CAPÍTULO 10: THE FRUIT OF THE POISONED TREE

—— THE FRUIT OF THE POISONED TREE ——

—¿Esto es lo que hacéis cuando volvemos a estar juntos? ¿Un club de lectura vampirico?— Preguntó Rebekah entrando en el salón, viendo a Elijah, Klaus, Astrid y Leonidas leyendo.

—La lectura cultiva la mente, hermanita. ¿No es cierto, Elijah?— Alegó el híbrido mientras levantaba la cabeza y miraba a su hermano mayor, el cual estaba sentado en uno de los sillones enfrente del sofá en el que estaban sentados Leonidas y Klaus, Astrid por su parte estaba sentada en el otro sillón.

—Sí, es muy cierto, Niklaus.— Afirmó Elijah con tranquilidad, sin levantar la mirada del libro que tenía entre sus manos.

—¿Y eso a que viene?— Quiso saber Rebekah señalando el cuerpo de una chica encima de la mesa.

—Es una ofrenda de paz.— Explicó Elijah levantando la cabeza mirando al cadáver.

—Supuse que tanto tiempo disecado en un ataúd mi hermano mayor tendría apetito.— Aclaró Klaus mientras Astrid y Leonidas se miraban viendo que la tensión entre los dos hermanos Mikaelson era algo tirante.

—Y yo le he explicado a mi hermano pequeño que el perdón no se puede comprar, preferiría ver un cambio que muestre arrepentimiento y crecimiento personal. No está tontería.— Alegó Elijah sabiendo que lo que pedía era algo imposible viniendo de una persona como era Klaus.

—Vaya, que profundo.— Comentó Leonidas con un tono de burla que hizo que se ganará una mala mirada por parte del noble.

—Pero no podía dejar que se desperdiciara, ¿no?— Alegó Klaus en señal de que había sido él quien se la había comido.

—Voy a buscar el cubo de basura, esta manchando una alfombra muy antigua.— Alegó Rebekah sorprendida por el comportamiento que todos estaban teniendo, un comportamiento extraño y perturbador, sobretodo porque era difícil unir la palabra "tranquilidad" con todos ellos.

—Es verdad.— Puntualizó Astrid al ver como la sangre caía de la chica a la mesa, y de la mesa a la alfombra.

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—Inténtalo, otra vez.— Insistió Leonidas a Astrid, la cual abrió los ojos y le miró con una expresión de pocos amigos,

—Van diez veces, Leo. ¿No podemos tomar un descanso?— Quiso saber Astrid la cual le miró con una expresión de cansancio, ya que llevaban un buen rato intentando que la híbrida consiguiera hacer algún hechizo.

—No.— Negó su hermano justamente cuando detenía un cuchillo que iba directamente a su cara. —No me lances cosas afiladas a la cara, ni a ninguna parte del cuerpo que aprecio.— La pidió mientras dejaba el cuchillo en la mesa y suspiraba con frustración al darse cuenta de que su hermana, cada día que pasaba, se volvía más propensa a la violencia.

—Preferiría no haber escuchado eso.— Murmuró mientras ponía una mueca de desagrado.

—Leonidas, necesito que vayas con Niklaus y distraigas a Marcel mientras hablo con Davina.— Se limitó a decir Elijah, haciendo que la expresión del chico cambiaba a una de confusión y la de la rubia a una de alivió al ver que podría deshacerse de su hermano.

—Por favor, llevatele antes de que le tire por la ventana con la mirada.— Le suplicó Astrid haciendo que Leonidas la mirase con una expresión de pocos amigos por lo que la había dicho.

—He sido el único que se ha prestado a ayudarte a controlar tu lado de bruja.— La recordó mientras se cruzaba de brazos molesto por el comentario que había hecho su hermana mayor.

—¿Y como vamos con el proceso?— Preguntó Astrid mientras se cruzaba de brazos sabiendo perfectamente cual iba a ser la respuesta del moreno.

—Peor que cuando os enseñaba a Eliana y a ti.— Respondió mientras se daba la vuelta y un cuchillo se clavaba en su espalda, haciendo que Leonidas se diera la vuelta justamente después de sacárselo, viendo como su hermana sonreía con algo de maldad. —Eso no ha sido gracioso, ni amable.— Puntualizó mientras dejaba el cuchillo en la encimera.

—¿Necesitas ayuda?— Preguntó Hayley apareciendo y viendo el cuchillo lleno de sangre sobre la mesa.

—Cuidado o te clavara con la mente un cuchillo.— Le advirtió Leonidas haciendo que la rubia se apoyara en la mesa molesta por su comentario.

