❛ 15 ❜
U N P L A N N E D
quince
❀̸
❛ 𝓒aos
mental ❜
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❝ Tengo más miedo por ti que por mí, joder, tengo que aprender a quererme y no a querer. ❞
ㅡDime quién ama de verdad, Beret.

31 DE ENERO, 2019
05:28 am.
❪ ❛ JEON JEONGGUK ❜ ❫
▬▬ LLEVABA MÁS DE dos horas tratando de, sin éxito, lograr quedarme dormido. Estaba en verdad cansado, mental y físicamente agotado, y aún así parecía incapaz de conciliar el maldito sueño. Y sabía porqué, bueno, más bien, por quién.
No podía permitirme descansar tranquilamente porque los recuerdos de esta noche no me soltaban, eso sumándole a la preocupación y ansiedad que tenía por no saber lo que Haye debía de estar pensando. Odiaba la idea de haberla ofendido o...algo peor. Ah, mierda. Trataba de pensar en otra cosa, de relajarme un poco, dejar de ser tan grave pero en lo que cerraba los ojos, sólo podía ver y pensar en Haye.
Y en lo estúpido...e imbécil...e inconsecuente que había sido con ella.
No me arrepentía de haber dado un paso hacia atrás antes de besarla, haberlo hecho...sí me pesaba, pero eso había sido lo correcto por hacer, y aunque lo "correcto" y lo que yo "deseaba" eran dos cosas totalmente diferentes, sabía que besarla habría sido un error. De haberlo hecho, lo habría lamentado, y no porque no quisiera besarla, porque demonios, sí que quería hacerlo, sino porque al hacerlo lo habría arruinado todo.
Para empezar, ¿qué demonios había de romántico en recibir tu primer beso afuera de un club? Sabía que un primer beso no tenía porqué ser la gran cosa, pero Haye ciertamente merecía más que eso. También merecía que fuera con alguien mejor.
Yo ni siquiera sabía qué carajos quería. No sabía por qué demonios actuaba de la forma en la que lo hacía. No tenía ni puta idea qué era lo que esperaba conseguir diciéndole a Haye todas las cosas que le decía. ¿Quería hacer que se interesara en mí? ¿Quería conseguir que sintiera algo por mí? ¿Buscaba llamar su atención? ¿O simplemente estaba siendo un idiota confundiéndonos a los dos? Ni siquiera yo lo tenia claro. De cualquier manera, por la razón que fuera, tenía que parar. Hoy había llegado un poquito demasiado lejos.
Esta noche, cuando le pedí a Haye que saliera del lugar conmigo, mi única intención era hablar con ella, ¿por qué con ella? pues porque la chica me tenía deslumbrado, a tal punto que me desconcertaba, si la tenía cerca, no podía hacer otra cosa más que pensar en tenerla aunque sea un minuto a solas conmigo, además...tenía un montón de mierda jodiéndome la cabeza, quería dejar de pensar en toda la basura que acarreaba por un instante y estar con Haye sonaba como una buena idea en ese momento. Anoche, aunque no fue algo que planeara, funcionó, y es que estando con Haye sólo había un pensamiento en mi cabeza: ella. Cuando hablábamos, me perdía tanto en el momento que me olvidaba de todo lo demás, era...una buena distracción, y sabía que verla de esa manera me convertía en un idiota, pero necesitaba esa distracción, aunque creía tener mis límites claros, pensaba que podía admirarla desde una distancia relativamente prudente y que todo estaría bien, sin embargo, hoy me había acercado demasiado.
No había estado pensando racionalmente, de pronto me sentí embriagado con su cercanía y quise más, y fui por más, aunque sinceramente lo hice porque una parte de mí creyó que ella retrocedería, creí que se percataría de mi atrevido movimiento y de cuales eran mis intenciones, y se alejaría de mí, pero cuando no lo hizo, entonces tuve que tomar una decisión.
Podía hacerle caso a mis deseos, ser el Jeongguk de siempre, no darle tantas vueltas, simplemente...besarla. Podía acabar con la pequeña distancia que existía entre nosotros y hacer eso que verdaderamente deseaba hacer, eso que deseaba hacer desde hacer varias noches atrás, pero si lo hacía, ¿entonces qué? ¿qué sucedería después?
