𝐗𝐈𝐈. 𝐙𝐮𝐦𝐨 𝐝𝐞 𝐧𝐚𝐫𝐚𝐧𝐣𝐚
𝐒𝐚𝐯𝐚𝐧𝐧𝐚 𝐕𝐞𝐠𝐚
ᴍɪʀᴇ́ ʟᴏs ᴏᴊᴏs ᴅᴇʟ ɴɪɴ̃ᴏ ᴄᴏɴ ᴅᴇsᴀғɪ́ᴏ, él no se quedaba atrás. Me quedaban a penas dos míseras cartas, igual que a él. Aunque no me enfado por perder, soy competitiva, no me dejo ganar.
—Te voy a ganar... —murmuró Hugo, mirándome con una amplia sonrisa.
—Eso no se sabe aún... —no pude decir nada más porque el castaño lanzó una carta a la encimera de la Isla, una carta de bloqueo roja.
—Uno —dijo alzando su última carta. Después la puso sobre la mesa: un ocho del mismo color que el bloqueo —, y te gané.
Efectivamente, me había ganado. Asentí y lentamente estiré mi brazo.
—Bien jugado. —le dije mientras estrechaba su pequeña mano.
Él sonrió victorioso.
—Gracias. Para ser tu primera vez jugando al UNO has estado espectacular. —alagó sin quitar su sonrisa.
Hugo me había pedido que jugará con él, yo le dije que cuando terminara todas mis labores lo haría sin duda. Y aquí estoy, ya con todas mis labores acabadas y con una partida del UNO jugada.
De repente el ruido del timbre sonó. Pensé que sería Pedri, que había salido a recoger algo, la verdad no sé el qué.
Abrí la puerta encontrándome a un persona. Una persona que no era Pedri ni similar: Katia.
La rubia me repasó con la mirada con un atisbo de desprecio y entró sin previo aviso.
—¿Dónde está mi novio? —preguntó con desdén, remarcando el mi, mientras yo cerraba la puerta.
—Tu novio no está, ha salido hace un rato a buscar algo. —le informé mientras la seguía hacia la cocina, recalcando el tu.
—¿Y qué ha ido a buscar? —volvió a preguntar.
La miré y me encogí de hombros.
—No lo sé, señorita. —respondí mientras entraba a la cocina.
Ahí estaba el pequeño Hugo, que en cuanto la vio la miró con un notable asco, sin disimulo.
—¿Tú aquí? —dijo el castaño sin quitar su semblante de repulsión.
—Sí. —respondió Katia, echándole la sonrisa más falsa de este planeta.
—Pues llegas en mal momento, porque Savanna y yo estábamos jugando a las cartas. —habló en un tono repelente.
Vi cómo Katia entre cerraba los ojos, mirándolo con desdén.
—¿Quiéres algo de tomar o de comer, Katia? —le pregunté a la rubia para cortar el mal rollo presente.
Ella me miró desagradablemente unos segundos y asintió levemente.
—Zumo de naranja. —dijo sentándose en uno de los bancos de la Isla.
—Se dice por favor. —soltó Hugo por su boca.
Katia no respondió. No vi su cara ante el comentario del pequeño, ya que me encontraba de espaldas, pero apostaba que lo estaba asesinando con la mirada.
Le coloqué el vaso de zumo delante suya, sobre la encimera.
—Que aproveche. —dije educadamente mientras me volvía a sentar al lado de Hugo.
Ella solo asintió. Parecía que la cosa estaba en mejores ámbitos, pero el castaño no se pudo quedar callado.
—Mi primo debería de tener una novia tan buena como Savanna, no como tú, eres muy desagradecida. —dijo sin vergüenza, hablándole a Katia.
La rubia en un santiamén se puso de pie con la cara roja de la ira. Temí sus intenciones cuando tomó el vaso—todavía lleno—entre sus manos.
