Capítulo 36.


Jimin miraba el teléfono sobre sus manos sin poder creerlo. Nunca, pero nunca en su vida había tocado un teléfono. No lo hizo cuando era joven, menos cuando era mayor. Jungkook lo mantenía abrazado con sus largos brazos por la cintura, viendo la reacción de su omega. Quería saber que pensaba, aunque no hacía falta preguntar, la expresión de Jimin decía mucho.

—Alfa...—dijo en un susurro. Luego miró al mayor alzando una ceja. —¿Cómo se usa esto?

Jungkook dejó salir una risita que avergonzó al omega.

—Mira, lo prendes aquí. —los dedos del alfa llegaron a un botón, lo mantuvo apretado unos momentos y la pantalla alumbró con el símbolo de IPhone. —Luego esperas a que se prenda y empiezas a descargas las aplicaciones que quieras.

Jimin asintió al mismo tiempo que buscaba los labios de su alfa.

—¿Te gusta? —dijo el pelinegro con una sonrisa.

—Sí, muchas gracias. —dijo el pelirubio volviendo a unir sus labios.

Duraron bastante besándose. El omega se acomodó a horcajadas en las piernas de su alfa y el mayor subió sus manos a la cintura del pequeño.

—Quisiera hablar contigo...—susurró contra su boca.

Sí. El omega interior de Jimin se removió en disgusto, no quería llegar a esa conversación, él sabía perfectamente a lo que se refería, pero el miedo estaba de por medio. 

A ver, comparen la vida de ellos dos, un alfa millonario, dueño de una empresa y sin nada que le falte en la vida, podía hacer y deshacer lo que quisiera, era famoso, casi toda la cuidad lo conocía, al menos en el mundo de los negocios. ¿Y Jimin? Un omega abandonado por su familia a los quince años, sin nada qué ofrecer más que amabilidad, sin nada en el mundo, un pelirubio venido de la calle donde rodó por tres años. Su vida no valía nada y eso lo sabía muy bien.

Pero... el caso era que el alfa quería saber todo acerca de él. Jimin sentía el momento donde la paciencia del pelinegro se acababa y terminaba obligándolo a soltar todo. Y amaba el hecho de saber que Jungkook era paciente con él, porque sólo con él lo era. Sin embargo, también sabía que ya había roto varias reglas y eso tarde o temprano lo tendría que pagar.

Él sólo quería seguir sintiendo el amor que le brindaba el alfa. Quería que sus brazos lo abrazaran aun sabiendo que no valía nada. Quería que sus labios lo besaran sin importar que venía de la calle. Simplemente quería seguir sintiéndose querido a pesar de lo que era y de donde provenía. Toda su vida lo único que había experimentado era odio y rechazo, no quería volver a sentir lo mismo, menos del hombre al que amaba.

Y no sabía qué hacer, estaba entre la espada y la pared. Necesitaba ayuda, no quería aceptar el hecho de que tarde o temprano esto pasaría. 

Pero le era imposible alejarse de los labios del alfa, no quería dejar de besarlo. Al menos si Jungkook iba a odiarlo, que estaba seguro de que así iba a ser, tenía que aprovechar la última vez que sus bocas se encontraran.

El beso estaba pasando de ser cariñoso a algo más demandante. Ambos hombres se besaban con necesidad, al menos Jimin lo besaba como si no quisiera alejarse, su omega no quería dejar al alfa, y Jungkook no era nadie para negarle sus besos.

Sin embargo, unos golpecitos en la puerta hicieron que se separaran. Jimin escondió su rostro en el hueco del cuello del alfa al escuchar como la puerta de vidrio se abría y unos tacones sonaban en su dirección.

El alfa nunca abandonó el abrazo que tenía sobre el cuerpo de su chico.

—Dime Yon. —dijo mirando la beta.

—Necesitan hacer una entrevista con usted. —dijo la chica avergonzada por haber interrumpido. —Suga y el nuevo empleado.

—Bien, que pasen. —dijo palmeando las nalgas de Jimin para que se removiera de su cuerpo. El omega no tardó en hacer lo pedido con las mejillas completamente rojas. Yon abandonó la habitación.

