ᴄɪɴQ
Claro, a JungKook le hubiera encantado decirle al peli rosa que era su Omega, pero no podía, por lo menos no aún.
Por esa razón; simplemente lo pensó. Porque dentro de su corazón, SeokJin era su Omega, ese maravilloso ser que se convirtió en su mundo, su razón de vivir, su salvador, su todo.
Es por eso que cuando Jin le dijo "Papá no te dañará" Kook no pudo evitar chillar frustrado. Él nunca vio a Jin como su papá, mucho menos como un hermano mayor. Él vio en Jin a una pareja potencial. Un hombre hermoso al que deseaba.
Podía sentirlo, su aroma a rosas y vainilla era tan fuerte que enloquecía a su alfa, para su clan ya era un adulto, por lo que, fácilmente podría saber si había encontrado a su destinado y vaya suerte la que tuvo. Pues resultó ser un humano maravilloso y con una belleza impresionante.
Aunque. No estaba seguro si a su clan le caería en gracia que su pareja fuera un humano y hombre, por el tema de los cachorros. ¿SeokJin sería capaz de concebir?
Esa duda no lo dejaba dormir en las noches. Para su clan, la procreación era sumamente importante por el hecho de su casi extinción. Y si Jin no podía quedar preñado...
Lo obligarían a buscar una hembra y así poder tener cachorros.
Pero no. Él estaba loquito de amor por SeokJin, jamás podría lastimarlo de ninguna forma, Jin es como una piedra preciosa, difícil de conseguir y con una belleza única que lo hacía especial. Su alma estaba conectada a la del humano y lo único que hacía falta era la marca.
A pesar de que el humano no mostraba el mismo interés, él lo enamoraría poco a poco. E iba a empezar por ya no morder los zapatos de YoonGi, sí, empezaría por ahí.
—Muy bien, Ranger. Es hora que nos vayamos a trabajar, te quedas cuidando la casa, ¿de acuerdo? Se un buen perro.
El Lobo ladró, y Jin le dio un besito en la frente, seguido de una caricia por parte de YoonGi.
Cuando por fin se vio solo. Volvió a su forma humana, así había vivido esos dos años, al irse sus amos, Kook regresaba y mantenía la casa limpia y ordenada.
Era importante que mantuviera un equilibrio, por lo general, se mantenía en su forma humana, sólo cuando salía de caza su Lobo tomaba posesión de su cuerpo.
Y en esta ocasión no sería diferente, por lo que, aún desnudo; se puso un mandil amarillo de los que sus amos usaban y se dispuso a limpiar el polvo.
Lo bueno de ese apartamento, era que al ser pequeño, no acumulaba tanta basura, eso y que sus amos eran muy limpios.
Kook había observado como Jin lavaba la ropa y la planchaba. Observó como YoonGi ordenaba sus libros y materiales de trabajo. Es decir, él descubrió la forma de vivir de los humanos. Totalmente diferente a la que él estaba acostumbrado, pues en su clan sólo usaban taparrabos y listo. Era más fácil, porque no planchaban nada, sólo lavaban la ropa en un río.
También aprendió a cocinar. Sólo viendo a Jin y YoonGi hacerlo los domingos. Los dos eran muy buenos en eso, y Kook había saboreado los deliciosos platillos que preparaban, pues Jin siempre le daba de lo que comía aunque YoonGi lo regañara.
—Jin...
JungKook suspiró enamorado. Apenas una hora había pasado y ya lo extrañaba mucho. ¿Qué estaría haciendo? ¿Habrá comido ya?
Como quería hablar con él a través de su posible vínculo pero para llegar a eso debía morderlo y por como era su SeokJin, tal cosa no le gustaría. Era tan vanidoso que una pequeña marca en su perfecta piel lo volvería loco.
JungKook había descubierto cada mínima cosa de Jin.
La cantidad de sal que le ponía a la comida, la forma tan minuciosa en la que doblaba la ropa, cómo se rociaba el aroma fresco de sus lociones, lo detallista que era con el cuidado de la casa, las raras mascarillas que usaba antes de dormir, las cremas para la piel y el cabello, la marca de shampoo que más le gustaba, en fin. Conocía su comida favorita y que tipo de ropa interior era su favorita.
De YoonGi no podía ser tan específico.
Sí sabía algunas cosas, quizás algunas mañas, pero era mayor conocedor del peli rosa ya que dormía en la misma habitación, pero en una cama aparte para él.
Sabía que Jin no roncaba y solía dormir en la misma posición casi toda la noche, le tenía miedo a la oscuridad; pero antes de dormir, Jin siempre le decía que se sentía protegido al tenerlo con él.
Eso hacía que su orgullo de alfa creciera dentro de su pecho, no había cosa más satisfactoria que saber que su pareja se sentía seguro al lado de él.
Volvió a suspirar y sonrió. Jin era tan dulce, que eso sólo le provocaba querer lanzarse sobre él y marcarlo para siempre.
Y sólo la diosa Luna sabía cuanto le costaba mantenerse quieto, pero debía esperar, es decir, su Jinnie no lo dejaría, eso era seguro, hasta podía apostar que YoonGi tampoco lo dejaría. Pero no estaba seguro si reaccionaría bien a su situación.
SeokJin aún lo estaba asimilando.
Y JungKook sólo podía esperar a que su amo se calmara para confesarle sus sentimientos y empezar con el cortejo.
Porque su Lobo lo quería, lo quería tanto como él mismo lo deseaba.
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