Una casa vieja, llena de oscuridad, un silencio profundo en cada una de las habitaciones, las paredes rasgadas dejando ver el claro abandono del sitio. No entendía que era ese lugar.
—Traté de mantener esta casa con vida cuando Min Hyuk y sus padres murieron, pero tuve que vivir mi vida y además, Dong Min me ordenó dejar el pasado atrás.
—¿Vivieron aquí? —la mujer asintió.
—Viví por unos años aquí y luego, me casé, pero Dong Min si pasó 10 años viviendo en este lugar, hasta que... Pues fue internado y decidió irse. —explicó con titubeos, realmente quería encontrar la forma de decirle lo que tanto su hermano había guardado.
—Park compró la casa, vivieron aquí, bueno, al menos Min y luego, se fue a Corea, ¿Estoy en lo correcto?
—Sí...
—¿Por qué terminó mal si suponía que estaba bien aquí? ¿Acaso no se sentía bien lejos de mí y de toda la mierda qué hice? ¿Qué pasó? —la curiosidad lo mataba y más porque sabía - de la propia boca de Dong Min - qué a pesar de todo, Min Hyuk lo hizo feliz. Y no se le quitaba la idea de lo de la hija que le tuvo Dong Min a Park y si hubo algo que los uniera, hasta podía llegar a creer que Dong Min se olvidó de lo que sentía por él.
Pero estaba a nada de descubrir todo lo que su omega guardaba.
—Dong Min perdió su luz, su trabajo, su vida entera... Intentó suicidarse, no comía, se agredia; pasamos noches insoportables en este sitio y solo nos gritaba que ya no quería estar aquí... Vivir en este mundo... — La duda seguía, pero Sunmi comenzó a caminar a la antigua habitación de Dong Min, así que la siguió.
—Sunmi, eso no responde del todo mi pregunta. —con cansancio y nervios, abrió la puerta, aún sin decir alguna palabra.
Bin miró a detalle el lugar, espejos rotos, ropa tirada, un desastre total, pero lo que más llamó su atención fueron aquellos peluches, un tocador pequeño y despintado. Sunmi buscó debajo de la cama una maleta vieja, la abrió y sacó de esta el álbum de fotos de Dong Min.
Su tesoro guardado y que guardaba de todos.
«Nunca le digas a Bin sobre Suyeon, hermana. Prométeme que jamás se va a enterar de eso».
Justo en ese momento las palabras que un día Dong Min le dijo vinieron a su mente, pero no podía callar, no cuando su hermano estaba tan débil día tras día.
—Intenté motivarlo luego de esto, pero el dolor de una madre que pierde a su única hija es... Horrible... Ella... —dijo Sunmi abriendo el álbum y mostrándole las fotos —Ella era Park Suyeon, la hija de Dong Min, murió cuando tenía 10 años.
—¿Es la... Hija de Park? —sintió un enojo llenarle, pero cuando Sunmi negó, su mente se fue al limbo.
—Cuando te casaste y venimos aquí, Dong Min trató de vivir su vida sin ti, superarte, pero comenzó a sentirse mal, a tener náuseas, mareos, hasta que se desmayó en el trabajo y lo llevaron al hospital... Mi hermano descubrió que estuvo unido a ti por algún tiempo y no solo eso... Sino que también estaba embarazado, estaba esperando un hijo... Tuyo...
Náuseas, un mareo horrible fueron los síntomas que aquella confesión le trajeron. Aquello no podría ser cierto...
—Dime que no es cierto.
—Me encantaría decirlo, hacer como si esto fue una simulación, porque si fuera mentira, mi hermano jamás hubiera sufrido ha como lo hizo y todo por ti... —al fin su alma y el rencor que le tenía a Bin lo estaba soltando —Sufrió tanto por amarte... Se convirtió en omega y sufrió más al no saber llevar nuestros defectos, se debatió entre la vida y la muerte todo para tener a esa bebé, ¿Y qué ganó? Gracias a tu ausencia, mi sobrina nació enferma, con meses de anticipación, vivió buscando un lado paterno aun cuando Min Hyuk fingió ser su papá y por su enfermedad murió, porque su padre alfa no estuvo en su embarazo para acompañar a su madre, porque su padre alfa prefirió casarse por interés y tirar al hombre que dio su vida por él...