Haye no era cualquier chica, se trataba de la mejor amiga de Seulgi, una de las pocas personas que realmente me importaba y que genuinamente apreciaba, no podía ser un idiota con ella. No podía besarla y luego actuar como si nada hubiera ocurrido. No era una opción. Seulgi me odiaría por eso y arruinaría por completo las cosas con Haye antes de siquiera descubrir si podía haber algo más, sería decepcionante, porque no había nada que yo pudiera ofrecerle ahora.
Y esa era la razón por la cual mis relaciones no pasaban de un par de encuentros, yo era el problema, era incapaz de comprometerme. Y no creía poder acercarme a Haye con otras intenciones que no fuesen esas. Y eso era una mierda porque me gustaba estar cerca de ella, ese no era ningún secreto. Me gustaba conversar con ella, descubrir cosas nuevas sobre ella, conocerla, escucharla, admirarla. Me deleitaba con las reacciones que le provocaban mis comentarios, la forma en la que se enfadaba o se sonrojaba. Me divertía verla tratar de actuar con naturalidad cuando evidentemente estaba abochornada, y como me seguía el juego cuando le decía alguna estupidez. Y era honesto al respecto, siempre lo era, era sencillo serlo cuando Haye creía que el noventa por ciento de lo que yo decía no eran más que simples bromas, a pesar de que no lo eran, sin embargo...no creía que esas cosas fueran suficientes.
Me sentía tan jodidamente confundido ahora, no estaba acostumbrado a sentirme de esta manera, por lo general no era tan complicado, si alguien me atraía, eso era todo, no tenía que darle tantas vueltas, pero Haye...ah, esto era una mierda.
Tenía que ser bueno, pero admirarla de lejos sonaba mucho más sencillo de lo que en realidad era. Quería tenerla cerca, bastante...cerca, pero tenía que conformarme con ser su amigo, y aceptar ese hecho me estaba causando problemas.
Y por si todos esos cuestionamientos no fueran suficiente tortura, ahora no podía dejar de pensar en que ella estaba dispuesta a devolverme el beso. Ella lo quería. Y ese pensamiento, el de Haye deseando lo mismo que yo, me estaba atormentando.
Negarte a ti mismo algo que en verdad deseas era una de las cosas más difíciles por hacer, mi único consuelo era que había hecho lo correcto, ¿no?
Aunque, seguramente Haye no quería verme ni en pintura, ni ahora ni en un futuro cercano. Ella prácticamente salió corriendo antes de que siquiera pudiera decir nada. Y podía entenderla, pero...ah, es que ni siquiera pude explicarle la razón por la cual me alejé. Me quedé pasmado ahí pensando en lo imbécil que había sido después de que ella me dejó solo, y cuando volví en mí, sólo podía pensar en hablar con ella, explicarle, sin embargo, cuando regresé a la mesa con los chicos, ella se estaba despidiendo.
Se despidió de mí con un adiós casi ininteligible, y ni siquiera me miró, pasó por el lado mío con la cabeza agacha y tironeando del brazo de su amigo. Justo ahí se fue mi oportunidad de hablar.
Esta noche había conseguido su número de teléfono, y había considerado el escribirle, de hecho, había escrito un montón de mensajes que al final me decidí por no enviar. No creía que fuera conveniente. De todos modos, tarde o temprano tendríamos que hablar.
Por el momento, desgraciadamente no podía hacer nada más que comerme la cabeza pensando una y otra vez en lo mismo, torturándome al imaginar cómo se habría sentido de no haber retrocedido.


04 DE FEBRERO, 2019
18:43 pm.
❪ ❛ BAE HAYE ❜ ❫
▬▬ LA VIDA TE DABA sorpresas, eso lo sabía, sin embargo, no apreciaba en lo absoluto las sorpresas como estas, pensé mientras corría a mi habitación más rápido que Speedy Gonzales.
Hombre, yo no estaba preparada para ser atacada de esta manera, especialmente no hoy, mucho en mi propia casa, dramaticé para mis adentros, esto no era justo, ni siquiera había recibido una advertencia o algo. Apenas un minuto atrás estaba viviendo mi mejor vida, preparando un bowl con palomitas de maíz para la maratón de "Harry Potter" junto a Yeosang, cuando de pronto se escucharon tres golpes en la puerta principal.
—¡Yo abro! —gritó Seulgi, permitiéndome continuar con lo mío.
