Cap.6❜
- Los dos días que le siguieron a ese, Ni-Ki decidió que lo más prudente sería quedarse encerrado en casa, pues en este tiempo su celo era más fuerte. No importa cuántos supresores se tomara o cuánto perfume rociara en su cuerpo, los efectos de su calor se notarían igual. Llamó a JungWon y lo puso al tanto de la situación; sin contar lo de SungHoon, por supuesto; y dejó todo en manos de este y SuNoo. De igual forma su madre llamó a su profesor principal, quien no tuvo problemas con eso pues Ni-Ki era de sus estudiantes estrella.
En esos días que para él fueron muy largos solo salía de su habitación a comer algo, y muchas veces era su hermano quien le llevaba la comida, pues las punzadas en su abdomen y los golpes de calor incontrolables que le daban lo tenían algo débil.
Obviamente tuvo que hacer uso de su consolador para calmar sus deseos de reproducirse. Este junto con la clásica masturbación era lo único que podía realmente darle algo de alivio. Pero ahora en su cuarto día, cuando ya estaba mucho mejor y ya se sentía listo para ir a la escuela de nuevo, tenía un leve resentimiento contra su estúpido lobo.
Este se aprovechó muchas veces de la situación para tomar control sobre su parte humana, perdiendo la cabeza ante la excitación del ciclo, y gimiendo el nombre de cierto alfa cuando se corría sobre sus sábanas. Y eso no era lo peor, sino que también olfateaba la ropa de este con su varonil olor impregnado para excitarse aún más, reviviendo el caliente toque de sus manos sobre su cuerpo.
Dios, solo recordarse a sí mismo haciendo eso hacía que quisiera golpear su cabeza contra la pared por la vergüenza e impotencia de haber sucumbido ante su celo de esa forma. Todo por culpa de su parte lobuna, quien había quedado demasiado encantada con las sucias pero placenteras caricias del alfa. Se aseguraría de que eso no pasara otra vez, eso seguro.
Terminó de arreglarse para la escuela, y se tomó un par de supresores más el abundante rociado de perfume de menta antes de bajar a desayunar. Como medida de prevención tomó una caja de supresores, asegurándose esta vez, de que estuviera llena. En la cocina tuvo un rápido desayuno junto a su madre y hermano y salió luego, despidiéndose de ambos.
A medida que caminaba hacia la escuela, un sentimiento de ansiedad se apoderaba de su pecho al recordar que el maldito Park SungHoon ahora sabía que era un omega, y peor aún, se había enfrascado en la idea de cortejarlo. Él no quería eso, quería seguir con su vida como la había hecho hasta ahora sin tener riesgos de ser descubierto por alguien más.
Pero los recuerdos de lo que había hecho con el azabache lo volvían a invadir y le recordaban que las cosas ya no eran así. Solo le rezaba a Dios por no encontrarse con SungHoon en todo el día de ser necesario, pues realmente no estaba de ánimos para enfrentarse a lo que eso conllevaría.
Finalmente llegó al centro escolar y entró, saludando como siempre a algunos alegres estudiantes que le deseaban los buenos días.
—Buenos días, Presidente Nishimura.
Su cuerpo se estremeció al reconocer claramente al grave tono de voz a sus espaldas. Si había un dios allá arriba definitivamente debía odiarlo. Volteó su rostro medianamente y lo miró sobre su hombro.
—Buenos días, Park SungHoon – dijo para seguir caminando, tratando de mostrarse lo menos afectado posible por la presencia del otro aunque interiormente estaba algo inquieto.
—Creo que ya te había dicho que me dijeras solo SungHoon. – caminó detrás de él.
—Y yo creo que te llamaré como se me dé la gana. – su voz denotó algo de molestia.
—Oh vaya, creo que alguien se levantó con el pie izquierdo hoy. – SungHoon levantó ambas manos en son de paz – Igual no creo que sea correcto del Presidente ser así de grosero con otro estudiante.
El peli rubio detuvo su andar y esta vez sí se giró completamente para verlo. La sonrisa socarrona en el rostro del contrario le ponía los nervios de punta. Pero tenía razón, no debía perder la calma.
—Sabes. Además de inteligente, guapo, rico o lo que sea, creo que también tienes el título de arruinarme las mañanas. ¿Hay algo que quieras? Porque si no es así te pido que dejes de seguirme.
— ¿Y qué te hace pensar que te sigo? Solo estoy caminando hacia la entrada, como todos los demás. – rebatió moviendo su mano con desdén para luego meter las mismas en los bolsillos de su pantalón.
—Bueno, pues hazlo sin hablarme. — seguido de esto retomó su camino.
— ¡Oh! Pero ahora que lo pienso pasaré por la sala del Consejo Estudiantil para que me des por fin la autorización para obtener los instrumentos. — una sonrisa se pintó en los labios del azabache — Por alguna razón se ha demorado demasiados días.
El tono sugerente en sus palabras hizo a Ni-Ki rechinar sus dientes y apretar sus puños, pero no dijo nada, caminó tratando de ignorarlo hasta llegar al salón deseado. Tomó la llave para abrir, sus amigos aun no llegaban pues era bastante temprano. Se adentró sintiendo aun la molesta presencia a sus espaldas. Se sentó en su escritorio y el sonido de la puerta siendo cerrada lo hizo mirar con interrogación hacia el azabache.
