Capítulo 40.
Los ojos Min Ho estaban acuosos de ver como Jin golpeaba todo lo que podía. El omega estaba en un rincón, cubriéndose con sus brazos la cabeza cuando el alfa lanzaba algo al aire.
—¡Es tu jodida culpa! —gritó viendo al pelirrojo.
—¿Q-Qué cosa? —dijo con miedo, no quería volver a sentir los puños de Jin. Menos en su vientre.
—¡Por tu culpa! ¡Por estar desarrollando un feto en tu interior! ¡Perdí mi última oportunidad con el alfa que amo! —decía acercándose de apoco.
Las palabras de Jin dolían. Cómo se había referido a su hijo, al hijo de ellos que ellos estaban teniendo. Sintió una opresión en el pecho y dejó salir dos gruesas lágrimas. Miró a Jin con dolor.
—P-Pero...—dijo con miedo. Dejó salir un gemido de dolor cuando Kim le tomó del cabello con fuerza, jalándole los mechones.
Jin lo tomó del cabello y lo llevó al escritorio, lo obligó a sentarse y buscó el botón de los pantalones del pequeño omega. Las feromonas de enojo llegaban a la nariz del menor como una pestilencia que le hacían remover su omega interior de miedo. Lo único que rogaba el chico era que al alfa no se le ocurriera golpearle el vientre.
Sintió como sus pantalones eran bajados con fuerza y por primera vez trató de apartarse del hombre al que amaba. Posó sus manos sobre las del castaño y lo miró con suplica.
—Jin... no quiero hacerlo...—dijo desviando la mirada, los potentes ojos del alfa lo llenaban de temor.
—No me interesa. —dijo con enojo. —Sólo para eso me sirves, solo para tener un buen polvo, un omega inútil que solo sabe recibir mi pene una y otra vez. —decía con zozobra. Mordió su labio inferior con nervios y bajó la mirada. De todos modos, no valía la pena discutir con el alfa.
Gritó cuando Jin lo penetró con fuerza y sin preparación. Mierda, jamás le había dolido tanto una penetración como ahora. Lloró y decidió abrazarse al cuerpo de su alfa con los brazos débiles. Jin empujaba una y otra vez, rozando tan fuerte que en cada embestida el pobre omega sentía un ardor en su conducto.
—Jin... me estás lastimando...—dijo con lágrimas cayendo en la ropa del hombro del alfa. Mordió levemente éste cuando otra embestida lo hizo moverse.
—Es tu culpa, es culpa de los dos. —Min Ho se alarmó cuando la mano pesada y enorme del alfa se colocó en su pancita.
—No... no Jin, por favor, no lo hagas...—rogó cuando el puño del castaño se alzó en el aire. El omega se removió tratando de sacarse el miembro del mayor.
El alfa lo tomó de la cintura con más fuerza volviendo a enterrar su pene de golpe. La pequeña mano del omega se colocó sobre el puño del castaño y lo miró a los ojos. Dolor era lo que sentía. No entendía por qué le había creído al mayor, era un idiota.
Abrazó a Jin sin dejar de llorar, el omega mantenía la mano del alfa fuera de su vientre, al parecer Kim se había concentrado más en llegar al clímax. El sonido de sus cuerpos chocar eran lo que inundaba toda la habitación. Unos momentos más tarde se corrió dentro del omega y salió antes de que el nudo se llevara a cabo.
—Puta. —escupió subiéndose los pantalones.
Las lágrimas del pequeño caían al suelo, su punzante entrada expulsaba el semen del alfa. Sollozó abrazándose el torso y se subió los pantalones sin dignidad.
♦♦♦
—¿Alfa? —la voz de Jimin llegó a los oídos del pelinegro.
—Dime mi rey. —sonrió Jungkook.
—¿Tú... en serio despediste a Suga? —los ojos del omega lo miraron con timidez.
Jeon suspiró. Joder, era cierto. Había despedido a su asistente, ya ni de eso se acordaba. Su alfa interior sólo podía pensar y gozar con el pensamiento de que el pelirubio había aceptado su nudo. Miró a Park y se acercó a él rodando la cama.
—Él me mintió Jimin, odio que me engañen, odio que no sean verdaderos y sinceros.
Si Jimin lo hubiera conocido en los tiempos que el alfa era todo lo opuesto a lo que decía, lo hubiera golpeado con un bate. Porque así era, el mayor era un hijo de perra con todos, fue hasta que conoció a Jimin que su actitud cambió poco a poco pero claramente a veces le daban arranques de ira.
—P-Pero...
—Pero nada. —gruñó el alfa.
—Alfa...—Jimin se subió sobre el cuerpo del mayor, sentándose sobre el pene de éste sin intenciones morbosas. —No le das la oportunidad...
—No tengo que hacerlo. —gruñó enojado; sus manos se controlaban solas y ya estaban acariciando la piel de la cintura del omega.
—Olvidas que...—el pelirubio se agachó a la altura de los labios del alfa. Jungkook se relamió los suyos viendo los de Jimin acercarse lentamente. —Gracias a él te tengo...