—No más, Sunmi-...
—¡Me vas a escuchar! —ambos estaban al borde de llorar, pero más Bin. —Mi hermano te entregó su juventud, su vida, su alma, su corazón y lo botaste.
—¡Nunca quise exponerlo! ¡Boo lo iba a matar, entiéndelo!
—¡Tuvo que huir de su casa, de las personas que lo amaban para soportar el que tú no lo amaras y solo lo utilizaste! Sufrió tantos años porque ya había creado un lazo contigo y más cuando decidiste marcar a Seungkwan. Mi hermano casi muere ese día, perdió tanta sangre e incluso su hija pudo morir. Aun recuerdo como me describía el dolor, como si su corazón estuviese siendo quebrado...
—¿Por qué nunca me buscaron? ¿Por qué no me dijo que tuvo a mi hija?
—Porque no quería que la despreciaras, mucho menos que se la quitaras. Él vivió solo la crianza de su bebé y enfrentó todo por ella... Solo...
—Jamás lo hubiera hecho, por Dios... ¡Era mi hija también! ¿Qué derecho tenía de habermela ocultado?
—¡No se trata de derecho! ¡Se trata de que Dong Min intentó seguir bajo un dolor en su alma! —el alfa miró las fotos sin despegar su vista de ahí mientras Sunmi tomaba aire. —Él no lo sabe... Pero yo lo vi llorar muchas veces, cuando se quedaba en esta habitación, admirando a la bebé de unos cuantos meses y escuchaba bastante una pregunta... "¿Por qué?"
—Yo hubiera dado mi vida por él...
—Hubieras, pero el hubiera no existe... Dong Min sufrió demasiado, sufrió más cuando tu madre vino y le dijo que tenías un hijo y estabas felizmente casado...
—¿Q-qué? —¿Había escuchado bien?
—Se derrumbó más porque Jong Sun le dijo aquí en esta casa que habías marcado a Seungkwan y que ya habías formado tu familia.
—¿Jong Sun conoció a mi hija?
—Incluso tú lo hiciste... ¿Lo recuerdas? ¿Aquella niña que viste en el hospital?
Su mente voló a sus recuerdos y sintió sus manos picar, un dejavu lo atrapó y sintió el tacto vivo de su pequeña.
«Papá».
—No pudo ser ella... Dime que no...
—Suyeon siempre te tuvo presente, supo que eras su padre y aveces le pedía a Dong Min qué pusiera las notas de audios que él guardaba en su celular para poder oir tu voz..
Se sentía en blanco total, sin poder reaccionar, con las ganas de llorar acumuladas, pero si poder hacerlo.
—No te imaginas como se le destruyó el corazón a Dong Min cuando supo que estabas a unos cuantos metros de él y a la vez cumpliendo el sueño de tu hija.
—Mi bebé...
—¿Entiendes ahora el porqué él perdió su brillo? ¿Entiendes porqué intentó matarse, porqué terminó en una clínica y porque se derrumbó? ¡¿Entiendes porqué ahora no desea luchar por su vida al menos un poco?! ¡Dong Min a pesar de estar casado, vivió al principio con la ilusión de que tú lo buscaras otra vez y se falló a sí mismo, se perdió cuando te perdió... Ni tu hija, ni él merecían eso...
—No sé que decir... —su mirada se fue en las fotos nuevamente, la pequeña sin duda fue hermosa como Dong Min y con sus rasgos marcados gritaba que había sido su sangre. Y que más pruebas habían si él la tuvo en frente y recuerda su rostro sin problemas.
