Capítulo XIX: The last experiment (*)

/*TW: Este capitulo puede contener menciones de diferencias de edad y "romance" entre una menor y un adulto. Como autora, no romantizo ni apoyo estas actitudes, es parte de la historia */

WILL BYERS

—¿Jessie, segura?— mire por décima vez a la pelinegra que llevaba no sé cuántas horas enfrente a esa computadora tecleando no sé qué cosas

—Ya dije que sí— me respondió malhumorada

De dos cosas estaba seguro, no sé cuánto tiempo hemos perdido y Jessie no sabía lo que estaba haciendo

Condujimos no sé cuántos kilómetros hasta una casa que Jessie tenía en Chicago, al parecer era de su primer familia, estaba abandonada, pero tenía luz y una computadora, paso casi toda la noche buscando la ubicación de Nina y aún no obtenía nada

La casa era algo espacioso, los muebles cubiertos por una sábana blanca, pero al menos pudimos conciliar el sueño por algunas horas, Jessie dijo que no descansaría hasta encontrar la ubicación, por lo cual no había dormido

Mientras ella se encargaba de seguir tecleando cosas en la computadora, yo exploraba la casa con su permiso, al menos me dijo que si encontraba algo que me gustara, podía tomarlo

Hasta ahora no había nada importante, o al menos hasta que en una de las habitaciones encontré la foto de una mujer de cabello negro, ojos ligeramente rasgados y muy bonitos que cargaba a una bebé que supuse era Jessie

Pero esa mujer... ¿Era mi imaginación o le daba cierto aire a la vecina de Liz?

Tome la foto dirigiéndome donde estaba Jessie para preguntarle ya que la mujer de la foto se me hacía conocida, como si la hubiera visto antes, tal vez no como la vecina rara, pero si la había visto

—Oigan— Jessie nos hizo un ademan a Jonathan, Mike y yo para que nos acercáramos, así lo hicimos— si les pregunto algo, prometen no decirlo 

—¿Qué es?— Jonathan frunció las cejas 

—¿Han oído de Vickie?

—¿La chica de la banda de la preparatoria?— la mire confundido

—Esa misma— Jessie me apunto, luego empezó a morder una pluma— en fin, ella esta en la banda con Robin, y pues a veces tengo dudas porque a Robin le gusto esa chica, ella dice que no pasa nada...

—Y no pasa nada— la corto Jonathan— Jess, entre Robin y Vickie, no pasa nada, además Vickie tiene novio 

—Yo también tenia novia cuando conocí a Robin— declaró Jessie 

—¿Quién era?— pregunto Mike interesado 

—Bueno, no era mi novia como tal— Jessie jugó con sus dedos— solo que a veces... Rachel... pues...

—¿Rachel?— la mire sorprendido— ¿tu y Rachel?

—Oigan, Rachel es de todo menos hetero— respondió la pelinegra 

—Pero es tu hermana— Mike la miro igual de sorprendido que yo

—No biológica— aclaró la de ojos azules— además estábamos muy ebrias, solo fue una vez— hizo musarañas con las manos— pero no estamos hablando de eso, a mi me interesa hablar sobre Robin y Vickie 

—Robin no te engaña— le repetí— ¿no confías en ella?

—Si, lo hago, pero últimamente tenemos secretos — Jessie soltó un suspiro— como el hecho de que finge que no sabe quien es el papá del hijo de Francine , todos los sabemos menos el susodicho

—Pero Frank siempre ha dicho que su hijo no tiene papá— murmuro Mike

—¡Por dios! — Jessie soltó un bufido cargado de sarcasmo— pero si los genes de ese bebé gritan Steve Harrington a los cuatro vientos 

Eso si que nos dejo boquiabiertos a todos, menos a Argyle que seguía en el sillón fumando yerba

—¿En serio?— Jonathan miró a Jessie sorprendido— pero Frank volvió en febrero del año pasado, además nunca pareció embarazada

—Si supieran las veces que la fue a ver a Florida— Jessie negó con desaprobación— y desde que nos mudamos a nuestra mansión, casi todos los días Harrington se quedaba con ella, hay que estar estúpido para no darse cuenta que él es el padre de Henrik

Vaya, nunca esperé enterarme de eso en este momento, Liz se va a desmayar cuando se lo cuente

Argyle se acercó al ver que estábamos hablando y empezó a oír con atención

—¿En serio le llevas la cuenta a las conquistas de tus hermanas? — Argyle miró a Jessie con un mohín

—Así es— Jessie acomodó sus manos bajo su barbilla mirando a mi hermano— y si mi habilidad de espía no falla, tú también haz pasado por la cama de Raichil, mi querido amigo

Jessie no termino de decir eso cuando Jonathan se puso colorado y le cubrió la boca a la pelinegra que lo miraba riendo levemente

—¿En serio? — Mike, Argyle y yo miramos con los ojos abiertos a Jonathan

—No— Jonathan se excuso rápidamente— bueno... ¡Solo fue una vez!

