𝔱𝔴𝔢𝔫𝔱𝔶 𝔬𝔫𝔢 𝔠𝔥𝔞𝔭𝔱𝔢𝔯

Esto era realmente inesperado.

El silencio era denso, sofocante. Nadie se atrevía a moverse, como si cualquier acción pudiera hacer estallar el frágil equilibrio que nos mantenía en paz. Miré a mi alrededor, buscando en los rostros de los demás algún indicio de cómo sentirme. Jackson estaba sorprendido y furioso, su expresión endurecida por la ira. Se lanzó hacia Tedros, pero lo detuve con mi brazo antes de que pudiera golpearlo. Agatha, inmóvil, observaba a Sophie con incredulidad. Mich estaba aún más impactada que yo, mientras que Alex... ¿Estaba más serena que antes? Como si hubiera estado esperando este momento.

Mi respiración se volvió errática. Un vacío se abrió en mi pecho, acompañado de un dolor agudo que me dejaba sin aire. No podía ser cierto. Tenía que haber habido señales antes, siempre las había en los cuentos. Pero no encontré ninguna. Me habían mentido. Todo este tiempo. Sentí mi cuerpo volverse más pesado, mis rodillas a punto de ceder. Las lágrimas descendieron por mis mejillas, pero no veía nada con claridad. Todo estaba borroso. Me aferré a un solo pensamiento: la lógica. La lógica era lo único que podía salvarme ahora.

Tedros y yo nunca tuvimos una "relación". La última vez que nos vimos, peleamos. No éramos nada. Nunca lo fuimos. No tenía derecho a estar molesta. Solo había sido una tonta que creyó haber encontrado a su príncipe. Pero todo había sido un error. Él no era más que un niño obsesionado con su legado, con su imagen, con su destino. Y yo... yo fui un capricho. Un simple juguete. Encontró a una princesa que lo venerara, que besara el suelo por donde él caminara, que hiciera de su ego su religión. Yo no tenía un papel en esa historia.

—No, no, no... —Tedros tartamudeó, su voz quebrada—. Lo que sea que hayan visto fue un accidente.

—Claro —respondieron Mich y Jackson al unísono, con evidente sarcasmo.

—Violet, yo... realmente lo siento...

—No tienes por qué disculparte —respondí con frialdad, alejándome de él—. No somos ni fuimos nada. —Dirigí mi mirada a Sophie y forcé una sonrisa—. ¿Tú estás bien?

Era mi amiga. O al menos, lo había sido. Tragué mis lágrimas y me acerqué a ella, sintiendo la traición arder en mi interior. Si tenía que sufrir, entonces la persona que me hirió debía verlo, debía sentirlo.

—¿Ustedes se conocen? —preguntó Tedros, atónito.

—Tú. —Agatha se acercó a Sophie, su voz temblorosa pero firme—. Tú lanzaste el hechizo...

—¿Un hechizo para cumplir con tus objetivos egoístas? —susurré, asegurándome de que solo "Filip" pudiera escucharme.

—Esa noche estuviste en la Torre del Director —murmuró Aggie, su mirada helada.

¿Ella realmente había sido? Mi mano se deslizó hasta mi daga. Me llamaba. Me instaba a usarla. Pero no. No aún. Tenía que hablar primero.

—Puedo explicarlo —balbuceó Sophie, intentando tomar mis manos. Me aparté de golpe.

Siempre había sido ella. La capa de víbora. El uniforme de los chicos. El hechizo rosa...

—¡Nos atacaste! —exclamé, mi voz cargada de dolor—. ¡Encima nos mentiste! Incriminaste a Beatrix y la pusiste en mi contra...

—¡Ustedes dijeron que no los verían! —gritó Sophie, su voz temblorosa—. ¡No podía perderlas!

—¡Solo intentamos resolver todo pacíficamente! ¡Nunca quisimos deshacernos de ti! Pero tú... querías que regresáramos con una mentira. —Caminé lentamente a su alrededor, como un depredador acechando a su presa—. Y si no querías que estuviéramos con ellos... entonces, ¿por qué besaste al príncipe con el que has estado obsesionada desde que lo conociste?

Tedros se quedó boquiabierto. Jackson luchaba contra el agarre de Mich, intentando lanzarse sobre el príncipe.

—Tenía que demostrarles que una amiga era más importante que ellos...

—¿Entonces por qué lo besaste? —insistí, con una sonrisa sin humor—. Sigues sin responder la pregunta. Qué curioso... Por fin conseguiste al príncipe de tus sueños.

—No entiendo... —Tedros murmuró, confundido.

—¿Elegirían a ellos antes que a mí? ¿Después de todo lo que hice por ustedes?

—¿Así que besarlo fue parte de tu "salvarnos"? —pregunté, mi voz goteando veneno.

—¡Él me besó a mí! —gritó "Filip".

El silencio se hizo de nuevo. Un latido. Dos. Y entonces...

—Tú ya me hartaste —espetó Agatha, antes de darle una bofetada a Tedros.