—Mirate ahora, estás aquí, con la marca de mi hermano en tu cuello, casado con él, tu hijo mayor cuida a Min y haces como si nada ha pasado, entonces... ¿Por qué? ¿Por qué le hiciste sufrir tanto si ibas a terminar a su lado?
El alfa se desvaneció por completo, las lágrimas bajaron con fuerza por su rostro si contenerlo.
Había sido un completo hizo de puta, una escoria, una mierda de persona...
—Perdóname, perdóname por no hacer caso y joder todo, perdón por ser un maldito egoísta. —la mujer solo pudo respirar profundo para no verse débil.
—Dícelo a Dong Min, quien también por tu culpa está internado en ese hospital sin esperanzas de vida.
—Sunmi-...
—No importa lo que hagas, Bin. Siempre serás una escoria para mi y por más tiempo que pase y trates de cambiar, serás en el mundo un parásito, el mismo que destruyó a todo lo que decía amar por nada y sin medir sus actos.
La mujer lo dejó solo, Bin lloró abrazado a las fotos y recuerdos de juventud.
Pasaron alrededor de 4 horas y estaba bajando de su auto, caminando a toda prisa hacia las instalaciones de aquel asilo donde su madre se encontraba.
Había tomado un vuelo express de regreso a Corea porque le urgía hablar con Jong Sun. Si le preguntaban como se sentía, la verdad es que muy confundido y harto de toda esa situación donde solo habían cadenas de mentiras componiendo su vida.
Habia sido un gran impacto saber de su hija y ahora solo necesitaba encontrar las respuestas a las preguntas que ese hecho desencadenó.
La mujer estaba en el jardín, en su silla de ruedas como de costumbre y rápidamente se acercó. Jong Sun quedó sorprendida al verlo ya que era la primera vez después de años, que Bin iba a aquel lugar para visitarla.
—Hijo mío... —se detuvo de saludarlo mejor porque miró su rostro serio.
—¿Por qué, Jong Sun? —se puso de rodillas en el césped, tomando las manos de la mujer y aptetandolas.
—Bin-...
—Ya lo sé todo... Suyeon... era mi hija... —Jong Sun apretó sus labios con fuerza y aguantó qué Bin la estuviese lastimando con la fuerza impuesta en su apretón.
—Bin, hijo... Lo siento...
—¿Por qué? ¿Por qué fuiste participé de eso...? ¿Por qué no me dijiste de mi hija, mamá? —las lágrimas llenaron su rostro, tal cual un niño, se sentía lastimado, horriblemente apuñalado por el dolor y el arrepentimiento.
—Min no quería y yo... Yo quería proteger lo que tanto te había costado...
—Mamá... Esa bebita era hija mía con el amor de mi vida... ¿Entiendes que era mi sueño hecho realidad y no lo disfruté?
—Pero lo ibas a perder todo si Seungkwan hubiera sabido...
—¡Pero hubiese sido feliz! ¡Hubiese tenido más motivos para buscarlo y estar con ellos! ¡Hubiese salvado a mi hija!
—Suyeon ya estaba enferma, Dong Min lo consultó y dijeron que no podíamos hacer nada más que esperar el destino que le tocaba.
—Mamá, era mi hija... Tuve una hija con Dong Min... —decía como si no podía creerselo todavía, como si el dolor no fuese suficiente prueba.
—Fue mejor así, Bin... Ella sufrió mucho...
—¿Por qué me fallaste incluso en eso? ¿Por qué me ocultaste todo lo importante en mi vida? ¿Por qué me fallaste tú, mamá? ¿Por qué justamente tú?
—Perdóname, Bin, por favor... No entendía que lo amabas tanto aun cuando te vi sufrir por él.
Y el decir «Perdón» no era suficiente ahora, porque su alma ya estaba destruida, su ser completo traicionado de todas las formas posibles. Por su madre, por su mejor amigo de años incluso. Ellos se encargaron de joder su vida y hacerlo miserable y no había cosa que pudiera remediar el daño que hasta en su alma había provocado un deterioro extremo.
