Ha llegado un poco tarde ese día pues tenía que hacer varias asuntos antes de pasarse por el cementerio. Mientras camina hacia el lugar siente un vuelco en el pecho, deseando desde lo mas profundo que él no se  encuentre allí, que ya haya visitado la tumba y se haya ido.

Mira de reojo el ramo de margaritas que lleva en la mano, si no hubiera sido porque su encargo se demoró hubiera llegado mucho antes, pero ya las cosas sucedieron así que solo le queda llegar, colocarlas y pedir una vez más perdón, como lo ha hecho los últimos seis años.

A pesar de que se ha disculpado tanto tiempo no siente que hay sido perdonada, siente aun ese peso, aun se lamenta cada día, cada noche, no pudiendo escapar de ese tormento, pero eso que hace cada día permite que pueda seguir. Su conciencia se siente menos pesada y gracias a eso ha podido continuar aun después de seis años.

Está a unos pasos de ver nuevamente su tumba cuando una escena provoca que se detenga de golpe y retrocede ocultandose. Como lo supuso Naruto se encuentra frente a la tumba de su esposa ¿cómo podrá entregar las margaritas? Decide esperar en silencio, tal vez lleva tiempo y no le falta tanto para irse.

Sin querer empieza a escuchar la conversación de su hijo siendo la peor decisión que haya podido tomar. Escucha como llora, como se está desahogado. No recuerda la ultima vez que escuchara como llora,... o tal vez si: El día que dijo que se iría con la persona que mas ama, ese día lloró decepcionado mientras su corazón se llenaba de odio y rencor.

Y sin darse cuenta por sus agrietadas mejillas debido a la edad estaban corriendo lágrimas. Trató de limpiarse pero el ramo impedía que lo hiciera. Como deseaba estar a su lado y abrazarlo, acariciar ese pelo rubio que hace tanto tiempo que no hace, besar su frente a pesar de que ya no puede cargarlo para hacerlo sino que el tiene que agacharse para que ella pueda alcanzarla. Y lo decide hacer, a pesar de que sabe que tal vez al principio no la dejará, pero mas vale intentar que lamentarse después.

Sale de su escondite y camina lentamente hacia el hombre que se encuentra arrodillado apoyando su cabeza contra la lápida de aquella mujer que ama. Al parecer ha escuchado sus pasos, pues lentamente levanta la cabeza.

Cuando la ve... no se lo cree, su mirada transmite confusión y unos segundos después rabia.

- ¿Qué demonios haces aquí?- balbucea tan bajo que casi no se escucha.

Kushina no sabe que responder y solo se queda paralizada al ver que se pone de pie de forma violenta tomándola de la mano y haciendo que el ramo se cayera.

-¿¡Qué demonios haces aquí, te dije?!- exige apretando cada vez con mas la muñeca de su madre.

-Naruto... por favor sueltame- suplica mientras se queja del dolor que le están causando.

-¡No hasta que me digas que haces tu aquí!- a pesar del tono de su voz, está lagrimeando y sus manos tiemblan. Y ella comprende que no quiere hacerle daño, solo que está sorprendido, volverse a ver y mas en este lugar es como una puñalada para él.

-Si me sueltas te diré, por favor- vuelve a suplicar.

Al ver su expresión lentamente la suelta. A pesar de que es unas de las personas causantes de su desgracia debe de comprender que aun es su madre.

- He venido a... Ver a Shion como lo he hecho durante estos seis años. Solo vengo a disculparme, quiero que me perdone y por eso vengo a verla- explica entre lágrimas mientras lentamente se pone de rodillas y se agacha hasta que su cabeza toca el suelo -lo siento... mucho, debí apoyarte... No lo hice, soy un monstruo. Por favor perdóname, lo siento... ¡Lo siento!

Naruto solo observa tembloroso, apretando sus nudillos para no soltar esa ira que ha tenido guardada por tanto tiempo. Ve como su madre se acerca lentamente aún en rodillas y se aferra a las rodillas de su hijo ocultando su rostro entre ellas Y lo único que le queda es cubrir su rostro, ahogando las lágrimas que ella está soltando.

- No tienes derecho... ¡no tienes derecho a verme ni a venir a verla! ¡todo es su maldita culpa! Por su arrogancia, solo pensando en el dinero- empieza a sollozar de nuevo -mira como murió, no tenía nada y se fue sin nada, papá murió ¿y que se llevó? ¡Nada!- la aparta de él y de inmediato Kushina se pone de pie volviendo a acercarse.

