19

No sabía como ni desde dónde empezar. Naruto la ha estado observando durante unos minutos  esperando pacientemente. Le ha dicho que se tomara su tiempo, pues sabe que es difícil hablar de tus problemas y mas lo es decirselo a alguien. Lo que él no sabe es que Hinata no ha empezado porque por alguna razón saber que esos ojos azules están posados sobre ella hace que se sienta más nerviosa de lo que debería estar.


— Entiendo que estés nerviosa. Como adultos es complicado hablar de nuestros problemas, pero de vez en cuando es importante hablar de ellos— empieza a decir Naruto. Ella que todo ese tiempo estuvo cabizbaja, lentamente levanta la mirada y ahí están sus ojos color cielo junto a una sonrisa tan sincera que ha provocado que los nervios se esfumaran. La Hyuga asiente lentamente decidida.

— Empezaré desde el momento que los problemas llegaron— dice al fin— fue... cuando mi madre murió yo teniendo apenas cinco años. Desde ese día mi padre no fue el mismo de siempre.


El pequeño rubio miraba desconcertado a la mujer quien no había dejado de sonreir. Nunca había escuchado hablar a su padre de alguien pelirroja. Siempre le habla del trabjo y de como le va en el día, incluso ha llegado a hablar de sus socios, pero nunca mencionó que uno de ellos fuera mujer y menos pelirroja.

— Papá nunca me ha hablado de usted— le dice firmemente mientras observa como esa sonrisa que adornaba el rostro de la mujer se desvanecía y se formaba una expresión de decepción.

— ¿Cómo no va a hablarte de mi? No pensé que Naruto te lo ocultara.

Se sorprende ¿ha dicho... el nombre de su padre? el hecho de que esa mujer se sepa el nombre de su padre lo desconcierta más. ¿Será que ha investigado de ellos?

— ¿Cómo se sabe el nombre de mi papá?

— Te lo he dicho, conozco a Naruto— dice sonriendo mientras se pone en cuclillas — un gusto, mi nombre es Kushina.

— ¿Kushina...?— repite y la mujer asiente.

— ¿Y tu nombre...?

Boruto duda en decirlo, pero si ella dice que conoce a Naruto y se ha presentado, él también podría hacerlo.

— Mi nombre es Boruto Uzumaki.

— Boruto...— una sonrisa se forma en sus labios como si al escuchar su nombre sintiera que todo sus temores y preocupaciones se fueran. — Es un gusto al fin poder conocerte. He esperado por mucho tiempo, pero no pensé que se sentiría tan bien escuchar...— iba a continuar, pero se ha dado cuenta que no es el momento adecuado para decirle. Está segura que si le dice eso solo causará problemas y eso es lo que menos quiere. Así que se reserva el resto. Aún sonriendo se pone nuevamente de pie y acaricia el rubio pelo de quien es su nieto. — Quiero invitarte un helado ¿te gustaría acompañarme?



— Mi padre... no es el mismo de antes. Se volvió mas frío, dejó de sonreir como lo solía hacer. Entiendo que debió ser duro perder a mi madre...

— Pues si que lo entiendo— lo interrumpe el rubio quien no ha podido evitar verse en el padre de Hinata.— Todo... lo que debió sufrir en silencio. Por eso el cambio de personalidad. Por eso el alejarse de sus hijas, porque perder al amor de su vida es lo mas doloroso que alguien puede sentir.

Hinata calla al escuchar las doloras palabras que el rubio ha pronunciado. Reprime las ganas de llorar, debe de ser fuerte para asi poder liberar este gran peso que está sobre ella. Suspira lentamente y continúa.

— Mi padre es el dueño de una compañía muy reconocida, no se si la conoce. El banco Hyuga...— la expresión de sopresa por parte del rubio le hace entender que así es — él... por mucho tiempo trabajé para él dentro del negocio de la familia, pero a pesar de ello estaba reprimiendo mi sueño. Desde que era pequeña me encantaba enseñar. Siempre ayudaba a mi hermana menor en sus tareas y me fascinaba, me sentía orgullosa al saber que ella entendía algo por mi. Pero...— hizo una pausa y trataba de parecer calmada jugando con su dedos— mi padre no estaba a favor de eso, así que me enfrenté a el, luchaba por mi sueño, al final gané, pero... no fui ayudada. Me deshonró como hija, me quedé sola..., por eso me acumulé en las deudas, porque no recibí su ayuda, porque me dió la espalda, todos...— los nervios se apoderaron nuevamente de ella— dejé el jardín porque como me sacaron de mi casa me iba a ir de la ciudad, tal vez asi podía cambiar de vida, olvidar todo...—  y esta vez no pudo reprimir las ganas de llorar. Cubrió su rostro para asi evitar que esos ojos azules la miraran con lástima. Pero no se esperó que Naruto la tomara en su brazos y la acurrucara entre ellos. Se lo tomó por sopresa, pero sentir el calor de alguien hizo que se sintiera mejor, asi que sin temor se aferró al pecho de aquel hombre y lloró como aquella vez Boruto lo hizo al saber que no tendría una madre a quien felicitar en su dia.


Había aceptado. Ambos se encontraban entrando a una heladería que estaba próxima al luagr donde estaban. Hacía mucho tiempo que quería entrar en ella pues cada vez que cruzaba frente al lugar admiraba con la boca hecha agua el retrovisor que rra adornado por distintos sabores de helado.