No estaba diseñado para ser feliz, de eso no cabía duda.
Regresó al hospital casi en la madrugada, Wooyoung y Yesung se habían quedado para cuidar a Dong Min mientras él no estaba, afortunadamente le dijeron que solo había pasado durmiendo todo ese tiempo.
—Tengo que volver a Corea mañana, los chicos dicen que San necesita ayuda.
—¿Qué pasó?
—Por lo que tengo entendido se hizo socio de Vernon hace años y parece que la empresa se fue a quiebra.
Dicen que llegó a la casa a buscarme y a pedir que le dieran donde estar.
—Está bien, ve. Que te vaya bien.
—Pasaré a despedirme de Min por la mañana. —avisó y tomando sus cosas, se despidió.
—Adiós, tío Bin.
Los despidió y fue al cuarto del omega.
Entró en silencio, puso el ramo de girasoles como cada día que han pasado en ese hospital y se sentó a su lado observandolo a detalle. Su piel lucía pálida, las venas azules y moradas en su rostro eran más visibles que días anteriores, la delgadez se notaba y más el cansancio que sus ojos tristes denotaban.
Sintió su corazón estrujarse con solo imaginar lo que sufrió, lo que lloró aquellos días cuando lo dejó. Lo que sufrió cuando perdió a su hija quien según Sunmi, era lo único que lo incentivó a volver a la vida. Pensó en el daño que le causó, como incluso su omega terminó en un hospital psiquiatrico y difícilmente salió de ahí.
Lo hundió, le hizo tocar fondo por nada, por ser un maldito indeciso y no haber escogido su felicidad.
El omega se removió, abrió sus ojos debilmente y miró a Bin llorar.
—¿Qué pasa? —susurró, su voz apenas y se escuchaba.
Dong Min ya no se sentía con vida...
—Perdóname... Mi amor, perdóname... —las lágrimas caían hasta las sábanas de aquella camilla y Dong Min sin entender solo pudo llevar su mano conectada a las maquinas y acariciar su mejilla.
—Yo te perdoné hace mucho años... No es necesario más lamentos ahora, tú y yo seremos felices... —el alfa negó tratando de controlar su llanto y solo pudo besar su mejilla.
—Te amo con todo mi ser, bebé. —el omega sonrió debilmente.
—Yo también te amo, Bin. —el alfa sintió su corazón explotar al escucharle decir aquellas palabras. —Jamás te he dejado de amar, nunca... siempre has estado en mi corazón...
—Eres mi vida, Dong Min... Mi todo en este mundo...
—Binnie... —su sonrisa débil de repente se borró y abrió sus ojos con miedo, sin embargo, la paz comenzaba a invadirlo.
—Min, no me dejes, no soy nadie sin ti, no te puedes ir...
—Te amo, Bin...
—Tengo que demostrarte que te amo, que no miento cuando lo digo, aun no es tiempo... —el omega sonrió y solo cerró sus ojos un momento...
—Bin...
—Vamos a luchar por esto, vas a salir de aquí, viviremos bien y-... —el llanto cesó gracias al miedo que entró en él al escuchar el largo pitido de la máquina. —Minnie... ¡Dong Min! —el omega no estaba respirando y con miedo se fue a llamar a la enfermera.
—Señor despegue el área.
—¡Min! ¡Minnie! ¡Por favor, bebé! ¡Ya entendí! ¡No me dejes! ¡Ya lo entendí! —miró al doctor dándole choques y nada, la maquina sonaba sin parar....
No me dejes
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02 de noviembre, la fecha en la que su amado falleció, el día que perdió a su alma gemela y toda esperanza de volver a vivir. Murió en sus brazos sin poder hacer nada, sin despedirse como tal... Solo quiere llorar y ponerse un arma en la cabeza y volarse los sesos.
