𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐂𝐔𝐀𝐑𝐄𝐍𝐓𝐀 𝐘 𝐔𝐍𝐎
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𝐍𝐄𝐑𝐕𝐈𝐎𝐒𝐀 𝐄𝐑𝐀 𝐐𝐔𝐄𝐃𝐀𝐑𝐌𝐄 𝐂𝐎𝐑𝐓𝐀. Estaba tan ansiosa dentro de mi propio cuerpo que sentía que podía estallar en cualquier momento. Estaba a punto de estar rodeada por las pocas personas que una vez lo fueron todo para mí y ahora son extraños.

No he visto a Festus desde antes de que naciera Janus y, aunque solo han pasado dos semanas desde que vi a mis padres, estábamos en términos completamente diferentes la última vez que hablé con ellos. 

Dejaron claras sus intenciones: patearon a Janus, su nieta, y a mí, su única hija viva a la calle para ir a jugar a las falsas apariencias con su falso heredero. El padre de mi hija. El hombre que una vez era lo único que me hacía respirar. Estaba consumida por nada más que él y me sentía feliz y realizada, pero ahora... ahora todo se acabó. 

Voy a estar sentada en la mesa en la que he tenido tantas cenas en silencio, esperando con los pulgares retorcidos en mi regazo mientras espero a que el chef traiga la comida gourmet que mis padres desean. 

Excepto que, esta vez, las tres personas que menos me gustan, y que de alguna manera aún no puedo odiar... estarán a mi alrededor. 

Se oye un golpe en la puerta y, para nada sorprendente, Eliot está parado al otro lado, ofreciéndome una sonrisa suave mientras se desliza hacia adentro. 

Lleva un abrigo a cuadros forrado de piel con una camiseta negra sencilla y vaqueros. Su mano cálida sube y roza el costado de mi rostro mientras presiona sus labios en la parte superior de mi cabeza. 

─ Te ves bien. 

Quiero sonreír, casi lo hago, pero estoy demasiado nerviosa. Mi mano acaricia el vestido de color azul marino que se aferra a mi cuerpo y Eliot se quita la chaqueta y la coloca encima de la encimera de la cocina antes de dirigirse hacia donde Janus estaba acostada en su pequeño parque infantil plegable. 

Hemos hecho esto muchas veces, excepto que, por lo general, no estoy temblando de nervios. 

Eliot deja escapar un ruido juguetón mientras levanta a Janus en sus brazos y la forma en que ambos se sonríen hace que quiera tomar una foto y mirarla siempre.

Comienza a jugar con Janus, señalando y agarrando diferentes cosas en la habitación, y es casi suficiente para hacerme olvidar todas mis preocupaciones por solo un momento. 

Luego, con el rabillo del ojo, veo el tiempo parpadeando en el reloj despertador del suelo junto a mi colchón, y un pánico instantáneo me abruma. 

─ Mierda. Tengo que irme. 

Termino de guardar las cosas en mi bolso y paso mi cepillo por los nudos de mi cabello antes de finalmente acercarme a donde estaban Eliot y Janus. 

Acaricio mi pulgar contra los cabellos finos de la cabeza de Janus y deposito mis labios en la parte superior de su cabeza, donde he dejado un rastro de brillo labial. 

Limpiándolo rápidamente, mi único enfoque es salir por esa puerta, pero cuando saco las llaves de mi bolsillo, Eliot carraspea detrás de mí. 

Me giro para enfrentarlo, y tiene esa estúpida media sonrisa en su rostro, pero es suficiente para que una sonrisa aparezca en mi rostro mientras se instala el recuerdo. 

Vuelvo hacia él y le doy un beso rápido; disfrutando de la calma que me trae el aroma de su colonia antes de entrar en una tormenta.

─ Llámame si necesitas algo, ¿vale? ─él libera su mano libre de mi cadera y la vuelve a colocar alrededor de Janus.

Asiento, seleccionando la llave dorada de entre la docena y la introduzco en la cerradura. 

Antes de abrir la puerta, saludo a Eliot, quien está moviendo la mano de Janus en un gesto de despedida, y sonrío ante el recordatorio de cuáles son las dos cosas buenas en mi vida en este momento.

© 𝑭𝑨𝑰𝑺𝑻𝑺𝑳𝑼𝑽𝑹𝑹