—¡¿Nancy lo sabe?! — preguntó Mike escandalizado

—¡Pero si Nancy también entró a la misma habitación con esos dos esa noche! — soltó Jessie

Jonathan le volvió a cubrir la boca a Jessie que parecía seguir muy divertida con las caras de mi hermano. Mientras que los restantes lo mirábamos con una mueca

—¡Iug! — me aparte con una mueca de solo imaginar eso

—¿Es en serio, viejo? — Argyle miró ofendido a Jonathan— ¡¿dos chicas al mismo tiempo?!

—No... no... yo...— Jonathan miró a todos lados aún con la cara roja— ¡los tres estábamos ebrios!... Y Raichil no me habla desde entonces, ni a Nancy, debió parecerle horrible

—No seas modesto— Jessie le dio una mirada amplia a Jonathan que la miraba ofendido— para mi sería un sueño compartir cama con Rachel y Nancy, debo decir que te envidio

—Y te acabas de quejar de que piensas que tu novia te engaña— Argyle miró a Jessie acusatoriamente

—Pero mi novia no está aquí y no tiene porque enterarse, colega— Jessie le pincho la mejilla a Argyle

—Está bien

—¿Y te pareció buen momento exponerme ahora? — le reclamó mi hermano

—¿Si no era ahora, cuando? — Jessie hizo una mueca de inocencia— estamos solos, estos chismes no saldrán de aquí, ¿verdad?

—No, porque son asquerosos— Mike se apartó con una mueca

—Oh, ya cargó— Jessie dio la vuelta girándose a la computadora que estaba cargando algo, pero aparentemente algo salió mal porque la de ojos azules soltó una maldición para después llevarse la mano a la cara— ya, me rindo.

—Jessie— Mike la miró en un suspiro de decepción

—Ya hice de todo— explicó en el mismo tono— reinstale el software, acondicione el sistema, lo reprograme, rastree la IP, lo metí en un software de geolocalización— también se veía decepciona— no quiere funcionar

—¿Hay otra cosa que podamos hacer?— preguntó Mike

—Espera— se volvió a colocar en la computadora— hay algo que no he intentado— apretar dos teclas y ni medio segundo paso cuando la computadora dio las coordenadas de la computadora— ahí está— Jessie alzó las manos con victoria— solo presione ctrl G

—¿Puedes imprimirlo?— preguntó Mike

—No, solo sé geolocalizar direcciones IP — respondió la de ojos azules, luego apretó un botón y una hoja salió de una impresora que tenía al lado

—Era sarcasmo— murmuró Argyle

—Sí, no me digas— mencionó Mike con malhumor

—¿Nevada?— Jonathan leyó la hoja con las coordenadas— nos tomará tres días conducir hasta ahí

—Sí, conducir— Jessie nos miró con una sonrisa amplia— pero iremos en avión y estaremos ahí en la noche, rentamos un auto y buscamos esta dirección que parece que es en el desierto, tiene sentido si es una base del gobierno

—¿Con qué dinero?— le recordé ese pequeño gran detalle

—Se te olvida que soy tan malditamente rica que no tengo que trabajar por el resto de mi vida— Jessie actuaba extraño, se estaba riendo mucho y tenía los ojos enrojecidos— así que mis pupilos, tomen la delicia púrpura y rumbo al aeropuerto porque tenemos que patear traseros militares

—La que paga, manda— Argyle siguió a Jessie hasta la puerta

—¿Seguro que Argyle no le compartió nada? —preguntó Mike también notando el raro comportamiento de Jessie

—No lo sé— respondí negando con la cabeza

Mire por última vez la foto en mis manos mientras que se encargaban de cerrar la casa, esa mujer, tenía un mal presentimiento, sabía que la había visto en algún lugar, pero no era el momento para preguntarle a Jessie, pensé en dejarla en su lugar, pero mejor lo guarde en mi mochila, sea quien sea esta mujer, creo que a Jessie le gustaría tener la foto