— Iré a tomar un turno. Acercate al retrovisor y elije el que mas te guste.

Boruto asintió mientras veía alejarse a la pelirroja. De inmediato se acercó al lugar de los helados y observó con lujuria cada uno de los sabores. Había tantos por elejir. Podía comprar de chocolate, pues es su sabor favorito, pero el de caramelo se veía irresistible, aunque también el de fresas y el de pistacho. Quería elejirlos a todos, aunque en el fondo sabía que solo podía elejir uno porque si tomaba de varios sabores le daría dolor de estómago y entonces Naruto se enteraría.

Naruto... ahora que lo piensa no sabe si se lo podrá decir a su padre. Mira nuevamente a la mujer quien está esperando en la fila y siente una punzada en su pecho. Entonces se da cuenta que no debió acompañarla. Recuerda muy bien como Hinata una vez en una de sus clases les advirtió de no irse con desconocidos. Aunque ella dice conocer a su padre puede que solo esté mintiendo. Puede que ella quiera llevarselo bien lejos y pida dinero por su recuperación como pasa en las peliculas, y él no quiere que se lo lleven a un lugar lejos de su padre y de Hinata. No quiere que ambos sufran solamente porque siente celos de que sus amigos vallan a lugares como heladerías y a él no lo lleven y por eso se emocionó cuando esa mujer le dijo que lo llevaría a una.

— Pero ya estoy aquí— murmura para si mismo mientras posa su mano en el frío cristal. Así que lo deja de lado y se acerca a la mujer ya que había decidido que sabor elejir.

— ¿Ya has elegido el sabor?— pregunta al verlo acercarse.

— Si— dice mientras hace lo que algunos minutos atrás había hecho la mujer, la toma de la mano y espera junto a ella su turno. Para Kushina ha sido un vuelco al corazón. Sentir esa pequeña mano entre la suya es sinplemente inexplicable. Nunca se imaginaría que se iba a encontrar con su nieto mientras se dirigía a comprar lo que usaría para preparar la cena de esa noche. Baja la mirada para verlo y para su sopresa él también la mira. Sus ojos... son del mismo color que los de su hijo y los de su difunto esposo. También tiene el mismo pelo rubio que el de ellos. Es como si viviera nuevamente la experiencia de ser madre.

— ¿Qué les gustaría pedir?— pregunta la chica al llegar su turno.

— Quiero un helado de chocolate con mermelada de caramelo.

— ¿Y qué hay de la señora?— la mirada fulminante de Kushina hace que la chica se sobresaltara.

— ¿Señora?— dice tetricamente.

— L-lo siento, digo señorita— se excusa nerviosa. Nuevamente la mirada calmada aparece.

— Un helado de vainilla.

Tienen los pedidos y se acercan a una mesa roja, sentándose uno frente al otro. De inmediato Boruto empieza a comer su helado mientras lo saborea. La tierna expresión que hace provoca que Kushina sonriera.

— ¿Cuántos años tienes, Boruto?

El pequeño deja de mirar su helado para mirar a la pelirroja.

— Cinco— dice al mismo tiempo que le muestra los cinco dedos de su mano derecha. Kushina rie ante el gesto y asiente.

 — ¿Y qué hay de usted?

— Una dama nunca revela su edad— dice seriamente, para luego sonreír. Boruto la mira y ríe. Y nuevamente su corazón tiene un vuelco. Se siente arrepentida por haberse saltado los años junto a su nieto, a pesar de los problemas que ella tiene, a pesar de los días oscuros, no debió actuar de esa forma, apartarse de su hijo y al mismo tiempo de su nieto.

El tiempo pasó rápido y ya Boruto debía irse, está seguro que se acerca la hora de que fuera a buscarlo y debe volver a la escuela, así que se pone de pie lo que desconcierta a la pelirroja.

— Debo irme... papá me debe estar buscando.

Su expresión cambia a una triste, pero entiende así que también se ponde de pie y se acompañan hasta la puerta. Se miran nuevamente a los ojos y ambos sonrien.

— Nos vemos luego, Kushina-san.

Le duele escuchar que le diga así, pero debe de entender que para Boruto ella solo es una mujer que le oferció un helado y que conoce a su padre.

— Nos vemos, Boruto.

El rubio está a punto de alejarse, pero Kushina lo detiene.

— ¿Podemos volver a salir juntos?

La pregunta lo toma por sorpresa, pero él tambié se lo estaba preguntando, porque se ha divertido con ella.

— M e gustaría, pero ¿como lo haremos?

Kushina piensa por unos segundos y luego recuerda la lista que lleva consigo. La saca de su bolsillo y pide prestado un bolígrafo a un señor que pasa por su lado. Toma un trozo del papel y escribe un número en el y se lo pasa a Boruto.

— Me llamas cuando puedas ¿de acuerdo?

Asiente mientras toma el papel y lo guarda en su bolsillo. Nuevamente sonrien y esta vez Kushina si lo deja ir. Ya de lejos Boruto la saluda por última vez y grita un gracias para luego alejarse. Ambos sonrien para si mismos, ha sido una experiencia nueva y les ha gustado. Boruto no puede esperar el día en que la maestra se olvide nuevamente de que saldrían mas temprano para asi poder contrarse con esa pelirroja peculiar.

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