Capitulo 2.
Los tacones chocan directamente con el suelo, haciendo el típico ruido elegante.
Estoy nerviosa.
Mucho.
Jesus esta en el piso de abajo, ya esperándome.
Pongo el pie en el escalón, y bajo lentamente, intentando no tropezar.
-Dios.-dice nada más verme.
Sonrío vergonzosa, y voy hasta el para darle dos besos, como saludo.
Salimos de casa y nos dirigimos hasta su coche, mientras me agarra de la cintura para ayudarme a andar.
-Estas...-dice, mirándome.-No puedo creer que tanta preciosidad sea legal.
Suelto una carcajada, abrochándome el cinturón.
-¿Desde cuando te has vuelto tan cursi?-me muerdo el labio.
Jesus rueda los ojos, mientras arranca el coche.
-¿Donde vamos?-pregunto, sonriente.
-A mi casa.
-Oh si.-sonrío.-Me encantara ver a Eva.
Jesus se ríe y me mira.
-Vamos a mi casa Amy.-clava sus ojos en mi.-A la mía.
Me río por mi confusión, mientras dirijo mi vida hasta mis manos, que tiemblan.
Joder, porque Jesus tiene que causar tanto efecto en mi, con solo un gesto de su cara.
-No esta muy lejos.-informa, señalando una calle.-Esta ahí.
Y pocos minutos después, aparca el coche delante de una gran mansión, por así llamarlo.
-Ala.-le miro.-Como te cuidas.
-Venga, pasa.-me anima, abriendo la puerta.
Me tiende la mano y yo se la cojo, con miedo.
Me la acaricia con una sonrisa, y tira de mi hasta el salón.
Allí ya hay una mesa, con la cena, muy bien decorada, y con velas.
Cualquiera diría que es una cena de San Valentín.
-¿Te gusta?-señala el plato.
Es mi comida favorita, por encima de todo.
-Tramposo.-me río.
Jesus me guiña un ojo mientras me ayuda a sentarme.
-¿Me dejas decirte que ese vestido te queda de muerte?-se ríe, echándome un poco de vino.
-No.-me río.-¿Y qué quieres, emborracharme?
Jesus sonríe mientras deja la botella en la mesa.
-No estaría mal.-se ríe.
Le doy un suave golpe en el hombro, riendo.
-No quiero que me violes.-le guiño un ojo.
-Mírala como sabe mis intenciones.-se ríe el, metiéndose un trozo de pechuga rebozada en la boca.
Ruedo los ojos, y lo imito.
Acabamos de cenar hablando de distintas tonterías.
-Va.-levanta la copa.-Vamos a brindar.
-¿Porque?-levanto mi copa.
-Por los viejos tiempos.-suelta, y chocamos la copa.
Dejo el baso en la mesa, y lo miro, mordiéndome el labio.
Decidme como coño puede existir un tío que sea tan guapo y este tan bueno.
Explicármelo.
-Supongo que me tendré que ir yendo.-me levanto y me estiro el vestido.
-Si solo llevas aquí una hora.-se queja, acercándose a mi.-¿Quédate a dormir, no?
Sonrío tristemente y dirijo mi vista a un piano.
-Si me cantas algo que quedo.-sonrío, señalando el piano.
Jesus cambia la expresión enseguida, y se pasa la mano nerviosamente por el pelo.
Siempre me ha encantado que haga eso.
-Yo ya no canto.-mira el suelo.
Me acerco a el y le acaricio la mejilla, para que me mire.
-Cántame a mi.-susurro, mordiéndome el labio.
-¿Prometes quedarte a dormir?-susurra, sonriendo.
-Lo prometo.-levanto una ceja, señalando el piano.-Ya sabes que siempre me ha encantado que me cantes.
Se sienta en el piano, y yo me siento a su lado.
Comienza a tocar unas notas al azar, pero para de golpe.
-No puedo.-susurra, mirando al suelo.-Lo siento.
Me muerdo el labio y me acerco a el, sin saber si abrazarlo o aun es muy pronto.
Pero me decido por arriesgarme.
Siempre lo arriesgaría todo por el.
Le abrazo, se que lo necesita.
Sus ojos lo pedían a gritos, y mis ganas de tenerlo entre mis brazos aumentaban por momentos.
-No hace falta que lo hagas.-susurro.-No se que ha pasado, y no te voy a pedir que me lo cuentes, pero, quiero que sepas...-me separo un poco y lo miro.-¿Sabes que me tienes aquí para todo, no?
Jesus asiente, intentando no mirarme.
Su expresión ahora es seria.
-Me quedare, si quieres.-le sonrío.
Me mira y sonríe, se muerde el labio y se acerca poco a poco a mi.
¿Va a besarme?
-Jesus..-susurro, poniendo las manos en su pecho.
-No, espera.-susurra, y se acerca más a mi.
Deja un suave beso en mi mejilla, y baja hasta mi cuello, lo que hace que mi piel se erice, como siempre que el la toca.
Solo el.
-¿A que se supone que tengo que esperar?-susurro, apartándome.
-Solo quería comprobar una cosa.-me dice mirando hacia otro lado.
-¿Y bien?-lo miro.-
-Amanda.-susurra, mirándome a los ojos.-Estaba comprobando si te había olvidado.
Me muerdo el labio y aparto la vista.
-¿Lo has echo?-dudo, rascando mi nuca.
-Te mentiría se dijera que si.-me acaricia la mejilla.-¿Te he dicho ya lo mucho que te he echado de menos?
Sonrío nerviosamente, viendo como se acerca poco a poco a mi.
-Tengo unas inmensas ganas de volver a besarte después de cuatro años.-susurra, a pocos centímetros de mi.
-¿Y a que esperas?-susurro, sonriendo.
Pone sus manos en mi nuca y junta nuestras frentes.
Veo como se le ponen los ojos rojos, y enseguida se le cae una lagrima.
-Te quiero.-me susurra.-Te quiero muchísimo, y ya se que después de cuatro años no es lo mismo, pero es que joder, no tienes ni la mínima idea de lo loco que me vuelves.-junta nuestras narices, y sonríe un poco.-No tienes ni la mínima idea de lo jodido que es estar cuatro años sin la persona de la que estas enamorado.
-Te equivocas, Jesus.-susurro.-Lo se, estamos en la misma situación.-veo como sonríe, y eso me contagia a mi la sonrisa.-¿Vas a besarme o tengo que hacerlo yo?
Y de repente, sus ansiosos labios chocan contra los míos.
El beso empieza lento, pero luego se va haciendo más increíble al sentir la guerra de lenguas que se esta batiendo en nuestras bocas.
Pongo mis manos en su nuca, y lo acerco mas a mi, intentando sentirlo mas cerca, aunque sea imposible.
Nos separamos y sonrío.
Mis labios arden y veo como el los lleva hinchados.
Pongo mis manos en mi tripa, intentando frenar el cosquilleo que siento ahí.
-¿Tu también lo sientes?-me mira.-El cosquilleo ese, siempre que estas cerca.
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