Jungkook frunció el ceño. Sí, punto para el pelirubio. No podía replicar nada de lo que le dijo.
Jimin se acercó con un poco de timidez y unió sus labios, sus manos reposando en cada pectoral del pelinegro. El alfa rodeó completamente la cintura del omega, embriagándose con el sabor dulce de los labios de su hombre. Jungkook pasó sus dedos por el pecho blanquezco y se detuvo en el pezón del ojimiel.
—Jimin...
—No lo despidas... —pidió haciendo un puchero que Jungkook no pudo evitar besar. —Aunque no sea mi primo, él me sacó de... de donde vengo. —dijo apenado, no le gustaba decir esa palabra. —Él me ayudó y me presentó ante ti, no te hubiera tenido si no fuera por su ayuda.
Jeon acostó a su chico y se metió entre sus piernas como de costumbre, sentir la flacidez de sus miembros contra sus muslos o piernas era tan normal para ellos que de cierta manera ya se acostumbraban a hacerlo todos los días.
—Voy a pensarlo. —dijo con un suspiro.
—Anda, hazlo por mí. —pidió acariciando el cabello del alfa. —Te doy lo que quieras.
Jungkook alzó una ceja divertido.
—¿Lo que quiera? —preguntó y Jimin asintió sin dudarlo.
Jungkook bajó hasta el abdomen del omega y posó sus labios tan lento que le envió corrientes de electricidad a su cuerpo. Los oceánicos del pelinegro no se despegaban de los ámbares del pelirubio. Jungkook mordió levemente la piel de su estómago y sonrió.
—¿Y si quiero cachorros? —dijo divertido. La respiración de Jimin se detuvo. —¿Me darás cachorros Jimin? —los labios del alfa comenzaron a dejar besos en su pancita.
—T-Todos l-los que q-quieras alfa...—dijo con un sonrojo muy notorio.
—¿Y si quiero muchos? ¿Toda la casa llena de nuestros hijos? —sonrió coqueto.
—P-Puedo estar bien s-si eso te hace feliz. —el alfa sonrió por la respuesta y abrazó a su omega.
—¿Estás dispuesto a darme hijos, amor? —Jimin no podía ver la hermosa sonrisa de Jungkook porque estaba ocultando el rostro en su cuello. Pero podía sentirla perfectamente.
—Un hijo de mi alfa, nada me haría más feliz.
—Ni a mí. —besó su pecho. —Le marcaré a Suga, tú ganas.
—¿Puedes hacerlo ya? Quisiera decírselo yo...—Park acarició la espalda del alfa.
Jungkook se movió un poco sobre el cuerpo del pelirubio y estiró su mano para tomar el teléfono que descansaba en la mesita de noche junto al del omega. Se volvió a acomodar y buscó el número del otro omega en su teléfono, luego apretó el botón de llamar y se lo entregó a Jimin.
Los pitos se escucharon y Jimin puso el altavoz.
—¿S-Señor? —la voz de su amigo se escuchó desde el otro lado.
—Hola Suga. —dijo Jimin viendo como Jungkook pegaba su oído a su pecho, escuchando los latidos del corazón del pelirubio y los brazos del alfa lo rodeaban con amor.
—¿J-Jimin? Hola, ¿cómo andas? —dijo tímido.
—Bien, oye... te llamaba para decirte que no le creas nada a mi Jungkookie. —el alfa de Jungkook se removió de alegría al escuchar cómo lo había llamado. —Sigues en la empresa, no te ha despedido.
—¿E-En serio? —dijo sin creerlo.
—Síp. Ya hablé con él y pues, estaba enojado, pero aun así eres su asistente. —Jimin sonrió.
—Muchas gracias, Jimin. —dijo Yoon Gi con sinceridad. Su voz delataba que estaba feliz.
Jungkook alzó la cabeza y le quitó el teléfono al ojimiel. Se acercó lo suficiente para que su voz se escuchara clara.
—Pero eso no significa que la tengas fácil, te encargarás del nuevo empleado, porque noté que tiene problemas con computación. Es tu responsabilidad, sino, quedas despedido. —dijo amenazadoramente.
El gemido de disgusto de Jimin lo hizo callarse, la línea se mantuvo en silencio unos segundos.
—Bien, no te despediré. —gruñó el alfa. —Pero tendrás mucho trabajo extra.
—¡Sí, Señor! —dijo Yoon Gi emocionado.
—Bien, adiós. —respondió el alfa.
—¡Adiós Suga! ¡Dile a la Señora Min que la extraño! ¡Te veo en la empresa! —dijo el pequeño.
La línea se colgó. Yoon Gi al ver que los dos estaban juntos, probablemente en la cama, pudo estar más tranquilo. Pensaba que Jungkook iba a sacar a patadas al chico, pero al parecer, se había enamorado de Jimin profundamente.
—Gracias Jungkook...—dijo Jimin.
—De nada amor, ahora, ven aquí, ya no puedo aguantar. —Jungkook lo atrajo a su cuerpo, tenía una erección que necesitaba ser atendida.
Y quién mejor que su omega.
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