Me apresuraron ya que el camino al aeropuerto sería largo además del vuelo, sin embargo cuando llegamos a la camioneta de Argyle, Jessie ya estaba ahí envuelta en no sé cuánto humo que provenía del cigarro que tenía Argyle

—Oigan, de verdad relaja— Jessie rió ruidosamente mientras se quitaba el cigarro de la boca— Byers, amigo, ven aquí, no te enojes conmigo por ser una vieja chismosa— le hizo un ademan extraño a Jonathan que miraba a los dos chicos cansado— somos un equipo de la droga

—¿Y en que consiste el equipo de la droga? — cuestionó Mike

—En alegrar tu hogar... — respondió Argyle

—... O maldecirlo... — apoyó Jessie

—Hacer que el prójimo sonría...

—... O lloré...

—Darle prosperidad a tu vida...

—... O desgraciarla...

—Si las parejas necesitan un empujoncito, se lo daremos— concluyó Argyle

—Y si literalmente quieren un empujón, también— Jessie extendió la mano hacia Argyle para que ambos chocarán las cinco

Esto será muy largo..

(...)

Tipo de narrador: tercera persona

Liz hizo una mueca cuando Amelia le inyectó esa sustancia naranja en su brazo, la relajaba, y hasta cierto punto le gustaba estar relajada dentro de Nina, pero había tomado años para que ella dejara de gritar cada vez que se le acercaban con alguna aguja, y ahora que volvían los piquetes de todos los días, su brazo de nuevo se puso morado y a ella le entraba el miedo de una niña de 5 años

—¿Cómo dormiste?— le pregunto la pelinegra a la rubia, por un instante de verdad se oía interesada

—Un poco mejor después de que los vi— le dijo la rubia a su doctora

—Bueno, si te portas bien, te daremos tu premio— sonrió Amelia ligeramente hacia la niña

—Eso se oyó como pedofilia— murmuro la rubia con los ojos abiertos

—Pues perdón— Amelia le terminó de colocar los cables en el gorro mientras que le hacía un ademán para que se levantará y la siguiera al tanque

Cuando estuvo abierto, un par de doctores ayudaron a la rubia a subir donde rápidamente entró en el agua flotando en esta, el tanque de cerro casi al mismo tiempo que ella cerraba los ojos y se adentraba de regreso en sus recuerdos

(...)

Sostenía una de las piezas del rompecabezas buscando el huevo para llenarlo, le faltaban solo un par para terminarlo, pero la rubia no encontraba la pieza que iba a ese lugar

Una mano le entregó una pieza del rompecabezas, Twelve siguió con la mirada a la mano extendida encontrándose a Peter Ballard que la miraba con una ligera sonrisa, la pequeña tomó la pieza poniéndola en el lugar que faltaba haciendo que soltara una suspiro, el rompecabezas incompleto le daba dolor de cabeza

—Eres determinada— murmuró el rubio— nunca te rindes

—Me estresa el desorden— le respondió Twelve poniendo el resto de las piezas en su lugar, cuando tuvo completado el rompecabezas, sonrió— mucho mejor

—Sabes— Peter se inclinó un poco a la altura de la niña en un rincón de la mesa— a veces está bien parar, para despejar tu mente

Twelve alzó el rompecabezas tirando de nuevo las piezas en desorden en la mesa

—Si no puedes ganar el juego...— tomó las piezas de nuevo volviendo a acomodarlas— si no puedes resolver el acertijo... eres un perdedor

—Sabes, me recuerdas a alguien, — mencionó el rubio sin apartar la mirada de la pequeña— a alguien que conocía muy bien, ¿adivinas quién es?

La rubia le dio una mirada de confusión, así que el mayor tomo su dedo índice rozándose por un segundo mientras que dirigía su mirada a una niña más grande que ella, igual con la cabeza rapada y que jugaba con unos cubos rojos de madera, sus ojos azules resaltan como dos zafiros en su cara

—¿One?— pregunto algo confundida, apenas y había cruzado palabras con ella

—Ella no es One— le dijo de manera severa su enfermero

—¿A qué te refieres?

