Capítulo 28

Camino hacia casa de Felicia para encontrarme con ella esta noche otra vez. Las personas me miran raro por la calle, seguramente por el aspecto que traigo que no es nada favorable para mí  y menos a estas horas (de la noche). Mis padres están fuera de casa por una semana, así que me quedo en casa de Felicia después de la escuela.

Hoy comenzaron las clases para mí otra vez, digo otra vez porque estuve unos días sin ir. Todo lo que pasó con Ale hizo que el estrés fuera  tanto  al punto de no querer comer y que mi cabello se callera por momentos, en serio pensé que quedaría calva. Todos en la escuela saben lo que pasó entre Alejandro y yo, las preguntas han llovido al igual que las opiniones, pero sinceramente nada me interesa. Nada me llama la atención, todos dicen que estoy completamente apagada y que no soy la misma de hace una semana y media. Nunca me había sentido tan mal como para llorar y no hablar, me siento engañada, utilizada y asquerosa. He hecho sufrir a personas, no estuve todo el tiempo que Felicia me necesitaba por lo de su padre, y he terminado alejando a todos haciéndome daño a mí misma.

Llego a  su casa, aunque ella no ha llegado. Tiene consulta en el médico hoy para saber la fecha de su posible recuperación y así saber por fin si volverá o no a caminar. Que yo espero por lo que Dios más quiera que sí. Ella se lo merece.

Voy hacia mi cuarto y prendo la wifi de mi móvil. En unos segundos entran como 150 mensajes por WhatsApp, pero lo único que hago es entrar al grupo que creamos todas desde la boda de Felicia para saber cómo están las cosas.

Yo:
Hola, chicas ¿Cómo andan? Fel, ¿qué te falta para regresar?

Cuando el mensaje se envía me voy a cambiarme y darme una ducha, pero unos segundos después suena mi móvil por las notificaciones entrantes de las chicas en el grupo. Dejo que siga sonando y me voy a dar la ducha. Para cuando salgo del baño tengo un poco más de cincuenta  mensajes. Deslizo los mensajes hacia abajo para ver por lo menos los últimos cinco.

Vicky:
Yo pienso que es genial.

Lily:
Yo también, me encanta la pareja que forman.

Fel:
¿Saben? Nunca estaría con él. No me gusta su forma de ser y, sinceramente, se complica mucho en ser una excelente persona y demostrarme a mí que todo está bien.

Yo:
¿De quién hablan? Fel, te estoy esperando en tu casa, ¿qué es lo que te falta?

Fel:
Nada, ya estoy en camino y precisamente no llevo buenas noticias.

Vicky:
Hablamos de Kevin. Creemos que es genial para ella.

Lily:
Es cierto, pero ya ves que tiene la cabeza muy dura.

Yo:
Vamos Felicia, ¿nos dirás que no te gusta ni un poco? ¿No era que te caía bien?

Vicky:
Exacto no nos lo puedes negar.

Lily:
Dinos, dinos. Estamos esperando.

Fel:
Atiendan todas, hace menos de un año que me iba a casar y él apareció ahora. Llevaba una relación con Marcos de 6 años y ahora quieren que me junte con Kevin, al cual no conozco de nunca y quieren que todo sea feliz, color de rosas. No puedo estar con él porque, además, todavía no camino y no quiero darle un peso más. No voy a estar con él, ¿okey? Y se acabó esta conversación.

Vicky:
Creo que la hemos fatigado demasiado, chicas.

Yo:
Tranquilas, yo hablo con ella cuando llegue a casa. No se preocupen nos vemos mañana en el instituto. Buenas noches, chicas.

Vicky:
Buenas noches, Amy. Nos avisas si algo pasa.

Lily:
Hasta mañana.

Bloqueo nuevamente el móvil y comienzo a hacer la comida para ambas. Cuando llega Felicia son un poco más de las nueve de la noche. No tiene hambre, solo se acerca a mí para saludarme con los puños y decirme que le dijeron que no podía caminar todavía, pero que empezaría a hacer fisioterapia y que con todo eso tardaría para que ella volviera a caminar mínimo tres  años. Si me preguntan, la veo con esperanzas y eso es lo más importante para mí. Sube a su habitación deseándome buenas noches y le correspondo igual.

Voy hacia mi cuarto luego de mi cena solitaria rumbo a dormir. Desbloqueo mi móvil y un mensaje de Kevin aparece de repente.

Kevin:
¿Por qué aún no has resuelto las cosas? Habla con él, sé que no te ha vuelto a hablar, pero te extraña. Habla con él, tienes hasta mañana.

