16

Llega agitada a su departamento. Respira varias veces apoyada contra la puerta y al finalizar se dirige a el teléfono. Marca su número, debe de informarle de lo que ha ocurrido hace un momento. Después de una larga espera, al fin descuelgan del otro lado.

— ¿Qué ha pasado? ¿lo has visto de nuevo?— pregunta de inmediato ansiosa la voz del otro lado.

— Si, hace un momento lo he visto, pero... no he podido decirle nada, lo lamento— se disculpa la pelirroja mientras acomoda sus lentes. La voz no responde, hasta que se escucha un suspiro.

— Me gustaría decirle yo misma, pero si no ha querido verte a ti, dudo que cambiaría de opinión al verme.

Karin asiente. Su primo puede ser una persona muy alegre, pero cuando se toma en serio algo cambia totalmente de personalidad y en estos momentos se encuentra de esa forma.

— Bueno, si vuelves a verlo, por favor, Karin, necesito que le digas, necesito verlo, necesito que me ayude. Cinco años sin saber de él... se que cometimos un grave error, y se que esta en su derecho de comportarse así, pero...

— Entiendo. Trataré de decirle la próxima vez. No debe de preocuparse, Kushina-san. Esta vez me esforzaré.


No han dicho ni una sola palabra desde la confesión del rubio. Hinata se encuentra aun en shock con lo que acaba de escuchar. Boruto... un ángel que no tiene la culpa de los errores de los adultos. Un pequeño que recibiendo todo el cariño de su padre y de su abuela materna, no es de la misma forma por parte de su familia paterna. Es una situación complicada de asimilar para ella, aunque no puede evitar sentirse descrita por esa situación. Después de todo su padre es igual...

— Lamento preguntar, pero... ¿como sabe de eso? ¿como esta seguro de que es así? — pudo al fin preguntar luego de tranquilizarse un poco.

El rubio no respondió. Aun tenia la vista perdida, y apretaba con fuerza el volante. Por su mente empezaron a surgir recuerdos dolorosos, recuerdos que aunque quiera no podrá borrar de su mente.

¡Eres una vergüenza para esta familia! Mira que liarte con esa pueblerina sabiendo de nuestro estatus social. Ni siquiera tengo derecho a perdonartelo.

Vuelve a tocar el claxon, queriendo olvidar esas crueles palabras de aquella persona por la que una vez sintió respeto.

— Porque... me lo dijeron... ellos me dijeron que no querían que Bolt naciera.

Se encontraba de camino a casa, suspiraba por todo el camino, los maestros no se aburren de asignar deberes, a diferencia de él que hace tiempo que quisiera mandar a volar todos sus cuadernos. Ha salido un poco mas temprano del colegio. Se esta cansando de que todos los días el chofer tenga que ir a recogerlo, por lo que decidió irse caminando esta vez. Le gusta, contemplar las calles las cuales están iluminadas por luces de varios colores.

—De lo que se pierde papá— piensa al recordar la imagen de su padre tras ese escritorio. Entiende que lo hace por el bien de su familia, pero debería darse un descanso, se volverá un viejo en menos tiempo por solo preocuparse por su negocio.

El rubio no lo ha notado, pero detrás de el se encuentran unas señoritas las cuales no han dejado de mirarlo. Una de ellas quiere acercarse, pero las otras no la dejan, le dicen que por el uniforme que lleva debe de ser de ese colegio donde solo están los chicos cuyas familias son adineradas. No escucha el pretexto y de repente se acerca un poco mas, topando la espalda del rubio, lo que lo toma por sorpresa. De inmediato voltea.

— ¿Pasa algo?— pregunta desconcertado al ver a la pelinegra que esta frente a él.

— No, no pasa nada. Solo que he querido saludar— dice mostrando una sonrisa. Naruto la mira confundido, pero se deja llevar, no tiene nada mejor que hacer en casa.

— Ah, pues... ¿hola?— sonríe al decirlo. La chica se queda observándolo por un momento y luego se acerca a las chicas que llevan detrás de ella todo ese tiempo.

— Son mis amigas— dice señalando a las chicas. Naruto las saluda con una sonrisa y ambas le devuelven el gesto.

— ¿Como te llamas?— pregunta la pelinegra.

— Naruto— omite su apellido. Reglas de su padre.

— ¡Que lindo nombre llevas! Me llamo Mikoto y ellas dos son Aoi y Niku.