—Es débil, ¿no te parece?— ambos dirigieron su mirada a la pelinegra que de repente su torre de cubos cayó al suelo, lo que le hizo frustrarse y apretar los puños— obsesionada con ella misma, me parece insignificante, no es nada comparada a ti

—Cuéntame un secreto— pidió la rubia volviendo su vista a su rompecabezas

—Pasé años con el verdadero One, — la rubia alzó la mirada cuando Peter le dijo eso— aquí, en la misma habitación

—Ella es One— repitió de manera severa mirando de reojo a la niña de ojos azules a sus espaldas, no le creía nada a Peter Ballard

—¿Quién dice eso?

—Papá

—Te cuento otro secreto, —Peter se inclinó más a la altura de la niña susurrando casi cerca de su oído— a veces, papá no dice la verdad

—¿Qué pasó con el verdadero One?— le preguntó con los ojos entrecerrados

—Eso será historia para otro día— le respondió Peter— me temo que no tiene un final feliz — hizo una pausa— él era como tú, determinado, todo se le dificulta al principio y — Twelve paro de acomodar las piezas del rompecabezas— un día de la nada llego y todo fue distinto, le pregunté qué había pasado, dijo que lo había comprendido, que encontró la fuerza en un recuerdo de su pasado, algo que lo entristecía y que también lo hizo enojar, — ambos se quedaron en silencios por varios segundos— ¿te recuerda a algo así? ¿Recuerdas cuando Six y Eight aún seguían aquí? Six te llamaba con otro nombre...

A la rubia se le empezaban a nublar los ojos por lágrimas cuando recordó la última noche que vio a Six, como le puso su nombre que ahora solo ella y Eleven sabían, y como días después de su desaparición, papá les informo a las niñas que Six había muerto y le entregó un dibujo de un muñeco de nieve que les había dejado, el dibujo que Twelve había colgado en su cuarto

—Six está muerta— le dijo a Peter con un nudo en la garganta— estaba enferma y murió

—¿Quién te dijo eso?

—Papá— se respondió la rubia, Peter la miró alzando ligeramente una ceja— quien no siempre dice la verdad...

—Este lugar y las personas aquí, no son quien tú crees— le habló lentamente

La rubia seguía con la mirada en el rompecabezas, él la tomó de la barbilla para que lo mirara, el verde esmeralda en los ojos de la niña lo deslumbraron ya que eran algo hermoso en su rostro, Peter sabía que Twelve sería una mujer mucho más bella de lo que ya era

—Qué bonita eres— Peter miró a la niña con una sonrisa completamente hipnotizado y con los ojos brillosos sin soltar la barbilla de la pequeña

Tal vez a Twelve le hubiera parecido tierno o se hubiese sonrojado... Pero no le gustó que estuviera invadiendo su espacio personal, así que se apartó de su agarre levemente molesta

—No te he dado permiso de que me toques— le dijo mientras apartaba la mano del rubio de su rostro y volvía su vista a su rompecabezas

—Tienes razón, lo siento— se disculpó el rubio, aunque ahora Twelve ya no lo miró

Sin embargo tuvo que alzar la vista cuando papá cruzó las puertas de la habitación captando la atención de todos los niños que de inmediato dejaron lo que estaban haciendo para levantarse y formar la hilera a ambos lados de las puertas saludando al doctor

—Buenos días, niños— saludo el mayor

—Buenos días, papá— respondieron al unísono

—Hoy tengo algo muy especial planeado para ustedes, ¿están listos? — pregunto mirando fascinado a los niños

—Sí, papá— volvieron a repetir al unísono

—Bien— el mayor se dirigió hacia los más pequeños parados al lado de las puertas— ¿seventeen, podrías abrir la puerta?

—Sí, papá— respondió el pequeño

Los más pequeños comenzaron a salir por la puerta mientras que Twelve miraba de los números 013 a 018 completamente enojada

No le gustaba que hubiera niños más pequeños, ya no era la última, ya no era la pequeña y la favorita de papá desde que esos seis niños más habían nacido, y más se molestó cuando oía a papá murmurar que era cuestión de tiempo para que fueran más fuertes

No quería que nadie fuera más fuerte que ella

—Ve, te están esperando— Peter le hizo un ademán para que se fuera a la puerta abierta, antes de irse se giró al rubio el cual le dio una sonrisa tranquilizadora que hizo que Twelve medio le sonriera

(...)

