Capítulo 15


"A veces lo mejor del mundo es hacerlo arder."

Lu

Zaia comenzaba a marearse, después de dar cerca de mil vueltas, caminando de un extremo del pasillo al otro, matando el tiempo mientras esperaba la llegada de su hermana menor, su cabeza estaba por explotar, y su estómago se revolvía, indicándole que si no se detenía por las buenas, pronto tendría que parar para salir a buscar un cubo en el cual vomitar.

Se sostuvo de un pilar para recuperar la lucidez y el flujo normal de su respiración, entonces las puertas se abrieron y todo el viento helado que azotaba en el exterior entró inclemente, llenando de nieve el suelo.

De espaldas, Zaia sintió un escalofrío, como si una serpiente hubiera trepado por su columna, depositando un beso gélido en su nuca para luego descender y retornar a su agujero. Se giró insegura, al toparse cara a cara con Lan-Sui se quedó sin nada que decirle.

No hacían falta las palabras cuando unos ojos sin brillo y unas manos heridas, que sujetaban una espada ajena, servían para comunicar suficiente.

—SuiSui. —Zaia corrió al encuentro para abrazar el cuerpo cubierto de ceniza y nieve. 

—Zai. —Lan-Sui se escondió del mundo en el hombro de su hermana. Volvió a cuando era una niña que temía pero fingía ser valiente, volvió a las noches donde Zaia se quedaba a su lado para defenderla de los monstruos imaginarios que inventaba para tener atención. 

—¿Qué pasó aquí? —Wan- Lian llegó apenas sintió la entrada de su hija al palacio, pero su sorpresa reemplazó la felicidad al verla llorar en brazos de su mayor. 

Ágape primero se fijó en la ropa llena de tierra y lodo, después en la espada envainada que cargaba como un tesoro, y al final se fijó en ella, en su hija.

—¿Qué has hecho Lan-Sui?

—No adelantes conclusiones. —Wan-Lian tomó la mano de su hermana, la emperatriz no veía nada, pero con su olfato detectaba la sangre y el dolor de la princesa. —Emperatriz, tranquila. —Wan-Lian se acercó a su hija quien buscaba secarse las lágrimas para no mostrar un perfil vulnerable. —Ven aquí Lan-Sui. 

Lan-Sui obedeció sin atreverse a levantar la mirada, cuando estuvo frente a su padre este le alzó el mentón y le besó la cien. Una vez más, Lan-Sui perdió contra sí misma y se liberó. Unos nuevos brazos la envolvieron, dando palmadas en su espalda y sosteniéndola con firmeza.

—Padre. —Lan-Sui tuvo coraje para ver a su progenitor a los ojos, esperando ese reproche que jamás llegaría. —La mataron. 

—Y tú las mataste a ellas.

Un asentimiento sin vacilación.

—¡Niña tonta! —Ágape quiso tomar a Lan-Sui para golpearla, Wan-Lian fue más rápido y giró, alejándose de su alcance con su hija en brazos. 

—¿Qué clase de madre eres? —Wan-Lian no usó un grito, pero su tono se elevaba por encima de lo normal, dejando la calma para caer en una tormenta. —¿Qué querías que hiciera tu hija? Fue educada para cobrar las injusticias, deberías estar enojada si hubiera cruzado los brazos ante semejante infamia no porque hizo lo correcto.

Ágape se inclinó retirándose unos pasos en silencio.

—Me disculpo por mi incompetencia.

—Habrá guerra. —Lan-Sui apretó a Zagan, la espada le correspondió enviando una onda de energía suave, semejante a una caricia. —Me haré responsable.

—Eres parte del imperio blanco, nuestro deber es protegerte. —Wan-Lian acarició los mechones blancos de cabello. —Responderemos por ti.

—No hace falta. Es mi problema, me encargaré de manejarlo, sólo necesito mi escuadrón. Una guerra entre ejércitos terminaría erradicando al clan Amatista. No quiero eso.

Wan-Lian lo pensó, encontró el motivo y cedió ante él, dándole la autorización a su pequeña hija con un asentimiento y un nuevo abrazo.


