d i e c i s é i s
Me atreví a invitarla a casa.
Conoció a mi hijos.
Ellos no estaban convencidos de que aquella muchacha que parecía de su edad fuera mi pareja.
Aún así ellos no podían rechazar la idea de que su viejo padre rehiciera su vida, sea con la persona que fuera.
“No es tan mala papá” comentó mi hija mientras sonreía antes de irse.
Los dos nos encontrábamos limpiando la mesa donde anteriormente cenamos los cuatro.
Hasta que mi mirada se posó en sus piernas y entonces recordé.
“¿Qué te parece si hoy hacemos lo que tenemos pendiente?”
Ella me miró con un ferviente deseo en su mirada. Conociendo el motivo de mi propuesta.
“Por supuesto señor Kim”
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