Continúan hablando, cuando por su lado pasa una peli rubia. La chica llamada Mikoto la toma por los hombros asustando a la chica.

— Y esta chica que esta aquí, se llama Shion o mejor dicho ojos raros— suelta una carcajada, las otras dos chicas la siguen. La chica baja la cabeza avergonzada. No quiere que ese chico que no conoce también se burle de ella.

— ¿Que haces mirando al suelo? Muéstrale tus hermosos ojos a Naruto-kun.

No obedece. Enojada, la pelinegra la toma del mentón y la obliga a mirar hacia arriba. Antes de que ella llegara a hacerlo, sucede algo que las sorprenden a todas. Naruto le quita de entre sus brazos a la chica llamada Shion y la sostiene por los hombros.

— ¿Pero que hac...?

No termina de preguntar, pues esos ojos que hace un momento estaban alegres en ese momento transmitían frialdad.

— No deberían molestar a los demás solo porque posean algo diferente— y dicho eso se aleja con la chica.

Luego de alejarse. Naruto se detiene y observa a la peli rubia quien no ha dicho nada, esta observando el suelo.

— Lamento haberte jalado, pero creo que lo necesitabas. Odio a las personas que se aprovechan de los demás.

— N- no te preocupes. Estoy acostumbrada.

Naruto la observa en silencio.

— ¿Por qué "ojos raros"?

La chica se pone nerviosa, murmura algo y calla. Naruto la mira confundido.

— Es que mis ojos... son raros. Tienen un color raro.

— No pueden ser tan raros— y sin pedir permiso, levanta su mirada y se encuentra con unos ojos color morado. Naruto abre sus ojos sorprendido. — ¡Pero si tienes unos ojos hermosos!— sonríe calidamente. La chica se sonroja al escuchar eso. Siempre le han dicho que tiene ojos horribles, pero era la primera vez que alguien no decía eso.

Ese día se marcó un nuevo camino para ambos. Se volvieron amigos. Naruto la ayudo a ganar confianza en si misma y con el tiempo esa amistad se volvió en algo mas, un lindo noviazgo el cual se baso en cumplidos y sonrisas.

Naruto no mencionó nada de ello a su padre. Minato era una persona estricta y estaba seguro que no permitiría una relación con una "pueblerina". Así los etiquetaba, a todos los que no pertenecían a su mismo estado económico. Naruto vivió en un mundo así hasta que tuvo la madurez para comprender que su padre era en verdad el pueblerino. Además Shion no se encontraba en una buena situación, un padre desempleado, y una madre que se debía ocupar de todo lo de la casa.

Y así pasaron los años. Todo fue felicidad, un amor a escondidas, hasta que llegó ese día. Minato se había enterado. Se entero de aquello que ocultaba desde hace tiempo. Y llegaron los problemas. Llegaron los conflictos, las discusiones, el obligar a Naruto a dejar a esa chica que solo le traería problemas. Pero Naruto ya era un adulto, podía elegir entre lo que quería y no quería y en esos momentos lo que mas ansiaba era formar una familia con Shion. Y así ocurrió, un bebé. Shion llevaba un bebé en su vientre.

— ¿Un bebé? ¡¿como me vienes con eso ahora?! Te has liado con esa chica y solo has traído problemas. Desaste de esa cosa de inmediato.

Esa fue la respuesta de su padre. Trato de persuadirlo, de decirle que ese niño o niña era su nieto y que debía aceptarlo. Pero no escuchó. Le dieron la espalda, su padre, su madre, su familia... todos.

Así que se alejó... se alejó de todos, de esa familia que alguna vez formó parte de él. Estuvo al lado de su esposa todo ese tiempo apoyándola hasta el día trágico. Luego de eso su padre murió y como correspondía el negocio pasó a ser de él. Miro por última vez a su madre el día en que le otorgaron los papeles del lugar, no se miraron a los ojos. El brillo se había esfumado. La oscuridad se apoderó de todo y no ha querido irse aún.

Hoy piensa que todo ese desastre fue que provocó que no le fuera bien en el parto. Shion... nació con una marca, una marca que no se alejó de ella hasta el día que abandonó este mundo. La marca del dolor... A veces se arrepiente de haberse topado con ella ese día, pero el ver a su hijo todos los días le borra de inmediato ese pensamiento. Porque dejó un pedacito de ella en este mundo. Un pedacito que él se ha encargado de moldear para que se asemeje a esa hermosa chica que conoció y la cual nunca olvidará.

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