No me inmuté, creí que se trataba de Yoongi. De hecho, esperaba que fuera Yoongi, pero no, el universo al parecer tenía ganas de tocarme un poco las narices esta tarde, y es que cuando estaba a punto de comenzar a servir las palomitas en el bowl de Yeosang, escuché fuerte y clara la voz de Jeongguk desde la sala.
—¿Estás lista? —se aseguró él y yo pude jurar que mi corazón dejó de latir.
Y sinceramente, no tenía ni idea de qué rayos me poseyó en ese momento, ni siquiera me detuve a pensar en mis movimientos, nope, yo me desligué por completo de lo que estaba haciendo, dejé las palomitas tiradas sobre la encimera y corrí desde la cocina hasta mi habitación a la velocidad de la luz. O bueno, al menos yo creía haber corrido así de rápido, porque lo peor de todo, era que muy probablemente Jeongguk alcanzó a verme.
Por supuesto que alcanzó a verte, media neurona.
Es decir, tenía que pasar por la sala para poder llegar a mi habitación, así que...sí, las probabilidades de que él me viera corriendo como una maniática por el departamento eran del noventa y nueve por ciento. Como si ya no me hubiera humillado lo suficiente.
—Wow, oye ¿pero qué...? —cuestionó un sorprendido Yeosang al verme entrar sin una pizca de aliento a la habitación—. ¿Qué tienes, hm? ¿quién viene persiguiéndote?
Bromeó él, pero a mí no me hizo ninguna gracia. Estaba enfadada conmigo misma. ¿Qué carajos estaba mal conmigo? Esa definitivamente no había sido una reacción normal. ¿Desde cuándo yo...? Agh, como sea. Esta no era la primera vez que actuaba como una Haye irracional.
Y todo por Jeongguk.
Y mi ineptitud, claro.
Es que escuchar su voz me sorprendió, me descolocó, mejor dicho, pero...por Dios, llevaba los últimos cuatro días poniéndome en diferentes situaciones para saber cómo reaccionar cuando volviera a verlo, porque sí, tendría que volver a verlo tarde o temprano, pero por favor, en ninguna de esas situaciones imaginé que podía reaccionar...así. Tan torpe.
—¿Qué te pasa? Estás pálida, parece que viste un fantasma.
Peor.
Traté de recuperar el aliento antes de volver a hablar porque definitivamente correr no era lo mío. —Por favor. deja de verme así, sólo...uh, quería decirte que las palomitas están listas, ya puedes ir a poner la película.
Yeosang me miró y enarcó una de sus cejas, como si no comprara ninguna de mis palabras, y es que sí, la corrida había sido exagerada.
—De acueeeerdo —alargó, levantándose de mi cama, en la cual ya llevaba echado más de una hora—. Supongo que hiciste un gran bowl de palomitas.
—Lo hice —viré mis ojos—. Tú ve a...ve a preparar todo, yo voy a cambiarme de ropa —indiqué, porque sí, aún estaba vistiendo mi feo pijama.
Yeosang asintió con su cabeza y procedió a hacer lo que le pedí. Ugh, maldición. ¿Por qué tenía que aparecer precisamente ahora? Justo cuando lucía como una pordiosera.
Como sea, únicamente esperaba que fuese a irse pronto porque Yeosang y yo íbamos a ver películas en el salón, todavía no tenía un televisor en mi habitación así que no tenía muchas otras opciones. Y no iba a poder estar tranquila si Jeongguk estaba allí.
Busqué entre mi ropa algo decente pero cómodo para ponerme porque no podía detenerme a pensarlo demasiado, si me tardaba mucho tiempo, Yeosang vendría a buscarme, así que opté por ponerme un top blanco y unos pantalones de chándal algo holgados. Estaba a punto de cepillar mi cabello cuando escuché el característico grito de Seulgi llamando mi nombre. Y decir que sentí mi alma abandonar mi cuerpo, sería un eufemismo.
Ignórala, Haye, me ordené a mi misma.
Y lo hice. Ignoré su primer grito, pretendiendo no haberla escuchado, pero entonces ella gritó mucho más fuerte.
—¡Haye! —chilló a la distancia.
Dios.
¿Por qué me haces esto?
—¡Bae Haye! —volvió a gritar estruendosamente, con su voz retumbando en todo el lugar.
