𝐈𝐗. 𝐏𝐞𝐫𝐨 𝐧𝐨 𝐚𝐡𝐨𝐫𝐚

𝐒𝐚𝐯𝐚𝐧𝐧𝐚 𝐕𝐞𝐠𝐚

ʀᴇᴘɪǫᴜɪᴛɪᴇ́ ʟᴏs ᴅᴇᴅᴏs sᴏʙʀᴇ ᴍɪ ᴘɪᴇʀɴᴀ; Toda esta situación me había puesto nerviosa. Sentía unas par de miradas que Pedri, a mi lado, me estaba echando. Presentía que quería decirme algo así que me giré hacia él para mirarlo y hablé.

—¿Quiéres decirme algo? —pregunté sin perderme detalle de sus gestos.

Él se volvió a mirarme por un segundo antes de volver la mirada al trayecto y hablar.

—Perdón.

—¿Perdón?

—Sí. Perdón. Debería se haberte hecho caso. —dijo algo desanimado. Noté cómo sus cejas se hundieron mostrando arrepentimiento.

—No pasa nada. —dije con una leve sonrisa.

—Sí, sí que pasa. Ahora estás metida en un marrón que no te mereces. —habló masajeando sus sienes.

Me quedé mirándole durante unos segundos, viendo sus gestos faciales. Viendo cómo el sentimiento que estaba sintiendo en ese momento se reflejaba en su rostro.

—Pedri, tú solo querías que lo pasara bien en un lugar que nunca había ido. Lo hiciste con muy buena intención. No me importa la prensa... —me interrumpí cuando aparcó el coche en el porche de su casa, uno grande donde podías poner ahí tu vehículo. Esa no fue la cosa que me interrumpió exactamente —. Pero creo que lo que tu novia piense o haga ahora mismo sí que me importa. —dije al ver a Katia en la puerta de la casa con los brazos cruzados, con un rostro donde cruzaba el verdadero enfado.

Miré a Pedri, él se veía igual de tenso que yo. Con algo de trabajo bajamos del coche y nos paramos frente a Katia. Ella me echó una mirada de desprecio antes de centrarse en su novio, mirándolo con desdén.

—Creo que me debería ir... —murmuré dirigiéndome a la puerta para entrar, pero un brazo me impidió seguir.

Katia me había agarrado del brazo y me miraba con furia. Tragué duro; Era esto a lo que me refería cuando decía que no quería problemas.

—Tú no te vas a ningún lado, porque este problema también tiene que ver contigo. —habló desagradablemente, espetándo con furia cada unas de las palabras.

Retrocedí unos pasos, poniéndome de nuevo frente a ella. Ya había visto cómo era ayer, aún así no voy a dejar que me intimide. No voy a dejar que piense que soy una persona que se le puede tratar como quiera. Levanté la cabeza y cronfonté su mirada, encontrándome con que la tenía clavada en mí.

—¿Qué está pasando? —preguntó intercalando su mirada entre mí y Pedri.

—Solo fuimos a unos recreativos. —habló Pedri a mi lado.

Ella sonrió socarronamente mientras asentía, irónica. Posó su peso en una de sus piernas, poniendo también la mano apoyada en su cintura.

—¿Y se puede saber por qué coño habéis ido a un recreativo? —preguntó furiosa.

—Ella nunca había ido a uno y... —lo interrumpí poniendo una mano en su brazo.

—Le conté que nunca había ido a un recreativo porque tuve una infancia difícil en la que la diversión no formaba gran parte. Entonces quiso que fuera a ver como era uno. —le expliqué cruzada de brazos.

Katia no borró su sonrisa sarcástica.

—Qué lástima, ¿no? —dijo irónicamente —. ¿Y qué culpa tienes tú de que ella no haya ido a un maldito recreativo? —le preguntó a Pedri, dirigiendo su mirada hacia él.

—Yo quise. —respondió apoyando sus manos en su cadera.

—Ya me he enterado. Pero sigo sin entender por qué lo hiciste, ella es solo una simple empleada, ¿por qué tienes que tratarla como una amiga? —habló con cólera. Por un momento pensé que en sus ojos verdes chispaba fuego —. Por su culpa y por la tuya ahora se rumorea que me eres infiel. ¡Me están dejando por los suelos!

Vi que Pedri iba a responder a la defensiva, así que me adelante.

—Tiene razón —admití —. Aunque nos llevemos bien tenemos que tener un trato profesional, Pedro —sabía que no le gustaba que le llamara así, pero delante de su novia sabía que si le llamaba Pedri, así con confianza, haría que las cosas empeoraran —. Ella tiene razón. Pero debo de aclarar que nada de esto fue con una mala intención. Y si no hay más, creo que lo que queda lo deberían de hablar ustedes. —dije y acto seguido entré a la casa.

