𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐈𝐄𝐂𝐈𝐍𝐔𝐄𝐕𝐄
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𝐂𝐎𝐍𝐆𝐄𝐋𝐀𝐃𝐀 𝐃𝐄 𝐌𝐈𝐄𝐃𝐎, estoy de vuelta en esta maldita arena.

Sejanus está arrodillado sobre el cuerpo de Marcus, tiene lágrimas en los ojos y puedo ver sus labios moverse como si estuviera hablando, pero no se escuchan palabras.

Escucho un ruido desde arriba y levanto la vista para ver a un tributo mirándome directamente, burlándose de mí con un hacha.

Cuando vuelvo a mirar a Sejanus, Coriolanus ha aparecido con la mano en el hombro de mi hermano y también está hablando, pero no puedo escuchar ni una sola palabra.

Sus movimientos son lentos mientras veo la cara de Sejanus contorsionarse en una emoción que no he visto en él desde hace mucho tiempo.

Pero antes de que me dé cuenta, el mundo se ha quedado completamente en silencio y Coryo ha agarrado mi mano y ha salido corriendo.

Mis pies se sienten como si estuviera flotando y mi cuerpo parece no pesar nada, a la deriva por esta arena dónde no puedo escuchar ningún sonido.

Sejanus tropieza y Coriolanus corre en su ayuda, dejándome a mí delante del tributo.

Él golpea, su machete casi me alcanza mientras me zambullo debajo de la barra de metal y dejo que mi cuerpo me guíe.

Esquivo el segundo y el tercer golpe, pero para el cuarto, me ha acorralado y no sé a dónde ir.

Mis brazos están cubriendo mi cabeza, actuando como un escudo mientras espero mi destino.

Sin embargo, no siento el golpe ni en mi espalda ni en mi brazo... ni siquiera siento ningún dolor.

Me deshago del caparazón que he creado con mis brazos y miro hacia arriba. Lo primero que veo es al tributo colapsando en el suelo junto a mí.

El chico exhala su último aliento y sus ojos casi se vacían, pero antes del último golpe de Coriolanus, me dice algo y es lo único que he escuchado pronunciar hasta ahora.

─ Te has enamorado de un asesino.

Mi cuerpo entero se incorpora con un suspiro, y de repente estoy en una habitación que no reconozco.

Paredes grises oscuras y rasguñadas me rodean, y parece como si estuvieran empezando a cerrarse sobre mí.

Estoy pegajosa y metida en estas sábanas blancas y no puedo respirar. Me están enterrando viva envuelta en estas cuatro paredes y...

Una mano toca mi espalda desnuda y salto.

No puedo respirar y siento unas manos tocándome. Estoy envuelta en una cama que no reconozco y lo único que puedo sentir son mis manos húmedas al apartar mi cabello de mi rostro y la sensación del aire escapando de mis pulmones.

─ Mare ─una voz suave me habla y siento otra mano fría sobre mi hombro. La sacudo rápidamente y me inclino hacia adelante, ahora con la cabeza en mis manos mientras tiemblo de miedo─. Marian, soy yo.

Su voz resuena en mi mente y estoy segura de que aún estoy atrapada en esta pesadilla.

Puedo sentir la cama hundirse bajo mi cuerpo mientras él se levanta de ella y se arrodilla frente a mí.

─ Cariño ─susurra, su mano subiendo lentamente para acariciar mi rostro. Mis ojos se encuentran con los suyos y creo que nunca lo había visto tan preocupado. Sus ojos están abiertos y desquiciados de preocupación mientras me mira─. Estás bien. Solo fue un sueño.

Asiento con la cabeza, parpadeando para contener las lágrimas que se forman en mis ojos.

Solo fue una pesadilla, y probablemente lo asuste muchísimo. Es probable que él piense que soy una lunática, y no le culparía.

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─ 𝐒𝐈𝐄𝐍𝐓𝐎 𝐌𝐔𝐂𝐇𝐎 𝐇𝐀𝐁𝐄𝐑𝐓𝐄 𝐀𝐒𝐔𝐒𝐓𝐀𝐃𝐎 ─le digo a Coryo con un suspiro derrotado. Mantengo la mirada baja porque tengo miedo de que, si lo miro de nuevo, pueda empeorar la culpa que burbujea en mi estómago.

─ No tienes que disculparte, Mare ─responde en voz baja, sus ojos escudriñándome mientras subimos las escaleras de la academia.

Necesito disculparme. Necesito disculparme mil veces porque me he enamorado perdidamente de Coriolanus Snow y ahora no puedo dejarlo ir porque tuve una estúpida pesadilla.

─ ¿Estás segura de que vas a estar bien?

─ Probablemente no. Pero... ─le ofrezco una triste sonrisa─. ¿Qué opción tengo?

© 𝑭𝑨𝑰𝑺𝑻𝑺𝑳𝑼𝑽𝑹𝑹