—Hoy vamos a jugar un juego— papá dibujaba un par de círculos en la sala donde estaban todos los números— las reglas del juego son muy simples, quédense en el círculo, si salen del círculo, pierden, quien quede en el círculo, tendrá una hora de tiempo libre en la sala arcoíris— los pequeños se emocionaron ante el posible premio— ahora, a pesar de que vamos a competir unos contra otros, — papá dirigió su vista a los niños parados en una de las paredes— Two, Seven—llamó al pelirrojo y al castaño para que se colocaran en cada uno de los círculos— quiero que hagan esto tal como harían cualquier otra prueba— ahora esto es importante, si dejan que el enojo o la emoción invadan su mente, fallaran, lo prometo, —el mayor los rodeo a ambos mientras que los enfermeros estaban detrás de ellos listos para ponerles la venda en los ojos— ¿entendido?

—Sí, papá— respondieron ambos. Los enfermeros se colocaron detrás de ambos cubriéndoles los ojos con una venda blanca

—Empiecen

Two apretó los dientes concentrándose por completo, no tardo tanto tiempo cuando Seven salió volando fuera del círculo estrellándose en la pared

—Muy bien, Two — felicito el mayor mientras que Seven se quitaba la venda viendo con rencor al pelirrojo— Seven, siéntate junto a la puerta

Seven obedeció sentándose en el suelo junto a la puerta mientras que el resto venía a Two, asustados, ya que serían los siguientes

—Five— el chico pelinegro abrió los ojos cuando papá le hizo un ademán para que se acercara, así lo hizo poniéndose en el círculo contrario, también le colocaron la venda en los ojos

No tardó en también perder, al igual que el resto de los números los cuales Two fue derribando uno por uno hasta que casi todos estaban sentados en el suelo junto a la puerta

—Eleven— papá llamó a la castaña la cual se dirigió a pasos lentos hasta el círculo, Peter le colocó la venda en los ojos

El enfrentamiento duró más tiempo en comparación con el resto, Two era bueno, pero Eleven le daba buena batalla, al mayor le empezaba a sangrar la nariz más de lo normal y la pequeña apretaba los dientes enojada, solo un par de segundos más y Two fue lanzado hacia el cristal rompiendo de este, pero sobre todo sorprendido de que Eleven lo haya derribado

—Vaya, tenemos una nueva ganadora— papá sonrió satisfecho mirando a Eleven, después de ordenarle a Two que de fuera a sentar, miro a la única que aún no pasaba— Twelve, sigues tú— la rubia alzó la cabeza con miedo, no quería pelear contra Eleven, ella era su hermana favorita. Pero obedeció a papá caminando hacia el otro círculo frente a Eleven

Ambas compartieron miradas asustadas mientras que Peter se dirigía detrás de ella y le ponía la venda en los ojos

—Suerte, bonita— le susurro el rubio cerca del oído, ella se giró algo confundida mientras que él se alejaba

Brenner miro seriamente a Peter Ballard cuando noto la manera en cómo miro y le hablaba a Twelve, sin embargo él ignoró la mirada severa del doctor mientras se dirigía a uno de los rincones a observar ese enfrentamiento

Las niñas no querían, pero terminaron empezando a usar sus poderes en contra de la otra, ambas empezaron a sangrar de la nariz, pero no como si les costara derribar a la otra, si no haciendo un esfuerzo por no lastimarse entre ellas

Eleven estaba a punto de ser derribada por Twelve, pero la rubia se cansó de ese ridículo juego, sabía que si alzaba la mano, la derribaría, pero no quería, no la quería lastimar, se juró jamás alzar la mano para lastimar a Eleven, y no rompería su promesa, así que dejo caer sus brazos a sus costados quitando la fuerza que estaba ejerciendo y haciendo que ella cayera al suelo para sorpresa del resto de los números

Twelve se quitó la venda de los ojos, miró a Eleven que de inmediato le pedía perdón con la mirada y luego su vista fue a Peter que la miraba con una mueca de decepción y negando ligeramente

(...)

Estaba en la habitación número doce, que estaba sobre su cama con las piernas flexionadas encima de esta y mirando la puerta

Él llegó al poco tiempo, sin embargo, no le dijo nada y solo le dio la espalda sentándose en un lado de su cama, en un intento que no viera su ojo morado y lo desaliñado que estaba

—Tarde— la niña se levantó gateando de su cama

Se acercó lentamente al enfermero que estaba sentado en una de las esquinas de su cama con lentitud y curiosidad, se dio cuenta que estaba muy callado, por lo que se acercó más poniendo su mentón sobre el hombro del mayor que seguía dándole la espalda.

