Divinidad en Crisis: Consultas a un Cuervo
Capitulo 11
En las noches siguientes todo parecía estar extrañamente en calma. Yo no estaba seguro de cómo sentirme al respecto; había tantas preguntas que tenía y realmente no tenía respuestas. No estaba seguro de si recuperaría mi divinidad, si realmente obtendría nuevamente el favor de los dioses y si regresaría a mi reino.
Estaba sentado en la cama, abrazando mis piernas mientras miraba por una ventana. Matthew estaba cerca de mí, buscando algo con qué entretenerse mientras me hacía compañía.
—¿Está todo bien, jefe? Últimamente parece demasiado distraído. —Se le veía preocupado y, con sus ojos negros, se encargaba de intentar leerme, como si quisiera averiguar por sí mismo lo que yo sentía en esos momentos.
—Tengo muchas dudas. Quisiera saber si realmente recuperaré mi divinidad. Me gustaría saber si en algún momento regresaré a la Ensoñación. Hay tantas cosas que quiero preguntar y es complicado conseguir las respuestas. —Claramente estaba frustrado por todo lo que estaba pasando. Mis sentimientos por Thomas parecían crecer cada día más; era extraño, como si ambos estuviéramos unidos.
—Jefe, es verdad que no tengo las respuestas para todas las dudas que tiene, pero sé que no es todo lo que le preocupa. ¡Usted es el gran Dios del Sueño! ¡Es Morfeo! ¡No puede rendirse solo porque se siente preocupado! Vamos, tiene que animarse. ¿Qué es lo que más le preocupa?
—¿Qué pasa si una parte de mí no desea recuperar esa vida que llevaba? —Mi pregunta hizo que Matthew se sintiera sorprendido; era lógico que no esperara eso.
—¿Cómo que no quiere recuperarla? Digo, no tendría nada de malo, pero para usted es importante su reino y cuidar de sus súbditos... ¿Qué es exactamente lo que pasa? —Se posó sobre mis rodillas y me miró con extrañeza.
—Una parte de mí desearía quedarse aquí. Hay algo extraño que siento que me llama, como una conexión o tal vez una señal... No sé exactamente qué es, pero realmente hay algo aquí que me pide que me quede.
—¿Habla de Thomas? —El simple hecho de mencionarlo me hizo sentir algo extraño en el estómago y en el corazón; era una sensación que no había sentido desde Calíope.
—Es probable. El estar a su lado me hace sentir algo cálido, la sensación es tan agradable como el sol de verano. Esa sensación me gusta... pero a su vez me confunde.
—¿Le confunde? Jefe, mire, usted es una persona, o un ser, que tiene permitido sentir. Usted tiene derecho a sentirse enojado, triste, molesto o confundido. No hay nada de malo en sentirse así, y es entendible que todo lo que está pasando sea confuso, pero usted sabe que todo esto es una consecuencia de sus actos. Yo entiendo que estaba justificado... de cierta manera. —Algo que me gustaba de Matthew es que decía las cosas de forma directa pero con respeto; eso era algo que realmente admiraba de él.
—Y yo lo entiendo, sé que todo esto ha pasado por mi culpa y por creer también en las promesas de Cronos. Sé que esto es lo mínimo que merezco. ¿Pero está bien llegar a amar a alguien? ¿Está bien querer dejar todo por estar con él? Thomas Park es una persona que apenas conozco, pero en lo poco que tengo de conocerlo ha causado algo extraño en mi corazón. Es como si hubiera entrado sin mayor esfuerzo. Su presencia me resulta cálida, sus palabras son dulces, todo en él me parece maravilloso, y quiero dejar todo atrás para estar a su lado. Quiero permitirme amar nuevamente, permitirme sentir ese afecto que hace tanto no siento.
No pude continuar con mis palabras. Sentía que mi corazón se estrujaba al recordar a mi querida Calíope y también al hablar de Thomas. Tenía miedo de enamorarme nuevamente, tenía miedo de faltarle el respeto a la memoria de la mujer que había amado durante toda mi existencia. Ella había sido la madre de mi hijo, la mujer que había conocido y de la cual me había enamorado. Me sentía como un traidor al pensar que la estaba engañando. Su pérdida había sido totalmente dolorosa para mí. Cuando ella se fue, mi mundo pasó a ser completamente oscuro y gris. Calíope era ese color y belleza que adornaban la Ensoñación.
