Capitulo 5

~Al día siguiente~

Fue un día muy extraño para todos, Wanda y ____ asistieron al entrenamiento, a todos les sorprendió verla ahí, entrenado más duro que Wanda, más duro que cualquiera, estoy seguro que ella también se sorprendió por el esfuerzo que está dando hoy.

—¿Acaso le dijiste algo anoche?—me pregunta Natasha con asombro.

Me quedé callado por unos minutos, viendo como entrenaba con fuerza con su rival, es una Natasha en pequeño, puedo presentirlo. Después de la charla con ellas en la Noche y sobre el duro castigo que se les daría me imagino que entendieron mejor.

—No—paso mis manos hacia atrás—no mencione ninguna palabra con ellas, en especial con _____—volteo a verla—Me imagino que fue tu regaño del camino que logró este gran cambio—.

—Lo dudo—Natasha me entregó unos documentos dónde venían unos análisis psicológicos de la semana pasada, de ayer y de hoy. Los mire sin comprender el porque de estos documentos.

—La semana pasada le hicimos una prueba, no era de esperarse, pero salió que al menos el uno por ciento de su capacidad era poder seguir alguna orden—me mira con una ligera sonrisa—ayer le... le aplique el mismo examen y salió con el menos cinco por ciento de seguir alguna orden.

—¿Y esto que tiene que ver conmigo, Natasha?—pregunte rápidamente ora poder llegar al grano.

—Le dije que solo dormiría una hora y la vería en la sala de entrenamiento a las tres de la mañana, sabía que no lo haría—se voltea para mirarme por completo—pero lo hizo, llegó diez minutos antes, a obedecido todas las órdenes que se le han indicado, se me hizo muy extraño así que volví para hacerle la prueba y que crees que fue el resultado.

—el quince por ciento—respondo con seguridad.

—El 49.9 % de obedecer órdenes—la mire con asombro—algo pasó ayer en aquel lugar y quiero saber cuál fue la razón para que ella cambiar drásticamente de opinión.

Sigo sin comprender el porque de su actitud, pero poco a poco la respuesta que necesitaba salió a la luz, fue por aquel chico del bar,  es algo estupido pero tiene bastante lógica.

Pasó casi todo el día entrenando que pensé que en cualquier momento se cansaría o desmayaría, pero jamás sucedió. Al darle la orden de que por fin fuera a descansar la llame con un ademán, ella me miró nerviosa y se acercó con inseguridad, algo nuevo para mí.

—Quiero que aprendas algo nuevo hoy—expreso con seguridad, mirando esos ojos color castaños que son adornados por unas largas pestañas del mismo tono, dándole ese toque de ternura en su mirada. No sabía porque existían tantos complejos en una chica como ella, supongo que ha pasado por cosas iguales o peores que yo en el pasado.

Mis recuerdos aún suelen atormentarme por las noches, no me dejan dormir como yo quisiera pero claro, supongo que en ella se ven reflejadas otro tipo de actitudes.

Ella baja su mirada y sin decir más, la llevo a donde tenían todos los autos, motocicletas y todo medio de transporte que había en este lugar.

—¿Me enseñarás a manejar un auto?—pregunta con algo de asombro, niego con la cabeza y camino hasta mi motocicleta.

—Te enseñaré a conducir algo más riesgoso—. Doy unas pequeñas palmadas en el asiento y ella se acerca con algo de temor, necesita vencerlo nuevamente. Veo cómo toca con las yemas de los dedos  el asiento —vamos estaré contigo todo el tiempo—.

Me mira insegura pero después de unos momentos, sube y pone sus manos en el manubrio. Sentía aquel temor, así fuera como antes no se vería reflejado.

—Tienes que ocultar tu miedo, tu rival podrá verlo reflejado en tus movimientos, en tu mirada y sobre todo en la manera en que te muevas

—Okay—suspira con nerviosismo y gira las llaves para poder encender el motor de la motocicleta, ahogo un grito de temor.

Le expliqué como arrancar y frenar, fue sencillo debo de admitir, pero fue difícil a que la  conducirá  sin caernos. Nunca me presencié de la hora y supongo que tampoco ella, supongo que es normal cuando te la pasas muy bien.

Después de varias horas por fin pudo conducirla a la perfección, pero no presenció un obstáculo por lo cual salimos volando  de la moto, haciéndome que me cortara en el brazo izquierdo. Y ella en la rodilla derecho.

—¿_____, estás bien?—pregunto rápidamente pero ella no me responde—¡_____!—expresé con  más fuerza, cheque sus síntomas cardiacos y todo estaba en órden.

—Estoy bien—murmullo, mas sin embargo no se levanta, mi respiración se tranquilizó, pero vi sus lágrimas caer delicadamente por sus mejillas, me acerqué a ella y con cuidado se la quite.

—¿Lloras por aquel chico del bar?—miro hacia enfrente con delicadeza y ella se sienta con cuidado, abrazando sus rodillas.

Ella asiente y yo me tense un poco al saber que ese era la razón de su comportamiento, no sabía que decir al respecto, la última vez que lo hice falte a mi cita, claro eso fue hace 70 años atrás o tal vez más.

—No puedes enamorarte de alguien en una noche—expresó con seriedad y la volteo a ver, ella respiraba con tranquilidad no me contesto una palabra alguna y para ser sincero, esperaba a que no me fuera a preguntar algo que podría ser loco y que la respuesta que yo recibiría no fuera la correcta para una adolescente enamorada.

—Es que a él ya lo conocía—por fin responde—lo conocí en el centro militar donde fui abandonada—expresó sin voltear a verme—él era uno de los mejores soldados, quise llegar a llamar su atención como cualquier persona que quiere...impresionar a la persona que le gusta, pero nunca lo logre, así que decidí esforzarme para que él se fijara en mí, llegue a ser la mejor, incluso mejor que el, supongo que eso hizo que tampoco se fijara en mí, pues le quite su lugar para estar aquí—suspira y deja de abrazar sus piernas para poder estirarlas—Al saber que le había quitado el lugar, me enviaron aquí y ya no volví a verlo...hasta ayer—agacha un poco su cabeza—siempre son las rubias de ojo azul quien ganaran el corazón de todo soldado—.

No mencionó nada al respecto, pero eran incorrectas aquellas palabras que pronunciaba, sus peores enemigas son las rubias de ojo azul, pero ella no sabe que las castañas de ojos cafés son las que más gustan.

—Eso es mentira—me mira y yo desvío mi mirada de la suya—yo no me enamoré de una rubia, si no de una castaña de ojo café, de hecho, me recuerdas mucho a ella, es como si toda ella hubiera vuelto a nacer, claro muchísimo más joven de la que yo conocí.

—¿cómo era ella?, me refiero a su personalidad—me pregunto con delicadeza, nunca había hablado de ella, tal vez será que nadie me preguntó al respecto.

—Pues ella era muy valiente, astuta en batalla, ella luchaba por las mismas causas que yo—miro mis manos—un día, habíamos  quedado en salir a bailar, nunca llegue—

Ella solo me mira con delicadeza, me busco en mi bolsillo y saco mi brújula con su fotografía y se la muestro, ella lo toma con delicadeza para poder observarla detalladamente.

—¿Cuál era su nombre?—pregunto con suma Delicadeza

—Peggy Cárter—mencionó de igual manera. Ella la mira y cierra con cuidado la brújula para entregármela—es mi amuleto de la suerte— expreso con media sonrisa y ella me mira.

—¿Sigue viva?—me pregunta.

—Si—suspiro—pero no por mucho—guardo la brújula con mucha delicadeza.

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