—Replanteo una daga, de plata para ser exactos.— Comentó mientras le miraba con una expresión de pocos amigos por lo que había dicho.

—Eso sí que no ha sido gracioso.— Alegó Leonidas ofendido por lo que su hermana había dicho, ya que el tema de las dagas de plata era un tema poco agradable.

—Lo siento, pero sigo sin entender por qué insistes tanto en que aprenda un control, cuando ya hemos visto que no tenerlo me salva la vida.— Se disculpó Astrid sabiendo que se había pasado con su comentario mientras le miraba con obviedad.

—Para cuando no haya problemas de brujas que quieren verte muerta, principalmente.— Le recordó Leonidas con obviedad. —Se de lo que eres capaz estando enfadada, y se lo que puede pasar de aquí a los meses restantes y posteriores, así que haz los hechizos que hagan falta, pero aprende a tener, de nuevo, el control. Aprendiste hace mil años y te ayudó a no matar a nadie hasta cien años después, así que tal vez te ayude para no apagar tu humanidad de nuevo.— Supuso haciendo que la chica comprendiera que era lo que estaba pasando realmente y era por el hecho de que su hermano seguía sintiendo algo de rencor por lo que sucedió cuando ella estuvo sin humanidad.

—Lo dices por todas las cosas que dije, ¿no? Por romperte la nariz.— Inquirió Astrid sabiendo que por haberle roto la nariz y haber sido cruel, Leonidas la guardaba algo de rencor.

—Por que te quiero, estas embarazada y por que no soy vengativo, pero sino, ahora mismo, tendrías una hermosa nariz rota.— Garantizó su hermano justamente antes de irse, haciendo que Astrid pusiera una mueca de que era exactamente eso por lo que la estaba intentando hacer enfadar mediante la magia, algo estúpido y algo masoquista por su parte.

—¿Y Taylor?— Preguntó Astrid mientras Hsyley se acercaba a ella.

—Bueno ha decidió comprarse una casa y se ha ido allí, no la juzgo. Entre tanto vampiro es desesperante.— Comentó Hayley, haciendo que Astrid encarnará una ceja ante su comentario. —Perdon.— Se disculpó la mujer lobo mientras la dedicaba una sonrisa. —Pero me ha dicho que luego vendrá.— Añadió mientras dejaba una bolsa de sangre en la mesa, haciendo que la rubia la dedicará una sonrisa. —Intuí que tendrías hambre.— Afirmó mientras Astrid cogía la bolsa de sangre y comenzaba a beberla.

—Gracias, mi hermano me saca de quicio sobretodo con los temas de controlar mi lado de bruja.— Admitió Astrid sabiendo que Leonidas solo quería ayudarla, pero a veces se pasaba con sus intentos de ayuda.

—Parece que quiere ayudar.— Observó Hayley.

—Y lo hace, pero creo que olvida que mi paciencia no es algo que se haya agrandado en los últimos mil años. Pero bueno, se que tiene razón, pero no le digas que lo he dicho. Adora ver como se la doy, igual que cuando éramos pequeños.— Alegó Astrid mientras ponía una mueca de duda sabiendo que como su hermano siguiera molestándola de la misma forma que lo hacia, las cosas podían complicarse.

—Pero le quieres.— Puntualizó la mujer lobo con obviedad.

—Es mi hermano pequeño, le enseñe a caminar y su primer hechizo así que...— Empezó a decir Astrid justamente cuando soltaba un quejido de dolor y se llevaba la mano al cuello viendo que tenía un poco de sangre, como si la hubieran clavado algo.

—¿Qué ha sido eso?— Preguntó Rebekah acercándose a las dos mujeres lobo.

—¿Estas bien?— Le preguntó Hayley a Astrid mientras esta miraba su mano con un poco de su sangre, preguntándose que demonios había pasado o que estaba pasando o apunto de pasar.

—Y yo que se, he sentido como si me apuñalaran.— Alegó la rubia cansada de que siguieran usándola como moneda de cambio, estaba deseando que Davina hiciera su parte y las desvinculara, principalmente para no deber nada a las brujas.

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—Es hora de que coma el engendro del demonio.— Dijo Rebekah mientras le llevaba a Astrid un bol con manzanas, al escuchar la frase la híbrida la miró con una expresión de pocos amigos.

—Preferiría que no la llamaras así.— Puntualizó Astrid mientras la miraba con obviedad, ya que esperaba que ninguna de las teorías conspiratirias de las brujas fuera cierta. Esperaba que su futura hija fuera normal y no alguien imparable y peligroso.

