Capítulo 33
Alejandro
Dos meses. Ese es el tiempo que tengo nuevamente con la persona más especial que existe en mi vida y ahora estoy viéndola dormir como un ángel. Pienso que por fin la veo tranquila, sin estar estresada y sin tener tantos problemas en su cabeza.
A parte, hoy es el cumpleaños de Kevin y decidimos hacer una fiesta en casa de Fel (recién renovada), como siempre. Desde aquí se escuchan las puertas de las habitaciones ajenas a nosotros abriendo y cerrando pero no tengo ganas de separarme de ella. Le coloco la mano sobre la frente y le retiro el cabello de la cara. De inmediato, veo como comienza a estirarse y sonrío acercándome más a ella.
—Buenos días, princesa —saludo dándole un beso en la mejilla.
— Hola —corresponde ella con una sonrisa en la mirada.
—Es hora de que te levantes ya. Todos nos esperan en la piscina. —le deposito otro beso en la frente.
—Enseguida voy. —me levanto para cambiarme de ropa y veo como aún no se ha levantado así que decido dejarla tranquila.
Abajo ya están todos menos Felicia, que parece que se le pegaron las sábanas al igual que a Amy. Lily y Vicky están sentadas sobre la meseta mientras desayunan tranquilas ya vestidas para regresar a la piscina. Veo a Kevin de espaldas hacía a mí y corro a felicitarlo trepándome sobre él.
—¡Felicidades! —Ríe intentando bajarme mientras escuchamos las risas de las chicas—. ¡Ya son veinticuatro! Estás hecho un viejo.
—¡Oye! Eres solamente tres años menor que yo. —suelta enfadado y le doy una palmada por detrás.
—¿Qué vamos a hacer hoy?— pregunto intrigado.
—Tú sabes que quien planea todo aquí es Felicia, y sigue durmiendo así que hay que esperar.
—Si quieren yo puedo empezar con la barbacoa— se ofrece Claudio, apareciendo de pronto en la cocina y, aunque son las nueve de la mañana, ya tiene una botella de cerveza en la mano.
—No te preocupes, no tienes obligación de hacerlo —salta Victoria mientras abre el refrigerador para coger una manzana.
—Pues yo quiero y si la vas a comer tú, mejor.
Vicky bufa antes de llevarse la manzana para darle una mordida y alejarse con Lily hacia la piscina. Miro a Claudio que tiene una sonrisa de oreja a oreja y pongo los ojos en blanco antes de agarrar algo también para comer. Para cuando Amy y Felicia se levantan a desayunar ya todos estamos en el área de atrás. Compramos bastante licor para hacer piña colada que hacía ya un tiempo que las chicas querían tomarla.
Cuando estas salen de la cocina Kevin y yo las miramos de arriba hacia abajo desde lejos mientras sonríen y caminan a nosotros en sus trajes de baño.
—Es... demasiado. Ella es demasiado. —le doy un manotazo a Kevin y se fija en mí.
—¿Sabes? Yo me podría acostumbrar a esto y cierra la boca porque vas a llenar la piscina de saliva.
Nos reímos y ellas entran a la piscina. Jugamos algunas partidas de dominó y cartas mientras escuchamos música. El día se nos va tranquilo, entre risas, baile, juego y unas cuantas palizas a las cartas hacen que las horas se vayan muy rápido y sin darnos cuenta el sol comienza a ocultarse por encima de nuestras cabezas.
—¡Chicos, recojan todo y báñense que ya vamos a comer! —demanda Felicia por los altavoces y todos decidimos salir del agua para dirigirnos a las habitaciones.
Amy se baña primero y cuando termina me baño yo. Nos ponemos ropa cómoda de hilo para pasar la noche aquí e irnos mañana para el apartamento de su apartamento. Cuando llegamos al comedor ya todos estaban esperándonos. Nos sentamos a comer mientras hablamos de lo que haremos después de las vacaciones; casi todos van a terminar la Universidad para después empezar a trabajar como profesionales. Felicia va a trabajar como promotora de eventos, que es lo que ha estudiado todos estos años y le queda como anillo al dedo, Kevin trabajará en una de las compañías tecnológicas más grandes del país. Y nosotros dos tenemos pensado comenzar siendo un dúo y ver lo que la vida nos depara.