En un abrir y cerrar de ojos me vi empapada de zumo de naranja. Solté un chillido por lo arrepentido mientras le echaba una mirada a Hugo, que tenía la misma cara que yo: de sorpresa. Rápidamente, Katia, salió de la cocina.
Miré mi jersey blanco lleno de líquido naranja.
—Mierda... —murmuré mirándome a mí misma.
—Esa chica está majara. —sentenció Hugo, yendo rápidamente a por una toalla.
Por todo el galeo que se había montado en un segundo, no me di cuenta de que Pedri había llegado y había empezado a discutir fuertemente con Katia, la cual se quejaba de mí y del pequeño Hugo, seguro de lo que había dicho hace unos instantes.
—Espero que ahora mismo esté cortando con ella, porque no la soporto... —habló Hugo mientras miraba cómo me limpiaba el cuello con la toalla.
—Voy al baño. —avisó el pequeño mientras se bajaba del banco y se dirigía hacia allí.
Decidí quitarme el jersey, tenía una camiseta de tirantes blanca debajo, así que aproveche eso para poder limpiarme mejor.
En ese momento el silencio reinó en la casa después de un fuerte portazo. Después de unos segundos, Pedri entró a la cocina y su mirada no se detuvo exactamente en mis ojos, sino en mis pechos.
Miré hacia abajo, no me había dado cuenta que parte de mi camiseta se transparentaba, dejando ver mi sujetador negro de encaje.
Me tapé con la toalla, sintiendo cómo mis mejillas quemaban. Miré a Pedri, que estaba igual de rojo y rápidamente desvió la mirada.
—Larga historia. —dije rápidamente mientras salía de la cocina, pero su mano me lo empidió, cogiéndome del brazo.
La fuerza con la que me paró hizo que me pegara a su pecho, haciendo que vergonzosamente me separara de él.
—He cortado con Katia. —anunció sin más.
Lo miré a los ojos, totalmente serenos, intentando buscar a dónde quería llegar.
—Lo siento, lo siento mucho. —le dije apartando mi mirada de la suya.
Miré su agarre en mi brazo que todavía perduraba y empecé a agitar mi pierna con nerviosismo.
—Yo no lo siento. —admitió.
Levanté la mirada confrontando sus ojos de nuevo.
—¿A dónde quiéres llegar? —le pregunté confusa.
—Déjame completar la salida del recreativo. —me pidió, aunque parecía más una súplica.
Fruncí el ceño.
—¿Quiéres volver al recreativo? —le pregunté.
Él negó con la cabeza.
—Otro sitio —hizo una pausa analizando mi rostro, como si no quisiera perderse detalle alguno —, más tranquilo.
Mis mejillas ardieron una vez más.
Deja de ser tan mal pensada, Savanna.
—Como amigos, claramente... —murmuró, esta vez acariciando mi brazo —. Ahora sí podemos serlo.
Como amigos, claro...
—Está bien. —acepté alejándome más, quitando suavemente su agarre en mi brazo.
—Venga, te espero mañana a las nueve de la noche en el salón. —dijo retirándose.
—¿Pero cómo debo ir de arreglada? —pregunté alzando un poco la voz.
Él asomó su cabeza por la entrada de la cocina.
—Digamos que no debes ir muy arreglada. —habló sonriente, esta vez ya yéndose del todo.
Me giré intentando ocultar mi sonrisa, encontrándome con Hugo, que había vuelto del baño.
—¿Tenéis una cita? —preguntó, mirándome con una sonrisa.
—No —negué rápidamente —, claro que no. Es una salida de amigos.
—Claro... —masculló no creyéndose nada de lo que dije —. ¿Ha roto con la bruja?
—Con Katia... —le corregí.
—Como sea... ¿Han roto? —volvió a preguntar.
Asentí con la cabeza.
—¡Vamos! —exclamó celebrándolo a lo grande.
Reí mientras lo miraba. Aun así una parte mi mente solo pensaba en mi salida de amigos con Pedri.
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Nunca sé que poner por aquí😔
Atte: Ari la anónimaᕕ( ᐛ )ᕗ
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