|Capitulo 11|
Como era de esperarse, lanza picos de hielo hacia mí. Pude haber ocupado algún hechizo del libro dorado, pero no lo hice, porque aún no era el momento de hacerlo, tenía que encontrar una debilidad de Elsa, ¿pero qué?
—Incendio—Hago que se derrita el hielo, sin embargo, ella lanza más con su otra mano, haciendo que el fuego que expulsaba mi varita fuer insuficiente.
Ella era muy fuerte por si sola, no quería usar un hechizo contra ella, porque sé que me delataría. De reojo vi como Ana, ayudaba aumentar su potencia, haciendo que mis piernas, todo mi cuerpo en general, se moviera hacia atrás, estaba a punto de caer y perdería ante ellas porque no solo estaba luchando con Elsa, por alguna razón también con Ana. Esto era demasiado personal, no quería perder, no ante ellas que han buscado de una u otra forma molestarme, tratar de sacarme de mis casillas y lo peor, por hombres que no las aman, pero eso se terminó. Los maestros no le decían nada porque al final, era magia y es completamente valido usarla. Tenía que deshacerme de Ana, en eso abrí mis ojos, recordando un poco un encantamiento de mi libro. Estiro mi mano izquierda apuntando en medio donde podía percibir la vista de Ana. La debilidad de Elsa era su pequeña hermana.
—Enchantriz—susurro. Una luz muy brillante se hace presente, pero únicamente fue presenciada por Ana y por mí. Elsa voltea a ver a su hermana la cual se ha gritado y arrodillado, tapando sus ojos. Todos voltean a verla preocupados y yo aprovecho aquella distracción.
—Desmayo—apunte hacia ella haciendo que saliera impactada contra la pared y que perdiera el conocimiento. Todos me miran con asombro y un silencio un poco incomodo se hizo presente. Mi respiración estaba agitada, me incorpore, pero no me percate que mis pies estaban al borde haciendo que cayera, pero alguien me había atrapado, volteo ligeramente para encontrarme con aquellos ojos azules.
—Lo hiciste—expresa con una sonrisa y todo el mundo aplaude. Mire como se llebavan a las hermanas a la enfermería. No estoy muy orgullosa de lo que hice, pero era necesario, ambas querían acabar conmigo y fue la única opción que se me ocurrió. Se que esto no terminará así, Elsa tratará de vengarse por la ceguera temporal de Ana, sumando su derrota, sé que esto se pondrá peor. Jack, me baja con delicadeza y me abraza con fuerza. No, no estaba feliz por aquel logro, a pesar de que el libro dorado, me daba opciones que ayudaban a que me defendiera y nos protegiera, en esta ocasión sentí que tome una mala decisión, debo de tener cuidado con los hechizos que me sugiere el libro, si hubiera apuntado bien, a los ojos de Ana, hubiera quedado ciega de porvida.
—Rapunzel—era el director, y yo me separo de Jack—ven conmigo—todos se quedan sorprendidos y Jack toma mi mano con fuerza. Jalándome hacia atrás.
—Ana y Elsa, fueron las que hicieron trampa ¿por qué tiene que hablarle a ella? —Lo mire con un poco de asombro, realmente se preocupaba por mí, era genuino. El director lo mira con una ligera sonrisa, para colmar a todos.
—No es por la pelea señor Frost, además de que sabemos perfectamente lo ocurrido y créame, tendremos el tema muy presente—suspira al finalizar—tengo que hablar con la señorita corona de otros temas muy independientes a la situación.
Sabía que era mentira, realmente venia por mí por lo que había ocurrido con Ana, lo sé, pero no quiero preocupar a nadie, mucho menos a Jack, él no puede enterarse de los encantamientos o de los libros. Aprete su mano con delicadeza para que volteara a verme y le regale una ligera sonrisa. Todos empezaron aplaudir y empecé a caminar a un lado del director.
Al salir de ahí, todo el camino hacia su oficina fue demasiado incomodo; se veia preocupado. Al saber que no había nadie más a nuestro alrededor y que en su oficina no hubiera otro director, voltea a verme.
—Rapunzel, debes de tener más cuidado con los hechizos que utilizas del libro del sol; ese libro esta generado por la desesperación y por el odio que se ha acumulado en cada una de tus vidas pasadas—expreso con enojo, pero con cierta calma.
—Usted ¿cómo lo sabe? Si menciono que nadie podía leerlo, solo yo.
—Por favor dime que has leído el libro plateado—contesta rápidamente ignorando mi pregunta, acercándose a mi poco a poco.
—No muy bien—suspira agachando la mirada con un poco de temor.
— Rapunzel, el libro plateado contiene todas las historias de tu vida pasada — abrí mis ojos al escuchar aquella confesión-. Has rencarnado muchas veces, cada una contando historias donde puedes deducir el motivo por el cual se ha creado cada encantamiento. Ambos libros se encontraban en una ciudad perdida, casi se podría decir que es inexistente ya que solamente pueden entrar aquellas personas que son elegidas por los entes para rencarnar su alma —. Estaba impactada por lo que estaba mencionando, ya sabía que era una rencarnación, pero escucharlo de otra persona que es demasiado sabia, es un poco fuerte — debes de tener cuidado, tu alma de cierta forma repudia a la humanidad por todo el sufrimiento que le han causado y a su amada, un paso en falso y podrías caer en aquella tentación — suspira para después alejarse y caminar hasta su ave fénix- algo me dice que tú eres la última rencarnación —. Estaba más que sorprendida, no podía digerir de forma rápida toda esa información de golpe.
—¿entonces...quién es la rencarnación de la Luna? —el director voltea a verme con media sonrisa.
—Aun no estoy seguro de ello, y la verdad...es algo que deberás descubrir por tu cuenta—.
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