Capitulo 7.

*Narrador en tercera persona*

Jesus le da la Coca-Cola a su hermano y se sientan en el sofá.

-Cuéntamelo tio.-pide Dani, abriendo la lata.

-Soy gilipollas.-mira a un punto enfrente.-No hay mas.

-Pero quizá si me lo cuentas podré ayudarte a recuperarla.-intenta convencerlo.

-Le conté a Amy lo que me paso cuando tenía los dieciocho.-admito.-Y se lo tomo genial, la verdad.

-¿Y entones?-dice, dandole un trago a la Coca-Cola.

-Que justo el día antes de que volviera lo hice con otra.-suspira.-Me volvió el venazo, pero eso se lo oculte, creía que no volvería.

-Jesus..-susurra.-Explícaselo.

-Y eso no es todo.-suspira.-Estaba borracho.-se pasa las manos nerviosamente por el pelo.-Y estábamos en el parque y la pava se nos ha plantado delante, y lo ha soltado todo.-deja la Coca-Cola encima de la mesa y se sienta en el sofá, apretando los brazos.-Amy había venido a decirme que había dejado el espionaje por mi...

Dani abraza a su hermano, que a pesar de intentar no llorar no puede contenerse.
Nunca llora, a no ser que se trate de su chica.
Porque el la considera muy suya.

-Recupérala.-dice Dani, separándose de el.-Recuérdale que para ti solo existe ella.

-Es mas cabezota de lo que te crees.

-Contigo no.-lo mira.-No tienes ni la mitad de idea de lo que significas para ella.

*Narra Amy*

-Amanda esta igual.-dice Maria, hablando por teléfono.-Esta intentando hacerse la dura.

La miro mal, mientras veo como se enciende la pantalla de mi portátil.

-Ya lo sé.-sigue a lo suyo.-En el parque, vale.

Levanto las cejas cuando veo a Maria dejar el movil y acercarse a mi.

-¿Que os tramáis tu y Dani?-intento reírme.

-Ah.-sonríe.-Cosas de prometidos.

Ruedo los ojos y me acerco a ella.

-Habla.

-Quiero que vallas al parque esta tarde.-suspira.-No queremos que en el día más importante de nuestra vida las dos personas mas importantes estén mal.

-No quiero verlo.-suspiro, tirándome en la cama.

-Déjale que se explique, al menos.

.....

Ando poco a poco hasta el parque, insegura.
Maria me ha obligado, literalmente, a venir.

Veo a Jesus desde lejos, y me acerco a el, dudosa.

-Que quieres.-miro el suelo, pero no me acerco mucho.

-Que me escuches.-susurra.

-Por eso estoy aquí.-digo, frío.

--Nunca se me ha dado demasiado bien empezar algo así, supongo que será porque las primeras impresones son las que más cuentan, aunque esto no va de quedar bien, si no de recuperarte. asíque rompo el hielo con algo tan tonto como que te echo de menos.
Aún recuerdo el día en que nos vimos por primera vez, una situación algo rara, pero lo único que importaba es que nos habíamos encontrado. Que te encontré.
Antes de eso solo conocía los sueños que visitaban mi almohada de vez en cuando y a los monstruos que atormentaban mi descanso hasta que el despertador me salvaba de aquellos cortos de terror.
Pero una calurosa tarde de verano llegaste tú, y llegó tu sonrisa, y aprendí a soñar sin necesidad de cerrrar los ojos; los monstruos fueron sustituidos por un miedo iracional a que te marchases y que una mañana cualquiera ya no recuerde tu perfume, tu peculiar forma de rascarte la nariz o como fingías enfadarte... pero en seguida me salva el azul de tus ojos, el idioma que esconden tus lunares y como tan solo poniéndote de puntillas puedo viajar entre las constelaciones que se esconden en tus labios.
Y entonces necesito que alguien me pellizque, porque aunque me enseñaste a soñar despierto sin olvidarme de la realidad... a veces se me olvida.-Jesus se quita las lagrimas que habían comenzado a salir de sus ojos, y coge aire para seguir hablando.-Tú dices que las casualidades no existen, que si nos conocimos fue por algo. Aunque a veces, esas pequeñas coincidencias son el motor de todo. ¿O acaso no crees que fue una casualidad aparecer en tu vida de la nada? No creía en las casualidades ni en el destino ni en todas esas tonterías de las que la gente habla, hasta que llegaste tú. Y no me equivoco al decir que eres la mejor casualidad que la vida podría haberme dado en toda la vida. Fue pura suerte que me encontrases, pero no lo fue el hacerte tan importante en apenas unas semanas. A veces creo que es una locura, algo casi imposible la forma en la que llegaste e instantáneamente hiciste del hablar contigo a diario una necesidad. Quizás gracias a una cadena de bonitas casualidades que hacen que no te saque de mi cabeza, hacen que hoy te diga eso,puedo decir que me encanta o que me encantas, no sé.-se acerca poco a poco a mi y me quita las lagrimas suavemente, para minutos después agarrármela y entrelazar nuestros dedos.-Te diría lo siento, pero es imposible que me perdones sin darte la más mínima explicación, y créeme que la tengo.-susurra.-Estaba borracho, Amy, créeme que lo estaba, y fue un error, pero solo fue esa vez, y te lo puedo jurar si quieres.-acaricia mi mejilla suavemente.-Tienes que creerme cuando te digo que eres lo mejor que me ha pasado, y que te quiero de verdad, tienes que creedme.-se limpia las lagrimas y me abraza, muy fuerte.-Tienes que hacerlo, joder, te quiero lo imaginable.

Y sin poder controlarme lo beso.
Lo beso muy fuerte.
Lo necesito, lo quiero conmigo.
Para siempre.

-No vuelvas a mentirme.-sonrío un poco.

-Después de sentir como te perdía.-susurra.-Puedes estar segura de que nunca volveré a mentirte.

.....

Me levanto de la cama y me enrollo en la sabana, al estar desnuda.

La puerta del baño está entre abierta y allí esta Jesus, lavándose los dientes.

-Buenos días, dormilona.-susurra, acercándose a mi.-¿Que tal has dormido?

-Bien.-le sonrió.-Pero ahora tengo que irme.-bostezo.-Te recuerdo que tengo que buscar trabajo.

-Ya te he dicho que no te preocupes.-sonríe.

-Oh Jesus.-me cruzo de brazos.-Sabes perfectamente que no pienso ser una mantenida.-le señalo.-Te dije que me mudaría contigo con esta condición.

-Cabezota.-se acerca a mi.

-Te encanto.-le doy un suave beso en la punta de la nariz.-Voy a vestirme.-le señalo.-Y la próxima vez que me quites la ropa, no la rompas.

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