Ignoro el mensaje como por quinta vez esta semana. No quiero saber nada de Alejandro. Pongo mi móvil a cargar y me acurruco en la cama intentando no pensar en nada más. Al menos por hoy.

~~°~~

M

e he levantado indecisa, insegura. Aunque no quiera los mensajes de Kevin me han creado incertidumbre y aún peor: ansiedad. He hablado con Felicia esta mañana sobre el tema y lo único que me respondió fue que yo sabría qué hacer en el momento indicado. Hoy, tampoco fui al instituto y me quedé viendo algunas series y pelis, pero me he aburrido hace ya un rato. Decido (después de mucho) mandarle un mensaje a Kevin para vernos porque creo que necesitamos conversar, bajo hacia las conversaciones más antiguas en el WhatsApp cuando de pronto me salta a la vista un mensaje del día de la muerte del padre de Fel, que aún no había visto, y es de Alejandro.

Ale:
No sé si algún día me vayas a perdonar por haberte dejado sola aun sabiendo que no tenías la culpa de nada pero es que, la verdad, ese día del encuentro con Lucas te buscaba porque tenía que decirte algo sumamente importante y cuando vi aquella imagen me volví loco, te grité y sé que eso no estuvo para nada bien. Espero que algún día me perdones, pero ya ves que no pude aguantar mucho. El día que caíste sentada sobre mí estuve a punto de besarte, pero nuestra querida directora llegó en el momento apropiado. (Nótese el sarcasmo). En pocas palabras, no puedo vivir sin ti. Lo importante era que me han aceptado en la Universidad de Artes en Nueva York, así que estaré unos años fuera; pero eso no significa que en algún momento dejemos de hablar, ¿entendido? Te amo, no lo olvides, princesa.

El corazón se me oprime y las lágrimas no se demoran en salir. Me apresuro en llamar a Kevin lo antes posible y al segundo timbre me lo coge.

—Sí, ¿diga?—responde con una despreocupación fingida.

—Kevin, ¿cuándo se va Ale?

—¿Ahora quieres saber de él?— pongo los ojos en blanco y corro hacia el cuarto de invitados para cambiarme de ropa y salir de aquí a buscarle.

—No tengo tiempo. ¡Dime ya

—Pero, ¿es que no te lo dijo? Se va hoy mismo para el aeropuerto. ¿Cómo es que no te lo dijo?— pregunta sin entender mientras a mí el corazón me late a dos mil por hora.

¿Se va hoy?

—¡Kevin, necesito que me lleves al aeropuerto ya! — grito nerviosa  mientras me calzo los zapatos y bajo para esperarle en la sala.

—Estaré allí lo más pronto que pueda.

Llamo a Fel para decirle una pequeña parte de todo a lo que me desea suerte y que le de noticias de lo que pase. Kevin se demora unos veinte minutos  y nos vamos al aeropuerto lo más rápido que el taxista puede conducir.

Por favor no te vayas aún…

Llegamos y sin pensarlo salgo disparada como una loca hacia el interior del aeropuerto  internacional de mi país. Me fijo en la pantalla y veo que un vuelo a Nueva York está a punto de salir y corro hacia la puerta en la que deben abordar los pasajeros. Me inclino por encima de todos pero aun así no logro encontrarlo por ningún lado. La ansiedad y los nervios se apoderan de mí,  y aunque no quiera los ojos se me comienzan a nublar por las lágrimas. De pronto veo a lo lejos a alguien que se parece a él. Va con los audífonos puestos y por más que lo llamo no me oye. Grito su nombre con todas mis fuerzas hasta que traspasa la puerta para abordar el avión.

Por primera vez sentía que el corazón se me había roto en miles de pedacitos y que él se llevó cada uno de ellos. Busco en mis pantalones mi móvil con la esperanza de poder llamarlo o mandarle quizás un mensaje, pero me lo he quedado en casa. Escucho los pasos apurados de Kevin sobre todo el ruido del aeropuerto y niego con la cabeza en el momento que pregunta si he podido alcanzarlo.

—Se ha ido. Yo no sabía nada, me entero de todo hoy y se va. ¿Por qué no me contó todo? —las lágrimas no dejan de bajar por mí rostro y los recuerdos de todo me martillean la mente como si fuera el mismo karma el que quiere que vea que me he equivocado.

Kevin no me responde a nada y solo se limita a abrazarme. En el fondo sabe que ni él mismo sabe la respuesta.  Sigo llorando, mientras Kevin me saca de allí pensando que sería lo mejor y me lleva para la casa de Felicia en donde aún no sé si es donde quiero estar.

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