☆ SETENTA

Minho colocó el agua a hervir, apenas eran las nueve y treinta, moría de hambre. También le sorprendió que Jisung no estuviese ya despierto, siempre se levantaba antes, demasiado temprano. 

Pero no era la ocasión, es más hasta que roncaba como un bebé, con sus mejillas rojas y la saliva escurriéndose de su boca. Dudó en si hacerle una chocolatada o un té, pero recordó la lista de la rutina de Han, y ahí decía claramente: "té por las mañanas, no chocolatada, porque después me duele la pancita". 

Así que allí estaba, colocando el agua ya caliente en las dos tazas para hacer el té, acompañado de algunas tostadas y pastel de chocolate. Antes de llevarle el desayuno, prendió la calefacción en la sala, así no se moría de frío cuando bajara. Tomó la bandeja con cuidado y se dirigió a la habitación, encontrándose con una imagen que lo hizo sonreír. Dejó el desayuno en la mesita de noche, para correr las cortinas y dejar que entre luz. 

Escuchó una pequeña queja entre sueños. Se acercó a él y le corrió de a poco las mantas, para poder ver su rostro totalmente rojo. 

—Bebé, despierta —dijo, acariciando su rostro y cuello, comprobando si tenia fiebre, ya que estaba demasiado caliente. 

Tomó el termómetro, uno nuevo que su madre había comprado, tan solo apretabas un botón y ya te salía la temperatura corporal. Tan pronto como lo hizo, supo que Jisung tenia fiebre. 

—Te enfermas con facilidad... No harás más angelitos en la nieve —sentenció, tratando de despertarlo. 

—Shh, hyungcito, estoy soñando con dulces de sandia. 

—Ya son las diez, y hay nuevo capitulo de ese drama con un actor feo. 

Jisung frunció su ceño y le costó entender lo que dijo, pero cuando lo hizo, se sentó en la cama y se cruzó de brazos, totalmente enojado, sin importarle tener tanto frio. 

—¡Song Kang no es feo! ¡Estoy enojado con hyung! 

Minho largó una carcajada y apretó las mejillas ajenas. 

—Te tomaré en serio cuando no tengas todos los pelos parados —Jisung arrugó su nariz, sintiendo como las manos de Minho peinaban su rubio cabello. 

—Hace frio... supongo que tengo fiebre, ¿no es así? —Minho asintió—.¿Saldremos hacer angelitos en la nieve cuando mejore? 

Y allí estaba: ojitos brillantes y pucherito, como si fuese un pequeño gatito. 

—No, es demasiado pronto. 

Dijo con total firmeza, pero Jisung no solo profundizó el pucherito, sino que le dejó un besito en la punta de su nariz. 

—Lo pensaré... Pero tendré en cuenta lo que haces, eso de hacerme pucherito y poner ojos de gatito, eso se llama manipulación. 

Jisung lo miró totalmente indignado. No dijo nada, solo se acercó al mayor y lo abrazó. 

—Lo quiero mucho, hyung... Pero hacer angelitos en la nieve y muñecos...¡Me encanta! —Minho sonrió y le devolvió el abrazo, percibiendo que su cuerpo estaba temblando—. Es lindo hacerlo con usted... Ay, que no se entere Felix ni Jeongin, por favor. 

Lee sonrió, totalmente enternecido. 

—No se enterarán. Jisung se alejó un poco y lo miró a los ojos, para luego alzar su mano, estirando el dedo meñique. 

—¿Lo promete... Por la pinky promise? En toda su vida escuchó algo como aquello, pero era totalmente tierno que no dudo en enlazar su dedo meñique con el ajeno. 

—¡Lo quiero mucho, hyungcito! Volvió a abrazarlo, extremadamente feliz por volver a hacer angelitos en la nieve o un muñeco muy, muy grande. 

Minho pudo dejar un beso en su cabeza, antes de decirle que se acostara en la cama, ya que estaba temblando como gelatina. 

Ya eran pasadas las seis de la tarde y la verdad era que, Jisung se sentía demasiado bien, pero aún así, Minho dijo que no cuando la idea de hacer angelitos en la nieve fue presentada. 

A pesar de que se había cruzado de brazos y hecho un pucherito, la respuesta siguió siendo la misma. Entendió cuando le dijo que no quería que se enferme de nuevo o aún peor que una simple fiebre, así que ambos se dispusieron de ver una serie. Pero el momento romántico fue interrumpido por el timbre el cual resonó por toda la casa. Jisung miró a Minho con su ceño fruncido, sin comprender quien podría ser. 

—¿Félix o Jeongin, o ambos? —preguntó, con pereza para abrir. 

—No lo creo, ellos siempre avisan —bostezó mientras prendía su celular para ver si dejaron algún mensaje que él no leyó—. No... Iré a ver. Quizás es la vecina, ella a veces viene a hablar con mamá... Pero ella no está... 

Frunció de nuevo su entrecejo y se levantó a abrir, escuchando el exagerado bostezo de Minho. Cuando abrió la puerta, su sonrisa se desvaneció y su corazón comenzó a palpitar con desespero. 

—Hola, Sunggie. 

El rubio lo miró confundido, sin saber por qué se presentaba en su casa después de lo sucedido. 