—Demonios, Seulgi —mascullé entre dientes, mordiéndome la lengua—. ¡¿Qué?! —le contesté de la misma forma, esta vez un poco cabreada.
Aunque, no con ella, sino conmigo misma.
Y es que no podía actuar así. Era una estupidez. Sí, había cometido un error al casi besar a Jeongguk, pero él se había acercado primero ¿no? sabía que eso no era parte de mi imaginación. Confundí las cosas, pero no podía seguir atormentándome, era la primera vez que me sucedía algo así. Y sí, debí alejarme, pero no lo hice, lo hecho estaba hecho, no podía castigarme por siempre. ¿Había sido humillante? pues sí, tenía mi orgullo un poco herido, pero ¿y qué? no era la primera persona a la que le pasaba. Tenía que enfrentarlo y superarlo. Y ya.
—¿Puedes venir un momento? —vociferó Seulgi.
De acuerdo, Haye, sólo enfréntalo, supéralo, sólo fue un casi beso.
—¡Voy! —grité de vuelta, utilizando todos mis dotes actorales para disimular el temblor en mi voz.
Cepillé mi cabello por última vez y le di una rápida hojeada a mi reflejo. Ahora lucía un poco más decente, al menos, me reconforté.
Cuando salí de mi cuarto y caminé con mis inestables piernas al salón, lo primero de lo cual me percaté fue de que Seulgi se encontraba ayudando a Yeosang a conectar el computador al televisor. Ambos estaban de rodillas en la alfombra, conectando los cables. Los dos lucían un poco complicados, pero no pude concentrarme del todo en ellos porque muy cerca de donde yo me encontraba, estaba Jeongguk. Parado cerca del umbral de la cocina con su celular en mano, luciendo tan condenadamente bien con su cabello despeinado, su camiseta oversized y sus pantalones cargo.
Ahora quería llorar.
¿Cómo era posible que se viera tan bien estando ahí, de pie, sin hacer absolutamente nada? ¿Y cómo diablos era posible que cada vez que lo veía me volvía más y más consciente de lo atractivo que en realidad era?
Apenas me atreví a mirarlo de reojo y precisamente en ese momento, él decidió alzar su cabeza, despegando su vista del artefacto entre sus manos. Sus ojos rápidamente se percataron de mi presencia y yo, al haber sido básicamente atrapada mirándolo, lo único que atiné a hacer fue sonreírle. Fue una sutil sonrisa de boca cerrada que duró apenas un segundo, algo así como un lamentable intento de saludo. Entonces me volví en mi lugar, dándole la espalda y caminando directamente a hacia donde se encontraban los chicos.
—¿Qué pasó? —pregunté, sin comprender porqué estaban teniendo tantos problemas—. Sólo tienen que conectar ese cable.
—Ya, pero no podíamos encontrarlo —mencionó Seulgi, terminando de conectar los dos dispositivos.
—Todo listo —anunció Yeosang con una sonrisa victoriosa.
—Felicitaciones, que buen trabajo en equipo —ironicé.
—No seas envidiosa, guapa —tonteó Yeosang, frente a lo cual respondí virando mis ojos.
—Uy, no tienes ni idea —jugué con él— .¿Y, uh...bien? ¿Para qué me llamabas? —inquirí, esta vez dirigiéndome a mi amiga, quien colgaba su bolso sobre su hombro.
—Obligué a Jeongguk a llevarme al cine —mencionó contenta—, así que volveremos en unas horas.
—Oh, bien —asentí con mi cabeza—. Nosotros sólo estaremos aquí, así que...adelante.
—Compraré donas cuando venga de regreso, sólo tengo que...uh, espérame un minuto.
Seulgi olvidando algo antes de salir, ¿por qué eso no me sorprendía? vi a mi amiga correr a su cuarto y yo tomé su ausencia como una señal para volver a la cocina.
Estaba lista para ver a Jeongguk, creo, pero no estaba segura de estar lista para hablar con él sin desfallecer de la vergüenza.
—Yeosang —llamé a mi amigo, él cual se estaba encargando de cargar la película—. Traeré las palomitas, ¿quieres dulces de regaliz?
—¿Es esa siquiera una pregunta?
De acuerdo.
No le di muchas vueltas al asunto y simplemente caminé hasta la cocina con fingida seguridad, pasando por el lado de Jeongguk sin mirarlo en lo absoluto.