—¡Chicos! ¡Llegó el pastel!— grita Lily mientras entra con este en las manos sonriéndonos a todos.
Nos comemos el pastel en menos de media hora y antes de levantarnos de la mesa vemos como Felicia trae una botella de vino a la mesa.
—Vino para brindar.
—¿Y por qué vamos a brindar? —pregunta Amy frunciendo el ceño.
—Por mí, es obvio —exclama Kevin divertido—. De todas formas hoy es mi cumpleaños.
—No, por ti no brinda nadie, baja de esa nube— señala Felicia entre risas antes de largarse a buscar las copas y el sacacorchos—. Vamos a brindar por todas las cosas buenas y malas que nos han pasado en los últimos seis años. Cada uno va a decir por qué vamos a brindar. ¿Quién va a comenzar?
Felicia me tiende la botella para que la abra y accedo. Coloco el sacacorchos y después de unos segundos sonido nos advierte que ya podemos empezar. Sirvo un poco en cada copa y la primera que vemos levantándose es Lily. Extiende su copa y sonríe mirándonos a todos.
—Brindemos por todas las graduaciones y por el futuro.
Victoria se levanta decidida, dirige su mirada a Claudio para después fijarse en nosotros con una sonrisa extendiendo su copa junto a la de su amiga.
—Brindemos por aquellas personas que hemos aguantado el drama de los aquí presentes: Amy y Alejandro. — Todos reímos y nosotros dos alzamos las copas divertidos.
—Brindemos por la oportunidad de conocer gente nueva y encantadora como ustedes. Les agradezco haberme incluido en su loca familia. —le sigue Claudio levantándose y uniéndose a los demás.
—Brindemos por la amistad y el amor —dice Kevin haciendo que empecemos a molestarlo con miradas acosadoras—. ¡Joder que no puedo decir nada!
—Brindemos por mis fiestas y que nunca se acaben. —se levanta Felicia poniendo los ojos en blanco y acercándose a Victoria.
Me levanto entre risas y me coloco al lado de Kevin mientras extiendo mi copa hacia delante—. Brindemos por la salud de todos y de nuestros seres queridos.
Es el turno de Amy, esta se levanta de su silla. Mira la copa de vino como si estuviera pensando en algo más antes de fijarse en nosotros. Extiende su copa hacia delante y sonríe.
—Brindemos por nosotros.
—¡Por nosotros! —seguimos todos a la vez y se coloca en medio de Felicia y yo.
—¡Salud! Nunca vamos a dejar que nos vayamos a ninguna parte —señala Felicia.
—¡Salud!
…
Cuando la parte de la comida acaba todos van a sentarse frente al televisor mientras Amy y yo nos dirigimos a la azotea. Me siento al lado de ella, le coloco la mano en el hombro y la traigo hacia mí. Estamos así un rato hasta que se sienta frente a mí con los pies cruzados. Hago lo mismo que ella, me mira por unos segundos y de pronto me muestra el meñique.
Una promesa…
Entrelazo su meñique con el mío y ella frunce el ceño.
—No sabes qué fue lo que prometiste.
—Eso es muy fácil.
—¿Ah, sí? ¿Qué es? —pregunta divertida cruzándose de brazos.
—Nunca me dejes ir. —abre los ojos como platos y se gira otra vez de frente a la calle.
Extiende sus pies para que caigan hacia abajo, ya que estamos en la orilla del techo; recuesta su cabeza en mi hombro y solo abre la boca para decir:
—Nunca me dejes ir.
—Nunca —susurro haciendo que levante la cabeza para mirarme a los ojos.
—¿Me lo prometes?
—Con todo el corazón.
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