinante y maravilloso que a Jimin le costaba creer que eso en verdad estaba pasando. Que no era un sueño o una fantasía. Que estaban allí, en el mundo real, dándose cada gota de amor que albergaban en su interior. Amor que había sido reservado exclusivamente para compartirlo entre ellos. Un amor que no podría haber sido para nadie más, porque el destino así lo había prescindido.
En ese entonces, nada más importó. El universo entero se desvaneció. Solo eran Yoongi Jimin, y su cachorrito en el medio.
Aquel era un excelente momento para que los filosos dientes del alfa se enterraran en el cuello del omega, desgarrando su piel, dejándole su mordida, enlazándolos de por vida. Pero no fue así, porque aquella felicidad no perduraría, porque ellos se separarían, porque el amor no florecería.
Él no podía ser tan egoísta de marcar al omega, obligándolo a depender por completo de él, obligándolo a ser el omega que él arrastraría consigo hasta otro continente, exponiéndolo a peligros, a atentados, a un mundo de armas, secuestros y asesinatos.
Y por esa razón, cuando el orgasmo lo alcanzó y el nudo se hinchó placenteramente en el interior de Jimin, la amargura lo azotó al ser consciente de que ambos se querían, pero que no podrían estar juntos.
Jimin le besó en el hombro, teniendo una de sus manos hundidas entre las hebras castañas de Yoongi y la otra sobre la espalda del mismo, acariciándole. El alfa tenía el rostro metido en el hueco que formaba el cuello de.Jimin, queriendo permanecer toda su vida allí, aspirando su aroma, lamiendo la zona en la que algún día habría una mordida.
Ambos se mantuvieron callados por un largo rato, cada uno sumido en sus propios pensamientos. Disfrutaban del contacto entre sus pieles, mientras trataban de asimilar el torbellino de emociones por el que acababan de atravesar.
Al deshincharse el nudo, Jimin se acomodó sobre el pecho del otro, acurrucándose mejor. Casi ronroneó cuando los dedos del alfa se infiltraron entre sus cabellos, acariciándolos.
-No quiero que te vayas -susurró-. ¿Por qué tiene que ser por tanto tiempo?
-Porque tiene que pasar su debido tiempo para que Corea vuelva a ser segura para mí.
-Pero ¿y toda la seguridad que tienes?
-Por eso sigo aquí. Pero no me puedo confiar, Minie. Soy demasiado suspicaz con mis hombres, y dos ya me habrían traicionado de no ser porque los descubrí a tiempo. Sin embargo, estoy seguro de que en algún momento un minúsculo detalle se me va a escapar y ese detalle podría costarme la vida. Por eso es conveniente que me largue y que nadie más que mi familia sepa donde esté.
El omega se quedó impresionado al oírlo decir eso. ¿Tan grave era su problema? Y entonces, recordó al detestable alfa que se le había acercado antes con aires de malicia. Jimin levantó la cabeza con el fin de mirarlo directo a los ojos.
-Dime que el imbécil de ese alfa con el que me encontraste no forma parte de tu familia -exigió, preocupado.
-Quisiera que no. Lamentablemente, sí.
De pronto, Jimin se incorporó, poniéndole más seriedad al asunto.
-¿Y no sospechas que él tiene algo que ver en todo esto? Él quiere que te asesinen -informó con inquietud.
Yoongi esbozó una sonrisa, al tiempo que se incorporaba también, recargando su espalda en el cabecero de la cama.
-Sí, nos odiamos. Ambos queremos que el otro sea asesinado algún día. Pero de ahí no pasa. Jamás nos traicionaríamos. Sé que no parece, pero estamos del mismo lado. Créeme, no tienes que preocuparte por él. Lo que sea que te ha dicho no ha sido más que para meterte miedo.
-No me da buena espina -mencionó Jimin no muy conforme, tomándose el atrevimiento de sentarse en el regazo de Yoongi, colocando una pierna a cada lado de su cuerpo-. No quiero que te pase nada malo.
-De verdad, no tienes que preocuparte -le dijo este, quien coloco las manos sobre su cintura y se inclinó para besarle. Jimin le correspondió, reposando los brazos sobre sus hombros-. Yo estaré bien en ese sentido.
Ese sentido.
-Pero en nuestro sentido no -musitó el omega, bajando la mirada, entristecido.