***


Se escuchó el estallido en toda la sala, Lu perdió la compostura, aflojando sus dedos y soltando por accidente la porcelana que contenía el té de flores que terminó derramado sobre el suelo transparente.

El emisario le hizo un gesto a las asistentes personales de su emperador para que se apresuraran a obedecer, pero las mujeres no se movieron, nadie más que Lu podía darles órdenes, pero en ese momento el emperador estaba tan consternado que ni siquiera recordó indicarles que hicieran caso a la petición del demonio arrodillado enfrente de él.

—¿Lan-Sui hizo eso? —Lu se sobó la cien e intercambió miradas con su esposo, Akiva se mostraba calmo, todo lo contrario a la expresión tan gris de su pareja. 

—No te alteres, recuerda tu salud.

Lu ignoró la advertencia, regresando al emisario. 

—Busca a los príncipes, diles que vengan ahora.

El emisario se retiró enseguida, Lu regresó a su asiento y al ver la taza hecha pedazos se encargó de recomponer la escena por sí mismo. Akiva lo tomó de la mano para darle tranquilidad, y una vez más le recordó su salud para que no actuara más allá de sus límites, Lu escuchó esta vez y comenzó una secuencia de respiraciones para relajarse.

—Hace cinco años llegamos a un acuerdo para la paz, esta vez no será posible hacer lo mismo. Se derramará sangre, se quitarán vidas. ¿Qué necesidad había de llegar tan lejos? 

 —Lan-Sui no es completamente culpable.

—No he dicho que lo sea. —Lu bailó sus dedos en el apoyabrazos de su trono dorado. —Pero tampoco es un loto puro bañado en luz de luna. Este caso es difícil, aún así me atrevo a hacer una declaración, Mo-Quing era inocente. Su único pecado fue amarla.

—La sentencia con la que pagó no era correcta. —Akiva miró a Lu, su estado empeoró un poco al ver que el emperador era una bola nerviosa y pálida.

—¿Quiénes somos para juzgar lo correcto e incorrecto? Las acciones y juicios morales de cada ser independiente y pensante son distintos, son propios, y nosotros no tenemos autoridad para decretar algo como bueno o malo, depende de las circunstancias nuestro veredicto. Entre buenos y malos, correcto e incorrecto, al final nadie es nada.

La cascada de agua que bloqueaba el paso al salón imperial se abrió, tres figuras hermanas entraron llevando un aura etérea y expresiones dispersas.

Se arrodillaron al estar cerca de las escaleras celestiales que llevaban a los tronos de oro y luz. 

—Saludos a nuestros padres imperiales. —Roku, el menor de los tres, habló presentando los respetos de la triada. —Estas altezas se presentan, acudiendo a su llamado.

—¿Escucharon las noticias? —Lu preguntó sin detenerse en la compostura y los modales. Uno a uno, sus hijos se levantaron y asintieron.

—¿Padre imperial tiene alguna idea de cómo manejar estos asuntos? —preguntó Ava, la segunda de tres, y también la nueva heredera debido al rechazo de su mayor por el trono celestial.

—Si se me permite opinar. —Lu hizo un ademán y Roku prosiguió. —La paz por un tratado como el de antes ya no es viable, los clanes quieres guerra, y guerra tendrán. Nuestro imperio no puede poner un alto o caería en problemas, la mejor opción que tenemos es brindar un apoyo igualitario a ambas partes, eso o mantenernos alejados. 

—Lo dicho son los hechos y opciones en cuestión. —Lu frotó con ferocidad el puente de su nariz. —Lan-Sui va a comandar sola una legión, el clan Nieve como tal se mantendrá al margen, aún después de todo ella es algo racional, busca venganza, no exterminio total de las brujas. Pero en territorios mortales nadie, aparte de Mo-Quing, se puede considerar rival para Lan-Sui. Si hubiera algún héroe que la igualara podríamos cruzarnos de brazos y ser meros espectadores, como no hay nadie esa elección no es viable. 