Eso le hacía sentirse extraña, generalmente Ballard era quien buscaba a la niña, y ahora ni siquiera la miraba

—¿Qué te pasó? — sus pequeños dedos tocaron los nudillos amoratados del mayor

—No es un buen momento, Twelve— le dijo aún sin girarse para mirarla

—¿Por qué?

Peter rodó los ojos fastidiado «entrometida» como él

Sin embargo sus malestares se curaron al instante cuando la pequeña le pasó sus pequeñas manos por su cabello desordenándolo, algo extrañado ante su acción, se giró a ver a Twelve que sólo lo miraba con una pequeña sonrisa sin quitar las manos de su cabello

—Six lo hacía conmigo cuando me lastimaba— explicó Twelve sin dejar de despeinar a Peter, él la miró con una sonrisita— cuéntame un secreto... — le dijo la palabra en clave que habían inventado la semana pasada, y luego le pasó los pequeños brazos atrayéndolo en un abrazo de lo más que le permitían su agarre y recargo la cabeza en su espalda

«Chantajista y con ganas de saber siempre todo» como ella...

Ella... La extrañaba tanto, aunque tenía su premio de consolidación frente a él

—Las personas que creen tener el poder... — empezó a hablar tal como Twelve se lo había pedido— se aprovechan de ese pequeño momento de debilidad, y luego creen que eres el peor solo por defenderte

—¿Te cuento un secreto? — Twelve lo miró con los ojos brillosos, Peter asintió ante la adoración que le tenía a los ojitos brillosos que tenía enfrente.

La rubia se acercó al oído del mayor empezando a decirle lo que había hecho esta tarde con los niños mayores

—Si le dicen a papá, pensará que soy la mala— Twelve bajo la cabeza ante las posibles de que ellos la delataran y que mañana fuera castigada— y me va a pegar

—Nadie te va a pegar— le aseguró Peter mientras tomaba su pequeña cara obligándola a mirarlo. Ella lo miró con los ojos abiertos, mientras que él trató de concentrarse en otra cosa que no fueran esos malditos ojos verdes que lo tenían embrujado— si alguno de mis compañeros te lastima, solo tienes que decirme, porque no voy a dejar que nadie te lastime.— Twelve lo miro algo curiosa cuando tomo sus manos y se le quedo viendo a sus palmas— lo que tu tienes aquí, es algo muy hermoso 

—¿Qué es?— pregunto con curiosidad al ver como el mayor no despegaba la vista de sus manos

—No es tiempo de que lo sepas 

—¿Entonces para que me dices?— la rubiecita tomo una de sus almohadas pegándole en la cara a su enfermero sin quitar el puchero de su rostro 

Si cualquier otro niño se hubiera atrevido a pegarle a Peter con una almohada, de inmediato lo hubiera reportado, pero Twelve era su excepción, así que tomo otra de las almohadas de su cama regresándole el golpe con menos fuerza 

Y así empezaron una mini guerra de almohadas, sabía que ella quería jugar, así que estuvo con ella pegándole en el costado con la almohada haciendo que la pequeña se retorciera en su cama entre carcajadas y con la cara roja, paro hasta que la menor se quedo sin aire y alzó las manos en señal de tregua 

—¿Querías jugar?— Twelve asintió con una carita que derrochaba inocencia

—Mis hermanos nunca quieren jugar conmigo— explicó— pero tú eres diferente, eres el único que me entiende— Twelve sonrió levemente achinando los ojos, Peter acerco su mano acunando el rostro de la niña por la que pondría a arder el mundo, pero quitó las manos de su cara a los segundos, porque apenas ella empezaba a tenerle confianza para dejarlo que la tocará y no quería arruinarlo

—Tú también, contigo ya no me siento solo— le tocó el mentón por un segundo causándole una pequeña risita que iluminó sus oídos, una sonrisa y risita que nunca le había visto

Una sonrisa más bonita que la de ella... Porque lo era

Ella en su momento no estaba preparada para lidiar con él, por eso no lo eligió, pero Twelve sería lo que ella nunca fue, porque se encargaría de que supiera lo que ambos eran para así poder tener de nuevo la luz que lo salvará, o mejor dicho el sol, porque al verla así solo le daban ganas de llevarla a un maldito trono y venerarla por el resto de su vida

Twelve era su sol entre la oscuridad y merecía ser venerada como tal.