Unos momentos más tarde su asistente entró con un castaño casi rubio detrás de él. A simple vista se le notaba que era un alfa. Tanto Yoon Gi como Jimin le brillaron los ojos de la emoción por volverse a ver, tenían mucho tiempo de que no lo hacían.

—Señor, él es Nam Joon. —dijo el omega mirando al alfa como sólo él podía. —Es el nuevo empleado.

Jungkook asintió y miró a su omega.

—Ve con Suga mientras atiendo esto. —dijo en tono suave, sorprendiendo al mismo ojimiel.

Jimin asintió, agradeciendo al cielo por haber mandado a Yon y a Suga en el momento preciso. Aunque no duró mucho ya que el alfa le dedicó una mirada de: "hablamos sobre esto más tarde" muy claro. Tragó saliva y salió de la oficina con su omega amigo al lado y dos alfas dentro.

—¡Jimin! —dijo el pelirosa emocionado. Abrazó al pelirubio muy fuerte, casi levantándolo por los aires.

—Me alegro volver a verte Suga. —dijo igual de feliz, correspondió el abrazo y unos momentos más tarde se separaron.

—¿Qué tal te ha ido? —preguntó con una sonrisa revolviendo el cabello del omega.

—Tengo mucho que contarte.

—¿Qué dices sobre hablar en mi oficina? —dijo Min comenzando a caminar con Jimin a su lado.





♦♦♦





Tae Hyung llegó de la universidad cansado. Quería acostarse toda la tarde y dormir, comer y ver Netflix. Entró a la casa usando sus llaves. Se quitó sus zapatos dejando que el frío mármol hiciera contacto con sus pies descalzos. El omega ya tenía trabajo, aun así estaba estudiando para una maestría en administración de recursos humanos.

Sonrió cuando vio pequeños papeles esparcidos a lo largo de la escalera, tomó el primero entre sus dedos, levantándolo del suelo. Lo abrió para ver el mensaje dentro.

"Sigue subiendo."

Rodó los ojos divertido mientras que tomaba el segundo y subía el escalón.

"Eres precioso."

Sí bien, aunque estuviera escrito, no pudo evitar sonrojarse, Ho Seok era un alfa malditamente cursi con Tae Hyung. Tomó el siguiente y subió el escalón.

"Si vienes subiendo prepara tu lindo trasero."

Dejó salir una risita, hizo el mismo procedimiento que antes.

"Te amo sexy omega."

Oh sí, Tae Hyung amaba a su alfa.

Le llevó unos minutos más terminar de recoger los papeles y leer los mensajes provocadores y bonitos que estaban escritos. El último estaba frente a su habitación. Tomó la manija y abrió lentamente. Se encontró con su alfa sonriente, desnudo y lleno de chocolates.

—Bienvenido Tae. —sonrió el mayor, palmeando su lado de la cama vacío.

—Hobi, ¿qué es todo esto? —dijo con una sonrisa mientras que se quitaba la camisa.

—Un pequeño regalo para mi bello chico. —dijo con una sonrisa, pero Tae Hyung sabía muy bien que tramaba algo más. Los ojos del alfa se oscurecieron al ver las piernas torneadas y apetecibles de su omega.

Tae Hyung se acercó a la cama con unos bóxer cubriéndolo. Buscó los labios de Ho Seok y se acercó lo suficiente para pasar sus piernas sobre los muslos del alfa. Las enormes manos del pelirrojo no tardaron en instalarse en cada una de las pompas del omega. Joder, si una cosa que amaba el alfa de su omega era su trasero, además de su cintura bien curveada y sus delicados rasgos faciales.

Sí, se había sacado la lotería teniendo a un omega como Tae. 

Recuerda que lo conoció en una fiesta, donde Ho Seok estaba terminado su universidad y Tae Hyung apenas la comenzaba, ellos sintieron ese sentimiento. Luego de que se conocieran mejor, terminaron saliendo, hasta hace dos años que estaban juntos, y por juntos quiere decir que ya estaban casados y ligados de por vida. Ninguno de los dos dudó cuando quisieron compartir toda su vida juntos. Tae Hyung había aceptado el nudo y la mordida del alfa hace ya al menos un año de vivir y estar casado con Ho Seok.

