Capítulo 51.
-Nam Joon, ¿podrías sacar una copia de este documento? -dijo Yoon Gi mirando al alfa. El susodicho asintió poniéndose de pie y caminando hacia el omega. Tomó las hojas en la mano, rozando la de Yoon Gi al propio.
El omega se sonrojó.
-Lo que sea por ti. -sonrió el alfa.
-Lo haces por trabajo. -dijo avergonzado sin borrar esa sonrisa de estúpido.
-Pero a mí me gusta pensar que lo hago por ti. -dijo acariciando el cabello rosa del chico.
Yoon Gi lo vio salir de la oficina, también se dio el lujo de verle el trasero. Los hechos de la noche luego de ir al bar, en la casa del alfa, besándose y explorándose mutuamente se repetían en su cabeza como una película. Miró hacia donde el mayor hace poco se había ido. Si bien, aún no eran nada oficial, pero Nam Joon se comportaba como si lo fueran, ya que lo llamaba por apodos cariñosos, lo besaba, lo consentía, incluso lo celaba.
Su omega interior se removió en felicidad.
Fijó su atención en el trabajo antes de perder la cabeza. Continuó llenando los artículos que su jefe le había enviado, concentrándose en eso. A los pocos minutos el alfa entró con las copias en la mano y se fue hasta donde estaba su omega jefe, se lo entregó con una sonrisa, si Yoon Gi estuviera de pie, lo más probable es que se hubiese caído, ya que sus piernas flaquearon. Agradeció al chico y quiso continuar trabajando, pero la figura del alfa se había acercado a él. Comenzó a ponerse nervioso y mordió su labio inferior, pues Nam Joon no le despegaba la mirada.
-Suga. -dijo el alfa. -Creo que te amo.
La respiración del omega se atoró en sus bronquios.
-¿Q-Qué dices...? -dijo el omega viéndolo sorprendido. -A-Apenas nos conocemos...
-Lo sé. Y no es algo que pueda controlar. -dijo el alfa. Se acercó a Yoon Gi, rodeando el escritorio. Lo tomó de la cintura y lo acercó a su cuerpo.
-P-Pero...
-Mi alfa siente que tú eres mi omega...
Y la vulnerabilidad en la que el hombre había pronunciado le hizo removerse de un sentimiento inexplicable. Miró al alfa a los ojos, éste reflejaba lo nervioso y ansioso que estaba en la espera de una respuesta. Se relamió los labios cuando vio como la respiración del mayor se descontroló y pronto el alfa tenía los ojos acuosos, sin dejar de mirarlo.
-N-Nam Joon...
-¿N-No sientes lo mismo? -dijo con dolor.
Claro que sentía lo mismo. Pero tenía miedo. Porque casi no sabía nada del alfa y aun así ya se estaba enamorando de él.
Y es que dicen que cuando una persona encuentra a su alma gemela, lo sienten, sin conocerse, sin siquiera saber que la otra persona existía. Simplemente sus partes animales encontraban a su compañero de vida, no podía prohibirse algo como eso.
Nam Joon se le escapó una lágrima. El omega lo tomó de las mejillas y le limpió la gota salada que estaba rodando por la mejilla del alfa. Sonrió y lo besó lentamente en los labios.
-Vamos poco a poco. ¿Sí? -dijo con una sonrisa. Nam Joon asintió apenado.
-Suga me gustas...
-Y tú a mí. -el omega volvió a sentir esos labios que le ocasionaban muchas cosas sobre los suyos. Abrazó al alfa por el cuello mientras que éste le rodeaba la cintura.
-¡Ay la madre! -ambos varones rompieron el beso para ver como casi todas las chicas los miraban pegadas a la ventana.
Las mejillas del omega se encendieron y el alfa gruñó por la interrupción.
-¡Dejen de espiar! -se quejó Min rojo como un tomate.
Ellas continuaron diciendo palabras que avergonzaban al menor, también alegando de que no les habían dicho nada, incluso de que si era el alfa definitivo del omega. Nam Joon miró como las trabajadoras rodeaban a su hombre y quiso ir a rescatarlo, pero el chico se las podía resolver solo.
♦♦♦
Min Ho se había ido de Seúl, ahora estaba en Anyang en Gwangcheon. Ya hace tres semanas que se había mudado al primer departamento que encontró libre. Había conseguido trabajo como asistente de cocina, no le iba mal, incluso la paga era buena. Suspiró, ya había salido del trabajo por hoy, así que tenía la tarde libre.
En la semana que llevaba con el empleo, siempre caminaba hasta el departamento, le quedaba a unos veinte minutos del restaurante. Miró el cielo y éste estaba un poco gris. Su mano se movió involuntariamente y acarició su estómago, el que ya estaba un poco más crecido. Casi dos meses y medio de embarazo, y eso no podía hacerlo más feliz. Feliz y triste, porque cuando recordaba de quién era el hijo, se deprimía por largas horas. Kim Seok Jin, ese alfa al que amaba, a pesar de todo, su corazón continuaba doliendo por él. No tuvo otra opción que dejarlo, no luego de todo lo que había hecho con él. Su omega, ese era el problema; su parte animal lloraba cada noche cuando recordaba a su alfa. Y es que dicen que es como la peor tortura que se puede pasar, porque el remordimiento y el amor queda presente en ellos, aunque la parte humana quiera borrar todo rastro de amor o afecto, no podían lograrlo.