Al ya estar dentro suspiré ondo varias veces. Katia tenía razón, no tenía sentido que Pedri llevara a un recreativo a su empleada. Por más que me cayera bien Pedri, a partir de ahora tendría un trato estrictamente profesional con él, no podía ser de otro modo.

Me vestí para seguir trabajando y fui a la cocina. Cuando llegué me encontré con la señora Sofía, que me sonrió calidamente al percatarse de mi presencia.

—¿Otra discusión? —preguntó sonriendo, refiriéndose a la parejita.

Asentí y agaché la cabeza.

—Lamento decir que la causa sea yo. —dije intentando sonreír.

—A ver, cuéntame. —me pidió apoyándose en la Isla.

La miré durante unos segundos antes de hablar, pensando en cómo empezar. Después de eso le expliqué con detalle todo lo que había ocurrido.

—Comprendo. Me parece bien el pensamiento que has tomado. —opinó fregando los platos.

Sonreí ante su comentario.

—Aunque Pedro me caiga muy bien, y sé que seríamos grandes amigos, no puedo pasar la barrera de lo profesional. Quiero mantener este empleo, y eso conlleva llevarse bien con la señorita Katia. —dije barriendo el suelo de la cocina.

Ella me miró durante unos instantes y sonrió.

—¿Qué? —pregunté riendo.

Sofía negó la cabeza.

—Nada, solo pensaba en algo. —habló siguiendo con lo suyo.

—¿Puedo saber que pensabas? —pregunté con una sonrisa. Ella se quedó callada.

—¡Venga! —insistí abrazándola por detrás.

Ella sonrió negandoo con la cabeza.

—Te lo diré, pero no ahora. No es el momento, querida. —dijo mirándome de soslayo.

Terminó de fregar e hizo el ademán de irse. Pero antes se paró y se giró para decirme algo.

—Solo te digo que la vida da mchas vueltas. Muchas veces no vas a poder controlar las cosas que planeas. —y sin más se fué, sin esperar una repuesta.

Me quedé pensando, ¿a qué se refería?

"Solo te digo que la vida da mchas vueltas. Muchas veces no vas a poder controlar las cosas que planeas."

Me apoyé en la encimera y me puse a pensar. Sus palabras me habían colapsado la mente y estaba intenando saber a qué se refería. A saber qué estaba pensando la señora Sofía.

Me dirigí para irme también; Iba a limpiar las habitaciones. Esta vez sí que no iba mirando por donde iba, así que choqué con alguien y caí. Miré hacia arriba encontrándome con la melena rubia de Katia, la cual me miraba con una sonrisa de superioridad.

—Ya estás en el suelo. —dijo socarronamente.

Me levanté enseguida.

—¿Necesita algo? —le pregunté educadamente, ignorando su anterior comentario.

—Sí, sí que lo necesito. Un vaso de agua. —contestó sentándose en una de las sillas de la Isla.

Cogí un vaso y lo rellene de agua. Se lo puse en frente y me quedé quieta, mirando sus movimientos.

—¿Necesita algo más? —volví a preguntar.

Ella asintió, así que afiné mi oído para escucharla atentamente. Para mi sorpresa se bajó de la silla y se acercó a mí, pegándo su boca a mi odio.

—Que te alejes de mi novio. —susurró a regañadientes.

Me tensé, aun así mantení la postura. Ella se alejó un poco.

—Si tuviera control sobre los empleados de esta casa ya estarías a fuera de aquí, junto con otros empleados como Sofía Carrero. —mi piel empezó arder de rabia al escuchar el nombre de esa mujer tan agradable. Tanta fue mi rabia que no pude evitar hablar.

—Pues me alegro de que no tenga el control, señorita. No por mí, sino por la señora Sofía, ella es una buena mujer. —dije intentando ocultar mi rabia.

—Lo que digas. De todos modos es muy unida a Pedri. —dijo con simpleza.

No pude evitar mirarla con desprecio.

—Lo que quiero es que te mantengas alejada de él. Tranquila, no es porque tenga miedo de que él me sea infiel; Nadie puede caer tan bajo como para meterse con la empleada. Lo que me preocupa es mi reputación y la de Pedri, así que mantente alejada. —habló con desagrado y sin más preámbulo se marchó.

Me quedé ahí parada, mirando a la nada, procesando cada palabra que salió de su boca. Cada sílaba salió de su boca afiladas peligrosamente, temiendo hacer daño. Katia iba a ser alguien de no fiar, lo sabía.

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¡Hola, mis nenes! ¿Cómo estáis? ¿Qué os va pareciendo?
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Atte: Ari la anónimaᕕ( ᐛ )ᕗ

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