El alfa sonrió en medio del beso y sacó dos boletos por debajo de la almohada. Se separó y miró a su chico con una sonrisa.

—Ayer me dijiste que tu sueño era conocer Hawái. —dijo el alfa volviendo a darle un beso y haciendo que sonara un chazquido.

—Sí, estar en la playa y convivir con todo lo tropical. —dijo confuso.

—Pues... hoy le pedí a nuestro amigo Fion que me apartara esto. —dijo el alfa mostrándolo ambos boletos. Los ojos del omega brillaron con emoción.

—Ho Seok...—dijo sin poder creerlo.

—Te amo bebé. —besó los labios de su chico. —Sabes que siempre trataré de hacer tus sueños realidad. —dijo con amor.

Y ellos terminaron haciendo el amor ahí en la cama.






♦♦♦






Jungkook se puso de pie para estrechar la mano del otro alfa. Había terminado de definir en qué iba a ayudar en la empresa. Suga iba a ser su supervisor y si algo pasaba entonces iría directamente con Jeon. Ya le había dado una oficina y encargado varias tareas para comenzar, pero le dijo que mejor empezaba mañana a primera hora.

Ambos hombres se salieron de la oficina del empresario. Nam Joon para salir del edificio y Jungkook para ir a la oficina de su asistente, estaba seguro que Jimin estaba con el otro omega.

Por otro lado, un pelirubio había puesto al día a su amigo de todo lo que había pasado con el alfa. Le contó que le llegó el celo y como el pelinegro y él terminaron haciendo el amor. De como Jungkook lo había tratado muy bien junto a las empleadas. Todo el progreso.

Incluso hasta lo malo.

Hasta el problema que traía en manos. Jungkook quería saber todo sobre él, y no estaba seguro si eso era bueno.

Yoon Gi se comía las uñas con nervios, estaban en un dilema. Su jefe era tan hijo de puta que no quería saber ni la reacción. No... lo más probable era que dejaría a Jimin. Y ninguno de los dos lo quería, el omega lo amaba, y Yoon Gi amaba como ellos se veían juntos, aunque no lo dijera en voz alta.

Las zapatillas de Jungkook iban sonando por los pasillos. Saludaba con una sonrisa a todos los empleados, que se quedaban viendo el buen humor que desprendía el alfa. Nunca, jamás, en sus vidas vieron a Jeon tan feliz como caminaba en esos momentos, ni siquiera los saludaba cuando entraba a las instalaciones.

Miró la puerta de la oficina de su asistente. Caminó hasta allí.

Fueron segundos en llegar a la puerta, alzó la mano para abrirla, pero la voz de un omega lo detuvo.

—Tienes que evitar a toda costa esa conversación. —ese era Suga.

—No sé si podré... no me gusta ocultarle cosas Suga...—y pues, ese era Jimin. ¿De qué estaban hablando?

—Tienes que hacerlo Minnie... es lo mejor, más adelante podrás hacerlo. —frunció el ceño.

El silencio invadió los oídos del alfa.

—Bien... lo intentaré...—dijo la voz del pelirubio.

—Sí, Jungkook no puede saber que vienes de las calles.

El alfa se quedó estático. Una corriente que no sabía cómo clasificar le recorrió desde arriba hasta abajo. ¿Escuchó bien? ¿Jimin? ¿Su Jimin? ¿Él... venía de las calles? No podía ser cierto. Sus circuitos comenzaron a chocar entre la confusión y la realidad. Negaba con la cabeza lentamente sin poder creerlo. Pero sin duda su expresión era diferente cuando la puerta se abrió y unos ojos mieles lo miraron. Sus ojos no relejaban nada tranquilizante para el pelirubio.

Detrás salió Yoon Gi, oh mierda, a juzgar por la expresión del alfa supo que habían metido la pata.

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