—Te traje algo— el mayor cambio el tema mientras que sacaba de su espalda dos bultos rectangulares que la niña vio confundida— dices que te aburres, con esto no lo harás más

—¿Qué son?

—Libros— le extendió los dos libros que había escogido para ella, "Frankenstein" y "Lolita" — te voy a enseñar a leer, no te aburrirás y podrás descubrir nuevos mundos

—¿Como?— cuestiono mirando los libros— solo son hojas 

—No solo son hojas— le aseguró con un pequeño tono de regaño— tienen letras, las letras producen sonidos, estos crean palabras, juntas crean oraciones, y con muchas oraciones puedes crear historias. Si no lees, será como si solo vivieras una vida, tu vida, pero si lees muchos libros, vivirás muchas vivas— la pequeña aun lo miraba confundida— en estas hojas, hay mas que letras, es como si te prestaran una vida, de cada libro que tengas, aprenderás algo que te será útil 

Ya mas emocionada con la explicación de su enfermero, la menor gateo por su cama hasta sentarse en la cabecera, le hizo un ademan al mayor para que se sentará a su lado, él así lo hizo, recargo la espalda en la pared mientras que la niña se acomodaba emocionada a su lado abrazándolo ligeramente esperando escuchar la historia 

—Lee— pidió mientras que se acomodaba con la cabeza pegada a las costillas del enfermero para ponerse cómoda mientras que él abría "Lolita"

Estuvo al lado de Peter Ballard oyendo la historia que él le leía, no podía negar que le pareció adorable aquella "historia de amor" 

Claro, la niña era muy joven para comprender el trasfondo del libro... Y también de los sentimientos del hombre a su lado

Al poco tiempo se quedo dormida con la cara recargada en la costilla de aquel enfermero que observaba como dormía, cerro el libro despegándose de la pequeña dormida

—Mi pequeño ser de luz... — se le quedó viendo a la niña detallando su rostro dormido que le parecía tan adorable— tú no me dejaras como ella... tú serás diferente... tú serás mejor...

Acomodó a la pequeña para que pudiera descansar mejor  y salió de su cuarto sin dejar de verla con la sonrisa de adoración que siempre se le salía cuando estaba con ella

(...)

Twelve iba de camino hacia la habitación arcoíris ya que había dejado olvidado su peluche de conejo y no quería que nadie lo tocará, cuando vio algo en una de las salas, papá junto con otros dos enfermeros estaban lastimando a alguien

Se puso de puntillas para ver de quien se trataba, sus ojos verdes se abrieron de par en par cuando reconoció el cabello rubio de Peter quien estaba en el suelo mientras que los otros dos le daban choques eléctricos en el cuello

Se quitó de inmediato cuando vio cómo se dirigían a la puerta, ella se escondió detrás de la pared esperando que no la hayan visto, poco tiempo después los dos enfermeros salieron arrastrando al rubio de cabello bonito por los brazos completamente inconsciente

Se fue algo asustada hacia la habitación arcoíris, sin embargo se alarmó cuando vio a 002, 003, 004 y 005 jugando con Eleven y no precisamente de manera amigable ya que la lanzaban como si una pelota se tratara

Twelve alzó ambas manos a sus costados, los movimientos de los cuatro niños se detuvieron como si los hubieran paralizado del cuello para abajo, cuando giraron se encontraron a la rubia apretando los puños

—¿Qué estás haciendo Twelve?— le preguntó Four con dificultad ya que ella lo seguía controlando

—Poniendo un poco de orden por aquí— murmuro la más pequeña de ese grupo, miro a Eleven que estaba en el suelo algo confundida— ¿estás bien?

—Si

—En serio— Five la miraba sin poder créelo— ella también te humillo

—Aclaremos algo, si yo perdí fue porque así lo quise— dijo la rubia mirándolos— y si tratan de lastimar a Eleven, se las veras conmigo

Twelve bajo las manos por lo cual los cuatro chicos cayeron de boca en el suelo

—Si le dicen a papá, les torceré el cuello a todos y cada uno de ustedes— amenazó ante la mirada asustada de los mayores— yo lo veo todo.