Y sí, el omega estaba asustado, alejarse de su alfa pudo haber sido la decisión correcta, pero a la vez, él puede morir.
Y con eso llevarse a su hijo.
Pero hasta ahora estaba todo bien, su embarazo progresaba naturalmente. La pregunta era: ¿podría soportarlo más adelante?
Llegó a su departamento y cerró la puerta. Se quitó los zapatos, caminando en medias hasta la cocina. Tenía muchas llamadas perdidas de Jin, todas las había ignorado. No quería cambiar su número por el hecho de que le parecía tonto y un gasto de dinero. Y secretamente veía la foto del alfa en las noches, recordando los besos que compartían, cuando sus cuerpos se fusionaban, cuando él pensaba que Jin lo amaba de la misma forma.
Se fue directo a la cocina, buscando los trozos de pescado que había dejado descongelando en la mañana. Al cabo de unos minutos ya tenía su almuerzo preparado y estaba sentado en la pequeña mesa del departamento. Sirvió todo, luego puso un vaso con refresco y una rosa en un frasquito que tenía ahí. Se sentó y tomó la cuchara para poder comenzar a comer.
Miró una vez más el pequeño detalle que se había dado el gusto de poner. La rosa decoraba la mesa y le daba un aspecto bastante lindo.
Y eso le hizo recordar la vez que Jin lo llevó a una velada, en unas cabañas que el alfa había rentado para ellos dos cuando llevaban poco tiempo de conocerse.
"-¿Y a ti? -dijo el alfa. -¿Cuál es tu flor favorita?
El omega se quedó pensando varios segundos viendo como Jin servía el vino en sus copas. Sonrió apenado y lo miró a los ojos.
-Me gustan las rosas.
-¿Por qué? -preguntó Kim con una sonrisa.
-Porque son delicadas, huelen bien, son hermosas y me gusta su color. -dijo con vergüenza. Jin lo atrajo a él.
-Así como tú. -dijo el alfa. -Delicado y hermoso.
Min Ho lo miró con las mejillas completamente rojas, bebió un poco de su vino y miró las estrellas.
-¿Jin? -dijo bajito. -Te quiero.
Y aunque el alfa no dijo nada, las acciones que hizo fue la respuesta para el omega. Jin lo había atrapado en un cálido beso, sus fuertes brazos lo rodearon con cariño mientras que terminaron desnudos en el suelo, sin importar que nadie los viera. Ese día había aceptado que estaba enamorado del alfa, más de lo que había estado alguna vez."
Su mente era su peor tortura. ¿Cuánto tiempo cuesta reparar un corazón roto? Saber que Jin siempre lo buscó para satisfacerse nunca le importó, porque siempre conservó la esperanza de que el alfa lo llegara a amar.
Pero se equivocó, de nada valió aguantar tanto tiempo al lado de Jin.
Tenía que seguir intentando olvidar a ese hombre, tenía que lograrlo, y no fallar en el intento. Necesitaba concentrarse en el nuevo comienzo de su vida, se negaba a vivir en el pasado, aunque su parte animal lo traicionara, tenía que superar a Jin.
♦♦♦
Jungkook entró en la mansión y miró a Jung Hyun acostado en el sofá.
-Hey. -sonrió al verlo. -¿Haz visto a Jimin?
-En la cocina, sabes que pasa metido ahí. -dijo viendo a su hermano.
El pelinegro se encaminó hacia donde le habían indicado. Entró a la cocina viendo el cuerpo de su omega de espaldas. Se mordió el labio al ver el trasero que tanto amaba. Jimin estaba decorando una tarta con un tipo de jalea. Lo adornaba con un corazón. El alfa se acercó sigilosamente para que el pelirubio no se diera cuenta de su presencia, el chico estaba concentrado en su trabajo y Jungkook no pudo evitar sonreír cuando lo escuchó tarareando una canción.
-Y las burbujas hacen: beep, beep, boop, y las burbujas hacen: beep, beep, boop. -cantaba Jimin esparciendo la jalea. -Y las burbujas hacen...-el alfa se acercó reposando su barbilla en el hombro de Jimin.
-Beep, beep, boop...-cantó Jungkook tocando cada pezón de su omega.
-¡Alfa! -dijo alegre, soltó lo que tenía en las manos y se volteó para abrazar a Jungkook con todas sus fuerzas.
-Llegué amor. -dijo el alfa rodeando la cintura del pelirubio con sus fuertes brazos. -Te extrañé.
-Yo más. -Jimin le besó los labios. -¿Quieres probar? -el omega señaló la tarta de arándano.
Jungkook asintió.
-Se ve buena.
Jimin partió un pedazo y lo sirvió en el primer plato que encontró. Jungkook lo degustó sin soltar la cintura del ojimiel y abrió los ojos sorprendido de lo delicioso que su chico cocinaba. Comió más de un trozo bajo la mirada de Jimin, le pidió a su hombre que le pasara un vaso de leche para acompañarlo con esa delicia.
-¿Te gustó? -preguntó tímido el omega.
-Me encantó. -dijo lamiendo su dedo. -Cocinas delicioso amor. -¿De dónde aprendiste?
-Tenía que cocinarle a mis padres antes de que me corrieran de la casa. -dijo apenado. Jungkook lo atrajo a su cuerpo.
-No me molestaría que me cocines siempre. -sonrió. -Te amo Jimin.
-Yo también alfa.
Y compartieron uno de los besos más lindos que pudieran tener.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top