Los tres permanecieron en silencio, analizando y escuchando las palabras de su mayor. Akiva tampoco dijo o hizo nada, limitándose a escuchar las sugerencias de su esposo.

—Dos de ustedes irán, uno a cada clan. —Lu movió las decoraciones de tapices y esculturas que adornaban las esquinas o los espacios entre pilares, dejando un gran vacío en toda la enorme área que ocupaba el salón del trono.

A sus espaldas, la luz solar del atardecer entraba con sus últimos rayos, los cuales se reflejaban en el suelo, cambiando el diamante por un oro deslumbrante.

—Roku dejó las armas hace tiempo, su encomienda son los pergaminos y la pluma. Si no desea mancharse de sangre no lo mandaré a degollar cuerpos. 

Eso dejaba a los otros dos como únicos y definitivos candidatos.

Ava y Ni-An aceptaron en silencio.

—Necesito probar el poder de ambos para colocarlos. —Lu le hizo un gesto a Roku para que subiera a su lado, y cuando el príncipe estuvo seguro en su propio trono dio la señal para que sus otros hijos comenzaran.

Ava atacó primero. Cortando la distancia que la separaba de su hermano como si todo el tiempo hubiera estado a su lado, fue veloz y precisa, pero Ni-An era aún más. 

Para cuándo ella llegó, él ya se había ido al extremo opuesto, manteniendo ese semblante libre de expresión, incluso todos sus cabellos largos, trenzados, seguían en su sitio.

Los hermanos conectaron con una mirada, Ni-An sonrió, arrogante, Ava le regresó la sonrisa  con menos intensidad, aprovechando para volver irse sobre él. 

Una espada larga, con flores y gemas cristalinas en el mango, se materializó en las manos, antes vacías, de la princesa. Ni-An suspiró y volvió a evadirla, girando y aprovechando el impulso de su oponente para empujarla contra la pared, en donde la espada quedó incrustada, dejando un hoyo de un tamaño considerable a la hora de ser retirada.

Ava era persistente, no perdió el tiempo gimiendo su derrota, encaró de nuevo la lucha y usó una mezcla de artes marciales y magia para empujar a su hermano hasta el punto que también necesitó de poder para no salir herido. 

Pero el poder de Ni-An la rebasaba por una etapa, la corriente azul quebró el tono más suave y lo doblegó sin esfuerzo. Ava retrocedió, saltando en el aire para quedar fuera del alcance de la explosión entre ambos poderes, descendió aceptando la victoria de su hermano. 

Lu bajó en un parpadeo, acarició las cabezas de los dos príncipes y habló con calma, precisando las órdenes para que no hubiera problemas al ejecutarlas. !

 —Ni-An puede encargarse de Lan-Sui, Ava debe ir a Amatista, el escuadrón de Lan-Sui son demonios de élite, Katana y Zhan están dentro, entre los dos hacen un buen rival para ti.

—Como ordenes padre. —Ava envainó la espada presentó de nuevo sus respetos y se alejó, haciendo resonar los tacones de sus botas con el suelo.

Ni-An la siguió en silencio, y le dió un empujoncito que Ava respondió con una suave risa. 

—Roku. —Lu subió de nuevo al trono, pero en lugar de sentarse en la elaborada silla, terminó descansando en la última escalera, permitiendo que sus pies se estiraran. —Tengo una tarea para ti también. 

—Dígame padre. 

—Reúne la información que puedas y llega al fondo de esté hecho, encuentra la verdad. 

—Como órdenes, me encargaré de inmediato. 

—Y también busca un poco de pomada. —Lu se sobó la cadera y fulminó a Akiva cuando este se acercó para levantarlo del suelo. —Alguien se preocupa por mi salud pero es un total desconsiderado cuando se trata de...

—¡Papá! —Roku estaba tan rojo que parecía expulsar humo por las orejas, se levantó corriendo y bajó a toda prisa para huir de sus padres.

A los pocos minutos alguien más llegó a hacer entrega de la pomada solicitada, Roku no era tonto, y tampoco pensaba reaparecer y ver a sus padres en una situación que le trastornaría por completo.

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