—¡Auch! —se quejó él, sobándose la mejilla.

Jackson aprovechó el momento para liberarse de Mich y conectar su puño contra el estómago del príncipe. Tedros se dobló en dos, jadeando.

—Dijiste que querías tu final feliz conmigo... —susurró Sophie, con los ojos llenos de lágrimas.

—Yo dije que eras una de las personas que me hacía sentir así... También lo era Vi —murmuró Tedros, aún en el suelo.

—Un final feliz... —Agatha negó con la cabeza—. Todo esto ya se habría solucionado sin ese hechizo. Nadie estaría en peligro de muerte ahora.

—Solo quería que todo fuera como antes, sin príncipes...

—Las verdaderas amigas no se interponen en la felicidad de las otras —sentencié—. Ni besan a los chicos que les interesan a sus amigas.

—¡Es suficiente! —gritó Tedros—. Vi... lo siento tanto...

—Creo que esa palabra te queda pequeña.

—Por favor... —Su voz se quebró—. Solo dame otra oportunidad... Sé que nunca dejé de amarte... Sé que debemos estar juntos.

Miré sus ojos. Su voz dulce me envolvió, sus caricias me hicieron sentir especial, como si fuera la única princesa en su historia. Como si todo pudiera ser distinto esta vez.

—¿Lo prometes? —pregunté en un susurro.

Él asintió, con lágrimas en los ojos.

—¿Por qué no te besé antes? —murmuró, acercándose a mí.

Estábamos a punto de besarnos... cuando un destello púrpura iluminó la habitación.

—¡Aléjense de él! —La voz de Lady Lesso resonó con autoridad. Su mirada recorrió la escena y entonces lo comprendió todo—. Un chico murió. Los alumnos están heridos... ¿Todo por tu culpa? —preguntó, dirigiéndose a Sophie.

Tedros me tomó de la mano. Esta vez, no me resistí.

—No quería quedarme sola... —sollozó Sophie—. No quería ser como mi madre...

Pero ya no podía confiar en sus mentiras. Me alejé. Y esta vez, no volví a mirar atrás.

En eso empezó a llover. ¿Fuego? Un humo rojo se extendió y los fuegos artificiales explotaron en el aire. El tablero de participantes de ambas escuelas se hizo añicos, mientras bolas de fuego llovían del cielo.

—¿Qué está pasando? —preguntó Mich.

Lady Lesso hizo un hechizo que nos permitió ver lo que ocurría. Las chicas blandían sus armas y los chicos se congregaban en el puente, exigiendo sangre.

—Ellos saben que estoy aquí. La Prueba se terminó...

—¿Qué significa eso? —preguntó Jackson.

—Guerra —respondió Tedros, con una voz pesada—. Significa guerra.

En ese momento, una nube de mariposas apareció y se llevó a Lady Lesso.

—¡No! —grité, intentando matar a las mariposas junto con los demás.

—Evelyn... lo escuchó todo... ¡Bésenlos! ¡Cuando llegue el momento! —gritó la Decana antes de teletransportarse a la escuela.

—No...

—Necesitamos estar a salvo... vengan —gritó Tedros, empapado por la lluvia.

Intentamos correr, pero unas enredaderas nos detuvieron.

—Ninguno de ustedes se va a ir de aquí —nos amenazó Alexandra, poniéndose frente a nosotros.

—¿Alex? —preguntó atónita Mich—. ¿Qué haces?

Alex nos lanzó un hechizo que nos paralizó en el acto.

—Ninguno se irá de aquí, a menos que ella muera —dijo, señalándome con una mirada llena de tormento.

—¿Qué...? Alex... ¿qué está pasando?

—Ustedes nunca lo entenderán... —sus ojos se llenaron de lágrimas mientras sacaba una daga de su capa y se acercaba a mí—. Tengo que hacerlo, no hay otra opción.

—Alex, por favor... —supliqué con la voz rota.

—Todo esto fue su culpa. Si solo hubieran hecho las elecciones correctas, ella nunca hubiera llegado...

—¿Qué te hizo? —preguntó Mich, incrédula.

—Quiere matarlos, a ustedes y a mi familia. Los chicos del orfanato... los tiene encerrados —su voz tembló—. No puedo dejar que mueran, ya los tortura, no sobrevivirán más tiempo... No pueden morir... no lo merecen. Todo esto es mi culpa y no dejaré que les hagan daño.

—Alex, podemos ayudarte, solo libéranos —intenté razonar con ella.

—¡Ustedes no lo entienden! ¡¿Creen que es tan fácil?! ¡¿Creen que acaso quiero matarte?! ¡Ella puede escucharlo todo, maldita sea! —gritó, desesperada, acercando la daga a mi garganta.

—¡NO! —Tedros intentó deshacer el hechizo—. ¡No la lastimes!

—Lo lamento, Vivi... pero no hay otra opción —susurró, con el rostro empapado de lágrimas y dolor.

De pronto, logré romper su hechizo y caí hacia atrás, invocando mi daga.

