Capítulo 15

Nos encontrábamos ahora en el 30 de diciembre de 1999 en la mansión de George, Henley-On-Themes, en Friar Park. Según me explicó él, a unos 40 kilometros de Londres. Es una mansión muy bonita, tiene unos jardines espectaculares. Esta muy buen vigilada, por lo que puedo ver desde la ventana. Hay muchas cámaras, unos muros enormes con alambres de púas y luces de seguridad.

—Es muy bonita—. Menciono bajando las escaleras.

—Por eso la compré, George Harrison tiene un excelente gusto—. Dijo con una sonrisa en el rostro.

—Si, claro—. Dije sarcásticamente al tiempo que me sentaba en uno de los grandes sillones marrón que adornaban la sala de estar.

—Oye, si tengo buen gusto. Yo no fui el que escogió a Yoko—. Dicho esto, pareció como si algo le hubiese golpeado por detrás de la cabeza.—¡Auch!—gritó sobándose la nuca.

—¿Qué pasó?—dije preocupada mientras me paraba.

—Pasa que Georgie todavía no supera algo que pasó hace 48 años. ¡48 años!—el que gritó eso, a vez que se aparecía al lado de George, fue John. John Lennon. Dios.

Solté un grito en seco, y justo después de eso, George habló.

—¡John! ¡¿Qué haces aquí?!

—Nada, en realidad, sólo venía a pasar el rato, sabes, los... Bueno, hoy es mi día de salida. Ya sabes, y quería acompañarte—. Sonrió mirando a George. —Por cierto, ella es muy linda, veo porque la escogiste, tiene cierto parecido con...—George lo interrumpió.

—¡Está por entrar, vamos!—dicho esto, tomó mi mano para dirigirme hacia la puerta principal de la mansión, John nos siguió. Una vez en calma, volteé a mirar a John.

—No puedo creer que estoy con dos Beatles—. Dije emocionada mientras lo miraba a los ojos. Tenía el mismo aspecto juguetón que había visto de él, claro, en películas y videos. Su cabello al estilo mop-top le quedaba mejor que el cabello largo, eso estaba muy claro, y su traje igual al de George me hacía estar aún más emocionada.

—Es un placer, sweet lady—. Soltó tomando una de mis manos para besarla.

—Margot, por favor—. Dije riendo ante su acto. Me había tratado igual que George, como una princesa. Y obviamente no lo era, pero ya me había acostumbrado a la caballerosidad del menor.

—No creas que no sabia tu nombre, George me había platicado mucho de ti, sabes, una vez me dijo que...—el castaño fue interrumpido por el golpe en la costilla de parte del menor, y solo reaccionó con un quejido.

—¡Cállate, John, ya está entrando el loco ese!—dijo molesto por la indiscreción de Lennon.

—Ya veo. Okay, ya entendí. No le contaré sobre tus líos—. Dijo cruzándose de brazos pero aún con su característica sonrisa sarcástica en el rostro. George solo pareció aliviarse, y de repente, se escuchó un sonido proveniente de la cocina al lado de la sala en la que nos encontrábamos hace unos momentos. Todos giramos la vista hacia allá, de donde salió caminando sigilosamente un chico de unos 30 años, rubio y de estatura promedio. Se dirigió hacia las escaleras y nosotros solo atinamos a seguirlo y adelantarlo en el camino.

—Creo que te distrajiste un poco, Geo, el chico ni siquiera tocó la puerta principal—. Le susurró John a George que se encontraban caminando por delante de mí en el pasillo. George rodó los ojos y siguió caminando.
Tan pronto llegamos a la primera puerta del pasillo, un George de 56 años salió de la recámara de al lado portando una bata de dormir. Lucía algo asustado, pero claro, tenía razón, un psicópata había entrado a su casa con la finalidad retorcida de acabar con su vida.

—¿Quién anda ahí?—Preguntó bajando un escalón. Al no escuchar una respuesta, se dispuso a bajar los siguientes escalones. Al llegar al pie de la escalera, el allanador salió de su escondite. Se acercó rápidamente a George y con la navaja que portaba en sus manos trató de perforar el pecho del Beatle. Falló. George ya había reaccionado y puesto en combate. Con sus manos en los hombros de su combatiente, luchaba por aferrarse a la vida. Miré la escena horrorizada. Luego miré a George, quiero decir, al George que me había traído acá.

—Eso dolió—. Dijo sin quitar los ojos del acto.

Continué presenciando el intento de homicidio. El asaltante volvió a penetrar el pecho del mayor dos veces haciendo que soltara un quejido de dolor. Eso me dolió en cierta forma. Luego miré hacia la escalera, allí estaba Olivia horrorizada, en shock, pero rápidamente corrió en auxilio de su marido. Tomó una de las lámparas que se encontraban en una mesita al pie de la escalera y se acercó a los dos hombres. Justo después de que el menor depositará una profunda herida en el pecho de George, el allanador cayo de rodillas después de recibir un golpe en la cabeza que le había propinado la Mexicana. George se encontraba de rodillas también, y había recibido cuatro puñaladas en el tórax. Debió haber sido doloroso. Aún estaba algo asustada por lo que había visto, pero el brazo de George sobre mi hombro me hizo querer reaccionar.

—Hay que irnos—. Dijo al tiempo que yo lo volteaba a ver.

—Estoy de acuerdo contigo, hermanito, no quiero seguir viendo como intentaron matarte como a mí—. Dijo John.

Mientras nos acercábamos a la puerta, George me mencionó que la policía llegó horas después, que Liv también había recibido un golpe en la cabeza y que habían logrado retener al delincuente, Michael Abraham, que padecía demencia religiosa, según decía, Dios le había encomendado matar al ex-beatle.

—Él me quería muerto, si, pero no en ese momento, sino hasta después de dos años—. Dijo.

Cuando nos acercamos lo suficiente a la puerta principal, la abrió dejando ver así la luz brillante que nos llevaba devuelta a la realidad.

—Hasta aquí llego yo, nos vemos luego, Margot, cuídate de George, por favor, es un experto con las chicas, pero no más que yo—. Bromeó y yo me sonrojé al igual que el mencionado, quien le propinó un golpe al castaño en el brazo, para después reír algo incómodo. Nos tomamos de las manos, como las otras veces, pues era necesario para llegar al mismo lugar, por lo que John había cruzado antes de nosotros, pues el lugar al que él iba, yo supuse, no era el mismo al que yo pertenecía.

Una vez que estuvimos en mi habitación, pensé en iniciar el diálogo con George, pero el se adelantó deseándome buenas noches y despidiéndose de mi, como la primera vez, con un beso en la frente.

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