- Por favor, Naruto... Tu madre está arrepentida.

-¡Pero eso no la traerá de vuelta! No lo hará, no lo hará... ¡no lo hará!- la rabia es tan grande que se agarra de su rubia cabellera para evitar hacer algo de lo que luego se puede arrepentir. Suelta un agudo llanto, ha aguantado tanto, pensó que todo iba a estar bien y nada, la desgracia lo sigue y lo seguirá por siempre. Sale de un problema y llega otro ¿cómo no ha pensado quitarse la vida antes? Salir de este infierno e irse donde la única persona que lo ha comprendido está. Ya no está consciente de si mismo. Quiere irse... Quiere irse con todas sus fuerzas.

- ¡Papá!- una voz lo saca de sus pensamientos. Ah... Ya recuerda por qué no lo ha hecho. Porque existe una personita que ha tomado el lugar de Shion, un ser por el cual decidió no rendirse y avanzar.

El pequeño rubio se acerca hacia donde está su padre tirado. Tuvo que escaparse de su maestra pues quería estar seguro de que su padre estaba bien. Con sus pequeñas manos temblorosa se acerca a las de su padre y lentamente las suelta de su cabello. Naruto levanta la mirada y ve como su hijo está aterrado, sin tener la mínima idea de por qué todo esto está ocurriendo.

-¿Qué ha pasado...?- empieza a lloriquear. No entiende nada pero aun así hace lo único que puede por el momento y abraza a su padre. Siente todo el dolor por el que está pasando, solo, sin nadie con quien desahogarse, el solo es un niño, no puede hacer la gran cosa pero quiere ayudarlo, lograr que su padre pueda al fin respirar libre, no quiere que siga siendo esclavo del odio, de la ira, de el dolor.

-Boruto- una voz conocida para él le llama. Voltea de pronto y no se puede creer lo que ve. La mujer peli roja que ha querido ver de nuevo desde hace un tiempo está aquí frente a él.

-¿Kushina... San?

Naruto levanta la mirada rápidamente ¿ Su hijo... Conoce a su abuela? Se levanta rápidamente y toma la mano de su hijo.

-¿Conoces a esta mujer?

Boruto no entiende la pregunta de su padre pero asiente lentamente.

Naruto vuelve a mirar a su madre quien todo este tiempo ha estado llorando en cuclillas.

-¿Le has dicho?

Boruto mira a su padre desconsertado. Kushina calla pues piensa que es el momento perfecto para que su nieto ya no las mire como un señora conocida sino como su abuela.

- ¿Le has dicho...?- vuelve a cuestionar esta vez siendo nuevamente consumido por la rabia. Naruto Se acerca a la mujer y la sostiene por sus hombros- ¡dimelo! Responde.

-¡Papá! sueltala- Boruto se acerca y trata de calmarlo.

-¿Por qué no quieres que lo sepa? ¡Mi nieto tiene derecho a saber que soy su abuela!

-¿Abuela...? Kushina... Mi abuela...- esas palabras fueron una noticia grande para un niño. Saber que todo este tiempo ha tenido otra persona que comparte su sangre...

- ¡No tienes derecho a nada! Tu lo abandonaste no querías que el naciera ¿¡como demonios te atreves a decir que tienes derecho?!- y sin darse cuenta, Naruto ha revelado algo mucho peor que ocultar el hecho que tenia otra abuela.

- No... Querían...- sin notarlo empezó a llorar, unas lágrimas llenas de amargura. -¡¿como es eso posible?!

Y sin pensarlo se alejó corriendo de ese lugar.

-¡Boruto!

Corría y corría como si todo el mundo estuviera en contra de el. Su corazón bombeaba descontroladamente. Sentía su respiración agitada, y seguía llorando. No lo podía creer, ha sido un golpe fuerte para el. Quería huir, quería escapar ¿por qué un niño tan pequeño merecía sufrir tanto? Deseaba con todas sus fuerzas desaparecer para así no tener que sufrir tanto... Y como si alguien lo hubiera escuchado en esos momentos cruzó una calle sin mirar a los lados siendo llamado detrás por su padre quien lo había estado siguiendo al da ese cuenta de su error. Lo último que pudo ver fue un auto rojo que se acercaba demasiado a él, después todo fue oscuridad...

-¡Boruto!- fue lo último que escuchó siendo el grito desgarrador de su padre al ver el cuerpo de su hijo tirado en el medio de la calle.