—Alex, por favor, no tenemos que hacer esto...

—No hay otra forma. No puedes escapar, Violet —dijo con frustración, arrancándose su collar de mariposa azul—. Ahora ya no podrá escucharnos... no me queda mucho tiempo. No hagas esto más difícil.

La Decana lo supo todo... por Alex... por su collar...

En un instante, Alex atacó con su daga. Intenté defenderme, pero simplemente no podía...

—¡VIOLET! —gritó Tedros al ver mi mejilla y brazos cubiertos de sangre.

Tropecé y caí al suelo, viendo a Alex avanzar para terminar su misión. No podía culparla...

—Toda elección trae consecuencias... Esta fue la que me tocó a mí. La vida no siempre es justa, ¿no?

Levantó su daga, dispuesta a asestar el golpe final.

Entonces, se escuchó el silbido de una flecha.

La mirada de Alex se congeló. Bajó la vista. Una flecha se clavó en su estómago. Se tambaleó, con la respiración entrecortada. La daga cayó de su mano.

Corrí hacia ella, atrapándola antes de que tocara el suelo. La lluvia cesó de golpe, como si el cielo mismo contuviera la respiración.

—Vi... —balbuceó, con sangre manando de su boca.

—Vas a estar bien —le aseguré, sosteniéndola contra mi pecho mientras intentaba detener el sangrado. Pero la sangre no dejaba de salir. Mis manos temblaban mientras murmuraba hechizos inútilmente.

—Lo lamento... —su voz era apenas un susurro.

—Shh, no hables, solo... guarda tus fuerzas —insistí, con la voz rota.

—Es veneno... —tartamudeó Agatha al ver el líquido negro alrededor de la herida.

—No... vamos, funciona... —susurré, desesperada, intentando otro hechizo, uno tras otro, pero ninguno servía. La magia me fallaba, nos fallaba a todos.

—Tranquila... —Alex sonrió débilmente—. Solo... discúlpenme... No quería que nada de esto sucediera...

—No, no, no. Vas a estar bien, Alex —la voz de Mich temblaba, quebrada por el miedo.

—Alex, tu bandera... quizá los profesores puedan ayudarte y...

—No... sabemos qué va a pasar... Por favor... cuiden de ellos... Los niños... la Decana los tiene...

—Sí, claro —respondió Jackson, con la voz ahogada.

Alex sonrió levemente.

—Jackson... No te culpes... estaré bien... Ahora... cuídalas a ellas... No pude cumplir mi promesa...

—No, sí lo harás. No digas eso, Alex. Vas a estar bien. Aggie te va a ayudar y luego detendremos a la Decana, solo... quédate con nosotros... por favor...

—Jackson...

—Por favor, no te puedes ir tú también... —las lágrimas le nublaban los ojos.

—Discúlpenme...

—Te perdonamos... —mi voz se quebró. Tedros intentó abrazarme, pero él también lloraba.

—Saben... siempre quise pintar las estrellas... Ahora podré verlas... Me gustaría que sean lo último que vea... —susurró, su mirada perdida en el cielo nublado—. Intentaba ser como una estrella... iluminar la noche... brillar... No sé si lo logré...

—No, no puedes irte... Alex...

—Gracias... por todo...

Su voz se apagó. Su respiración cesó.

—No... vamos, Alex... despierta... —susurró Mich, sacudiéndola con desesperación.

Pero ella no despertó. Sus ojos brillaron hasta el último segundo, mirando las estrellas que tanto amaba.

La eché en el suelo y seguí intentando hechizos. Nada funcionaba.

Jackson cayó de rodillas, sollozando sin control. Se jalaba el cabello, gritando de frustración. Agatha lloraba en silencio.

El cuerpo de Alex se volvió destellos de luz, elevándose hacia el cielo, fundiéndose con las estrellas.

Nadie dijo nada. Solo quedó el eco de la desesperación.

Entonces, Jackson gritó. Un grito desgarrador, nacido del dolor más profundo. Todo a su alrededor comenzó a temblar: la tierra, los árboles, las piedras...

Esto no podía quedarse así.

—¿De quién fue la flecha? —grité, girándome hacia Tedros.

—Un secuaz de Aric —respondió, limpiándose las lágrimas.

Me puse de pie de golpe. Quién fuera que lo hizo, no merecía seguir con vida.

Mich agarró su bandera.

—Tengo que proteger a... otras personas... —la soltó antes de que pudiéramos detenerla.

Jackson la miró por última vez. Una mirada que los tres compartimos.

La cacería aún no había terminado.


⋆ ˚。⋆୨♡୧⋆ ˚。⋆

Holi, ¿Cómo están?

Quise reescribir este capítulo, es uno de mis favoritos. Aunque la muerte de Alex siempre dolerá.

Esta es fue mi primera vez escribiendo escenas de la muerte de un personaje, si tenía muchos errores, asique quise reescribirlo, igualmente debe de tener aún algunos, pero es una mejora.

No se olviden de comentar, votar y tomar agua <333

El próximo capítulo es el final :D

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top