Y el hecho de que cuando yo decidí entrar a la cocina, Jeongguk decidió hacer lo mismo, no me sorprendió. Supongo que creí que al menos hoy sería no tan...él, pero ahí estaba, aunque no dijo nada.
Pensé que se serviría un vaso con agua o algo, pero mientras lo miraba disimuladamente, pude percatarme de que justo antes de abrir la llave del agua, se detuvo. Jeongguk dejó en pausa todo lo que estaba haciendo y se volteó en mi dirección mientras que yo fingía estar buscando los dulces de regaliz.
Y entonces comencé a debatirme entre si era mejor que permaneciera en silencio o que dijera algo de una maldita vez.
Porque podía sentir su intensa mirada sobre mí, y no era divertido, comenzaba a ponerme los nervios de punta. No podía con la expectación, ¡Y no encontraba la jodida bolsa de dulces!
Por Dios, respira mujer.
Inhala y exhala. Inhala y exhala.
No era sencillo, pero debía mantener la calma. Sólo era un chico, podía lidiar con él. Sólo debía actuar como si no fuera la gran cosas, porque en realidad, no lo era.
Muy bien.
De acuerdo, sabía que uno de los dos tenía que dar el primer paso, y aunque deseaba con todas mis fuerzas no tener que ser yo, Jeongguk no parecía querer entender que yo era incapaz de leer su mente, así que podía continuar observándome toda la bendita noche y nada cambiaría.
Por esa razón, y aún sintiendo su mirada toda sobre mí, me atreví a alzar mi rostro, pretendiendo desinterés. Y, honestamente, me sorprendió muchísimo ver que él lucía indiscutiblemente nervioso. Jeongguk no se intimidaba con facilidad, razón por la cual cuando lo vi mordisquear su labio inferior, provocando que su barbilla diese la impresión de estar temblando, me sobrecogió un poco.
Pero al menos pude entender que él se encontraba tan ansioso e intranquilo como yo.
Jeongguk desvió su mirada por un instante cuando me vio levantar el rostro, aunque supongo que comprendió que fue un movimiento absurdo de su parte considerando que ya lo había atrapado observándome, así que volvió a darme la cara en cuestión de segundos.
No sabía qué diablos hacer con esta versión de Jeongguk.
Bueno, siendo justos, tampoco sabía que hacer con su versión ¿normal? por así decirlo, pero al menos con ese Jeongguk sabía que esperar. Era un poco más sencillo lidiar con el Jeongguk que decía todo el tiempo lo que se cruzaba por su cabeza y que parecía incapaz de cerrar la boca, que con el Jeongguk reservado y más bien ¿mudo?
Lo más molesto de todo era que lucía tan pero tan adorable con esa expresión de confusión en el rostro. Tuve que obligarme a ignorar esos brillantes ojos de bambi para así finalmente alzar una de mis cejas. No quería ser grosera, pero esperaba que entendiera que aquel gesto significaba un muy claro: ¿qué me ves?
Y al parecer lo hizo.
Aunque, no del todo.
—Hola —habló finalmente, casi como si hubiera estado todo este tiempo asfixiándose con esa palabra.
Yo no me esperaba esa...contestación. Creí que diría alguna otra cosa, pero el chico actuaba como si hubiera estado atragantándose con aquella básica palabra.
—¿Hola? —respondí, deseando que Seulgi apareciera pronto.
—Uhm—él rascó la parte de atrás de su cabeza y aclaró sutilmente su garganta—. ¿Cómo estás?
¿Era en serio?
¿Cómo era posible que una conversación tan banal se sintiera tan increíblemente incómoda?
—Estoy...uhm, bien, creo —respondí torpemente—. ¿Y tú?
—Ah, que bueno —replicó, humedeciendo sus labios en lo que agachaba ligeramente su cabeza—. También estoy, hm, bien.
Suficiente teníamos cuando yo era la torpe. Vernos a los dos siendo un par de ineptos era una escena que daba pena, pero entonces, justo cuando creí que esta conversación no llegaría a ninguna parte, él agregó:
—Ya, no puedo...Haye —exhaló mi nombre en un suspiro—. ¿Estás molesta conmigo?
Bueno, tal vez nuestra conversación sin sentido no era tan mala después de todo. Ahora se suponía que debía hacerme la tonta y actuar con desinterés, ¿verdad? para rescatar un poco de mi lastimado orgullo.
