Lluvia, viento, escalofríos y un vacío interno. Eso era lo único que esas dos personas paradas en medio de ese silencioso lugar sentían, más lo interior que lo exterior.

Aún podían recordar perfectamente lo que había pasado, sentían como si aún estuvieran ahí parados, intentando parar tantos golpes como pudieran para otorgarle más tiempo a cierto pecoso de cabellos y ojos verdes. Uno de ellos debía proteger directamente al susodicho y el otro debía protegerlos a ambos.

Cuando menos se dieron cuenta todo se había descontrolado, casi no salían de ahí, de no ser por su amado peliverde. Pero a que costo...

-¿Las dejas tú o yo, Kacchan?- El rubio, sin mediar palabra, tomó una de las manos del otro, cuya estaba quebrada, y la guió junto a la suya hasta que el objeto que llevaban cayó con delicadeza sobre la superficie rocosa... Eran camelias.

Siguieron observando en silencio a un punto muerto, era como si atravesarán con la vista la inscripción que había frente a sus ojos... Y deseaban poder hacerlo, pues les recordaba la cruda y amarga realidad de la que jamás despertarían.

Y pensar que todo pudo ser tan diferente...

-¡Ten más cuidado Kacchan, te matarán!-

-¡No tienes que decirme lo obvio maldito Shoto!-

-¡Ustedes dos, compórtense!-

Parecían olvidar por momentos que se encontraban en medio de una batalla que podría acabar con ellos en menos de lo que canta un gallo. Estaban luchando contra nada más y nada menos que All For One, el enemigo jurado de todos los portadores de One For All, y por consecuente de Izuku también.

Llevaban bastante tiempo ya en medio de esa agotadora batalla, pero pareciera que pudieran seguir por bastante rato más, claro, si no contábamos que uno de los guantes de Kacchan estaba completamente destruido y dejando expuesto a daños su brazo izquierdo, que Shoto tenía varias heridas por todo su cuerpo, y que Izuku tenía un brazo lesionado y una profunda herida en la cabeza. Pero ninguno mostraba signos de estar dispuestos a ceder, ¿razones? Cada uno tenía las suyas, pero todas tenían que ver con el plan que habían acordado previamente, Izuku atacaría directamente a All For One, Kacchan sería el encargado de defender al peliverde, mientras Shoto los defendía a ambos de ataques de los secuaces del villano.

A cada tanto tiempo se veían explosiones, ráfagas de viento y vapor creado por cada uno de los Quirks de los tres jóvenes héroes. Tanto poder, tanta seguridad, pero a la vez tanto miedo y preocupación, no sabían si serían capaces de protegerse ellos mismo al intentar salvar a los otros... Y eso fue lo que nos llevó a lo peor.

Cuando Shoto y Kacchan vieron una ráfaga de viento más grande de lo normal, sintieron un ligero temor al no escuchar nada seguido de eso, ni siquiera los secuaces hacían algún ruido solo para ver quién había caído o si esto seguiría un poco más. Se alegraron enormemente al ver cómo, efectivamente, All For One había caído, para siempre. Quisieron correr, abrazar a Izuku y nunca más volver a ese horrible lugar, olvidando completamente a los secuaces que escapaban despavoridos al ver a su jefe caído, enserio quisieron ver que el vapor de las explosiones se disipará por completo entre una sonrisa de su amado peliverde... No lo que vieron a continuación.

Izuku, con toda la cabeza cubierta de sangre, el brazo derecho completamente roto y diversas cortadas, raspones y moretones ya negros por todo el cuerpo, intentando mantenerse en pie mientras daba pasos extremadamente débiles.

Ojalá hubieran reaccionado antes de que cayera de cara al suelo.

-¡Izuku!- Cuanto hubieran deseado llámelo así en la tranquilidad de su hogar, riendo entre bromas y comentarios molestos, bebiendo una taza de chocolate caliente o algo por el estilo. No así, temiendo por la vida del pecoso.

-... Kacchan... Shoto, perdónenme... Debí ser más... Fuerte para protegerlos... Los... Amo a los dos- Y sin más, cerro sus ojos. Sus incesantes gritos, alaridos, llantos y súplicas no parecían lograr que se moviera en lo más mínimo, incluso parecía que solo estuviera durmiendo plácidamente. Ahí, entre todos los escombros, entre las dos personas que más ha amado, se encontraba el héroe número uno Deku, con una pequeña sonrisa en su rostro y un semblante tan tranquilo que lo hacía parecer... Un ángel.

Cuanto deseaban que existiera alguien que tuviera un Quirk capaz de regresar el tiempo, al cual le pagarían lo que fuera y de cualquier forma si era capaz de ayudarlos a evitar eso. Pero nada, los sueños son solo eso, sueños, imágenes y sonidos que crea nuestra mente, realidades en las que deseamos vivir pero son completamente imposibles de lograr. Sentían que era su culpa lo qué pasó, Kacchan se había descuidado y Shoto se concentró tanto en salvarlo que, aparte de conseguir más heridas, no se dio cuenta del peligro que corría su otro ser amado.

Ya no había vuelta atrás, pero tampoco podían aceptarlo.

En la actualidad, habían pasado 3 semanas desde eso, pero ellos sentían que solo habían pasado unos minutos.

El frío no los afectaba en lo más mínimo, sus pieles pálidas, sus labios agrietados, ojos irritados y miradas oscurecidas no podían expresar más que dolor puro. Sintiendo sus fuerzas abandonarlos aún más, se dejaron caer de rodillas aún con la mirada perdida en el más allá, nada alentador surcaba por sus mentes, solo pensamientos suicidas que alarmarían a más de uno.

Casi como si sus mentes conectarán, hicieron los mismos movimientos y llevaron sus manos hasta la inscripción que poseía la piedra pulida frente sus ojos, sentían el ardor en sus ojos otra vez, el vacío en sus pechos crecía más a cada segundo que pasaba. Y casi como si fuera su última voluntad, sonrieron con las lágrimas perdiéndose entre la lluvia que los cubría por completo.

-Feliz cumpleaños Izuku, te amamos- A pesar de que sentían todo su mundo derrumbarse, a pesar de que sabían que nada sería igual sin el, sonreían exactamente igual a como lo hacía el ojiverde mientras las amargas lágrimas seguían haciendo surcos en sus rostros junto a las gotas de lluvia. Sin más, acariciaron con cariño la inscripción "Izuku Midoriya" que adornaba la lápida.