El pequeño funeral fue llenado con todas las personas que un día Dong Min llenó de su alegría, pero ahora todos estaban de luto y quien sabe cuando esa tristeza se acabaría. Ese día en el hospital Bin no supo ni que hacer, tuvieron que llamar a Sunmi por él y avisarle porque el alfa no dejaba de llorar y abrazar el cuerpo de su omega ya sin vida.
Sunmi le avisó a San Ha y al salirse de casa y llegar al lugar, lo más doloroso fue ver a su padre golpeandose a sí mismo, tratando de volver en sí, de despertar de lo que según él estaba siendo un sueño muy malo. Desgarrador como se tiró al suelo derramando lágrimas y gritando del dolor en sus entrañas.
La marca de Dong Min estaba haciendo efecto, estaba tornando de un color amarillento a medida de que el tiempo pasaba. San Ha solo pudo abrazarlo y tratar de que se calmara aunque era imposible.
En la funeraria fue todavía más duro, Bin yacía al lado del ataud, mirando su foto sin apartar la mirada de él y llorando, con una botella de alcohol en su mano.
—Papá... —el alfa deshecho no podía siquiera describir lo que estaba sintiendo y aunque trató de aparentar ser fuerte, en realidad es que su vida entera y su alma habían abandonado su cuerpo.
Les informaron que ya era momento de ir al lugar y antes de irse Bin pidió que lo dejaran solo. Mientras salía, miró a Sunmi con el rostro en blanco, sin derramar ni una sola lágrima, pero San Ha entendió que la mujer estaba así porque esa era su reacción, aún estaba en shock. Su padre había perdido a su pareja, pero Sunmi había perdido a su único hermano, a su apoyo, su única familia aparte de su hijo y esposo, a quien más amaba, a su amigo de toda la vida.
—Tía Sunmi. —el chico se acercó a la mujer y la abrazó —Tienes que ser fuerte, más de lo que ya eres... —sus palabras solo abrieron un grieta en su corazón y sus lágrimas bajaron en silencio hasta el hombro del chico.
—Gracias, Sanhie... —obviamente la mujer no iba a despreciar al muchacho aun cuando odiaba a Bin, siempre el chico demostró un amor hacia Dong Min a pesar de todo y se hicieron tan cercanos que incluso lo consideraba familia.
El momento llegó, el más doloroso de todos... Su padre intentó tirarse al hoyo donde metían el ataud, pero lo detuvieron. Wooyoung abrazaba a Sunmi mientras que San Ha hacía hasta lo imposible por calmar al alfa.
De repente, sintió un abrazo en su alfa, un beso en lo más profundo de su corazón y lloró con tristeza...
Su vida fue bella solo cuando tuvo a su pareja.
Lástima que no podía regresar el tiempo y evitar que tantos sucesos lamentables pasaran en su vida...
3 años después
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Un cielo despejado iluminaba ese día, una mañana fresca con el rocío llegando a su nariz, su alma triste cargaba consigo dolor y llanto a pesar de los años. En las manos de San Ha, un gran ramo de flores era cargado, Bin también llevaba otro ramo hermoso lleno de tulipanes, mientras que Sua sentía el ambiente lleno de tristeza y no comprendía mucho.
Sabía que cada que llegaba Noviembre, su padre se ponía sensible y comenzaba a tomar sin límites, aunque aveces solo tenía la mirada vacía y perdida como cada día.
Ahora tiene 14 años y no entendía porque la casa de un día para otro se sintió vacía hasta que se pararon frente a la lápida y miró la foto de su madrastra en ella.
Cuando Dong Min murió, le dijeron que el omega se había ido de viaje, creció y en esos tres años olvidó por completo la existencia del omega ya que en su mente seguía su verdadera madre quien tampoco buscaba como saber de ella o algo.
Se sintió engañada, pero entendió al ver a su padre de rodillas en el suelo cuan grande era el dolor y que solo la había protegido. Ella quiso mucho a Dong Min, pero como un amigo, no como el esposo de su padre.
