iii
Chapter three | Si no me conoces, vives en una cueva.
GA, 8 de septiembre. 9:00 am.
Actualmente.
Tenía enfrente a una chica muy linda, mantenía una perfecta sonrisa y su cabello sedoso se movía con los pequeños roces de aire.
Si Barbara no era una opción... ella podría hacerlo...
¿Qué mierda estoy diciendo? Damian Wayne jamás se enamorará, estoy para esas estupideces.
—El señor Hammer me asignó como tu guía, yo te ensañaré toda la escuela —dijo ella aún con esa bella sonrisa.
Tenía la impresión de que varios de los estudiantes que se hallaban, pasaban cerca de nosotros y tenían sus miradas clavadas en mí, pude oír algunos murmullos y algunos eran tan obvios que me señalaban. Era incómodo.
—¿Por qué todos me miran? —pregunté mirando de reojo a algunos de las plagas que me miraban. —Es fastidioso.
Ella miro a sus lados y entendió a lo que había dicho. Me dedicó otra sonrisa.
—Bueno, eres Damian Wayne, el hijo de Bruce Wayne —comentó la chica —Todos conocen a tu padre, y por supuesto, a ti también. Eres como una celebridad.
—Pues que dejen de hacerlo, es molesto —exclamé con el frunciendo el ceño. Se sentí bastante incomodo que todos te miraran y que en sus murmullos estuvieran criticando de pies a cabeza.
¿Tan mal me veo?
—Lo harán, pero hoy no será —dijo con esa misma sonrisa, creo que ya me gustó su sonrisa.
En ese momento sonó algo como una campana, pero el sonido era largo y muy molesto.
—¿Eso qué significa? —pregunté —¿Hay un incendio?
Ella dejó salir una carcajada, como si hubiera dicho el mejor chiste del día.
¿Dije algo que diera gracia?
—No, es la campana —respondió —Significa que las clases empiezan ya.
Noté que todos los niños empezaban a entrar al establecimiento, junto con unas miradas curiosas hacia mí, y seguían con su camino. Esta era la primera vez que no deseo ser el centro de atención.
—Ven —me dijo ella —Te mostraré el lugar.
Asentí y entramos al establecimiento, era muy rústico y con aires de antigüedad, se notaba que se había fundado hace mucho tiempo atrás.
—No sé si tu padre te ha contado acerca de la fundación de la escuela, pero se acostumbra contarla a los nuevos...
—Sé que mis abuelos la fundaron —la interrumpí —Mi padre no habla mucho de esta escuela. Nunca me la mencionó.
—Okay, te contaré un poco —caminábamos por lo que parecía ser el pasillo principal de la escuela —La escuela fue fundada por tus abuelos, se dice que era un proyecto nuevo para hacer de Gotham un lugar mejor, así que el proyecto se puso en marca. —mientras caminábamos nos topamos una foto de mis abuelos colgada de una pared haciéndoles memoria y reconocimiento, nos detuvimos a contemplarla —Se planeaba hacerla cerca del Manicomio Arkham, pero eso afectaría la seguridad de los alumnos, entonces se decidió hacerlo a la otra punta de la cuidad, entre la frontera entre Gotham y Metrópolis. De hecho, hay varios alumnos que viven en Metrópolis y estudian acá. —ella guardo silencio mientras mirábamos el retro de mis difuntos abuelos —Tus abuelos querían hacer que la educación de Gotham fuera la mejor, que esa fuera la clave de acabar con el crimen en la ciudad. Creo que fueron buenas personas.
Algo me decía que esa chica era demasiado aplicada, una nerd total, así como Hermione, excepto por el cabello alborotado y los dientes de conejo.
—Si... —me acerqué y en una placa dorada decía "¿Por qué caemos? Para aprender a levantarnos ", con cuidado coloqué mi mano sobre el retrato —Me hubiera encantando conocerlos.
—Y ¿Qué hay de ti? —dijo ella aún con su vista al cuadro —¿Quién eres, Damian Wayne?
Jamás me habían preguntado quien era yo en realidad, nunca me había hecho tal pregunta. Pensé un momento, los únicos que conocen mi verdadero yo y mi pasado son mi familia, jamás se lo he contado a otra persona.
Exhalé fuertemente y la miré.
—Esa pregunta no suelen hacerla. Todos saben quién soy.
—Pero nadie sabe qué hay debajo de esa fachada de niño rico —dijo ella acercándose a mí con una sonrisa.
Esa fue muy buena, veamos si puedo esquivar eso.
—Pues... aún no sé tu nombre —ella dio un sobresaltó, creo que se había olvido presentarse.