—Mi madre te manda estás diademas, pronto estaremos en la feria por el finde semana y los feriados, así que adelantó algo de trabajo, especialmente para ti —le extendió la pequeña bolsa, la cual Jisung aceptó junto a una reverencia en forma de agradecimiento—. ¿Estás bien? Lo digo por lo del otro día. ¿Lee te llevó a un lugar calmado, no? 

—Sí, estoy bien, gracias por preguntar... Pero creo que no has venido solo a esto... 

—No, yo vine a disculparme. Eres una persona realmente especial, para mi y para mamá, para todos supongo. Sunggie, ¿tú en verdad estás con alguien como Minho? 

—Sí, está conmigo, ¿cuál es tu problema con eso? 

Minho apareció detrás del rubio, colocando su brazo alrededor de su hombro, notando la mirada llena de furia por parte de Yunho, quien no despegaba sus ojos de Jisung. 

—Estoy hablando con él, no contigo. ¿En serio te gusta una persona tan violenta, Sunggie? Te recuerdo que casi me golpea por decir unas cuantas verdades. 

—Yunho, basta, por favor... 

El nombrado largó una risa, sin poder entender por qué Jisung decía aquello. 

—¿No lo entiendes, verdad? Este tipo, no te conviene, ¡Ni siquiera te mira con amor! 

—Y tú con cara de loco. Vamos, Jisung. 

Minho quiso llevarlo adentro, tomándolo del brazo, pero no pudo. No podía reaccionar y aquello lo asustó. 

—¿Y lo tratas así, Lee? Si quiere volver a la sala, lo hará solo. ¿Cómo no lo ves? 

La respiración del menor comenzó a agitarse y Minho lo notó. Cerró fuertemente sus ojos, lo que menos necesitaba ahora, era un ataque de pánico luego de una leve fiebre. 

—¿Por qué dice eso de mi hyungcito? ¡Él no es malo! 

Yunho suspiró, ¿cuando le haría entender que sí lo era? Además, ¿qué hacia en su casa? ¿acaso no le da un minuto de descanso? 

—Porque es lo que siento, y lo que veo. ¿Cómo no te das cuenta de lo tóxico que es para ti? Míralo, no te deja en paz ni un segundo. 

—Si está aquí es porque yo se lo pido. Minho hyung es más bueno siendo malo, que tú diciendo que es tóxico sin conocer nuestra relación —lo fulminó con la mirada, esperando que los latidos de su corazón se tranquilizaran. Minho alzó las cejas y sonrió, totalmente orgulloso de su niño. 

—¿En serio lo eliges a él? ¡Nos conocemos desde hace años! Y sé que no te dejé en claro mis sentimientos de una buena manera... Pero, ¿en serio no medarás una oportunidad? 

—Oh, Bueno... si quiere podemos ir a cenar.

 El corazón de Minho se paralizó. ¿Qué mierda...? 

—¿Lo dices en serio? —la sonrisa de Yunho se intensificó, con una extrema felicidad recorriendo su cuerpo. 

—Sí... ¡En sus sueños! Le sacó la lengua y le cerró la puerta en la cara, esperando que le quede más claro que el agua. 

Se apoyó sobre la puerta, respirando tranquilamente. Agradecía tanto no haber tenido un ataque de pánico. 

—Hey, me asustaste —susurró Minho mientras acariciaba su rostro. 

—L-Lo siento... Solo espero que así sepa no voy a cambiar de opinión. Además, el corazón elige, y mi corazoncito se siente muy a gusto contigo. 

En la cabeza de Minho se instaló una pregunta que hace mucho quería largar. Unas simples palabras produjeron inseguridades en él y aumentó tanto su insomnio, que no dejaría pasar el momento, pero tenía miedo. Así que lo abrazó, tan fuerte que podía sentir el latido del corazón ajeno sobre el suyo. 

—¿Te sientes bien conmigo? 

—Claro que sí —y Minho pudo respirar—. ¡Me siento muy bien contigo!¡Me cuida como siempre lo soñé! Y que venga alguien queriendo romper eso, me pone realmente mal... 

—A mí también... al fin y al cabo, algo de razón tiene. 

—¿Cómo? 

Minho tomó valor y pudo mirar los pequeños ojitos de Jisung, estos ya estaban llenos de lágrimas. 

—Lo siento. Lamento tanto haberte tratado mal desde un principio, las cosas que decía o hacía, no te lo merecías. Lamento haberte dicho que te odiaba cuando no era así, solo porque no podía afrontar mis sentimientos. Te amo, bebé —confesó, para finalizarlo un dulce beso. 

—Hyung, ambos nos equivocamos y aunque usted haya sido un poco torpe en el camino, ¡Eres alguien que se merece amor! Nadie puede privarse de eso, porque es lindo sentirse amado, así como yo me siento cuando estoy con usted, ¡Demasiado amado! —volvió a abrazarlo, para transmitirle el amorque sentía por su hyung, no solo con palabras—. ¡También lo amo, mucho, mucho, mucho! —exclamó, sintiéndose totalmente cómodo sobre el pecho de Lee—. ¿Y si hacemos galletitas? 

—¿Y después vemos algo que no sea Song Kang desnudo? 

—¡Qué no está desnudo! 

Exclamó con sus mejillas rojas y un leve pucherito que Minho no tardó en besar. Y toda seguridad volvió a él en cuanto Jisung le entregó un dibujito que había hecho hace un par de días, en donde decía cuánto lo amaba. 

Se sentía bien estar bien. 

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