Llegamos a la estación con rapidez. Al estar frente al hangar se abre la compuerta y al estar en posición empiezan a descargar la mercancía. Había sido una misión más que exitosa, sin duda. No necesité de mis hermanos para poder llevarla a cabo.

Tendríamos que movernos rápidamente si no queríamos que nos encontraran. Baje rápidamente y empecé a supervisar cada una de las cargas. Aún llevaba puesta mi máscara. El frío de aquí realmente era muy fuerte, pero gracias a mis habilidades podía resistir a las bajas temperaturas.

—Vaya, así que nuestra hermana pudo sola, no lo voy a negar estoy impresionado—. No dije nada, solo lo mire de reojo, manteniéndome serena ante los comentarios de Natsu. El a comparación no puede soportar las bajas temperaturas, pero su calor corporal hace que pueda tolerarlas.

—Natsu, déjala tranquila, de seguro no fue fácil enfrentarse a ellos —. Expresa con seriedad Kona—. Ella es mi hermana, la más grande de los cuatro. Su resistencia a las bajas temperaturas es impresionante. En eso escuché unos pasos lentos y precisos.

—Dudo mucho que eso haya pasado—. Suspire con fuerza. Justo al que menos quería ver en este momento. El es mi hermano Adrián—. El cual me rodea el cuello con su grande y pesado brazo. No volteo a verlo ya que estaba enfocada en cuidar que todo se hiciera de forma delicada.

—Te he dicho, muchas veces y no pienso repetirla una última vez—. Le quito su brazo con brusquedad—. No vuelvas a tocarme, pequeña primavera—. El me mira con enfado y después suelta una fuerte carcajada.

—Sabes que no puedes hacerme nada, ni siquiera un rasguño—. Se agacha para quedar a mi altura. Posiblemente su tamaño sea colosal, pero no me da miedo. Ni el ni nadie.

—Dale, dale, tenemos que seguir supervisando la carga—. Expresó Natsu con rapidez, dándole un golpe en la espalda.

Empecemos por Adrián es un hombre de imponente presencia, cuya fuerza física es su mayor atributo. Con un cuerpo musculoso que podría ser descrito como si hubiera denotando años de esfuerzo y disciplina, su piel bronceada resalta bajo el sol, mientras que sus ojos azules transmiten una intensidad que refleja su determinación. La barba que adorna su rostro añade un toque rudo y maduro, complementando su aspecto de guerrero. Su figura inspira respeto, no solo por la magnitud de su poder, sino por la seguridad que proyecta con cada movimiento. El nombre de Adrián se relaciona con la fuerza revitalizadora de la primavera. El viene cerca de una Isla de Hawái, el doctor lo encontró después de una pelea clandestina.

Seguimos con el siguiente agente o como yo prefiero decir, la siguiente estación. Natsu, su figura alta y delgada, de movimientos ágiles y fluidos, como si estuviera siempre un paso adelante, preparado para cualquier desafío. Su cuerpo está adornado con tatuajes intrincados que cuentan historias de su cultura y su vida, marcando su piel como símbolos de fuerza y sabiduría. El cabello negro, lacio y cuidadosamente peinado, resalta su origen japonés, mientras que sus ojos, intensos y calculadores, reflejan un poder inquebrantable, similar al de un guerrero. Con una presencia que combina destreza física y un control imponente sobre su poder de fuego, su apariencia es tanto una obra de arte como una amenaza silenciosa, capaz de desatar su fuerza en cualquier momento.

Por último, mi hermana Kona irradia una energía poderosa y misteriosa. Su piel, de tono profundo y radiante, contrasta con la calma fría que emana de su ser. Sus ojos, intensos y penetrantes, reflejan la serenidad y el dominio absoluto sobre el hielo, como si tuviera el control total de las fuerzas de la naturaleza. Cada movimiento suyo parece congelar el aire a su alrededor, creando una atmósfera de tensión palpable. Su cabello, oscuro y trenzado con detalles que parecen capturar la esencia de su herencia, fluye libremente, como si el viento helado lo acariciara. Su postura es majestuosa, llena de confianza, como una reina que camina entre las nieves, capaz de moldear el hielo a su voluntad con solo un gesto. Su poder, silencioso pero devastador, ies una fuerza tan imponente como la tormenta polar, capaz de congelar todo lo que toque, desde las emociones hasta el entorno mismo.