—Aprovecho ahora para decirte que no me gusta para nada que tu delicioso aroma a vainilla sea opacado por ese molesto olor a menta. Deberías quitártelo. – SungHoon se acercó al escritorio del contrario.
Ni-Ki bufó con burla ante sus palabras, peinando con soberbia sus cabellos hacia atrás.
—Pues yo aprovecho para decirte que tú no me dices que hacer en mi vida. — sus ojos lo miraron con reproche — ¿O acaso quieres que todos sepan que soy un omega?
— ¿En serio que más da eso? No entiendo. Sinceramente no creo que cambie nada. Eres una autoridad en esta escuela, seas alfa u omega o beta, y eso no va a cambiar. — hizo un ademán desinteresado.
—Tienes razón, ni lo entiendes, ni lo entenderías, porque eres otro alfa más que solo ha conseguido fácilmente todo lo que quiere en la vida.
El ceño de SungHoon se frunció e iba a decir algo cuando fue interrumpido por la puerta del salón siendo abierta. Ambos chicos voltearon sus miradas a la misma vez para ver quién era, y los ojos de Ni-Ki rodaron en molestia al ver de quien se trataba. Otra molestia más.
—Oh, vaya. Así que mis suposiciones eran ciertas. —habló el recién llegado con una sonrisa maliciosa — Buenos días Presidente; Park SungHoon.
El segundo solo miró a quien entraba sin devolver el saludo, lo reconocía como uno de sus compañeros de clase, aunque realmente nunca había hablado con él y solo le molestaba que hubiera interrumpido su conversación con Ni-Ki.
—Buenos días a ti también, Choi SeungHyuk. Dime, ¿se puede saber de qué hablas? – el peli rubio habló calmado organizando unos papeles sobre la mesa.
El mencionado mantuvo su sonrisa y de igual forma cerró la puerta tras de él.
—Es solo que he descubierto algo muy interesante, Presidente Nishimura. ¿O debería decir omega Nishimura Riki?
El peli rubio detuvo súbitamente todos sus movimientos y sintió su rostro palidecer, su corazón sintiéndose apretado dentro de su pecho. Como pudo trató de decir algo.
— ¿Q-qué? Seon, de que hab…
—No tiene sentido que lo niegues. — interrumpió el contrario — Los vi a ambos hace unos días salir de este mismo salón.
SungHoon soltó un bajo gruñido molesto, no le gustaba para nada por donde iba aquello y el estado claramente afectado de Ni-Ki solo lo ponía peor. El castaño no se inmutó ante esto y siguió hablando.
—Este caballeroso alfa de aquí te llevó cargado entre sus brazos cuando aparentemente tuviste tu celo. – con su vista señaló a SungHoon para luego cambiarla de nuevo a Ni-Ki – Y claramente eras tú, pues eres el único del Consejo Estudiantil que se quedaría hasta esa hora. Además de que ese alfa que parece pez muerto no dejaría que ningún otro alfa toque a ese pequeño castaño cachetón, y menos en su celo.
Ni-Ki tenía un nudo en la garganta, quería hablar e inventar una excusa pero su mente estaba en blanco. Estaba pasando, lo que más temía estaba pasando, había sido descubierto por alguien que podría usarlo para hacerle daño.
—Bueno, ¿y eso que tiene que ver? Sí lo ayudé, pero eso no significa que sea omega. — encaró el azabache tratando de ocultar la verdad. A pesar de todo sabía que esto afectaba al omega.
—Aunque pueda parecerlo, no soy estúpido, SungHoon. – escupió sus palabras con altanería — No olvides que soy un alfa, y puedo identificar a un omega en celo fácilmente. Dios, si incluso mi lobo se removió por unos segundos al captar su esencia. Dulce vainilla, delicioso.
SungHoon solo quería mostrarle sus colmillos de forma amenazante a ese alfa creído, pero la violencia no era su estilo. Apretó sus puños y le dedicó una mirada filosa.
— ¿Y? ¿No dirás nada? – se dirigió a Ni-Ki, claramente divirtiéndose con la situación — ¿Qué pasó con el rudo Presidente alfa que patea a todos los indisciplinados? Ah verdad, no existe en realidad, solo es un omega mentiroso.
Ni-Ki aún estaba en shock, y sentía su rostro demasiado caliente, probablemente debido a la impotencia. Se sentía exhibido y descubierto. Finalmente SungHoon no aguantó más y caminó con paso rápido e intimidante hacia el otro alfa. Lo miró con sus profundos ojos azules, reflejándose en ellos algo de rabia, y habló con su voz aún más grave de lo normal.
— ¿Y aun así te haces llamar un alfa? ¿Acaso te consideras muy hombre? Perfecto, pues tú y yo resolveremos esto. Ven conmigo.
Seon lo miró con algo de arrogancia.
—No es contigo con quien vine a hablar, sino con tu noviecito. Aléjate.
— ¿Qué? ¿Acaso te da miedo? Como tú mismo has dicho, él es un omega. Y aun así te crees valiente por querer enfrentarlo. Creo que solo eres un fanfarrón.
El castaño lo miró con sus cejas arqueadas en molestia, su orgullo siendo ofendido. Le dedicó una mueca engreída al alfa azabache.
—Muy bien, resolvamos esto, y ya luego me encargaré de que todos se enteren de lo que verdaderamente es Ni-Ki.
Ni-Ki solo los miraba con terror, mientras sentía como su mundo se desmoronaba.
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