Tuve otras parejas e intereses románticos, pero esas relaciones no eran algo más. La única persona que seguía en mi corazón a pesar de tantos eones era ella, esa hermosa musa que había conocido.
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No podía quedarme así, tenía que buscar un consejo y hacer algo pronto o definitivamente perdería la poca cordura que me quedaba. Tomé asiento en el piso de la habitación y comencé a pensar en cómo contactar a aquellas que podían brindarme un consejo.
—¿Qué planea, jefe? —preguntó Matthew, algo confundido por mi repentina actitud.
—No puedo quedarme así, necesito obtener un consejo y lo más adecuado sería contactar a las tres —mencioné, mientras comenzaba a pensar en cómo hacerlo.
—Jefe, usted sabe que eso es complicado. No puede contactarlas a menos que tenga ofrendas u obsequios, y no tiene eso... ¿Cómo va a contactarlas? Además, ¿ellas harán caso a un mortal?
Entendía su preocupación y sabía que tenía razón en lo que decía; no le harían caso a un mortal, a menos que estuviera demasiado desesperado. Me acerqué a la ventana y pude ver la ciudad con sus luces brillantes.
—Hay un lugar —dije finalmente—. Un lugar donde el velo entre los mundos es más delgado. Podría intentar un ritual allí.
Matthew frunció el ceño.
—¿A dónde planea ir?
—Al Cementerio de Mascotas —respondí, recordando una discusión previa sobre lugares con energías místicas.
Con determinación, me dirigí al pequeño cementerio al borde de la ciudad. Bajo la luz de la luna, preparé un círculo de piedras y coloqué algunas velas blancas alrededor. En el centro, coloqué un pequeño cuenco con agua pura y algunas flores silvestres como ofrenda.
—Espero que esto funcione —murmuré para mí mismo, cerrando los ojos y centrando mi mente en mi propósito.
Recité unas palabras, pidiendo la audiencia de las Tres que tejen el destino. Por un momento, nada sucedió. Luego, una brisa fría comenzó a soplar, y el ambiente alrededor se llenó de una energía sutil pero palpable.
Las Tres aparecieron frente a mí, su presencia envuelta en sombras y misterio. Ellas estaban ahí, sin embargo, actuaban como si no estuviera. Sabía que no me escucharían a menos que estuviera realmente desesperado, y lo estaba en esos momentos.
—Las tres que son una, la una que son las tres, necesito ayuda y requiero de su sabiduría y conocimiento. Ustedes son las únicas que pueden ayudarme —dije, pero ellas no parecían interesadas en escucharme—. Les pido su consejo. No puedo ofrecer una ofrenda digna de ustedes... estoy desesperado, no sé qué hacer en estos momentos, todo es confuso para un dios que ahora es un simple mortal...
—Morfeo —dijo la Doncella con suavidad—. ¿Por qué nos has llamado aquí?
—Necesito su consejo —respondí con firmeza—. Tengo tres preguntas que deben ser respondidas.
—Una sola pregunta, querido —dijo la Doncella con suavidad—. Sólo una pregunta.
Finalmente, formulé la pregunta, mi corazón latía con incertidumbre:
—¿Qué debo hacer con mi corazón dividido entre la memoria de Calíope y los nuevos sentimientos por Thomas?
La Doncella sonrió con dulzura, sus palabras llevando consuelo y claridad:
—Honra tu pasado mientras abrazas tu futuro. El corazón puede albergar múltiples amores y no ser traicionero por ello. El amor puede ser tanto una bendición como una prueba, Morfeo.
No estaba seguro de lo que significaba eso, pero entendía que tomaría sentido después. Ellas comenzaron a desvanecerse y me quedé ahí, procesando todo.
Matthew finalmente habló: —¿Usted entendió todo eso? Es confuso para mí, no entiendo por qué hablan con acertijos.
—Creo que lo entiendo —dije mientras suspiraba ligeramente—. Pero sé que con el tiempo esto tomará mejor sentido.
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