-Oh, bebé, no. Piensa en que me sentiré feliz de al menos saber que, después de todo, sí sientes lo mismo. Además, trataré de hacer lo posible por regresar lo más pronto que pueda y, apenas lo haga, créeme, te buscaré y ahí sí que ya no podrás liberarte más de mí.
Una sonrisa tímida se plasmó en el rostro de Jimin. Sus mejillas adquirieron un tinte carmesí cuando levantó la mirada y se encontró con aquellos ojos marrones que tanto adoraba.
-¿Lo harías? ¿Tú me buscarías al volver?
-Sin dudarlo -contestó con la seguridad atascada en su mirada.
Jimin ensanchó su sonrisa, mostrando sus níveos dientes. Su felicidad no solo se hacía notoria por su expresión, sino también por su aroma. Aquel aroma a omega feliz que Jimin había comenzado a amar desde hace tiempo.
-Pero tú tienes que esperarme, ¿serías capaz de hacerlo? No quiero llegar y encontrarte con una mordida y un bebé entre tus brazos. Reserva eso para mí.
Y Jimin no supo si reír o llorar, así que rio, ocultando su nerviosismo.
-Oh, confía en mí, no creo que vuelva a encontrar a otro estúpido alfa que me haga sentir lo mismo que tú. Y mira, si no fuera por ti, ni siquiera querría tener una tonta mordida o un tonto alfa controlándome. Eres mi jodida excepción, ¿entiendes? Y te odio por serlo, porque de conste que yo todavía quiero volver a mi vida.
Ok, aun había algo que resolver. ¿Qué haría con su embarazo?, ¿continuaría ocultándoselo o se lo diría? Pero ¿cómo se lo tomaría? ¿El alfa podría dejarlo si sabía que estaba en estado? ¿Qué tanto le complicaría la vida a Yoongi saber que tendría un hijo que crecería alejado de él y que lo conocería luego de años?
-Mírale el lado bueno a esta porquería, volverás a tu vida. Tendrás tu libertad, podrás hacer lo que quieras, hasta que el tonto alfa regrese por ti a reclamar lo que siempre le perteneció -dijo Yoongi, sonriendo con orgullo y petulancia.
Jimin elevó una ceja.
-Conque siempre te pertenecí, ¿eh?... Ahora te odio más por creerte mi dueño.
-No me creo tu dueño. Lo soy -replicó, sonriendo juguetonamente, para luego inclinarse y atrapar los labios del menor en un corto beso-. Eres precioso.
Aquel halago inesperado hizo sonrojarlo.
-Ay... no empieces con tus cursilerías, me harás vomitar.
El alfa rio.
-Eres demasiado precioso, bebé -siguió este, a propósito, haciéndole enrojecer cada vez más.
-Basta. Te odio. No soporto cuando te pones así, ugh -habló el omega abochornado, pretendiendo salir de encima del cuerpo del castaño. Pero Yoongi no se lo permitió, teniéndolo perfectamente sujeto con sus manos posadas en su espalda baja.
-Amo ver como tus mejillas se enrojecen solo por mí -admitió el susodicho, seducido por el encanto del más joven.
Jimin se cubrió dicha zona de su rostro con ambas manos en modo de protesta.
-Yo preferiría que se me enrojezcan otras mejillas, ya sabes.
El alfa elevó ambas cejas, sorprendido. Luego rio.
-¿Si? Pues, date la vuelta y te las enrojeceré con gusto también.
-Para la próxima, tal vez -dijo, cuando por fin pudo abandonar su lugar sobre el regazo de Yoongi.
Se echó con libertad del otro lado de la cama, estirándose con pereza. Recordando que aún no sabía qué hacer con lo de su embarazo. Y por cada segundo que pasaba, más creía que lo mejor era seguir ocultándoselo. Porque, después de todo, quien lo iba a criar era su madrastra y sería más como un hijo de ella que de él.
Ya podría tener un nuevo hijo con Yoongi en el futuro. Uno que sí fuera deseado, uno del cual los dos estuviese enterados.
Pero, entonces, ¿Yoongi jamás lo sabría o se lo confesaría cuando se reencontrarían? ¿Qué diría Yoongi, años después, al enterarse que tenía un hijo? ¿Y si era mejor no decírselo nunca? ¿Él podría guardar semejante secreto? Tantas incógnitas lo estresaban, ¿por qué era todo tan complicado?
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