Capitulo 24.
Ando de camino a casa, con la mirada puesta en el suelo.
Le he dicho a Dani que me encontraba mal, y el parece que se lo ha tragado.
De repente veo a Maria, andando rápido, nerviosa, como si fuera haciendo algo y no quisiera que la pillaran.
Voy detrás de ella, a una distancia razonable.
Hasta que veo como de una papelera saca una mochila negra,donde hay algo dentro que no puedo ver.
La abre y sonríe al ver su contenido.
Se levanta, y con la mochila en la espalda, renueva su camino.
Intento ir detrás de ella, pero un brazo me lo impide.
-¿Porque estas siguiendo a mi hija?-dice una voz de un hombre, a mis espaldas.
Mi corazón comienza a latir con fuerza.
-Yo...
-¿Quién te envía?-dice, apretándome la muñeca, y haciéndome mal.
-Nadie, se lo juro.-digo, intentando soltarme.
-Eso no me lo creo.-y no puedo contestar, porque pone un pañuelo en mi boca, que lleva algo que me hace dormirme.
Al rato me despierto con dolor de cabeza.
Estoy atada, de pies y manos, como en México.
Recuerdos de ese sitio me vienen a la mente constantemente.
Y tengo miedo.
Quiero gritar, pero el esparadrapo que llevo pegado en la boca no me deja.
Un hombre calvo, de unos profundos ojos azules, fuerte, alto, con tatuajes por todo el cuerpo, me observa detenidamente.
Veo a Maria, que me mira con ¿miedo?
El ladrón me quita el esparadrapo de golpe haciéndome mal.
-Repito.-me mira.-¿Quién eres y que hacías siguiendo a mi hija?
-Yo...-susurro.-Estaba en el parque, y la vi andar, y me acerque...
-¿Para que?-insiste, alzando la voz.
-Para..-Amy, piensa, joder, piensa.-Para pedirle disculpas.
El hombre mira a Maria, y esta se acerca.
-¿Disculpas?-levanta una ceja.-¿Porque?
-Por tratarte mal en la cafetería.-susurro, ahogando las lagrimas.
-¿Entonces no me seguías?-susurra, poniéndose las manos en la cabeza.
-No.-me encojo de hombros.-¿Me puedo ir ya?
-Sabes demasiado.-dice el ladrón.
-No.-lo miro.- Solo se que me habéis encerrado sin ninguna razón, no soy quien para meterme en vuestras vidas y no pienso preguntar el porque, solo quiero volver a mi casa.
Miro a Maria.
Y María a su padre.
-Sigo creyendo que sabe demasiado.-suspira su padre.-Tendré que deshacerme de ella.
La rubia mira con horror a su padre y luego le tiende una no muy convencida sonrisa.
Luego me mira y viene hacia mi.
Pone cara de pena y me afloja un poco las cuerdas al notar que me aprietan.
-Me estabas comenzando a caer bien, Amanda.-me mira.-Pero supongo que me tendré que despedir del mundo por ti.
Supones.
La miro con odio.
Y sale de la habitación, detrás de su padre.
Me acerco las manos a la boca, y con ayuda de los dientes consigo deshacerme de las cuerdas.
Después me quito las de los pies y paseo por la oscura habitación buscando una salida.
Pero no hay nada.
Solo hay una cama.
Nada mas.
Miro el techo, y no hay nada.
Las paredes, nada.
Hasta se oye el eco.
¿Y que voy a hacer yo ahora?
*Narrador en tercera persona*
A Dani comienza a sonarle el teléfono mientras están cenando.
Este se levanta de la mesa y coge el teléfono.
-¿Carmen?-comienza, respondiendo a la madre de Amanda.-¿Que pasa?
-¿Esta Amanda contigo?-pregunta, se le nota preocupada.
-No, se fue a casa ya hace.... cuatro horas.-mira el reloj.-¿Has probado a llamar a su padre?
-Si, pero no esta, Dani, creo que le ha pasado algo.
-¿Como lo sabe?-se sorprende Dani.
-Tengo un presentimiento, y los presentimientos de las madres nunca fallan.
-Esta bien, ahora mismo iré a buscarla.
-Yo también voy, a ver si hay suerte.
Dani deja el teléfono en la mesa y mira a sus padres.
-Amy ha desaparecido.-susurra.
Jesus pega un salto de la silla y se calza las zapatillas.
-¡¿A qué esperas?!-grita saliendo por la puerta.-¡Vamos a buscarla!
Dani para a Jesus con la mano.
-¿Donde vive Maria?-pregunta en un susurro.
-¿Que?
-Dime donde vive, joder.-se comienza a poner nervioso.
-Tres calles más atrás. ¿Pero que pasa?
-Nada, yo busco por allí, tu por la otra parte.
Suerte.
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