—Perdona, ¿ya has elegido nombre?— Preguntó la menor de los Mikaelson, haciendo que Astrid se quedarán en silencio dándo su silencio como respuesta. —Coge una, la plantación esta repleta.— Insistió haciendo que la híbrida terminara cogiendo una manzana. —¿Qué tal el cuello?— Preguntó con curiosidad y preocupada por lo que eso podía suponer.

—Me encuentro bien, es raro.— Admitió algo confundida, sabiendo quien había sido el causante o el responsable de que sucediera. —Seguro que está relacionado con Sophie.— Añadió con frustración.

—No te mueras estando a mi cuidado, no me lo perdonaría nunca.— Comentó Rebekah haciendo que Astrid pusiera una mueca de burla por su comentario.

—¿Sabes? Cuando nos volvimos a encontrar me pareciste una auténtica zorra.— Admitió Astrid haciendo que la vampira sonriera orgullosa por su comentario.

—Y has cambiado de opinión.— Aseguró creyendo que iba a decir algo así, a fin de cuentas se conocían de toda una vida.

—Sigo pensando que eres una zorra, pero me gusta.— Garantizó Astrid mientras la dedicaba una sonrisa.

—Es muy bonito que digas eso, recuerdalo cuando no esté.— La aconsejo Rebekah mientras dejaba el bol en la mesa, al mismo tiempo que Astrid cambiaba su expresión.

—¿Por qué? ¿Te vas a ir?— Preguntó sabiendo que si Rabekah se iba podría despedirse de sus escapadas.

—Solo vine para asegurarme de que Elijah estaba bien, esta bien y no ha castigado a Klaus por clavarle la daga, así que serán como uña y carne y me tocaría a mi limpiar sus estropicios.— Recordó sabiendo que ni Astrid ni Leonidas se iban a meter en los problemas que ellos dos llegarán a causar por su cuenta. —Prefiero volar del nido.— Añadió justamente cuando Astrid ponía una mueca de desagrado, como si algo la estuviera pasando. —¿Qué ocurre?— Preguntó preocupada.

—No lo se, puede que solo sean náuseas.— Comentó mientras le restaba importancia al mismo tiempo que Rebekah llevaba su mano a la frente de la híbrida dándose cuenta de que estaba ardiendo.

—Diría que tienes fiebre.— Aseguró mirándola preocupada.

—Eso es imposible.— Afirmó Astrid sin creerse que pudiera tener fiebre por el detalle de que era un vampiro y era inmune a cualquier enfermedad, pero no a cualquier hechizo.

—Creo que no, Hayley también tiene fiebre.— Intervino en ese momento Taylor, la cual ayudó a la mujer lobo a sentarse en una silla.

—¿Enserio? ¿Ni un día de descanso?— Preguntó Astrid incrédula de que no hubiera ni un solo día o una semana en la que no tuviera un momento de descanso.

—A las brujas les corre prisa deshacerse del bebé, no creo que sea por algo... insignificante. Tal vez la visión de Sabine era cierta.— Sugirió Taylor sabiendo que tarde o temprano a ella también la afectaría lo que fuera que las estuviera pasando a Astrid y a Hayley.

—Pues adelante que las mate, si es que llegan vivas a cuando nazca.— Comentó la híbrida mostrando que estaba muy enfadaba con todo el maldito aquelarre, y dando a entender que tarde o temprano ella se encargaría de hacerlas desaparecer.

★★★

FINALMENTE QUEDA MUY POCO PARA QUE ASTRID SEPA DEL SECRETO DE TAYLOR.

Era evidente que tendría lugar en este capítulo, era perfecto y por razones evidentes.

Bueno, al margen de ello, es cierto que la relación de Nik y Elijah después de esto fue algo... siniestro, más que nada porque Elijah no actuó, aunque sí considero que a su manera se vengo, es Elijah y lo hace con clase, jajajaj.

Al margen de ello, la escena de Leo y Astrid, os prometo que habrá más flashback, aunque no todavía. Pero me encanta hacer escenas de ellos dos, y estoy deseando que veáis las que tengo de él con las hijas de Astrid.

También considero importante esta parte del control, por supuesto Astrid aprende de la misma manera que lo hace Davina, pero hay que recordar que tienen poderes diferentes, por lo que no es del todo exacto el como van a actuar.

Aunque sí os puedo decir que os van a encantar este dúo, aunque bueno, ¿quien no ama a Davina?

¿Qué os ha parecido el capítulo?

Os leo ❤️

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