—Pss, que tonta —dijo ella con una sonrisa nerviosa —soy Rylie, lo siento. Creo que olvide por completo decirte mi nombre.
Seguimos caminando en silencio, era un silencio incómodo para ser sincero, ella tenía su cabeza algo inclinada al suelo observando nuestros pasos, y yo, bueno, me sudaban las manos y tenía hambre.
—¡Ven! —exclamó ella de repente y levanté mi vista para notar que ella ya se encontraba a un metro de mi —¡Tienes que ver a los de secundaria!
Me tomó de la mano y salimos disparados hacía fuera de la escuela directo al campo de futbol.
Vaya, tiene buen agarre.
Corrimos hasta el otro extremo del campo para llegar a las gradas del público, nos escurrimos por debajo de ellas y había unos espacios lo suficientemente grandes para que nuestras manos cupieran y pasaran sin problema.
Esto es nuevo para mí, que tuve que soltarme la mano para no empaparla con mi sudor.
Yo soy como un cactus a lado de una florecilla.
—¿Juegas? —preguntó ella sonriendo mientras veía por la abertura.
—Eh ... —miré a lo que estaba enfrente mía. Un montón de tipos llenos de espinillas, hormonas alborotadas y cierto olor a bebidas energéticas, los de secundaria. La adolescencia es la peor parte de la vida —¿Qué se supone que jugamos?
—Te explico —dijo como si estuviera orgullosa y emocionada por contestar esa pregunta —Se supone que no debemos estar aquí, pero es muy divertido jugarles unas cuantas bromas. Suelo hacerlo cuando me siento desanimada.
¿Bromas?
—¿Y que se supone que debo de hacer? —me atreví a preguntar. Bien, empezaba a agradarme.
Se apresuró a sacar de una esquina un ovoide y me lo pasó con emoción y alegría. Caray.
—Atínale a quien quieras. —dijo con aires retadores —El objetivo de mil puntos: la cabeza o... su debilidad. Tú decides.
No pude evitar sentirme a gusto con esto, era como estar jugando a los dardos en tamaño familiar, excepto sin la sangre.
Detalles, detalles.
Miré a lo que ahora eran mis presas, tenía que ser una muy buena e idiota. En ese momento, pasó a alguien que se me hacía muy familiar.
¿Drake?
Iba con un grupo de grasientos al igual que él, riendo y haciendo bobadas.
Me dan pena ajena.
—Mira a quien tenemos aquí...
Ella me observó y luego se guió por mi vista hasta entender de lo que estaba hablando.
—¿Le darás a Timothy? —preguntó. Ah, con que lo conoce.
—Más que eso —dije, el grupito se colocó casi en círculo. Pobres estúpidos —¿Qué tal si le doy a esos tres zopencos atinándole dos golpes a Timothy, uno en la cabeza y otro en los bajos? ¿Eh?
Vaya forma de impresionar a una chica y combinado con molestar a Drake.
Empezamos mega bien.
—Imposible —dijo ella arqueando la ceja mientras se cruzaba de brazos —y si ¿no lo logras?
—Si no lo logro... Bah, claro que lo lograré.
Tomé el ovoide con firmeza y enfoqué a los cuatro idiotas de ahí enfrente.
Imaginaré que esto es un batarang para hacerlo interesante.
Lancé el balón con todas mis fuerzas. La pelota logró darle a la cara del primer tipo, rebotando con el de enfrente impulsándose hasta la cara de Drake, luego atinándole al estomago del otro tipo y, por último: la mejor parte de todas, un fuerte golpe en los bajos de Timothy.
¡Gracias, muchas gracias! Bello público.
Si eso no lo deja estéril, no sé qué pueda hacerlo.
Los cuatro se quedaron tendidos en el suelo gimiendo del dolor sin la menor idea que fue lo que los golpeo.
Damian, eres demasiado bueno para este mundo.
—¡Debes estar de coña! —exclamó ella, a lo que le respondí con una reverencia —¿Cómo lo hiciste?
—Un héroe jamás revela sus tácticas —respondí sin darme cuenta de que acaba de dejar escapar lo que jamás debía decir.
Bien hecho, Damian. ¿Quieres que te aplauda?
—¿Qué dijiste?
¡Carajo!
—Nada. —me limité a decir.
Algunos curiosos se acercaron a ver a los idiotas que estaban en el suelo gracias a mí. Empezaron a murmurar y hacer sus teorías hasta que uno de ellos encontró el balón.
—¡Hay alguien ahí! —gritó un tipo.
—Hora de irnos —dijo Rylie rápidamente. Me tomó de mi muñeca e hizo que saliéramos corriendo rápidamente fuera del escondite. Corrimos por el campo de nuevo al edificio.