Los mayores se fueron de la sala algo asustados, ya todos sabían que Twelve nunca hablaba con nadie, por eso les sorprendió tanto que hubiera defendido a Eleven así como así, siempre creyeron que a ella no le importaba nadie más que ella misma

—¿Estás bien?— repitió Twelve hacia Eleven

—Si— volvió a responder mientras que se levantaba— gracias, y lamento haber herido

—Tranquila— la rubia le dio una mirada tranquilizadora— prometimos nunca lastimarnos, está bien, solo mantuve la promesa

Ambas caminaron fuera de la sala del arcoíris, sin embargo las luces parpadearon, cuando volvieron a la normalidad, Twelve estaba de regreso en la sala del arcoíris, solo que había cadáveres más pequeños, y el de una enfermera con la garganta cortada, su bata estaba manchada de lodo, sus rodillas raspadas con sangre y en su reflejo vio cómo su rostro estaba salpicado de sangre

No podía gritar, veía a su alrededor sin poder gritar, quería correr cuando noto los cadáveres eran de los niños más pequeños que seguían después de ella...

Muertos...

Liz soltó una bocanada de aire volviendo a abrir los ojos viendo una luz artificial y como Amelia y Brenner estaban sobre ella

—Presión 180/110— oyó la voz de la pelinegra en un lado de su camilla— 120 pulsaciones por minuto, administren cardizem

—Papá...— era la primera vez que Liz le volvía a decir así al doctor Brenner desde que llegó a Nina

—Hija...— Brenner le acaricio la mejilla tratando de calmarla

—Los niños— murmuró entrecortadamente— los pequeños... fui yo... ¿no papá?

El mayor no le dijo nada, simplemente negó mientras que a ella cerraba los ojos tratando de asimilar esos recuerdos

Como lo prometieron, cuando le estabilizaron la presión, la llevaron al cuarto con sus hermanos, solo que ahora no estaban por completo en sus camillas, ya tenían más energía para caminar hasta incluso todos estaban levantaron cuando Liz entro a la habitación en una silla de ruedas

—Liz— Joseph se le fue encima rodeándola con los brazos— ¿Por qué no nos dijiste que te había dado un paro cardiaco?

—Perdón— les dijo la rubia con dificultad mientras se levantaba de la silla de ruedas— no quería preocuparlos

—Pues nos preocupaste de todos modos, idiota— Joy se acercó a la rubia también envolviéndose en un abrazo— no hagas eso

Chandler también se acercó a abrazarla, sin embargo cuando se separó del agarre del rizado, giro la cabeza hacia Jane que estaba de espaldas mirando a la pared sin decir nada y respirando con normalidad

—¿Qué paso?— pregunto la rubia viendo a Jane que seguía de espaldas como si fuera ajena a todo lo que pasaba

—No ha querido hablar desde que papá la trajo— informo Chandler— no sabemos que paso, nosotros no hemos visto nada malo, estamos bien, se le subió un poco la presión, pero no ha dicho nada

Liz camino lentamente hacia donde estaba su hermana, le paso las manos por los hombros abrazándola por la espalda antes de recargar su mentón en su hombro

—Jane...

—¿Tú también lo viste?— su pregunta la sorprendió cuando se giró totalmente seria— la sangre... ¿la viste?

—Si— respondió Liz luego de tragar en seco— había gente muerta

—¿Fui yo, no? — Su pregunta la confundió— los mate... mate a los pequeños...

Jane se giró por completo abrazando a Liz, la castaña estaba desconsolada llorando en los brazos de su hermana menor, mientras que Chandler, Joseph y Joy las miraban confundidos, había más confusión en la mente de Liz

Vio a los pequeños muertos, lo sabía, alguien tuvo que haber sido, y a decir verdad ella no creía capaz a Jane de matar a alguien vulnerable, rayos, ni siquiera podía matar a una abeja sin pensar que le dolería o que tenía familia, Jane no mataría nunca a ningún niño pequeño

Pero Liz, dudaba de sí misma...se había visto, estaba enojada, estaba celosa de los pequeños, y una parte de ella misma se creía capaz de lastimarlos

Aun así no podía evitar sentir una extraña sensación, tenía 3 hermanos pequeños... daría la vida por Annie, Pete y Aarón... pero si antes de eso mató a sus otros hermanos más pequeños... solo por celos y para ser el último experimento....

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El equipo de la droga echando chismesito>>>

—Ellis

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