E incluso, Sua jamás supo con exactitud qué enfermedad padecía Dong Min solo que se desmayaba y aveces lo miraba llorando, pero todo fue tan ajeno para ella que estar justo en ese momento al lado de su padre y hermano era raro.
Pero también se sintió triste por perder la única compañía que tuvo por años.
San Ha abrazó a su padre y en el cuello de su hijo lloró, el alfa menor ya estaba acostumbrado a ver aquello, desde aquel día, ha ido todos los días junto a su padre a visitar la tumba de aquel omega y lo siente en el profundo de su alma, pero no como el dolor que el mayor siente a diario.
La marca amarillenta en el cuello del pelinegro duele cada que va a aquel lugar, pero no puede olvidarlo, jamás lo hará y hasta el día que fallezca, entonces estará en paz.
—Papá, no estés triste —dice Sua preocupada y el alfa asiente limpiando sus lágrimas.
—Perdóname, mi princesa, pero no puedo evitarlo. —trataba de ser fuerte porque era la primera vez que su hija lo miraba en ese estado, porque Sua siempre desconoció de la muerte de su omega y todo lo que ha vivido los últimos meses.
—Papá, ¿Aquí está enterrado Dong Min? ¿Por eso no volvió? —la pregunta remueve desde el fondo de su interior la respuesta más honesta jamás dada.
—Así es, mi amor... —las lágrimas caen —Aquí está enterrado el dueño de mi corazón, la persona que más he amado en mi vida... Mi compañero, mi alma gemela.... —cada palabra sale con total verdad porque cuando se trataba de hablar de su verdadero omega el amor más puro sale refiriéndose a él con cariño.
Metió sus manos en el bolsillo de su pantalón y sacó una pequeña de cristal donde el anillo de matrimonio y más el primero que le había regalado vivían guardados. Con su dedo los acarició y como si corazón quisiera salirse de su cuerpo, enterró la cabeza en la dura piedra, tratando de despertarse de ese maldito sueño repetitivo.
—Mi amor... Te extraño...
Aún no pude creer que después de tantos años su omega falleció por su culpa, por su descuido, por haberse casado por un interés sin propósito y nunca haberlo hecho feliz. Porque reconoce con tristeza que hasta los últimos días tuvo a Dong Min por completo, confesandole día con día su amor y siendo una pareja dispareja desde sus inicios.
Y dice su culpa, porque si tan solo hubiese preferido a su omega sobre cualquier cosa en el mundo, todo hubiese sido diferente. Hubieran envejecido juntos, sin que nadie los molestara.
Aún recuerda su voz, su sonrisa, su forma de ser tan dulce, su calor, su aroma, el ver aquella foto en la lápida es como si pudiera transportarse a esos años donde sin saberlo ya había ganado el cielo y era feliz.
Pero le hizo daño, lo traicionó, jugó con su corazón, con su vida, lo deshechó como si fuera nada e incluso lo obligó a irse del país, lo convirtió en un omega y le hizo una bebita de cual solo quedaron fotos, pero Dong Min nunca por su boca se lo dijo.
Su refugio fue el alcohol aun cuando su hijo trató de hacerle entrar en razón, su cielo se volvió gris desde ese día, nada tenía color, solo quería dormir, abrigarse en el débil aroma de las prendas de su amado, pero el dolor en su alma producto a su marca eran cosas que ni siquiera se comparaban a su sufrimiento.
Al final entendió las consecuencias de su egoísmo y avaricia, y se arrepintió cada día desde el primero por haber seguido su ambición y no su corazón.
Se maldijo desde el día que nació por haber sido un idiota y haber perdido a su destinado de la manera más cobarde de todas...
Solo quedó un susurro haciendo eco, llenando su alma de arrepentimiento del ayer y más que no podía cambiar, al menos en esta realidad...
❖•ೋ°•°ೋ•❖
Solo queda el epílogo :)
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