—¿Molesta? —saboreé la palabra en mis labios y pensé que esa definitivamente no era la palabra que yo utilizaría para definir mi más reciente estado—. ¿Por qué estaría molesta? —contesté con cierta indiferencia, acomodando un mechón de mi cabello porque de pronto sentí aquella ansiedad que me impedía permanecer del todo quieta.

No estaba molesta, ni siquiera yo podía identificar del todo mis emociones, pero una palabra que pudiese definir un sentimiento similar al de la vergüenza y al de sentirse herida, probablemente sería mucho más precisa.
—Por lo qué pasó la otra noche —contestó, esta vez sin rodeos—. Por lo que casi pasó la otra noche.
Se corrigió a sí mismo y como que me entraron ganas de vomitar. Grandioso.
—¿Qué cosa? —fingí demencia.
Ah, Haye, siendo cobarde nuevamente.
—De acuerdo —musitó él—. Fingiré que nada pasó si eso es lo que quieres que haga.
—Es que nada pasó —le recordé, haciendo especial énfasis en la palabra nada—. Así que, no entiendo por qué deberíamos hablar sobre ello.
—Porque esa noche saliste corriendo —señaló, caminando en mi dirección hasta encontrarse al otro lado de la encimera, justo frente a mí—. Y no me dejaste explicarte porqué me alejé.
—Ah —resoplé, no quería escucharlo—. Creo que el porqué es bastante obvio, Jeongguk —dije con fingida diversión—. No necesito que me lo digas. Tampoco es la gran cosa, no es como si...
—Quería besarte —me interrumpió abruptamente, obligándome a tragarme mis palabras—. De verdad, realmente quería hacerlo, creo...que no puedes imaginarte cuánto. Yo sólo...—confesó y yo me quedé muda—, en eso he pensado los últimos cuatro días.
Él declaró. Y entonces yo entré en un dilema, porque por más que sus palabras sonasen creíbles y confortantes, no podía creerle, porque no tenía ningún sentido.
—No tienes que mentir al respecto, Jeongguk, estoy bien, en serio, ya pasó, no morí —hice el intento de bromear, pero ni siquiera yo me lo creí del todo.
Y a Jeongguk no le hizo nada de gracia. De acuerdo, esto era serio.
—No tengo porqué mentir, no tengo porqué hacer nada, pero quería que supieras que no me detuve por las razones que tú piensas —aseguró, esta vez mucho más severo que antes.
—¿No? entonces dime, ¿por qué? —pedí, porque de otra forma no podía creerle.
Si había otra razón, entonces por supuesto que me gustaría saberla. Dejaría de sentirme tan estúpida e ingenua si era una razón válida. Desafortunadamente, hoy no iba a ser el día en el que lo descubriría, pues justo cuando Jeongguk estaba comenzando a hablar, Seulgi hizo su gran e inoportuna aparición, atravesando muy acelerada el umbral de la cocina.
—No encuentro mi teléfono —lloriqueó Seulgi—. Lo busqué por todos lados, no recuerdo donde lo puse.
—¿No lo dejaste cargando en el baño? —pregunté, no queriendo lucir afectada por la conversación con Jeongguk.
—No, ya lo busqué ahí —dijo en tono lastimero, haciendo un puchero con su labio inferior—. Llegaremos tarde a la película así que si lo encuentras, ¿me lo guardas? y si Yoongi llama, dile que regresaré a eso de las diez.
—De acuerdo —cedí—. Lo buscaré por ahí antes de comenzar la película.
—¡Ah! ¡Eres la mejor! —chilló, acercándose a mí y poniendo dos ruidosos besos en mi mejilla—. Te amo.
—Sí, ya, yo también —reí, perdiendo el equilibrio por su repentino zarandeo—. Que, uhm...que se diviertan.
—¡También ustedes! —exclamó Seulgi, siendo la primera en dirigirse a la puerta principal—. Esta vez tú pagas la comida —sentenció Seulgi, dirigiéndose a Jeongguk.
—Que novedad —respondió él irónicamente antes de volverse en mi dirección, aunque no sin antes asegurarse de que estuviéramos solo nosotros—. Uh, ¿crees que podamos hablar más tarde? aún tengo otras cosas que decirte.
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