Ella no dejaba de reírse, parecía estar divirtiéndose, no pude ocultar mi sonrisa.
Vaya, eso es nuevo.
—¿Acaso es no estuvo de la ostia? —preguntó ella mientras se detenía en seco con alegría que resplandecía.
—Nunca me había divertido así —tuve que admitirlo.
—¡Se sintió tan bien no hacer todo lo que dictan! ¡Fue épico! —exclamó ella emocionada —¡Les diste a esos cuatro! ¡De un solo!
—Si, bueno —dije limpiándome la ropa —Que te digo, soy el mejor.
Ambos nos dimos cuenta de que estábamos demasiado cerca. Tan cerca que habíamos cruzado nuestro espacio personal.
—¡Señorita Luthor! —esa voz vino desde la entrada de la escuela, ambos volteamos, pude notar que las mejillas de Rylie estaban ruborizadas, me apartó un poco de ella. Era un hombre de apariencia cansada, anciano y con barba estilo fumanchú.
Esperen ¿Luthor?
Él señor bajo por los escalones de la construcción y caminó con prisa hasta nosotros y estar totalmente cerca.
—Me parece que el tour por la escuela no incluía fuera de las instalaciones, señorita Luthor. Y por lo que veo, ya se había finalizado.
—Lo siento, señor Hammer. Pensé que sería buena idea enseñarle a Damian las canchas de futbol. —se excusó ella. Tomó una postura cabizbaja y de cierto modo, apenada.
Insisto ¿Luthor?
¿Escuché bien? O ¿Mis oídos me engañan?
—Bueno, le agradezco por su colaboración en enseñarle al señor Wayne nuestras instalaciones, pero de aquí me encargo. Le pido que regrese a su respectiva clase, señorita.
Ella asintió, camino unos cuantos pasos, se dio la vuelta para verme y luego siguió con su camino.
Luthor... vaya, debo estar loco para caer rendido por la hija del calvo de Luthor.
—Amo Wayne —me llamó Hammer —Yo que usted, no me pasaría de listo en mi primer día. La señorita Luthor es una distinguida estudiante, con un excelente promedio, hija del alcalde de Metropolis no debe de estar metida en asuntos inapropiados. Que sea hijo de Bruce Wayne no significa que podrá comportarse como su padre mientras esté en esta institución, no cometa los mismos errores de su padre. Guarde distancia.
—Hammer, no es lo que parece, solo fue un...—intente decir, pero él viejo me interrumpió.
—Distancia, amo Wayne —recalcó —Ahora, lo llevaré su clase que le corresponde. Sígame por favor. —se detuvo en seco —Ah y por favor, mañana con uniforme sin falta.
—tt, como diga —rodé los ojos. Lo seguí hasta una clase que parecía ser la de ciencias naturales. Nos detuvimos en la puerta.
Su mirada era pesada y su cabello lucía grasiento.
No le vendría mal un baño, señor.
—Amo Wayne, compórtese y pase un excelente día —fue lo único que dijo después con irse por el pasillo con paso pacifico.
Exhalé con fuerza y giré la perrilla para entrar al aula.
—Señor Wayne —dijo profesora de esa clase, esbelta, anticuada con anteojos de otro siglo, era joven, pero con muy mal gusto por la moda. —Lo estábamos esperado, siéntese donde se siente cómodo.
Bufé y miré un asiente al fondo, deje caer mi mochila al suelo y me senté. La clase estaba a punto de iniciar, sentía unas miradas curiosas hacía mí, pero me dieron igual. Un minuto después, algo chocó con mi cabeza, no me había dolido, había sido algo ligero. Un avión de papel.
Como olvidarlo...
Extrañado, volteé a todos lados, en ese momento se escuchaba un «pss» en forma de susurro, intentaban llamar mi atención, donde estaba ella. Hasta que finalmente la vi. En la fila de al lado en el segundo asiento, Mizoguchi. Ella me saludaba con alegría resplandeciendo de su rostro.
Rayos, debó estar alucinando.
La niña que desea ser Robin.
En ese momento recibió otro golpee con otro avión de papel, la mire a ella con el ceño fruncido, ella movió los labios intentando decir "ábrelo" y eso fue lo que hice:
Tu y yo, al final de la clase, en el pasillo.
No tardes.
Xoxo.
La niña que inventó que estábamos pegados de las manos por magia estaba aquí.
Algo me dice que la niña mapas y su manía de ser Robin me perseguirán.
Será un año largo...
***
TERCER CAPITULO YAYYYY
después de mil años llego :v
espero que les haya gustado <3
Si la inspiración me da, actualizaré pronto jsjsjs
byee
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